REALIDAD DELICTUAL Y ACENTOS EN MATERIAS DE PREVENCIÓN Y CONTROL Jorge Araya Moya, Master en Gestión Pública, Universidad Complutense, Madrid, España La Seguridad Ciudadana como preocupación pública La llegada del sistema democrático a Chile trajo consigo la instalación del tema de la seguridad ciudadana en la agenda permanente de los medios de comunicación y en la discusión política entre gobierno y oposición. La discusión respecto de si esta preocupación ha tenido sustento en una efectiva mayor problemática delictual, en la intención política de la oposición de asumir este tema para obtener un mayor posicionamiento políticoelectoral o si, finalmente, la emergencia del tema dice relación con fenómenos subjetivos como lo sugiere el Informe de Desarrollo Humano del PNUD del año 1998, deberá resolverse a través de una prolongada discusión de especialistas que trasciende las posibilidades de este trabajo. Lo que resulta indiscutible es la profusa dedicación demostrada por la oposición frente a este tema y la presencia permanente del tema delincuencial en diversos estudios de opinión realizados en el país 1 . Los estudios del CEP nos permiten observar que entre los años 1990 y 1998 la delincuencia se sitúa en el primer lugar de los problemas respecto de los cuales la población afirma que el gobierno debiera dedicar su mayor esfuerzo. Este amplio período de buenas condiciones económicas, bajo desempleo y estabilidad social y política centran la atención de la sociedad en la problemática delictual. La crisis, sin embargo, que se advierte desde el año 1998 desplaza esta preocupación a un tercer o cuarto lugar, situándose el tema del desempleo, la situación económica o la pobreza en los primeros lugares, situación que se ha mantenido hasta finales del 2003. Así lo confirma la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana 2 dada a conocer por el Ministerio del Interior en el mes de Abril del 2004. Ante la pregunta ¿Cuál de los siguientes problemas de actualidad nacional tiene mayor importancia para usted?: un 25,2% menciona la pobreza; 16,9% el desempleo; 14% la situación económica; y un 12,4% menciona la delincuencia. Si, los años 2004 y 2005 han representado períodos de recuperación económica y baja del desempleo, es razonable esperar que el tema delictual recupere importancia en las preocupaciones ciudadanas.. Diversas señales indican que estos factores harán de la temática de la seguridad ciudadana el tema más recurrente de la contienda presidencial. Fundamentos de un nuevo enfoque en materia de políticas públicas de seguridad ciudadana Los sistemas tradicionales de control de la delincuencia constituyen no solo un elemento necesario en cualquier sociedad, son además un atributo típico de la autoridad en cualquier régimen o contexto histórico. El funcionamiento de los sistemas de control, garantiza el Estado de Derecho, el cumplimiento de la Ley, la regulación indispensable de la convivencia humana. Estos sistemas, sin embargo, se enfrentan, en las últimas décadas, a una cada vez más aguda crítica cuando se comprueba que la creciente inversión de recursos y perfeccionamiento de los sistemas, no se corresponde con los resultados, en términos que no se logran disminuciones permanentes del fenómeno delincuencial y todo parece indicar que los esfuerzos solo alcanzan a "administrar el problema", retenerlo a un crecimiento moderado, o 1 2 Encuestas del Centro de Estudios Públicos diversos años, entre otros. Ministerio del Interior, Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana, 2003. contentarse con pequeños éxitos que, al cabo de un periodo, ceden el espacio a una delincuencia renovada en sus métodos y niveles de violencia. Los sistemas y estrategias tradicionales deben, necesariamente, combinarse con nuevas formas de enfrentar el delito que tengan componentes novedosos para la población, y que ofrezcan la esperanza razonable de pasar de una "medicina curativa" a otra de tipo preventivo, que efectivamente disminuya la "morbilidad" y "mortalidad" de la población. Hacer esta opción, tiene además un componente estratégico que dice relación con la necesidad de la gente de escuchar propuestas novedosas, que involucran, que van a favor de todos, sin excluir drásticamente a otros sectores de la población. Cualquier anuncio de la autoridad, que perfeccione o aumente las cantidades de servicios de los sistemas de control tradicional, no tiene la misma fuerza que posee la noticia de la instalación de un sistema preventivo, operando en los distintos niveles de gobierno, en coordinación con otras instituciones y con espacio efectivo para la participación comunitaria. Este debe ser el centro de la política pública en seguridad ciudadana, en cuanto, es gestión propia de las autoridades políticas, no obstante, el grueso de los recursos del Estado, sigan estando concentrados en los necesarios sistemas punitivos y de control. El malestar y la realidad La apuesta por la prevención, tiene un sentido especialmente profundo en nuestra realidad nacional. El informe del PNUD del año 98 medía los grados objetivos y subjetivos de inseguridad humana en el país. Las conclusiones caracterizadas como las "paradojas de la modernización", nos hablan de una sociedad en malestar, con desconfianza y miedo al otro. A pesar, de los éxitos evidentes en las cifras macroeconómicas y el buen funcionamiento de las instituciones, el temor inunda el sentimiento de la población, temor a la exclusión social, temor al otro, temor al sin sentido. Es claro que estas conclusiones dan lugar a una interesante discusión respecto del modelo económico y los subsistemas sociales de provisión de servicios sociales como la previsión, salud, educación, etc., que tienen directa relación con los síntomas encontrados. Existen, sin embargo, vinculaciones con la temática de la seguridad ciudadana que nos entregan nuevas luces sobre las características que deben tener las políticas diseñadas en este ámbito. Algunos análisis especulan sobre la relación que se produce entre estos miedos y la sobre dimensión que presenta el tema de la inseguridad ciudadana, respecto de la ocurrencia objetiva de hechos ilícitos, en el contexto nacional. Se produciría una proyección de esos miedos hacia el fenómeno de la delincuencia, atribuyéndole a este fenómeno la culpa, cuando, en realidad, el origen de esa inseguridad se sitúa en circunstancias sociales ajenas al fenómeno delincuencial. Sin embargo, más allá de lo cierto de este análisis, nos interesa destacar una dimensión que constituye una de las líneas explicativas de los redactores del Informe del PNUD. Existe una desconexión de los macros sistemas sociales con la ínter subjetividad de la gente, el funcionamiento de los sistemas sigue un comportamiento por mecanismos que la gente no entiende y no controla. El Informe recomienda fomentar la participación como una manera de aumentar el capital social y en general, de conectar a la gente con el funcionamiento de la sociedad. Esta reflexión nos parece muy válida al momento de definir políticas en materia de seguridad ciudadana, las medidas que se adoptan o los dispositivos, tienen especial eficacia si están conectados con el acontecer cotidiano de las personas. Una política policial que integra o mantiene una relación fluida con la comunidad, es ciento por ciento más eficiente en materias de control, prevención, y reducción del temor ciudadano. 2 Más importante aún, una política pública con sistemas no ajenos al mundo civil, de prevención social, con componentes participativos, de mejoramiento de los entornos urbanos en infraestructura y convivencia vecinal; se ve potenciada con las capacidades locales ciudadanas, pero sobretodo instala la sensación de control, de que se está haciendo algo y hay un despliegue de esfuerzos - que conocen - que actúan dando claridad y difuminando el temor, Factores sociales y delincuencia: prevenir es solucionar y no solo controlar Una gama extensa de investigaciones, en el plano internacional y también en nuestro medio, demuestran fehacientemente, la vinculación de algunos factores sociales de carencia o marginalidad con el origen o etiología de la delincuencia. Las condiciones de pobreza, desempleo, baja escolaridad, crianza descuidada de los hijos, consumo de drogas y alcohol, junto a otras, constituyen variables fuertemente correlacionadas con sujetos que se vinculan a la actividad delictual (Merton 1964, ONU 1999, Cooper 1994, DIGESTO II ICPC, etc.). Por otra parte, sin embargo, ellas no constituyen - a nuestro parecer - razón suficiente para que un individuo efectivamente se convierta en delincuente, basta considerar aquellos amplios sectores de la población que sufriendo estas condiciones, mantienen un comportamiento ciudadano responsable. Sostenemos que, cuando estas condiciones son experimentadas en familias con códigos éticos asistémicos, en entornos degradados, sin control social informal, con vínculos con sujetos infractores de Ley, o en subculturas sociales que no se sienten parte del desarrollo y las instituciones; entonces se consolidan códigos éticos alternativos o una "economía alternativa ilegal" (Cooper, 1994) 3 , que nosotros conocemos como delincuencia. Si bien, esta profundidad del problema nos lleva a pensar que la solución a estos fenómenos exceden el marco de responsabilidad del ámbito de la seguridad pública, también es cierto, que algunas de estas tareas no son parte de las funciones permanentes de otros organismos del Estado, o que por su complejidad y necesaria intersectorialidad, no están siendo abordadas de la manera en que es necesario hacerlo. Algunos criterios para delimitar el ámbito de trabajo Delimitar o caracterizar las funciones de trabajo en este tema no puede hacerse a partir de la revisión del marco legal o administrativo que rige al Ministerio del Interior, ya que esto significaría refugiarse en generalidades que no dan cuenta del variado quehacer que impone un tema de alta complejidad. La definición de las áreas de trabajo a abordar debe estar guiada por la necesaria capacidad de adaptación que debe tener el Estado y las Políticas Públicas a la demanda ciudadana. Las experiencias de países desarrollados que han enfrentado con éxito y profundidad el problema, se caracterizan por la ejecución de programas intersectoriales, conformando coaliciones, experiencias efectivas de trabajo intergubernamental, en acuerdo con los gobiernos locales. Las políticas públicas en un trabajo preventivo necesitarán permanentemente el concurso de otras instituciones, los objetivos de trabajo deben estar cruzados por criterios de eficiencia y especialización que permitan concentrar esfuerzos en aquello que es propio de esta problemática. En este sentido conviene tener presente: 1) Abordar aquellos problemas o áreas de trabajo, donde no sólo se pueden obtener resultados en el largo plazo sino también en el corto o mediano plazo. 2) En lo posible, concentrar las responsabilidades de gestión y administración de los programas preventivos en el respectivo municipio. 3) Evitar duplicidades o la invasión de responsabilidades sectoriales, donde la tarea puede ser realizada por otros organismos, o solo es prudente sumarse a los esfuerzos desplegados. 3 También, entre otros, Fundación Nacional para la Superación de la Pobreza. “Potencialidades y oportunidades: un enfoque global de la pobreza y de su medición”. Serie documentos N°3, 1999. 3 4) Justificar la intervención en la incidencia directa o indirecta en materia de prevención de la delincuencia. Características y ventajas de la prevención Si bien, los sistemas de justicia penal, policías, gastos de encarcelamiento se han elevado en altos porcentajes del PIB, no se advierten efectos duraderos en términos de disminución de la delincuencia. El ciudadano consultado en encuestas de opinión se inclina en altos porcentajes por implementar medidas preventivas. La experiencia de países que llevan décadas desarrollando programas de prevención, nos indican que ellos tienen efectos duraderos y una capacidad de irradiación más allá de los beneficiarios directos de estos programas. La necesidad de incluir a otros actores se convierte en un potencial de liderazgo, de señal potente de la decisión de un gobierno por intervenir en un problema complejo. Estas intervenciones se han desarrollado, normalmente, en modelos donde la participación de la gente ocupa un lugar central en la estrategia desarrollada. Esto termina generando un control social informal que opera en el entorno inmediato de las personas, el que resulta tan efectivo como los dispositivos específicos adoptados por las autoridades. Lo anterior, dice relación con algunas ideas centrales que fundamentan el accionar preventivo con la comunidad: el control social informal o activación comunitaria, ejerce un rol de modelación de las conductas, instala la prevalencia de valores cívicos que inhiben la acción de los infractores. La comunidad, ve fuertemente aumentado su capital social, generando, seguridades y capacidades efectivas para solucionar sus dificultades. Asimismo, el involucramiento de la gente ejerce un control directo sobre el accionar de las instituciones, demandando efectividad y corrección en las actuaciones. La visibilidad pública de estos programas está constituida por imágenes de buenas acciones, de protección, rehabilitación, oportunidades para sectores vulnerables no acogidos por el sistema. Cómo hacer prevención El camino recorrido por países desarrollados, da cuenta de un conocimiento acumulado respecto de las mejores prácticas para la prevención y de los elementos necesarios para llevar a cabo estas políticas. Sobre esto último, la recopilación del Centro Internacional para la Prevención del Delito (DIGESTO II, ICPC, 2000) aconseja puntualmente: Una coalición con un líder La identificación de los problemas y sus causas El desarrollo de un Plan de acción que apunte a los factores de riesgo Acciones multisectoriales Un equilibrio entre las acciones de corto, mediano y largo plazo Una implementación rigurosa y coordinada Iniciativas de monitoreo y evaluación Comunicación de la estrategia y sus resultados El mismo documento identifica los elementos comunes en las conclusiones de grandes cumbres internacionales (ONU, 8º C. 1990; C. Ministerial Versalles 1990; ONU 9º C. 1995; ONU 1996) : 4 Un programa exitoso de reducción del delito no puede basarse sólo en la policía y en el sistema de justicia penal y debe ir parejamente con una política activa de prevención que incluya los medios para reforzar los valores comunes. Promover la prevención del delito a través del desarrollo social ayudando a las comunidades locales a actuar sobre los factores subyacentes que generan inseguridad y delincuencia y atacando problemas tales como la pobreza, las desigualdades, la tensión familiar, el desempleo, la falta de oportunidades educativas y el cuidado de la salud. Un enfoque local, multisectorial y coordinado con un plan integrado que incluya un diagnóstico de seguridad, la movilización de los actores claves y el desarrollo de soluciones. El apoyo activo de las autoridades y de los gobiernos centrales. Chile y la instalación de una política en materia de seguridad ciudadana En paralelo a los sistemas tradicionales de control delictual, en Chile se han ido desarrollando diversas tendencias e iniciativas en materia de seguridad ciudadana: A partir del año 1992 diversos municipios instalan programas y dispositivos de seguridad, aún antes que la Ley Municipal lo estipule dentro de las atribuciones municipales. Durante los 90, desde la División de Organizaciones Sociales del Ministerio Secretaría General de Gobierno, se desarrolla un Programa de incorporación de las organizaciones sociales en el tema, que demuestra un alto interés por participar. Carabineros, a partir del año 1998 impulsa el Plan Cuadrante como una manera de acercar el accionar policial a la comunidad; la creación, el año 2000, de la División de Seguridad Ciudadana consolida un esfuerzo gubernamental por impulsar y coordinar las diversas políticas en materia de seguridad, haciendo una apuesta central por modelos de prevención del delito. En esta línea, es imprescindible valorar alguno de sus principales logros en la materia: 1. 2. 3. 4. Se desarrolla y consolida el “Programa Comuna Segura, Compromiso Cien”, en la actualidad (año 2005) presente en 56 comunas del país, con un modelo de prevención social y situacional, una estructura de funcionamiento que integra a los principales actores locales, con recursos del Gobierno Central y amplía participación ciudadana. Se ha constituido un sistema de información y estudios del fenómeno criminal que logra perfeccionar los diagnósticos y contar con herramientas prácticas para la medición y focalización del trabajo a desarrollar en los ámbitos preventivo y de control. Entre estos se cuenta: Estadísticas de denuncias, Encuesta de victimización y seguridad ciudadana, Sistema de información georreferenciado para estrategias en el ámbito preventivo y de coordinación del trabajo policial. Como una manera de enfrentar las zonas de influencia del narcotráfico y microtráfico, se viene desarrollando el “Programa Barrio Seguro” con un diseño que integra el trabajo policial, la intersectorialidad y la prevención social en la construcción de condiciones permanentes de seguridad y bienestar de la población. En función del perfeccionamiento de los programas en desarrollo y la generación de nuevas respuestas, se han constituido distintas instancias intersectoriales y representativas de una amplía gama de actores sociales. Destaca de manera especial, la mesa constituida para la elaboración de una Política Nacional en Seguridad Ciudadana. Una mirada a las cifras para obtener conclusiones de política pública Debemos ahora revisar las cifras con el objetivo de diferenciar los desafíos que estas sugieren en términos de política pública. La delincuencia profesional, frecuente, es un fenómeno que afecta especialmente a los grandes centros urbanos. Las cifras oficiales en el país señalan que un 44% de los delitos se concentra en la región metropolitana. Solo 3 regiones concentran un 64% del total de delitos que se cometen en el país (RM, V, VIII, M. Interior 2004). En una mirada desde el ámbito comunal si tomamos las 15 comunas que mayor cantidad de denuncias reciben a nivel país, vemos que este grupo de 15 comunas concentran un 36% del total de denuncias recogidas por ambas 5 policías: Santiago, Providencia, Las Condes, Maipú, La Florida, Temuco, Viña del Mar, Concepción, Valparaíso, Ñuñoa, Puente Alto, Antofagasta, Iquique, Talca, San Bernardo. De las 15 comunas 8 pertenecen a la Región Metropolitana y sólo este grupo de comunas explican más de un 47% del total de denuncias en la región. Estos antecedentes dan cuenta con elocuencia del comportamiento diferenciado que tiene este fenómeno al interior del país. En estos lugares se concentra principalmente la delincuencia pero quienes son victimizados no son sólo sus habitantes, sino también importantes volúmenes de población flotante que debe concurrir a estos centros urbanos Pasar del control a la prevención significa poner la atención en el lugar de origen de la delincuencia Los autores clásicos en la investigación criminal advierten la asociación entre determinadas zonas geográficas (urbanas) y un comportamiento delictual más intenso. En Chile, el tema está especialmente estudiado por Doris Cooper 4 quién en un análisis detallado de la delincuencia en el país, - realizado a partir del estudio de la población penal - llega a postular una teoría respecto, precisamente, del comportamiento diferenciado de la delincuencia, según la zona geográfica del país. Su teoría denominada, "Continuo subcultural de la delincuencia", plantea, a partir de los datos empíricos, que el tipo de delincuencia depende de las características urbanas o rurales de una determinada zona. De esta manera, cuanto más rural es una localidad, predominan en mayor medida los delitos contra las personas, mientras que las zonas predominantemente urbanas, concentran una mayor incidencia de delitos contra la propiedad. De acuerdo a sus cifras, el 90% de los condenados pertenecientes a grandes zonas urbanas, lo está por delitos contra la propiedad; en la delincuencia masculina rural no mapuche, un 79% son delitos contra las personas (homicidio, violación, lesiones, violencia doméstica); el tipo de condenado rural mapuche, está en un 74% de los casos por delitos contra las personas. Los trabajos de Cooper nos permiten observar la necesidad de estrategias diferenciadas según el ámbito urbano o rural, pero a la vez nos advierten de manera central sobre las existencia de ciertos factores sociales y culturales presentes en el origen de estos comportamientos. En esta línea un estudio realizado en la División de Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior5 se preocupó de explorar la asociación entre factores de riesgo social y la presencia de sujetos vinculados a la actividad delictual en diversas comunas del país. El trabajo mide las condiciones de deprivación social o conductas de riesgo en las 63 comunas de más de 70.000 habitantes del país: factores como la pobreza, la desigualdad, el hacinamiento, la baja escolaridad o mala calidad educacional, el consumo de drogas, el desempleo, entre otras; muestran una correlación significativa con la población penal que tiene su origen en las respectivas localidades. Es decir las comunas que muestran una mayor magnitud en la presencia de estas condiciones de riesgo, tienden a ser comunas que hacen un mayor aporte a la población penal del país. Las 10 comunas que presentan, en mayor grado, factores que las hacen propensas a generar delincuencia, son: Lo Espejo, La Pintana, San Ramón, Renca, Cerro Navia, Coronel, El Bosque, Valparaíso, Colina y, La Granja. 4 Cooper Doris, “La delincuencia común en Chile”, 1994 Araya J. y Sierra D. “Influencia de factores de riesgo social en el origen de conductas delincuenciales”, “Índice de vulnerabilidad social delictual”, 2002. 5 6 Esta estimación se ve corroborada por el estudio de la población penal, (Cooper, 1994) que centrado en la Región Metropolitana, identifica casi exactamente las mismas comunas como aquellas de donde, mayoritariamente, proviene la población condenada. La misma tendencia puede observarse al poner atención respecto de la comuna de origen de los detenidos por las policías en la región metropolitana. Nuevamente comunas caracterizadas por la presencia de porcentajes importantes de su población en situación de riesgo social, son de donde provienen principalmente los detenidos sin importar el lugar en donde se realizó el procedimiento policial. Estrategias de intervención diferenciadas La revisión de los antecedentes que se presentan permiten configurar unidades geográficas diferenciadas según su condición de concentradoras de la actividad delictual o proveedoras de sujetos vinculados a la actividad. Si bien es cierto, la realidad es más compleja y todas las comunas cumplen en cierta medida ambas condiciones, para efectos de focalizar y diseñar modelos de intervención específicos, resulta útil esta mirada dicotómica. Aquellas comunas que concentran altos niveles de actividad delictual requieren de estrategias de control policial o dispositivos de vigilancia que logren inhibir la acción de sujetos infractores. En estas realidades poco puede hacer la prevención social, difícil sería intervenir en factores sociales de riesgo en lugares donde los sujetos a intervenir no viven. Puede haber lugar, en casos calificados para dirigir programas preventivos, de promoción social a grupos determinados. Ejemplo de ello, son algunas iniciativas de reinserción laboral o reubicación de comerciantes ambulantes que ha impulsado en el último tiempo la Intendencia de la Región Metropolitana. Un perfil muy distinto tienen las estrategias a desarrollar prioritariamente en sectores de alta vulnerabilidad social delictual. En estos entornos degradados con variadas dificultades sociales, las estrategias de prevención social, integración comunitaria, trabajo con grupos de riesgo, etc; constituyen el tipo de iniciativas que buscarán una solución permanente y tendrán en la respectiva comunidad legitimidad por la adecuación de ellas a los problemas reales que enfrenta el sector. La opción por el control o la apuesta por la prevención no deben caricaturizarse como la vía “represiva” y la alternativa “cándida” frente al tema. El trabajo responsable de cualquier autoridad debe reconocer la obligatoriedad ética y jurídica de trabajar en ambos planos. Tampoco esta descripción de modelos prioritarios para cada tipo de realidad puede implicar el desalojo de los delincuentes de determinados comunas para producir un desplazamiento de ellos hacia otros sectores de la ciudad o, el desamparo de los sectores populares de una adecuada vigilancia policial, ya reconcentrada por lo demás en las zonas de bancos o alto tránsito público. Desafíos en el campo del control delictual • La experiencia desarrollada por la Intendencia de la Región Metropolitana y otras instituciones en el centro de Santiago desde Octubre del 2003, permitió fijar la atención en los altos niveles de reincidencia de los delincuentes detenidos en el centro. Gran parte de los ilícitos cometidos son responsabilidad de un pequeño grupo de sujetos infractores reincidentes. El trabajo policial, por otra parte, se observa vinculado fundamentalmente a labores rutinarias de vigilancia preventiva, quedando la tarea de investigación y persecución criminal reducida a un grupo menor de funcionarios que no logran cubrir las necesidades de delincuentes profesionales responsables de un porcentaje significativo de delitos. Se aprecia por tanto, la necesidad de abordar con mayor intensidad el fenómeno de las grandes ciudades del país que concentran altos niveles de delitos Para estos espacios, el trabajo policial especializado y diversos mecanismos de vigilancia son las herramientas que es necesario desplegar de manera eficiente. 7 • Los cuerpos policiales en Chile gozan de alto prestigio el que se ve reflejado en diversos estudios de opinión 6 y en la mirada de investigadores internacionales. Especialmente relevante en esta buena evaluación es el caso de Carabineros de Chile, un cuerpo policial nacional con más de 35.000 funcionarios, respetado y valorado por la población. La labor de esta institución, sin embargo puede verse cuestionada si no tiene las capacidades de cubrir las necesidades que un crecimiento delictual significativo representa en términos de carga de trabajo. El reforzamiento de personal para la institución debe ser considerado como prioridad esencial en este tema, siguiendo la vía de un ritmo más acelerado de ingreso de personal, pero también de un proceso modernizador que signifique la externalización de diversas labores domésticas y administrativas que distraen un número importante de efectivos en labores no propias de su especialización. Desafíos en el ámbito de la prevención • Los programas actualmente en desarrollo que impulsa el Gobierno poseen los elementos necesarios y recomendados en el desarrollo de estrategias de prevención. Ellos permiten la vinculación de distintos actores y la participación de la comunidad como actor central. Este esfuerzo, sin embargo, debe ser potenciado en la magnitud de los recursos involucrados y en la especialización de componentes que permitan abordar problemas sociales de alta complejidad. La detección, por ejemplo, en el marco de este Programa de familias con problemas de violencia intra familiar o de niños en situación de abandono, requiere la intervención de diversos profesionales o la ayuda experta de instituciones que deben estar al alcance en los procesos de desarrollo del Programa. • Estrechamente vinculado con lo anterior, se encuentra la necesidad de realizar un balance respecto de las capacidades institucionales que existen para enfrentar intervenciones de un nivel “terciario” en la prevención social. Los factores que llevan a un sujeto a vincularse con la actividad delictual son múltiples y de alta complejidad en su resolución: patologías mentales, violencia intra familiar, abandono infantil, familias vinculadas a la delincuencia al tráfico o consumo de drogas, niños de la calle y otras múltiples situaciones, configuran un conjunto de problemáticas ligadas al origen de conductas delictuales que no pueden ser abordadas desde la prevención “primaria” o generalista, pues requieren el apoyo personalizado y permanente de instituciones que asuman el caso y logren, en un trabajo de años, cambiar un destino anunciado a un conjunto de niños y jóvenes en esta condición. El Estado necesita, en el corto y mediano plazo invertir de manera significativa en el fortalecimiento o creación de instituciones especializadas que puedan dar cabida a un segmento con altas probabilidades de ingreso a la carrera criminal. • 6 En un plano más general, la sociedad chilena debe realizar mayores esfuerzos para superar los niveles de desigualdad y exclusión social, factores vinculados en diversas investigaciones con el origen de las conductas que nos ocupan. Las familias o individuos que no encuentren acogida en el entorno de lo que conocemos como sociedad para solucionar sus problemas básicos de subsistencia, tendrán siempre como alternativa la generación de una subcultura con sus propios códigos éticos y un alto nivel de identificación con el entorno que los acoge. Esto será así aunque muchos de nosotros, los sigamos mirando desde el rechazo y la condena. Encuesta sobre la labor de Carabineros de Chile, Ministerio del Interior, 2003. 8