49/1943 - Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente

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MINtSTERlO DE AGRICULTURA
SECC;ION DE D[JBLIGACIONES, DRENSA Y PRODAOANDA
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POr ANTONIO GARCfA ROD4ER0,
Ingeniero Agrónorno
En la rítpida sucesión de días, meses y estaciones, nuevamente nos encontramos ante el otoño y teniendo que
pensar en las siembras.
Fundamental, para el éxito de todo cultivo, es la se-
milla. Semilla que puede oonsiderarse en muchos asp^ectos :€
en el de su mejora, por paci^ntes trabajos de genética; el ;
de su sanidad, etc., etc. ; pero como "quien mucho abarca,
poco aprieta", en el deseo de que estas líneas presten uti- :
lidad a quien las lea, vamos a circunscribir nuestro escrito €
a lo que pueden, a primera vista, juzgarse '
detalles, pero que tienen la mayor importan- €
^ia : a hablar, sólo y con alguna holgura, :
la.etas IIu^ns sc renriten gratis a yuien las pida a la Sección de
Publicaciones, Prensa y Propaganda, del Ministerio de Agricultura.
-2de lo relativo a pureza y poder germinativo de las semillas.
En los países en que el comercio de semillas está debidamente
organizado e inspeccionado, todas las Casas vendedoras de estos
praductos hacen constar en las etiquetas de bolsas, sacos y toda
clase de envases, y en sus facturas, ambos particulares : pureza
y poder gex•minativo, con expresión para cada uno del correspondiente tanto por ciento. El vendedor garantiza por este hecho
"ta1" pureza-la que consta allí escrita-y "tal" poder germinativo, para la semilla que expende. Y si engaña, si la mercáncía,
previo ensayo, no responde a lo declarado, entonces es un caso de
fraude que merece la correspondiente sanción.
Pronto, en España, forzosamente habremos de llegar a esto :
a obligar a que se declare siempre, ineludiblemente, lo que h^oy
contadas Casas expresan por acto voluntario.
Pero es preciso, sobre todo, para exigir y estimar ambas declaraciones, que el agricultor se dé cuenta del interés que tales
cifras encierran.
Vamos a tratax• de demostrarlo, comenzando por 1o que, siendo muy importante, trascendental en ciertos casos, no lo es tanto, corrientemente, como el poder germinativo. Nos referimos a
la pureza de las semillas.
Se consideran semillas puras, aquellas que corresponden a la
especie de que se trata : trigo, alfalfa, etc., lo mismo las que están
completa y normalmente desarrolladas y no presentan ninguna
herida ni mutilación, que las rotas, parcialmente comidas o imperfectamente formadas, a condición, para estas últimas, de que
los daños sean pequeños y de que se presuma, por su aspecto exterior, por su volumen, que son capaces, puestas a germinar, de
producir gérmenes normales. En los granos parcialmente comidos: por ataques de gorgojos, ^etc., una semilla se estima pura si
la merma, la materia que falta, se halla localizada en las reservas,
en lo que botánica^mente se llafia albumen ; si el destrozo afecta
al embrión, "aqu^ello" no puede considerarse en realidad como sexnilla, ya que es incapaz de germinar, sino como materia in^erte.
No importa que esté arrugada, dañada o rota una semilla,
para estimarla semilla pura; no importa que sea vieja; que haya
perdido su vitalidad. En el concepto de pureza, lo anterior no
tiene importancia. Siempre que la semilla conserve buena parte
de su volu^men, presente sin mutilaciones su embrión y pertenezca a la especie de que se trate, se estimará semillá pura.
Se consideran impurezas : las semillas de otras plantas cultivadas ; las semillas de malas hierbas ; las materias inertes.
Vamos a aclarar estos conceptos.
Una semilla, la que deseamos adquirir o sembrar, puede estar
mezclada con otras de variedades o especies cultivadas, cuya presencia en los cultivos no puede causar perjuicio apreciab'_e. Una
partida de trigo pued•e llevar granos de centen^o; una de cebada,
semillas de avena; un tréb^ol de prado, ir mezclado con peque^a
Semilleros de tabaco.
cantidad de semillas de trébol híbrido. Avena, centeno y trébol
híbrido son, en este caso, impurezas, pero su presencia en pequeña cantidad dentro de la partida carece en reaildad de impoi•tancia.
Pox• semillas de malas hierbas entende^mos las correspondientes a aquellas plantas que constituy en la "vegetación espontánea"
^e un país. Esas especies que aparecen en el carrxpo o entre las
líneas de plantas cultivadas sin necesidad de siembra alguna. Vegetales que hay que combatir, escardar, para el mej,or logro de
:
-^las cosechas. No es general, para los diversos países, el concepto
de malas hierbas. Una especie, considerada como "mala hierba"
en un lugar, es a veces, en otro, planta cultivada de utilidad ;
pero tales casos son excepciones y, sobre todo, cada nación cono^
ce perfectamente su flora espontánea, sus malas hierbas; esas
especies que efectúan, un año y otro, ayudadas por el viento, los
pájaros, los insectos, las aguas, siembra y difusión de sus semi.llas, y que originan individuos resistentes, rústicos, vigorosos,
que roban humedad, alimentos, espacio, luz y aire; a las especie_>
cultivadas.
Pero hay casos de singular gravedad. Cttando, entre las semillas de malás hierbas se cuentan algunas que constituyen verdadero peligro para determinadas especies: la cuscuta, qu^e ataca,
viviendo com^o parásita, a alfalfas y tréboles; el jopo u hopo,
verdadero azote de las habas, cuyo cultivo llega a hácer i^mposible en algunas regibnes de España.
Y vamos con las materias iriertes. Se entiende por tales, todos
los granos o semillas de la especie considerada que se hallen muy
dañados para poder considerárse semillas puras ; las piedras, la
arena, la tierra, el p,olvo; parte de raíces, tallos, hojas e inflorescencias; las glumas, bracteas y otros residuos vegetales; los insectos muertos y trozos de éstos; partículas de materias orgánicas, trozos de conchillas ; cuantas materias, de una y otra índole,
no sean •simientes.
Todo este conjunto de impurezas significa en,una semilla
"sucia" un determinad.o tanto por ciento. El agricultor que paga
una cantidad, mayor o menor, por el kilo de una semilla que lleva
impurezas, compra también éstas; el peso de éstas, que, lejos de
producirle algún valor o beneficio, le ocasionarán, según lo expuesto, señalados perjuicios. Es, por tanto, esencial e i^mportantísimo que las semillas que adquiramos tengan un elevado tanto
por ciento de pureza; que las impurezas o no existan o se reduzcan al mínimo, no figurando entre ellas nada verdaderamente temible, como es la cuscuta en la alfalfa.
En los ensayos de pureza realizados por los laboratorios agrícolas oficiales, después de tomar un determinado peso de la
muestra. media de la semilla a ensayar, peso que oscila según ]a
índole de las simientes-más o menos menudas y ligeras-entre
1 y 200 gramos, se van apartando de dicho lote, cuidadosamente
•
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y por grupos, todas las impurezas : las constituídas por semillas
y especies cultivadas ; las malas hierbas, precisando en este apartado las especialmente perjudiciales; las materias inertes... Si el
total de las distintas impurezas pesa, por ejemplo, 2,6 gramos y
los pesados para el ensayo fueron 100-en todo caso los resultados se x^efieren a 100-, la pureza de la semilla ensayada será de
97,4 por 100.
Otra determinación, ésta verdaderamenté esencial para el
agricultor qu^e se dispone a usar o a adq,uirir una semilla con
fines de siembra, es investigar lo que se llama su "poder germin.ativo" o su "facultad germinativa" ; esto es, el tanto por ciento
de se^millas que, por conservar-más o menos acentuada-su vitalidad, se hallan en condiciones, puestas en un medio favorable,
de convertirse en plantas : de dar lugar a nuevos individuos.
La plena vitalidad que pos^een la mayAría de los granos o semillas de un cultivo o planta dada, una vez q^ue logran su madurez, se va perdiendo, más o menos deprisa, con el trascurso de los
a.ños, con el paso del tiempo. Hay granos que mantienen durante
muy, largo período, con decrecimiento poco sensible, a pesar de su
edad, un alto poder germinativo; ^otros en los qu^e, por el contrario, la facuitad germinativa decrece, baja rápidamente, anulándose en plazo corto. En esto, influye de manera fundamental
la naturaleza de las reservas, el volumen del grano y las condiciones, mejores o peores, de su conservación.
'
Pero, de uno u otro modo, es lo cierto que esa j.uventud, e^a
plena vitalidad que se logra, casi sin excepción, en los granos o
se^millas, tan pronto presentan exteriormente los caracteres de
una perfecta madurez, se va debilitand^o, atenuando, al correr de
los meses. Las semillas, con rapidez o lentitud, se hacen viejas,
incapaces de producir nuevos individuos.
A cada especie botánica, en normalidad de madurez o juventud y de sanidad, corresponde un determinado poder germinativo que pode^mos decir, también, normal. Este, es más alto para determinadas semillas : cereal^es y leguminosas del gran cultivo, en
las que generalmente se comprende entre el 95 y 99 por 100, y
más bajo para otra clase de plantas, entre ^ellas las pratenses y
rrLUChas hortícolas, donde es frecuente qu^e no exceda del 60 ó el
70 por 100.
Es esencial que la partida que se cornpre o se destine pará
-ssembrar tenga un •elevado poder germinativo : el normal de la
especie, ^o cifra próxima-mejor si es por alto-a este valor. Y
es también conveniente que ese poder germinativo-facultad de
la semilla para hacerse planta, colocada en un medio adecuadose manifieste con la mayor rapidez y uniformidad; que coincida
un buen poder germinativo con notoria "energía germinativa;
esto es, qu^e dentro del primer tercio de l^os días admitidos para
el ensayo, la mayoría de los granos haya evolucionado en planta.
El tiempo requerido por un ensayo de germinación varía con
las diferentes clases de semillas. Para algunas, rápidas ^en mover:
cereales, tréboles, alfalfas, ciertas leguminosas de gran cultivo,
entre ios siete y l.os diez días puede darse por terminado el ensayo; pero hay semillas lentas, que no comienzan a germinar
hasta pasados s•eis o siete días, y que deben permanecer en ensayo
de 20 a 28 fechas : algunas poas, apio, espinaca, etc., etc.
Es preciso, en un ensayo de germinación, que no falte humedad ; humedad adecuada, nunca excesiva. Y contar con tempera,tura aprop.ósito ; las óptimas se comprenden, en la mayoría de
los casos, entre 18 y 25 grados centígrados. Y, que el ambiente
esté aireado, que las semillas no carezcan de oxígeno. Humedad,
aireación, temperatura, y en cierto^ raros casos luz, son los factores esencial•zs de la germinación. Factores que las semillas, en
mayor o^menor grado, encu^entran en la tierra, donde ordinar^amente germinan, y que hay que procurarlas también en esos úti]es o vasijas divers,os empleados en los ensayos de laboratorio y
,
conocidos con el nombre de "germinadores".
El medio o substrato sobre el que se ponen las semillas a germinar, cuando se realiza un ensayo, varía ^egún los g^erminadores.
Es, en unos casos, arena fina; en otros, papel celul+osa o de filtro;
también algodón en rama, bayeta gruesa, pocillos o recipientes
de porcelana porosa, colocados sobre un depósito con agua, etcétera, etc. Lo esencial es, que la materia absorba y retenga la humedad y que se halle situada en un lugar o l^ocal donde no falte
t•emperatura^ ni oxígeno.
Es fundamental, al pretender hace'r ^un ensayo algo cuidadoso del poder germinativo de una determinada partida de granos:
primero, tomar con el mayor acierto posible una muestra m^dia
que responda a la condición de la mercancía, y separar, luego, de
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esta muestra tres o cuatro lotes de 100 granos, que se tomarán
sin elegir, conforme se vayan "ofreciendo" a la persona que los
coge. Tales lotes deb^en representar fielmente el producto, sin selección alguna; por eso, en ^esos cientos, irán gran^os gruesos y menudos, llenos y arrugados, de colores claros u oscuros, como salgan. La única coridición exigible es que s^ean granos o semillas
de la especie de que se trate.
No vamos a describir germinadores, mas sí a indicar, antes
de poner punto a^estas líneas, la, ^manera sencilla, al alcance de
cuK^lquier labrador, de comprobar antes de la siembra el poder
germinativo de una simiente. Bastará que sitúe en plato sopero,
en p^equeñas cazuelas o en recipientes parecid.os, sobre trozos de^
algodón en rama, rodajas de bayeta gruesa, arena de río, tierra
cribada, papel de filtro u otro medio adecuado que se humedezca
previamente, las semillas cuya facultad germinativa se quiera
conocer. Se pondrán ciento, regularmente espaciadas o repart:das, en cada plato o x^ecipiente, situando éstos en habitación abrigada, la cocina de la casa, p^or ejemplo; allí donde pueda esperarse una temperatura comprendida entre 15 y 22 grados. Ya he^mos
dicho que la humedad de la arena, algodón, etc., empleados como
substrato o sostén de los granos no debe ser nunca excesiva ; pero
hay que cuidar de que no falte durante los días del ensayo. Este,
al cabo d^2 diez ^o doce días, en los casos más generales, puede darse por terminado. Cada dos o tres fechas se observan las semiIlas y se retiran y anotan las germinadas; aquellas donde se aprecia, por lo menos, clara^mente, la aparición de la radícula o raícilla.
Supongamos que hemos puesto a ensayo cuatro lotes, de un
centenar de granos cada ^un^o, en otros tantos recipientes, y todos
con la misma semilla. Supongamos también que, pasados diez o
doce días, cuando hace varios que no germina ya ninguna, se
da por terminado el ensayo. Si el primer l^ote dió 87 granos germinados ; 85 eI segundo y 89 y 83 los dos germinadores restantes,
basta sumar estas cuatro cifras y dividir el total por cuatro, para
conocer que 86 t^epresenta el poder germinativo de la semilla.
Quiere esto decir, qu^e de cada 100 granos que se siembren
gex•minarán, se convertirán en plantas, 86, y sabiend^o cuál es el
poder germinativo "normal" de esta especie, se apreciará el estado
de la semilla ensayada y la cantidad mayor o menor de grano que
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debere^nos emplear por hectárea pará que las plantas adquieran
la densidad o espesor^debido.
Cuando una semilla tiene el poder germinativo normal, o
"está cerca" de él, puede emplearse en el cultivo. Si su poder germinativo se halla muy distante del corriente y se ha apreciado al
propio tiempo en el ensayo escasa energía germinativa, esta semilla
de deficiente vitalidad no debe utilizarse en ]a siembra.
GRAFICAS UGUINA - Ml:LENDEZ VALDES, 7
- 11EADRIB
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