LA FILOSOFÍA HELENÍSTICA Llevadas por las conquistas de Alejandro Magno, la filosofía en la época helenística adopta la forma de las escuelas morales (estoicismo, epicureísmo y escepticismo), que se impondrán desde Macedonia hasta Siria y Egipto, durante el largo período que se extiende entre la muerte de Aristóteles (323 a. C.) y el inicio de la Edad Media (476 d.C.). Reducen la filosofía a la ética (ciencia del comportamiento), y la ética a la tranquilidad de espíritu, en busca de remedio a la crisis de identidad del mundo antiguo. Son morales de aguante para soportar la decadencia griega y la descomposición del Imperio romano. El objetivo de las escuelas morales helenísticas es superar una crisis. No se podría comprender la enorme aceptación del estoicismo y el epicureísmo sin entender que llenan un tiempo de crisis política y social, provocada por la desaparición de la polis griega y la imposición del poder absoluto y arbitrario de muchos emperadores romanos. Por eso las nuevas escuelas reducen la filosofía a una ética concebida como norma de vida, como una especie de religiosidad rebajada. Esa ética se apoyará en una lógica y una física. Una lógica que asegure la verdad de la ética. Una física que muestre la naturaleza de la realidad y del ser humano, para obrar en consecuencia. 1. El epicureísmo. Epicuro nació en Samos el año 341 a C. Se estableció en Atenas hacia 307, y allí ejerció su magisterio en el jardín de su casa. Por eso se hablará de los filósofos y de la Escuela del Jardín. Murió en 270, pero su doctrina pervivió durante siglos. Su filosofía es, ante todo, una ética que pretende enseñar el secreto de la felicidad. Sólo al servicio de ese saber práctico admitirá una explicación física del mundo y una lógica que señale los cánones objetivos del conocimiento. A diferencia de Platón, Epicuro niega cualquier tipo de realidad suprasensible. En consecuencia, concibe la felicidad como placer. Pero ese placer no se da en el ciudadano como parte de la polis, sino exclusivamente en el individuo desligado de la ciudad, de las instituciones, del dinero e incluso de los dioses. El ser humano debe poner, a juicio de Epicuro, su fin supremo en una felicidad que necesariamente debe consistir en el placer sensible, ya que está compuesto por átomos. Pero advirtió los peligros del puro hedonismo, y reconoció que los placeres sin control, lejos de proporcionar la felicidad, nos pasan una enojosa factura. Por eso, si dijo primero que “el placer es el principio y el fin de una vida feliz”, después matizó que “renunciamos a muchos placeres cuando de ellos se sigue un trastorno mayor”. Así, Epicuro pasa de cierto hedonismo a cierto ascetismo, reconociendo en la atracción del placer una atadura incompatible con la felicidad, que él concibe precisamente como ausencia de vínculos, independencia física y anímica, imperturbabilidad, serenidad completa. Epicuro no persigue el placer sino la vida libre. Y entiende la libertad como un ejercicio de autogobierno o autarquía que presenta dos caras: la ausencia de dolor corporal (aponía) y la eliminación de la intranquilidad de espíritu (ataraxia). En medio de unos tiempos duros, el placer perseguido por el epicureísmo se sentía tan frágil y amenazado que necesitaba tomar toda suerte de precauciones. ¿Cómo conseguirlo? No aumentando las riquezas sino disminuyendo los deseos. El epicureísmo enseña a contentarse con lo que cada cual posee y a practicar cuatro remedios, con los que el ser humano siempre podrá ser feliz: No temer a los dioses. No temer a la muerte. Entender que el placer está al alcance de todos. Saber que el dolor es siempre pasajero. 2. Los estoicos. La escuela estoica guarda estrecha relación con los filósofos moralistas socráticos, y va desde el año 300 a C. hasta el siglo II d. C. PERÍODOS DEL ESTOICISMO Hacia el año 300 a. C., Zenón de Citio, chipriota de origen fenicio, naufraga y llega arruinado a Atenas, y allí establece una escuela de filosofía en el Pórtico (Stoa). Dicha escuela decayó con su sucesor, Cleantes, pero cobró pujanza de nuevo con Crisipo. El estoicismo antiguo llega hasta finales del siglo III a. C., y polemiza con el materialismo mecanicista de Epicuro, con la física de Demócrito y la moral cirenaica cargada de hedonismo. El estoicismo medio es ecléctico: sobre un fondo estoico mezcla un poco de platonismo y aristotelismo. Sus principales representantes son Panecio y Posidonio, en los siglos II y I a. C. Posidonio fue maestro de Pompeyo y Cicerón, y sus obras influyeron en grandes romanos como Varrón, Séneca, Plinio, Tito Livio, Estrabón y Tácito. El estoicismo nuevo, también llamado romano, en los siglos I y II, está representado por tres personajes muy diferentes: el esclavo Epicteto, el filósofo y político Séneca y el emperador Marco Aurelio. Se caracteriza por el claro predominio de la ética sobre la física y la lógica. El género literario que cultivan no es la exposición sistemática sino la epístola y la reflexión personal, siempre en forma de pensamientos, sentencias, máximas y consejos. ÉTICA La filosofía estoica, eminentemente práctica, aspira a la felicidad, y para ello nos invita a identificarnos con la razón universal y seguir la corriente del destino. Vivir libremente será vivir conforme a la naturaleza. Como la naturaleza es racional (consideraban al mundo como un gran animal compuesto por los cuatro elementos tradicionales y vivificado por una razón o logos, que se comporta como fluido generador de la materia y es germen de todas las cosas) vivir según la naturaleza será vivir según la razón. La verdadera libertad, y la única posible, será obrar racionalmente, que no es otra cosa que identificarse con la divinidad que gobierna el mundo. Si sólo la vida razonable conduce a la felicidad, lo que se opone a la razón, las pasiones, son perniciosas. En el vértigo de las pasiones, el hombre es juguete de fuerzas oscuras e irracionales. La ética estoica recomienda librarse de las pasiones y de los temores, ser indiferente al dolor y al placer, alcanzar la serenidad de ánimo. Y ello se consigue por el camino expresado en la fórmula “resiste y renuncia”. Con cierta radicalidad, los estoicos proclaman que la felicidad se encuentra en la liberación de las pasiones. Para evitar desengaños, cultivan la indiferencia hacia los bienes que la fortuna puede dar o quitar. El estoico quiere ser autosuficiente, bastarse a sí mismo. “Jamás consideres feliz a nadie que dependa de la felicidad, porque el gozo que ha entrado volverá a salir”, dice Séneca. 3. Los escépticos. El escepticismo como forma de pensamiento es, por lo general, producto del cansancio especulativo, y suele surgir en períodos de decadencia filosófica, después de una gran proliferación de teorías (Recordemos a los sofistas). Pero el escepticismo, como sistema, nace con Pirrón: un sistema que, a diferencia de casi toda la filosofía griega, no busca la felicidad por medio de la sabiduría, sino renunciando a ella. Poco antes de que Epicuro y Zenón fundasen sus escuelas respectivas, Pirrón de Elis (360-270 a. C.) había comenzado a difundir su mensaje escéptico. El escepticismo es la postura que niega la capacidad humana de alcanzar la verdad. La palabra procede del griego sképtomai, que significa examinar, observar detenidamente, indagar. En sentido filosófico, escepticismo es la actitud del que observa que lo que es verdad para unos no lo es para otros, y concluye que nada se puede afirmar con certeza, que todo es mera opinión, y que más vale refugiarse en el silencio (afasia) y en la abstención de todo juicio (epojé). Los argumentos que, de una forma u otra, han repetido todos los escépticos, se pueden resumir en dos: 1. La diversidad de opiniones humanas y las contradicciones de los filósofos. Es un hecho que los hombres, sobre cualquier cuestión, defienden las opiniones más diversas y creen tener razón. Tampoco hay doctrina, por extraña que sea, que no haya sido defendida por algún filósofo. 2. La relatividad del conocimiento. De hecho, todo conocimiento de la realidad tiene la parcialidad de una cultura y de una época histórica, y el color subjetivo del punto de vista. Algo que es cierto para unos, no lo es para otros. El escepticismo pretende salvar al hombre de la agitación de las opiniones diversas y cambiantes, y otorgarle la serenidad interior del que no tiene nada que discutir. En el escepticismo griego distinguimos cuatro modalidades: 1. Pirronismo. Es el escepticismo más extremista. Pirrón hace consistir el ideal del sabio en un entrar dentro de sí mismo hasta lograr un silencio imperturbable y feliz. Aristóteles advirtió irónicamente que eso equivalía a vivir como una planta. 2. Probabilismo. Es la postura de Arcesilao y Carneades, miembros de la Academia Nueva. Suavizaron el pirronismo al admitir que cabe salir de la duda y defender una opinión que se admite sólo como probable. No niegan la existencia de la verdad, pero sí la posibilidad de conocerla. 3. Fenomenismo. Su principal representante es Enesidemo de Cnosos, que en el siglo I a. C. recopiló los principales argumentos de los escépticos. Sostiene que sólo conocemos las cosas tal como aparecen visiblemente, como meras apariencias, sin saber lo que son de verdad. 4. Empirismo. Sexto Empírico, dos siglos después de Enesidemo, sostiene que la realidad aparece ante nuestros ojos de forma sensible y aparente, ocultando la verdad profunda del objeto. Aconseja vivir según la experiencia común y la costumbre, respetando cuatro reglas elementales: seguir las indicaciones de la naturaleza, seguir los impulsos de nuestras afecciones, respetar las leyes y costumbres del propio país, y no vivir inactivos y ociosos. 4. Los cínicos. Estos individuos aspiraban a identificarse con la figura del perro, por la sencillez y desfachatez de la vida canina. Usaban barba, llevaban alforja y cayado y practicaban juegos de palabras a manera de metodología: a aquellos que proponían ideas y teorías incomprensibles, ellos ponían el gesto, el humor y la ironía. Se denomina escuela cínica (del griego κυων kyon, ‘perro’), denominación despectiva por su frugal modo de vivir, a la fundada en Grecia durante la segunda mitad del siglo IV a. C. El griego Antístenes fue su fundador y Diógenes de Sinope uno de sus filósofos más reconocidos y representativos de su época. Reinterpretaron la doctrina socrática considerando que la civilización y su forma de vida eran un mal y que la felicidad venía dada siguiendo una vida simple y acorde con la naturaleza. El hombre llevaba en sí mismo ya los elementos para ser feliz y conquistar su autonomía (lo cual era de hecho el verdadero bien). De ahí el desprecio a las riquezas y a cualquier forma de preocupación material. El hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz. La máxima del cínico es: “No ser esclavo de nada ni de nadie en el pequeño universo donde uno halla su lugar”. Importancia e influencia de la filosofía helenística. Además de paliar la crisis del mundo antiguo, las escuelas morales del helenismo aportan al pensamiento occidental varias soluciones a los problemas filosóficos. El estoicismo estuvo vigente hasta que fue sustituido por el cristianismo, en el que influyó con sus ideas sobre la providencia divina, la bondad intrínseca del cosmos, la práctica de la virtud y el dominio de las pasiones. Las tesis materialistas y hedonistas del epicureísmo provocaron su rechazo por parte de platónicos, estoicos y cristianos. Pero Séneca y el Renacimiento valoraron la idea de moderación, presente en Epicuro, afín al cristianismo. El escepticismo, con su negación de la posibilidad de alcanzar verdades metafísicas, está presente en pensadores empiristas como Hume e ilustrados como Kant.