Madurez mental - AMORC

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Madurez mental
Por Ralph M. Lewis, F.R.C.
Revista El Rosacruz A.M.O.R.C.
¿Habrá determinados factores que indiquen cuando es que hemos alcanzado la
madurez mental? La madurez física se determina por el desarrollo orgánico y por
ciertas funciones que acompañan dicho desarrollo. La llegada de la madurez física
varía ligeramente en cuanto a tiempo, en las diversas razas humanas.
En la madurez mental, no obstante, esta manifestación es más individual. Puede una
persona madurar mentalmente aún cuando todavía sea joven. Otra puede que no
muestre tal madurez hasta la mediana edad. Existen además aquellas que no han dado
señales de madurez mental en toda su vida.
Como se presume que existe un estado tal como el de madurez mental, es obvio que
haya ciertas características mediante las cuales éste se pueda conocer. El punto en
cuestión es si las características establecidas como normas en este caso son
apropiadas. Si algunas de estas no son cabalmente correctas, crean una falsa impresión
de los individuos.
Las costumbres de la sociedad, sus contratos y su conducta, se miden en términos de la
madurez de sus miembros. La conducta observada por personas faltas de madurez, si
se desconociera que adolecen éstas de tal condición, podría convertirse en una
influencia perjudicial en la legislación de leyes y en la adopción de costumbres
mediante las cuales hubiera de regirse la sociedad en que viven.
La madurez mental y la inteligencia no son siempre sinónimas, por más incongruente
que esta manifestación nos parezca. La inteligencia puede ser descrita sucintamente
como la adaptabilidad del individuo a las circunstancias nuevas y distintas con las
cuales tenga que confrontarse.
Casi todos nosotros nos amoldamos fácilmente a las circunstancias que ocurren
repetidas veces, llegando a responder a éstas habitualmente, con muy poco esfuerzo
consciente. Pero cuando surgen circunstancias diferentes y que por consiguiente,
tienen relación directa con nuestro bienestar, sea por bien o por mal, se requiere
entonces que ejercitemos nuestra inteligencia.
El uso de la inteligencia es, en primer lugar, el enfoque de la atención para percibir con
mayor perspicacia nuevos eventos y condiciones. Uno debe captar una visión realista
de aquello que se presente como la condición única o nueva. Las observaciones
impropias pueden traer como resultado una experiencia en confusión.
En otras palabras, la que nos es familiar, los elementos conocidos con los cuales, por
experiencias pasadas uno está calificado a enfrentarse, pueden ser obscurecidos por
aquello que surge como nuevo. Lo nuevo, lo que es diferente, puede ser, de hecho, tan
sólo un simple factor de menor importancia, que podría ser fácilmente descartado. Sin
embargo, la observación y atención impropia, le dan una prominencia errónea que
confunde.
La inteligencia en segundo lugar, emplea la función de la razón. La razón es la
evaluación de las ideas obtenidas mediante la experiencia, tanto pasada como
presente. En su proceso silogístico, constituye el análisis de las ideas para llegar a una
conclusión que sea clara para la mente. El razonamiento es, pues, ordenación de la
mente; es la organización de los pensamientos en una estructura comprensiva.
Presumamos que un número de trozos de madera conteniendo el alfabeto, de los que
usan los niños para jugar, representa ideas que llevamos en nuestra mente. Cada trozo
de madera muestra una letra diferente del alfabeto. Por llevar individualmente cada
uno de estos una sola letra es fácil entenderlos.
Más si se agrupan todos los trozos de madera en un montón, sería entonces imposible
entender lo que dicen. Para más analogía en este caso, usar la razón consistiría en
arreglar los trozos de madera. La razón, por el método inductivo, trataría de poner los
mismos formando un todo, de manera que, como una unidad, éstos pudieran formar
palabras o tener en conjunto algún significado para la mente.
Inteligencia
La inteligencia consiste, entonces, de ciertas funciones de la facultad mental. Hay
grados de inteligencia, esto es, grados de sensibilidad de las áreas del cerebro
relacionadas con la facultad de la inteligencia. La habilidad para razonar, el poder de
organización de la mente es mayor en ciertas personas, que en otras. Es decir, algunas
personas pueden aducir ideas más profundas, pensamientos más abarcadores que las
que pueden aducir otras personas, en muchos casos en que las bases de la experiencia
son iguales para todas.
La inteligencia, sin embargo, puede ser empleada tan só1o superficialmente. En un
gran número de personas la capacidad intelectual está utilizada solamente en parte.
Quizás porque estas personas han adquirido el hábito de la indolencia mental. Evitan lo
más posible tener conflicto con cualesquiera circunstancias desafiantes o de oposición
en la vida. Rehúsan el examinar mentalmente las condiciones nuevas o diferentes que
surgen, si pueden apartarse de ellas o adaptarse a una situación más cómoda. Sus
poderes de realización, están, por la tanto, restringidos.
El ejercicio de la inteligencia requiere esfuerzo. Pensar y reflexionar puede constituir
al principio un esfuerzo considerable. Sin embargo, la satisfacción que ofrece un
enfoque inteligente de un problema y su solución, a menudo compensará con creces el
esfuerzo mental realizado. Pero esto, el individuo debe aprenderlo. La persona
inteligente por naturaleza que evita a propósito el tomar la iniciativa de utilizar su
inteligencia para afrontar los misterios y complejidades que surgen en su vida no ha
adquirido una madurez mental.
Decisiones y responsabilidad
Es característica fundamental de la mente madura la habilidad para tomar decisiones
que reflejen razonamiento en vez de impulso emocional. Una decisión es una elección.
Es el ejercicio de la voluntad. Sin embargo, nunca estamos completamente libres para
hacer nuestra elección, como podríamos presumir. Tenemos ciertos deseos
emocionales, psíquicos e intelectuales.
Si surgen dos o más de éstos, los mismos se convierten en la causa que nos mueve a
hacer elección. Al momento de hacer la elección uno de estos deseos tiene, usualmente,
mayor intensidad que los otros. Puede que haya experiencias anteriores que
fortifiquen uno de estos deseos, esto es, que aumenten su instancia y le den aquella
preferencia que nos obliga a decidirnos por la elección que eventualmente hacemos.
Nuestra voluntad, entonces, es de hecho la manifestación del deseo que tiene en el
momento el mayor estímulo.
Podemos, no obstante, aumentar a menudo el estímulo de un deseo. Podemos expandir
tanto la naturaleza de nuestra imagen mental asociándola con experiencias previas que
hayan probado ser meritorias, como para .hacer que dicha imagen se convierta en un
deseo dominante. La voluntad da entonces preferencia a tal deseo, lo hace nuestra
elección.
La mente madura nunca toma decisiones impulsivas. Antes de tomar una decisión la
mente madura tratará de disciplinar las emociones y permitir que el razonamiento frío
fortifique cualesquiera otras alternativas que existan, de menor importancia.
La mente madura no tomará tampoco, siempre que sea posible, decisiones donde los
beneficios a derivarse sean vistos solamente a la luz de un solo aspecto del ser. El
hombre es un ser físico, mental, emocional (psíquico), y social. La parte social es
artificial. Es una creación del hombre. Pero los otros aspectos del ser están supuestos a
manifestarse a través del medio social que vivimos.
El tomar una decisión a impulso de un estímulo emocional exclusivamente, que
envuelva, por ejemplo, una compra que afecte adversamente la seguridad económica
del individuo, es demostrar falta de madurez mental. Ello indica que no se ha pensado
lo suficiente acerca de la propia seguridad del individuo en la sociedad.
A la que popularmente llamamos mente sobria es por lo regular a la mente madura.
Esta frase no se refiere a las personas plácidas o a1 individuo poco responsivo
emocionalmente.
Más bien, ella alude a la persona que evalúa el efecto de su decisión en relación con
todas las fases integrantes de su ser. La persona de mente madura extiende su
pensamiento en todas direcciones, temporalmente hablando, antes de actuar. Toma de
las experiencias anteriores, las del pasado, considera el presente y, por medio de la
imaginación, proyecta las circunstancias hacia un posible futuro y entonces hace su
decisión. Puede estar equivocada, pero la posibilidad de una decisión incorrecta, una
decisión que sea perjudicial a ella o a otros, disminuye con tal procedimiento.
Otro elemento importante en el desarrollo de la madurez mental es el asumir
responsabilidad. En breves palabras, responsabilidad es una obligación que uno
contrae de responder por la conducta o la naturaleza específica de alguna cosa. Es una
relación particular que reconocemos entre nosotros y una cosa o condición externa, el
mantenimiento de la cual es un deber para nosotros. La responsabilidad ejerce
demandas sobre .nosotros.
Uno no puede hacer frente a su responsabilidad y al mismo tiempo ser negligente e
indiferente en cuanto el origen de la misma.
La relación entre nosotros y la cosa que es objeto de responsabilidad requiere el
ejercicio de buen juicio. Los lazos de esta relación deben ser comprendidos. En otras
palabras, ¿qué es lo que debe exigirse de nosotros para mantener esta relación? Se
requiere de uno que haga apreciación de sus calificaciones.
Uno debe determinar cuales de sus talentos, habilidades o capacidades deben usarse
para llevar a cabo la responsabilidad. También debe uno saber que constituye el estado
normal o preferido de aquello por lo cual es responsable. De lo contrario, uno no sabría
si está cumpliendo con su responsabilidad propiamente. El asumir la responsabilidad,
por consiguiente, hace preciso el pensar racionalmente para que puedan hacerse las
decisiones necesarias.
No importa la inteligencia que posea el individuo, la madurez mental es desarrollada
sólo cuando el individuo es colocado en circunstancias en las cuales deben hacerse
decisiones vitales, y cuando, asimismo, se le da responsabilidad que está dentro de su
capacidad asumir. La protección continua de un individuo, bien por los padres en el
caso de los adolescentes, o por la beneficencia del estado en la casa de adultos, puede
privar a uno de tomar decisiones importantes y de asumir responsabilidades de peso
que conducen a la madurez mental.
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