Complementos Tema 3 - Colegio HH.Maristas “La Inmaculada”

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2º Bachillerato * Colegio “La Inmaculada” * Maristas Granada * FILOSOFÍA - II
ANEXO II: LA FILOSOFÍA GRIEGA DESPUÉS DE ARISTÓTELES: FILOSOFÍA HELENÍSTICA Y NEOPLATÓNICA
Se trata de “la filosofía griega posterior, que refleja un periodo histórico de agitación civil y de inseguridad individual, se preocupó menos por la naturaleza del mundo que por los problemas individuales. Durante ese periodo surgieron cuatro grandes escuelas filosóficas, en gran parte materialistas e individualistas: la de los cínicos, y la de los que se
adhirieron al epicureísmo, escepticismo y estoicismo. Muchas de estas escuelas plantearon cuestiones originales y, en
especial el neoplatonismo de Plotino, ejercieron una notable influencia en la filosofía medieval islámica y cristiana.”
(“Filosofía griega” en Microsoft ® Encarta ® 2006. © 1993-2005 Microsoft Corporation.)
La primera parte es el período helenístico: “Convencionalmente se denomina época helenística al período comprendido entre la muerte de Alejandro Magno (323 a.C) y la conquista de Grecia por Roma en los últimos días de la
República. Alejandro Magno intentó crear un imperio, pero con su prematura muerte desaparece no sólo su imperio,
sino también la Atenas de la democracia, de la filosofía y del arte. Tras el ocaso general de Atenas, emergen en la periferia las ciudades de Alejandría, Pérgamo, Antioquía... Surge una nueva realidad, una mentalidad distinta. El ciudadano,
sin su polis, marco de seguridad, se siente huérfano, desconectado, inseguro. El sabio helenista buscará su salvación
en la individualidad. La filosofía se convierte en ciencia moral, entendida no como la búsqueda de la virtud con vistas a
la educación, sino como camino hacia la felicidad. Así pues, se abandonarán las cosmovisiones”
(http://recursos.cnice.mec.es/filosofia/f2ruta1.php?id_ruta=17&id_etapa=).
La segunda, el período neoplatónico: “El neoplatonismo es la última manifestación del platonismo en el mundo antiguo. Sin embargo, dicha corriente no es sólo, como su nombre parece indicar, una renovación de la filosofía de Platón,
sino un sistema que, además del pensamiento platónico, recoge con gran vigor especulativo las restantes direcciones
fundamentales de la filosofía antigua, así como ideas religiosas y míticas incluso de Oriente.
Si bien algunos consideran a Ammonio Sakkas (175-242 d.C) como su fundador, lo cierto es que el neoplatonismo
tuvo en el mejor de sus discípulos, Plotino (m. 270 a.C.), su verdadero fundador y figura más representativa. Plotino
resume y formula sistemáticamente las tendencias y orientaciones que se habían manifestado en la filosofía griega y
alejandrina del último período. Elementos pitagóricos, aristotélicos y estoicos se funden con el platonismo en una vasta
síntesis de gran influencia en la filosofía patrística y en todo el curso de la mística y del pensamiento cristiano, y a
través de él también en el pensamiento moderno.
En las Enéadas de Plotino se hallan íntimamente relacionadas su concepción de la estructura de la realidad y su
noción acerca de la vida espiritual. Concibe un proceso constante y circular formado por dos grandes momentos correlativos: de un lado la procesión o emanación a través de la cual brota la realidad a partir del Uno pasando por el Intelecto o Inteligencia, y a través del Alma hasta llegar a la materia. Pero, en correlación con ello, el alma humana debe tender a un proceso inverso de elevación hacia el Supremo Principio, y este proceso de regresión adquiere en Plotino una
dimensión religiosa. Por consiguiente, el primer movimiento o movimiento cósmico se aleja de la unidad y se dirige a
una multiplicidad cada vez mayor; el segundo, el movimiento de la vida espiritual, vuelve desde la multiplicidad hacia la
unidad perfecta y originaria, hacia el supremo grado de unificación.
Entre los autores neoplatónicos también encontramos a Filón de Alejandría, Porfirio, Jámblico, Juliano el Apóstata
y Proclo.” (http://recursos.cnice.mec.es/filosofia/f2ruta1.php?id_ruta=17&id_etapa=6)
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Recojo ahora una síntesis de estas grandes escuelas tomadas de los artículos con el título de cada apartado que
aparecen en la Encarta 2007 (Microsoft ® Encarta ® 2006. © 1993-2005 Microsoft Corporation).
1. CÍNICOS
“Miembros de una escuela de filósofos griegos fundada durante la segunda mitad del siglo IV a.C. Diógenes de
Sínope suele ser considerado como el fundador de la escuela aunque también se asigna esa función con la misma
categoría a Antístenes, un discípulo de Sócrates. Según Aristóteles, Diógenes era una figura popular, apodada Kyon,
que en griego quiere decir "perro". La palabra cínico podría derivar de Kyon y podría aplicarse a los miembros de esta
escuela por su peculiar modo de vivir, o bien podría derivar de Cynosarges, un gimnasio donde enseñaba Antístenes.
Los cínicos afirmaban que la civilización, con todos sus problemas, era algo artificial y antinatural y que debía
considerarse con desprecio. Proponían en consecuencia un retorno a la vida natural, que ellos equiparaban a una existencia simple, y afirmaban que la felicidad completa sólo puede lograrse a través de la auto-suficiencia, ya que la independencia es el verdadero bien y no las riquezas o la lujuria. Por esto puede deducirse que los cínicos eran unos ascetas que consideraban la vida de abstinencia como una auténtica liberación. Es obvio que proponían la no satisfacción
de los apetitos naturales, como tampoco la de los artificiales.
Crates de Tebas, discípulo de Diógenes, tuvo alguna influencia sobre Zenón de Citio, el filósofo de Chipre fundador del estoicismo. La diferencia básica de actitud entre las dos escuelas es que los cínicos miraban con desprecio el
mundo exterior, material, con desprecio mientras que los estoicos lo contemplaban con indiferencia.
Aunque los cínicos no constituyeron una escuela filosófica importante, sin embargo atrajeron la atención por sus
excentricidades y por su insolencia. Su nombre quedará asociado a los de quienes recelan de la naturaleza humana y
de sus intenciones.”
2. EPICUREÍSMO
“Sistema de filosofía basado sobre todo en las enseñanzas del filósofo griego Epicuro. La doctrina más conocida,
pero asimismo más discutida por los modernos tratadistas del epicureísmo es que el placer constituye el bien supremo y
la meta más importante de la vida. Se prefieren los placeres intelectuales a los sensuales, que tienden a perturbar la
paz del espíritu. La verdadera felicidad, según enseñó Epicuro, consiste en la serenidad que resulta del dominio del
miedo, es decir, de los dioses, de la muerte y de la vida futura. El fin último de toda la especulación epicúrea sobre la
naturaleza es eliminar esos temores.
La física epicúrea es atomista, en la tradición de los filósofos griegos Leucipo y Demócrito. Epicuro consideró que
el universo era infinito y eterno y que consistía sólo en cuerpos y espacio. De los cuerpos, algunos son compuestos y
otros son átomos, o indivisibles, elementos estables de los que están formados los compuestos. El mundo, tal y como
es visto por el ojo humano, se nutre de las rotaciones, colisiones y agregaciones de esos átomos, que desde una perspectiva individual sólo poseen forma, tamaño y peso.
En biología, Epicuro anticipó la doctrina moderna de la selección natural. Afirmó que las fuerzas naturales dan origen a organismos de diferentes clases y que sólo las clases capaces de superarse a sí mismas y reproducirse han
sobrevivido.
La psicología epicúrea es materialista en alto grado. Mantiene que las sensaciones son provocadas por un continuo flujo de imágenes o 'ídolos' abandonadas por los cuerpos e impresionadas en los sentidos. Considera que todas las
sensaciones son fiables de una forma absoluta, el error surge cuando la sensación está interpretada de modo impropio.
Cree que el alma está compuesta de pequeñas partículas distribuidas por todo el cuerpo. Epicuro enseñó que la disolución del cuerpo en la muerte conduce a la disolución del alma, que no puede existir fuera del cuerpo; y por ello no hay
vida futura posible. Dado que la muerte significa la extinción total, no tiene sentido ni para los vivos ni para los muertos,
porque „cuando somos, la muerte no es, y cuando estamos muertos, no somos‟.
Las virtudes cardinales del sistema de ética epicúreo son la justicia, la honestidad y la prudencia, o el equilibrio
entre el placer y el sufrimiento. Epicuro prefería la amistad al amor, por ser aquella menos intranquilizadora que éste. Su
hedonismo personal mostró que sólo a través del dominio de sí mismo, la moderación y el desapego puede uno alcanzar el tipo de tranquilidad que constituye la felicidad verdadera. A pesar de su materialismo, Epicuro creía en la libertad
de la voluntad. Sugirió que incluso los átomos son libres y se mueven de cuando en cuando con total espontaneidad; su
idea se asemeja al principio de incertidumbre de la mecánica cuántica.
Epicuro no negó la existencia de dioses, pero mantuvo con fuerza que como „seres felices e imperecederos‟ podían no tener nada que ver con los asuntos humanos, aunque gozaran contemplando la vida de los buenos mortales. La
verdadera religión descansa en una contemplación similar por parte de los humanos de las vidas ideales de los dioses
elevados e invisibles.
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Las enseñanzas de Epicuro fueron establecidas con tanta firmeza y veneradas de tal modo por sus seguidores,
que sus doctrinas, a diferencia de las del estoicismo, su principal rival filosófico, permanecieron intactas como una tradición viva. Sin embargo, el epicureísmo cayó en descrédito en gran parte debido a la confusión, que aún persiste, entre
sus principios y los del hedonismo sensual proclamado con anterioridad por los cirenaicos. A pesar de todo, la filosofía
epicúrea tuvo muchos discípulos distinguidos: entre los griegos el gramático Apolodoro y entre los romanos el poeta
Horacio, el estadista Plinio el Joven y sobre todo el poeta Lucrecio. El poema De rerum natura (De la naturaleza de las
cosas) de Lucrecio es la principal fuente de conocimiento del epicureísmo. Desapareció como escuela a principios del
siglo IV d.C. Fue reactivada en el siglo XVII por el filósofo francés Pierre Gassendi. Desde entonces, el epicureísmo ha
atraído a numerosos seguidores y se considera una de las escuelas de filosofía y ética más influyentes de todos los
tiempos.” (Microsoft ® Encarta ® 2006).
Trascribo ahora un texto de Epicuro para entender su concepto del placer:
“Y como éste (sc. el placer) es el bien primero y connatural, precisamente por ello no elegimos todos los placeres, sino que hay ocasiones en que soslayamos muchos, cuando de ellos se sigue para nosotros una molestia
mayor. También muchos dolores estimamos preferibles a los placeres cuando, tras largo tiempo de sufrirlos, nos
acompaña mayor placer. Ciertamente todo placer es un bien por su conformidad con la naturaleza y, sin embargo,
no todo placer es elegible; así como también todo dolor es un mal, pero no todo dolor siempre ha de evitarse. Conviene juzgar todas estas cosas con el cálculo y la consideración de lo útil y de lo inconveniente, porque en algunas
circunstancias nos servimos del bien como de un mal y, viceversa, del mal como de un bien.
[...] Cuando, por tanto, decimos que el placer es fin no nos referimos a los placeres de los disolutos o a los
que se dan en el goce, como creen algunos que desconocen o no están de acuerdo o malinterpretan nuestra doctrina, sino al no sufrir dolor en el cuerpo ni turbación en el alma. Pues ni banquetes ni orgías constantes ni disfrutar de
muchachos ni de mujeres ni de peces ni de las demás cosas que ofrece una mesa lujosa engendran una vida feliz,
sino un cálculo prudente que investigue las causas de toda elección y rechazo y disipe las falsas opiniones de las
que nace la más grande turbación que se adueña del alma.” (EPICURO: Carta a Meneceo, 129-31. Tomado de NAVARRO CORDÓN-CALVO MARTÍNEZ: Historia de la Filosofía. Edit. ANAYA, Manuales de Orientación Universitaria,
Madrid 1979; quienes toman la traducción de C. GARCÍA GUAL-E. ACOSTA, La génesis de una moral utilitaria,
Barcelona, 1974.)
Podéis ver más información sobre Epicuro en http://www.webdianoia.com/helenismo/epicuro.htm
3. ESCEPTICISMO
Lo primero que debemos decir es que los sofistas habían sido ya escépticos, como ya se vio en el tema 2.
Además hemos de añadir que los principios del escepticismos fueron formulados por primera vez por los pirronistas,
escuela que tomó el nombre de su fundador Pirrón de Elis. Pero, refiriéndonos a esta última etapa de la filosofía griego,
hay que indicar que “los miembros de la Academia Media (la escuela que se desarrolló en el siglo III a.C. a partir de la
Academia de Platón) y de la Academia Nueva (siglo II a.C.) de Carnéades fueron más sistemáticos pero menos radicales en su escepticismo que los pirronistas. Carnéades mantenía que ninguna idea podía ser probada de manera concluyente, pero que algunas podían ser mostradas como más probables que otras. El escéptico más importante del último periodo de la antigüedad fue el filósofo griego Enesidemo, que hizo una clasificación de diez razones en apoyo de la
posición escéptica y el físico griego del siglo III d.C. Sexto Empírico, que resaltó la observación y el sentido común en
oposición a la teoría.” (Microsoft ® Encarta ® 2006. © 1993-2005 Microsoft Corporation).
4. ESTOICISMO
“INTRODUCCIÓN
Estoicismo, escuela de filosofía occidental, fundada en la antigua Grecia, opuesta al epicureísmo en su modo de
considerar la vida y el deber. La filosofía estoica se desarrolló a partir de la de los cínicos, cuyo fundador griego, Antístenes, fue discípulo de Sócrates.
Historia
La escuela estoica se creó en Atenas hacia el 300 a.C. por Zenón de Citio. Zenón, cuya filosofía proviene en gran
parte de Crates de Tebas, abrió su escuela en una columnata conocida como la Stoa Pecile (pórtico pintado). Entre sus
discípulos figuraba Cleantes de Assos (ciudad de la Tróade, área circundante a la antigua Troya), del que se conserva
su Himno a Zeus, en el que expone la unidad, omnipotencia y gobierno moral de la suprema deidad. Cleantes fue se-
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guido por Crisipo de Soli en Cilicia. Estas tres personalidades representan el primer periodo (300-200 a. C.) de la filosofía estoica.
El segundo periodo (200-50 a.C.) abarca la difusión generalizada de esta filosofía y su expansión en el mundo
romano. A Crisipo le sucedieron Zenón de Tarso y Diógenes de Babilonia; les siguieron Antípatro de Tarso y uno de sus
alumnos, Panecio de Rodas. Panecio introdujo el estoicismo en Roma y entre sus discípulos estaba Posidonio de Apamea (localidad de Siria), quien a su vez fue maestro del orador Marco Tulio Cicerón.
El tercer periodo del estoicismo tuvo su centro en Roma. En este periodo, entre los estoicos sobresalen Catón de
Útica y, durante el periodo del Imperio romano, los tres filósofos estoicos cuyos escritos se conservan son Lucio Anneo
Séneca, Epicteto y el emperador Marco Aurelio Antonino.
PRINCIPIOS
El estoicismo fue la filosofía más influyente en el Imperio romano durante el periodo anterior al ascenso del cristianismo. Los estoicos, como los epicúreos, ponían el énfasis en la ética considerada como el principal ámbito de conocimiento, pero también desarrollaron teorías de lógica y física para respaldar sus doctrinas éticas. Su contribución más
importante a la lógica consistió en acuñar el silogismo hipotético como un método de análisis. Sostenían que toda realidad es material, pero que la materia misma, que es pasiva, se distingue del principio activo o animado, logos, que concebían tanto como la razón divina y también como un tipo sutil de entidad material, un soplo o fuego que todo lo impregna, tal como el filósofo griego Heráclito había supuesto sería el principio cósmico. De acuerdo con los estoicos el
alma humana es una manifestación del logos. Mantenían que vivir de acuerdo con la naturaleza o la razón es vivir conforme al orden divino del universo. La importancia de esta visión se aprecia en la parte que el estoicismo desempeñó en
el desarrollo de una teoría de ley natural, que influyó poderosamente en la jurisprudencia romana.
La base de la ética estoica es el principio, proclamado antes por los cínicos, de que el bien no está en los objetos
externos, sino en la condición del alma en sí misma, en la sabiduría y dominio mediante los que una persona se libera
de las pasiones y deseos que perturban la vida corriente. Las cuatro virtudes cardinales de la filosofía estoica son la
sabiduría, el valor, la justicia y la templanza, una clasificación derivada de las enseñanzas de Platón.
Un rasgo distintivo del estoicismo es su vocación cosmopolita. Todas las personas son manifestaciones de un
espíritu universal y deben, según los estoicos, vivir en amor fraternal y ayudarse de buena gana unos a otros. Mantenían que diferencias externas, como la clase y la riqueza, no tienen ninguna importancia en las relaciones sociales. Así,
antes del cristianismo, los estoicos reconocían y preconizaban la fraternidad de la humanidad y la igualdad natural de
todos los seres humanos.” (Microsoft ® Encarta ® 2006).
5. NEOPLATONISMO
“INTRODUCCIÓN
Neoplatonismo, denominación colectiva de las doctrinas filosóficas y religiosas de una escuela heterogénea de
pensadores especulativos que buscó desarrollar y sintetizar las ideas metafísicas de Platón sobre todo en lo relacionado con su teoría de las formas. Esta síntesis se produjo de modo especial en Alejandría con el judaísmo helenista,
ejemplificado por el filósofo Filón de Alejandría, entre otras tendencias. La doctrina conservó en esencia su carácter
griego. Por extensión, el término se aplicó a teorías metafísicas similares expuestas durante la edad media, el renacimiento y en épocas modernas.
LA DOCTRINA NEOPLATÓNICA
El neoplatonismo es una variante de monismo idealista para el que la realidad última del universo era lo Uno, perfecto, incognoscible e infinito. De este Uno emanan varios planos de realidad, siendo el nous (inteligencia pura) el más
elevado. Del nous deriva el alma universal, cuya actividad creadora origina las almas inferiores de los seres humanos.
El alma universal se concibe como una imagen del nous, del mismo modo que el nous es una imagen de lo Uno; de
esta forma, tanto el nous como el alma universal, a pesar de su diferenciación, son de la misma sustancia, es decir que
son consustanciales con lo Uno.
El alma universal, no obstante, al constituirse como un puente entre el nous y el mundo material, tiene la opción
de preservar su integridad e imagen de perfección o bien de ser sensual y corrupta por entero. La misma elección está
abierta a cada una de las almas inferiores. Cuando, por la ignorancia de su verdadera naturaleza e identidad, el alma
humana experimenta un falso sentido de distancia e independencia, se vuelve presumida de un modo manifiesto y cae
en hábitos sensuales y depravados. El neoplatonismo mantiene que la salvación de esa alma es posible gracias a la
virtud de la libertad de la voluntad que le permitió elegir su camino de pecado. El alma debe invertir ese curso, trazando
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en sentido contrario los sucesivos pasos de su degeneración, hasta unirse otra vez con el origen de su ser. La reunión
verdadera se consuma a través de una experiencia mística en la que el alma conoce un éxtasis total.
En un sentido doctrinal, el neoplatonismo se caracteriza por la oposición categórica que se plantea entre lo espiritual y lo carnal, elaborada a partir del dualismo platónico de idea y materia, oposición que se produce mediante la hipótesis metafísica de agentes mediadores, el nous y el alma universal, que transmiten el poder divino de lo Uno a todo,
mediante una aversión al mundo de los sentidos, y por la necesidad de la liberación de una vida de sensaciones a
través de una rigurosa disciplina ascética.
HISTORIA
El neoplatonismo nació en Alejandría, Egipto, en el siglo II d.C. Su fundador y principal representante fue el filósofo Plotino, que nació en Egipto, estudió en Alejandría con el filósofo Ammono Saccas y, hacia el año 224, llevó la doctrina neoplatónica a Roma, donde creó una escuela. Su obra más importante Enéadas, contiene una exposición amplia
de la metafísica neoplatónica. Otros importantes pensadores neoplatónicos fueron los filósofos griegos de origen sirio
Porfirio y Jámblico, y el filósofo y matemático griego Proclo.
Los elementos del ascetismo y de lo no mundano en el neoplatonismo interesaron mucho a los padres y doctores
de la Iglesia cristiana. El prelado cristiano, san Agustín, en sus Confesiones, reconoció la contribución del neoplatonismo al cristianismo e indicó la profunda influencia ejercida por sus doctrinas en su propio pensamiento religioso. Aunque
algunos teólogos y filósofos medievales, entre los que destaca el místico alemán Johannes Eckhart, estuvieron muy
influenciados por el neoplatonismo, el dogmatismo católico condenó sus dogmas por no ser ortodoxos. En el siglo XV,
sin embargo, el neoplatonismo fue aceptado de manera más general. El filósofo especulativo católico alemán Nicolás
de Cusa y otros místicos buscaron superar la duda en torno a las limitaciones del conocimiento mediante la adopción de
la teoría de la intuición humana directa de Dios, una teoría próxima a la doctrina neoplatónica para la que el alma, en un
estado de éxtasis, tiene la capacidad de trascender todas las limitaciones finitas.
Los humanistas del renacimiento italiano, en su reacción contra la antigua filosofía racionalista dominante de
Aristóteles, se volvieron hacia la metafísica idealista de Platón, y de allí llegaron al neoplatonismo. Muy importante en
esta confluencia fue el erudito italiano Marsilio Ficino, que, bajo el mecenazgo del noble florentino Cosme de Medici,
tradujo y comentó las obras de Plotino, Porfirio y Jámblico. En el siglo XVII, en Inglaterra, la escuela de Cambridge
mostró marcadas afinidades con los filósofos neoplatónicos. Numerosos pensadores y escritores de los siglos XIX y XX
han estado influidos por el neoplatonismo; entre ellos algunos de los más importantes poetas románticos ingleses, como William Wordsworth, John Keats y Percy Bysshe Shelley.” (Microsoft ® Encarta ® 2006. © 1993-2005 Microsoft Corporation).
NOTAS DEL TEMA
1. VIDA DE ARISTÓTELES
“Aristóteles nació en Estagira (Tracia, de ahí que se le nombre, a veces, como "El Estagirita"), hacia el año 384 a.C. Su padre,
Nicómaco, fue médico de cabecera del rey Amintas II de Macedonia. Quedó huérfano siendo muy niño y su tutor lo envió a Atenas para su educación.
Así, a los diecisiete años llega a Atenas e ingresa en la Academia de Platón, en la que permanecerá durante veinte años, primero
como estudiante y al final como maestro. Apenas cabe sostener la idea de que Aristóteles fuese, en algún sentido real, un oponente a Platón en el seno de la Academia. Aristóteles halló en Platón un maestro y amigo por el que sintió la mayor admiración.
En este sentido, aunque en sus últimos años de trato sus propios intereses científicos tendiesen a ir ocupando un primer plano,
no es menos cierto que la enseñanza metafísica y religiosa de Platón tuvo en él una duradera influencia.
Tras la muerte de Platón, en el 348 a.C. deja Atenas y se marcha a Assos, en el Asia Menor, en las cercanías de la antigua Troya, donde se pone bajo la protección de un antiguo condiscípulo, Hermias, rey de Atarne, quien le proporcionó los medios para
dedicarse a investigaciones biológicas.
Muy probablemente, la nueva orientación de la Academia así como el ambiente antimacedónico que se iba fraguando por los
avatares políticos, fuesen la causa de que abandonase Atenas y se refugiase en Assos, donde constituyó un grupo que podría
considerarse filial de la Academia.
Allí permaneció tres años y contrajo matrimonio con Pitia, la sobrina e hija adoptiva del señor de Assos y de Atarne. Hermias,
quien compartía con Filipo un ideal de unificación, fue apresado por los persas y Aristóteles tuvo que huir. Permaneció algunos
años en Mitilene, donde encontró a Teofrasto, quien con los años sería su sucesor.
En el año 342 a.C. va a la corte del rey Filipo de Macedonia quien le encomienda la educación de su hijo, el futuro Alejandro
Magno, que entonces sólo tenía trece años. Cuando éste se convirtió en rey (336-335 a.C.), Aristóteles partió de Macedonia y es
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probable que permaneciera durante algún tiempo en Estagira, su ciudad natal, que Alejandro reconstruyó en pago de la deuda
para con su maestro.
Transcurridos algunos años, los vínculos que unían al filósofo con su discípulo se debilitaron: aunque Aristóteles aprobaba hasta
cierto punto la política macedonia, no podía aprobar la tendencia de Alejandro a considerar a los griegos y a los "bárbaros" en pie
de igualdad.
Tras la muerte de Alejandro Magno (323 a.C) subió al poder el partido antimacedónico y Aristóteles se convirtió en "sospechoso"
a causa de sus estrechas relaciones con Macedonia. Se presentó contra él una absurda acusación de impiedad, y prefirió huir a
tiempo antes de que se entablara contra él dicho proceso. Entregó la escuela a Teofrasto, ciudadano ateniense y su discípulo
más
notable,
y
se
retiró
a
Calcis
(tierra
de
su
madre,
en
la
isla
de
Eubea).”
(http://recursos.cnice.mec.es/filosofia/f2ruta1.php?id_ruta=17&id_etapa=101&id_autor=2)
2. EJERCICIO COMPLEMENTARIO
Lee estos dos textos y contesta las preguntas que les siguen (ejercicio tomado del Libro de Texto de Edelvives p. 57):
Además, de ninguno de los modos en que tratamos de demostrar que existen las Especies resultan evidentes; de algunos, en
efecto, no se produce necesariamente un silogismo, y de otros incluso se deducen Especies para cosas de las que no creemos
que las haya. (ARISTÓTELES, Metafísica, A. 9. Gredos)
Además, de los argumentos con que se intenta demostrar que hay Especies, ninguno es convincente. De algunos, en efecto, no
nace ningún silogismo concluyente, y de otros resulta que hay Especies incluso de las cosas de las que ellos opinan que no hay
Especies. (ARISTÓTELES, Metafísica, M, 4. Gredos)
1. Especie es otra denominación de la idea o forma platónica. ¿Recuerdas algún argumento a favor de la existencia de las
Especies?
2. ¿Hay alguna diferencia significativa entre los textos?
3. ¿Te atreverías a señalar cuál de estos dos fragmentos escribió Aristóteles probablemente antes? ¿Por qué?
4. ¿De qué cosas creen los platónicos que no hay Especies?
3. SOBRE EL LICEO, LA ESCUELA DE ARISTÓTELES
En la p. 40 del Libro de Texto de Edelvives puede leerse: “La escuela fundada por Aristóteles, la primera rival de la Academia que
se establecía en Atenas (los acontecimientos ocurrían el año 335 ó 336 a.C.), también se llamó el Peripato (que significa paseo),
seguramente debido al estilo que tenía Aristóteles de enseñar: paseando por el pórtico cubierto del edificio. Los discípulos de
Aristóteles se llamaron, por esta curiosa razón, peripatéticos.
En http://www.webdianoia.com/aristoteles/aristoteles.htm puede leerse que “una vez en Atenas, en el 335, fundará su propia escuela, el Liceo, una comunidad filosófica al estilo de la platónica , llamada así por estar situada dentro de un recinto dedicado a
Apolo Likeios. Además del propio edificio contaba con un jardín y un paseo (perípatos) del que los aristotélicos recibirán el nombre de peripatéticos, ya sea porque Aristóteles impartiera sus enseñanzas paseando, como recoge Diógenes Laercio ("... tomó en
el Liceo un sitio para pasear, y paseando allí hasta la hora de ungirse los atletas, filosofaba con sus discípulos, y de este paseo
fue llamado peripatético"), o porque, simplemente, se impartieran dichas enseñanzas en el paseo. (Excavaciones realizadas a
mediados de los 90 en Atenas, cerca de la Plaza Sintagma, dejaron al descubierto los cimientos de varios edificios, como se puede observar en la imagen, que los arqueólogos consideran pueden ser los restos del Liceo de Aristóteles). Según la tradición el
orden de las actividades en el Liceo estaba fuertemente establecido, dedicándose las mañanas a las cuestiones más difíciles de
carácter filosófico, reservadas para los discípulos, y las tardes a las lecciones de retórica y de dialéctica, entre las que se podía
encontrar un público más amplio.”
4. SOBRE EL MUNDO NATURAL
“Aristóteles distinguía con nitidez el mundo natural, que consta de los seres que cambian por sí mismos, y el mundo de los objetos artificiales, que no lo hacen. Una cama, por ejemplo, en tanto que objeto artificial, no se mueve por sí misma. Para que se
convirtiera en cama, fue preciso un ebanista, y la cama, por la mañana, no se hace por sí sola. Ahora bien, si nada la sostiene, la
cama cae, pero este caer, que es un movimiento natural, espontáneo, que no requiere una causa externa a la naturaleza, no lo
hace la cama por ser cama, sino por ser de madera o de hierro, por tanto, en la medida en que todavía es un ser natural. Por eso
también puede oxidarse o carcomerse por naturaleza” (Libro de Texto de Edelvives, p. 42)
5. SOBRE LA MATEMÁTICA
“La Matemática estudia los seres no subsistentes e inmóviles., Según Aristóteles, los objetos de la matemática, números y figuras geométricas, no existen por sí solos. Se dan, de alguna manera, en la mente que los piensa y encarnados, por así decir, en
los seres naturales. Además son seres que no pueden cambiar. Sobre matemáticas, Aristóteles no escribió nada.” (Ídem pp.
42s)
6. SOBRE LA TEOLOGÍA
“La teología estudia los seres que son inmóviles y subsistentes: los dioses o Dios. [...] se encuentra tratada en los catorce libros
que Andrónico, al preparar su edición, reunión (de una manera bastante aleatoria) „después de los físicos‟ (en griego metafísica)”
(Ídem p. 43). “Aristóteles llama a la teología filosofía primera porque su objeto, Dios, es el ser más perfecto. „Primero' no indica,
pues, que sea la primera filosofía que hay que estudiar, en realidad es la última por ser la más difícil. Aristóteles subraya que lo
primero por naturaleza no tiene por qué ser lo primero (lo más accesible) para nosotros” (Ídem, p. 42)
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7. SOBRE LA ABSTRACCIÓN ARISTOTÉLICA
En las páginas del Libro de Texto de Edelvives puede leerse esta explicación sobre la abstracción aristotélica (especialmente interesante es el ejemplo del médico para entender qué es la experiencia y qué es la ciencia:
“Platón decía que el conocimiento del predicado es rememoración del modelo cuya copia es el individuo sensible. La más importante crítica de Aristóteles a su maestro consiste en negar la doctrina de esta anámnesis, con todas las consecuencias que ello
supone luego. Aristóteles defiende que desde la sensación se llega al conocimiento de los universales que son predicados mediante un ascenso gradual, que, en el caso del hombre, es el siguiente:
Nosotros somos capaces de retener las sensaciones de alguna manera. Esta es la capacidad de quedamos con lo conocido incluso en su ausencia. En lengua romance se denominaba, muy adecuadamente, representación; Aristóteles hablaba de fantasía,
cuya traducción fue imaginación (la idea es que, ausente la cosa real, nos quedamos con su imagen; ya no hay presentación, pero sigue siendo posible la «representación,).
La función de la fantasía o imaginación que ahora nos interesa es lo que llamamos memoria. Nos acordamos de lo sentido y así
es como empezamos a aprender (si no, la segunda sensación de algo equivaldría para nosotros a la primera, porque no nos
habríamos quedado con nada...).
El hombre que ha sentido muchas veces lo mismo y lo ha recordado, se dice que tiene experiencia (en griego, empiría), que es
un experto o perito en eso que ha visto frecuentemente. Hasta aquí, aunque mucho más defectuosamente, el conocimiento animal va a la par que el humano. También un perro está hecho a su amo por un procedimiento similar a nuestra adquisición de experiencia. En adelante, ya solo describiremos procesos exclusivamente humanos.
El siguiente paso requiere un salto esencial, que solo la inteligencia puede dar. Nos estamos refiriendo a la diferencia que hay,
por ejemplo, entre un hombre cualquiera que ha tenido la desgracia de ver muchas veces una epidemia de cierta enfermedad y
un médico. El primero, debido a su experiencia, suele saber reconocer los síntomas y quizá recuerda cómo han retrocedido o
desaparecido en otros casos. En cambio, el médico no tratará la enfermedad basándose sólo en datos de ese tipo, sino que sabe
cómo hacerla porque conoce las causas profundas de los síntomas (lo cual, además, le permite no confundirlos con otros síntomas parecidos).
Es muy distinto conocer hechos que conocer los porqués de esos hechos. Los hechos están a la vista, pero los porqués, en general, no. E incluso si el médico no es un verdadero conocedor científico del cuerpo y las enfermedades y sólo ha sido adiestrado
en el arte de curar después de identificar bien los síntomas, aunque ignore los porqués, seguirá teniendo una superioridad muy
grande sobre el lego que ha estado presente en una epidemia.
Aristóteles reconoce que tanto el médico puramente práctico (solo tiene técnica, o sea, arte médica) como el científico (tiene,
efectivamente, episteme, ciencia) han dado el salto que el animal nunca podrá dar: de los singulares sensibles al universal inteligible (el objeto de la inteligencia). Este es el verdadero „ascenso‟ de nivel, gracias al cual se entra en el ámbito estrictamente
dicho de la verdad, que queda prohibido a los animales inferiores al hombre.
Aristóteles no ha sido demasiado explícito a la hora de describir cómo se realiza este salto que separa y señala la condición
humana. Cuando lo intenta, muestra cómo lo que el hombre hace es prescindir (abstraer) de los rasgos que diferencian un caso
sensible de otro, para quedarse con lo que tienen todos en común. Esto común o universal* (uno respecto de varios otros) nunca
ha sido sentido de suyo, sino, justamente, "por accidente»: es como si viniera encerrado al alma del hombre que conoce dentro
de los ropajes de lo que sí es sensible (propio o común). Es lo que sucede con el ser-caballo, o sea, con lo que Platón llamaba
idea, y para lo cual Aristóteles preferirá siempre el nombre, también originalmente platónico, de forma. La "forma» "caballo» se
obtiene, pues, por abstracción a partir de la sensación, mediando la fantasía. La forma inteligible fue llamada por los peripatéticos
latinos, usando la traducción de un término típico de la filosofía estoica, el concepto.
Todo el conocimiento comienza por la sensación y culmina cuando, obtenidos los conceptos, el entendimiento juzga las cosas
con verdad. La verdad consiste en que el juicio o enunciado sostenga que están unidas las cosas (el sujeto y el predicado; o, mejor aún: aquello a lo que se refiere el sujeto y aquello a lo que se refiere el predicado) que en realidad lo están, o que están separadas las que en realidad lo están.”
Podemos definir brevemente la abstracción como “conceptualización o aprehensión. Acto mental en el que la inteligencia elabora el concepto.”
Lo universal es “lo fijo, inmutable, necesario, esencial”, quiere decir etimológicamente “uno respecto de varios otros”.
Concepto significa literalmente “aquello con lo que la inteligencia queda preñada después de que el hombre haya sentido y se
haya elevado a lo inteligible”, “Es la base del juicio y del raciocinio. Expresa abstractiva e intelectualmente la esencia de un objeto. Lingüísticamente se expresa por medio de la palabra o término, que puede ser unívoca, equívoca o análoga. Es cualitativamente distinto de la imagen sensible y no surge gracias a una mera intuición, ya que es necesaria la actividad abstractiva del intelecto. Es de naturaleza espiritual, si bien depende en su producción de las representaciones sensibles. El concepto significa el
objeto, está dirigido a él. Los conceptos no se originan en una visión inmediata de las esencias, ni son innatos pues se necesita
una previa experiencia sensible. El concepto de "ser" es análogo, ya que se dice de muchas maneras.”
Argumentos en griego se llaman silogismos, o sea, reuniones de discursos.
Estas definiciones las he tomado de http://recursos.cnice.mec.es/filosofia/f2ruta1.php?id_ruta=17&id_etapa=101&id_autor=2 y de
la p. 46 del Libro de Texto de Edelvives.
8. OTRA FORMA DE EXPLICAR LA TEORÍA DE LA SUSTANCIA
“Los predicados o categorías, lo que 'se dice de un sujeto', no están en el mismo nivel. Acerca de un 'esto de aquí', lo decisivo en
orden al saber es poder responder a la pregunta «¿qué es?". Es menos importante en general, desde el punto de vista de la teoría, responder a otra serie de cuestiones que también nos pueden interesar sobre ese individuo, tales como: ¿cuánto es? (o sea,
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¿cómo es de grande?, ¿qué mide?, ¿qué pesa?); ¿cómo es o cuál es?; ¿en relación a qué está?; ¿dónde está?; ¿cuándo
está?; ¿qué hace?; ¿qué sufre?; ¿qué tiene?; ¿en qué posición está? Si hay alguna respuesta posible a la primera pregunta
(„¿qué es esto de aquí?‟), seguramente, habrá entonces respuestas posibles a las demás; en cambio, si no hay respuesta posible
a '¿qué es?', tampoco la habrá para ninguna de las demás cuestiones.
Respondemos a la pregunta capital diciendo, por ejemplo: «esto de aquí es un caballo». Ser un caballo, un caballo determinado,
es algo que solo le puede pasar a esto de aquí, o sea, a un individuo. A otro le pasará ser otro determinado caballo, pero no el
mismo. Aristóteles lo dice afirmando que la expresión «un cierto caballo» no es predicable absolutamente de nada, es decir, que
«un cierto caballo» es un sujeto que en ningún caso puede predicarse más que de sí mismo. Es el caso de 'un cierto caballo es
un cierto caballo', que no dice nada que haya que tomar en cuenta. A esto, que es sujeto y sólo sujeto, los peripatéticos lo denominan sustancia. En su terminología, sustancia es, pues, la primera de las categorías. En otras palabras: se puede decir, de
muchas realidades y de muchas maneras que son, que existen, pero de nada se dice tan propia y plenamente como de una sustancia.
Para rematar la dificultad de la jerga peripatética, hay que saber todavía que «un cierto caballo»es, en efecto, el término que designa una sustancia primera o propiamente dicha, mientras que el término caballo designa una sustancia impropiamente dicha,
una sustancia segunda. Las sustancias segundas son las especies y los géneros con los que respondemos a la pregunta
«¿qué es esto de aquí?». Quiere decirse lo siguiente: nuestra respuesta puede designar un universal o un individuo.
Por ejemplo, son respuestas que designan universales, en el caso presente: «esto es caballo»(en griego, esta frase es más comprensible que en español), «esto es animal» (o «un animal,.), «esto es ser vivo» (o «un ser vivo»), «esto es una sustancia corporal» e incluso, sencillamente, «esto es una sustancia». El «caballo» universal es la especie propiamente dicha «bajo la que cae»
este caballo individual que estoy viendo. Las demás respuestas que hemos anotado son todas también verdaderas, pero, como
seguimos hoy diciendo en español, son demasiado genéricas o generales. Esta expresión nuestra remonta al hecho de que la
lógica aristotélica llama géneros a todos esos universales «bajo los que cae» la especie «última». De hecho, observamos que a
medida que la lista avanza, sus miembros son géneros más y más genéricos, más y más universales. Todas las sustancias son
sustancias, desde luego; pero no todas, quizá, tengan cuerpo; y no todas las que tienen cuerpo están vivas, y no todas las que
están vivas son animales, y no todos los animales son caballos. El género más general se llama también, para acabar de complicar las cosas, la categoría. El siguiente por debajo es su especie, la cual, a su vez, es género de la siguiente especie, y así
sucesivamente.
Se pasa de un género a una especie añadiendo una diferencia (específica). Si al ser-sustancia le añado el tener-cuerpo, obtengo
la especie de las sustancias corporales o extensas, y si a la sustancia extensa le añado eso diferencial, que es el poseer alma o
vida, entonces obtengo la especie de los seres vivos, etc.
La terminología de los peripatéticos termina afirmando que en la categoría de la sustancia hay una escala determinada de
géneros y especies, hasta llegar al nivel de aquellas especies bajo las cuales no encontramos ya sino individuos. Todos esos
géneros y especies son sustancias segundas, y sus individuos son las sustancias primeras o propiamente tales.
Como se ve, las sustancias segundas (todo aquello genérico o específico que designan los términos con los que podemos responder a la pregunta «¿qué es esto?" lanzada a una sustancia primera) son todas universales.
Pues bien, una tesis fundamental del aristotelismo, crítica respecto de Platón, es que lo universal sólo existe en el alma, en el
entendimiento que lo conoce, pero no fuera del entendimiento, en la naturaleza. Lo cual quiere decir que no solo existen las
sustancias primeras, sino que también, aunque de una manera derivada, existen las realidades universales que constituyen nuestras respuestas a todas las preguntas de la serie que formulamos a la sustancia primera.
Efectivamente, un hombre determinado (esta sustancia primera) es fundamental respecto de la realidad de su cantidad, su cualidad, sus relaciones, su lugar en el espacio y en el tiempo, sus acciones y "pasiones», sus "hábitos” y posiciones, pero sería una
barbaridad decir que todas estas otras cosas no sustanciales no existen en absoluto. Es una realidad muy importante, por ejemplo, el ser padre o el ser amigo, aunque estas cosas no sean sustancias, sino relaciones. Las cualidades y los hábitos, lo que uno
hace y lo que le hacen, son también realidades, pero ninguna es una sustancia. Aristóteles denomina todas estas realidades derivativas y no sustanciales, que se nombran con términos de las categorías que no son la sustancia, accidentes. Un accidente, sea
de la categoría que sea, sólo existe en una o varias sustancias. Una cualidad existe en una sustancia, pero no puede subsistir por
sí sola, sin el apoyo de alguna sustancia. Por ejemplo, „un determinado sabe hablar griego‟, que es una cualidad no universal sino
singular, requiere, para poder existir, apoyarse en un hombre determinado, en una sustancia primera.
Dice, pues, Aristóteles que 'ser' se dice de muchas formas; se dice "análogamente», en una pluralidad de sentidos que no son del
todo equívocos, porque siempre tienen algo que ver unos con otros. El sentido primero, fundamental y pleno es ser como sustancia primera; derivativamente, son también, cada cual a su modo, todos los accidentes singulares. La sustancia subsiste por
sí; en cambio, los accidentes necesitan ser en una sustancia. Podríamos decir que las sustancias son las realidades independientes y los accidentes, las dependientes.” (Libro de Edelvives)
10. CRÍTICA A LA TEORÍA DE LAS IDEAS
El Libro de Texto de Edelvives en su página 49 lo explica así: “No podemos dejar a un lado los universales porque muchísimos
términos se refieren a ellos (Platón, incluso, los había declarado más reales que a los seres singulares). Sobre todo, como hemos
visto con cierto detalle, no hay ningún enunciado verdadero que pueda pasarse sin términos universales en el predicado. Sin embargo, si dijéramos que los universales también existen, estaríamos ya forzando la analogía de los significados del ser. No están
en el mismo caso que los accidentes singulares. Sustancias y accidentes universales no existen sino dentro del ámbito de
nuestro conocimiento -para nuestro entendimiento- y, por decirlo de alguna manera, en él, pero nunca en la naturaleza de fuera
del entendimiento o, como se ha dicho luego muchas veces, no tienen existencia “extramental”.
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El problema es muy serio, puesto que, repetimos, las verdades están siempre integradas por universales. Si digo, entonces, de
un sujeto algo universal, ¿cómo puedo decir la verdad si, al mismo tiempo, sucede que nada universal existe fuera del entendimiento? La teoría de la verdad parece exigir la teoría platónica de las ideas.
Pero esta, según el convencimiento de Aristóteles, es una teoría imposible. Ya Platón, en el Parménides, se había propuesto a sí
mismo la práctica totalidad de las objeciones posibles, solo que había insistido hasta el final en que la necesidad de las ideas
exigía seguir investigando para con seguir algún día resolver las dificultades que por el momento se presentaban como insolubles. La principal es la paradoja de que una idea tenga que permanecer a la vez fuera del mundo temporal pero haciéndose presente en él.
Otra muy grave (en realidad, derivada de la fundamental) es la que se conoce con el nombre del tercer hombre. Consiste en que
una idea cumple el papel de elemento que unifica una clase de cosas; pero si de la idea se dice lo mismo que de sus individuos
singulares (de lo bueno mismo se decía, de hecho, que era bueno, y también de sus individuos singulares), entonces la idea parece caer dentro de su propia extensión y se necesitará una tercera realidad (ni la idea ni sus particulares) para pensar unificada
esta nueva clase donde hemos sumado los particulares más la idea. Si de los hombres se dice que son hombres, pero de la idea
de hombre también se dice 'hombre', necesito un 'tercer hombre'. Luego ocurrirá que este tercer hombre caerá por las mismas
razones en su propia extensión, y precisaremos de un cuarto; al que le pasará lo mismo, como al quinto, al sexto, etc. Así, para
poder reunir una clase de cosas, necesitamos, al parecer, infinitas ideas. Las infinitas realidades temporales, en vez de unificadas
por una sola idea, no son más dispersas y múltiples que estas infinitas ideas que vemos surgir de la paradoja del «tercer hombre».
Una y otra vez ocurre que tenemos al final tantas ideas como particulares temporales: infinitas ideas e infinitos particulares. Ya lo
habíamos visto al considerar el problema platónico de la “comunión” de las ideas de ideas. Pero esta situación convierte a las
ideas en inútiles para explicar la realidad y, por tanto, debemos eliminadas.”
11. EJERCICIO CON UN TEXTO DE ARISTÓTELES PARA ENTENDER MEJOR EL TEMA
Lee el texto siguiente y reflexiona sobre las preguntas que le siguen (Tomado de la p. 57 del Libro de Texto de Edelvives):
Pero la dificultad más grande sería esta: ¿qué es lo que aportan las Especies a los entes sensibles, tanto a los eternos como a
los sujetos a generación y corrupción? No son para ellos, en efecto, ni causas del movimiento ni de ningún cambio. Por otra parte
tampoco ayudan nada a la ciencia de las demás cosas (pues las Especies no son sustancia de estas; si lo fueran estarían en
ellas), ni a su existencia, ya que no están en los entes ni participan de ellas [...] Y tampoco proceden de las Especies las demás
cosas en ninguno de los sentidos en que solemos decir que una cosa procede de otra. Y decir que son paradigmas y que las demás cosas participan de ellas es decir vaciedades y hacer metáforas poéticas. Pues ¿cuál es el agente que actúa mirando a las
Ideas? Además cabe que algo sea o llegue a ser cualquier cosa sin haber sido copiado de un modelo, de suerte, que tanto existiendo como no existiendo Sócrates, uno podría llegar a ser como Sócrates. Y lo mismo, evidentemente, si Sócrates fuera eterno.
Por otra parte, habrá varios paradigmas de una misma cosa; por consiguiente, también varias Especies; por ejemplo, del hombre,
lo Animal y lo Bípedo, y, al mismo tiempo, también el Hombre en sí. Además, las Especies serán paradigmas no sólo de las cosas sensibles, sino también de sí mismas; por ejemplo, el género será paradigma de las especies incluidas en el género; de suerte que una misma cosa será paradigma e imagen. Además parece imposible que la sustancia esté separada de aquello de lo que
es sustancia. Por consiguiente, ¿cómo podrían las Ideas, siendo substancias de las cosas estar separadas de ellas? (ARISTÓTELES, Metafísica, I a, 9 Gredos)
 ¿Cuántos tipos de entes diferentes se mencionan en el texto?
 ¿En qué sentido solemos decir que una cosa procede de otra según Aristóteles? ¿Cuántas clases de causas distingue?
 ¿Cuántos argumentos contra la existencia de las Especies menciona Aristóteles? Desarrolla con tus propias palabras esos
argumentos.
12 .SOBRE LA FÍSICA ARISTOTÉLICA
En la página http://recursos.cnice.mec.es/filosofia/f2ruta1.php?id_ruta=17&id_etapa=103&id_autor=2 puedes leer:
“La física aristotélica parte de una serie de presupuestos básicos que adopta de la tradición filosófica anterior:
Acepta el postulado fundamental de la física milesia que afirma la imposibilidad de que algo proceda de la nada o no-ser. En oposición a las tesis de la escuela eléata y amparándose en la propia evidencia sensible, Aristóteles afirma la realidad del movimiento y la existencia de una pluralidad de entes físicos o materiales. En cierto sentido, asimila la teoría heraclítea de los opuestos para explicar el movimiento. Por otra parte, en la línea de los pluralistas, se inclina por la existencia de un número finito de primeros
principios elementales. Ya hemos comentado que reúne en una única realidad (la substancia) el mundo material y el mundo de
las formas (o ideas) postulados por Platón. Como consecuencia de su crítica a las Ideas platónicas, para el Estagirita el mundo
material no es "puro devenir" sino que tiene consistencia propia gracias a la naturaleza de las cosas, que es inmutable a pesar de
que cambien los individuos. Sólo puede existir ciencia sobre aquello que es inmutable y necesario pero, como en el mundo físico
las especies son inmutables y necesarias y, por consiguiente, inteligibles, sí que es posible una ciencia de los entes naturales.
Finalmente, eleva a la categoría de "Primer Motor Inmóvil" la inteligencia ordenadora de Anaxágoras y, al igual que Platón, concibe la naturaleza en términos teleológicos o finalísticos.
Debemos tener en cuenta que en Aristóteles la física significaba tanto una ciencia empírica (semejante a las ciencias naturales:
biología, química, etc.) como lo que propiamente se denomina filosofía de la naturaleza. De hecho, se trata de dos planos de estudio del mundo natural que permanecerán unidos durante muchos siglos antes de separarse en disciplinas independientes. Respecto a lo que hoy llamamos física, Aristóteles sostuvo ciertas doctrinas (de acuerdo con las ideas y ciencia de su tiempo) que
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más tarde fueron superadas. Sin embargo, sus desarrollos en el plano de la filosofía de la naturaleza no sólo tuvieron gran importancia sino una vigencia real. En síntesis, Aristóteles concibe la física como ciencia cuyo objeto son los seres cuya naturaleza no
es inmutable sino que, por el contrario, implica el hecho de poseer un principio intrínseco e inmanente de movimiento:
Aristóteles afirmaba que el objeto propio de la Filosofía de la Naturaleza (que él llamaba Física) era el ente móvil. Los términos
"sensible", "corpóreo", "material", "natural" y "móvil" están evidentemente relacionados, aunque Aristóteles sólo dice que el físico
trata de entes que tienen materia y movimiento sin marcar explícitamente la distinción entre dichos términos. El ente físico tiene
una característica fundamental, que se sigue del hecho de poseer materia: su movilidad o mutabilidad, es decir, la capacidad de
sufrir alteraciones y transformaciones, dejando de ser lo que es, para devenir otra cosa, adquiriendo un nuevo modo de ser. Esta
mutabilidad define a los cuerpos como entes materiales, es decir, señala su modo peculiar y exclusivo de tener el ser: poseer el
esse, pudiendo perderlo, y perdiéndolo de hecho. Así, la Física aristotélica es una ciencia que trata del ente capaz de moverse.
Este ente capaz de moverse es aquél que está inmerso en la materia sensible y su estudio implica referirse a estas sustancias sin
separarlas de dicha materia, puesto que el principio de su movimiento, lo que le hace móvil por naturaleza, es su inmersión en la
materia sensible. Así, la movilidad no es sólo un hecho en la naturaleza, ni siquiera una "cualidad" del ente sensible, sino el modo
de ser esencial de cada ente natural y que tiene su arraigo ontológico en la estructura material del ente. En definitiva, la Física
considera la "movilidad" como verdadera expresión del ser natural, en tanto que el movimiento es "el acto del ente en potencia en
cuanto tal", esto es, el acto propio del ente natural. Por todo ello, una comprensión adecuada de la física aristotélica, atendiendo
a su objeto material y formal, implica que no pueda ser simplemente definida como el estudio del cuerpo o substancia sensible
sino como estudio del ente móvil en cuanto móvil.
En el primer libro de la Física Aristóteles señala el camino que debe seguirse para el estudio de la realidad natural y que tiene
como punto de partida la aceptación del hecho o dato de experiencia de que existe una multiplicidad de seres singulares y que
están en movimiento. Distinguirá dos tipos de cambio o movimiento: el sustancial y el accidental. A partir de la experiencia del
cambio sustancial inferirá la distinción entre la materia prima y la forma substancial (es lo que se conoce con el nombre de hilemorfismo o doctrina hilemórfica); mientras que el análisis de la experiencia del cambio accidental le llevará a distinguir entre la
sustancia y sus accidentes. La aplicación de los conceptos de potencia y acto le permitirá resolver el problema acerca de la naturaleza del movimiento o devenir. Su posterior profundización acerca de los principios y leyes del movimiento se expresará en su
doctrina acerca de la causalidad. Vamos a analizar estas cuestiones con mayor detalle.”
13. SOBRE EL HILEMORFISMO
Así lo explica http://recursos.cnice.mec.es/filosofia/f2ruta1.php?id_ruta=17&id_etapa=103&id_autor=2:
“La observación empírica de la naturaleza nos presenta la existencia de las sustancias corpóreas o materiales, así como la experiencia universal del cambio o devenir. Estos cambios o transformaciones tienen un punto de partida y un punto de llegada. Los
cambios se especifican y reciben su nombre del término final. Según esto, los cambios se clasifican en: sustanciales (la generación y la corrupción) y accidentales: cualitativo (o alteración), cuantitativo (aumento o disminución de la cantidad) y local (cambio
de lugar).
Lo que define el cambio sustancial es el punto de llegada, llamado por Aristóteles forma, y que es concebida no en un sentido
geométrico, sino como aquello que determina esencial o específicamente a una sustancia y, por consiguiente, como la realidad o
perfección surgida del cambio sustancial. Por otra parte, el cambio sustancial supone la transformación" o "mutación" (no "substitución") de una sustancia en otra; y tampoco debe ser confundido con la "creación" y "aniquilación" (ya que ello implicaría el paso
del no-ser al ser o viceversa, lo cual es imposible ya que nada aparece de la nada o se resuelve en ella). Por consiguiente, para
que el proceso del cambio sustancial sea posible debe existir un substrato que permanezca a lo largo del mismo y que Aristóteles
denomina "materia prima".
Esta tesis aristotélica que afirma la composición esencial del ente corpóreo suele se conoce como doctrina hilemórfica o hilemorfismo (del griego: hile, materia; morfé, forma). Materia prima y forma substancial son dos principios (o co-principios) esenciales
que determinan el ser del ente corpóreo. Son complementarios e inseparables, ya que cada uno ejerce su función en unión con el
otro. No han de entenderse como "cosas" o "entes" completos: no son realidades sino principios quo (principios "por los cuales"
algo es, pero ellos mismos no son "algo" en el sentido de entidades substanciales). La materia prima no es alguna cosa determinada, sino un principio constitutivo de los cuerpos. Por esto no puede existir independientemente de la forma, ni tampoco puede
generarse o destruirse. La materia prima para Aristóteles es eterna. Asimismo, esta materia no es una cualidad, o una cantidad,
ni ninguna determinación de las cosas; por el contrario, es el principio más radicalmente indeterminado de los seres corporales y
el que recibe de la forma la determinación para ser una sustancia u otra. Por la misma razón, la materia prima no se conoce por
sí misma, sino por la forma, que es el principio de las determinaciones del compuesto. La forma, pues, es el principio esencial
que determina al compuesto para ser una cosa u otra; por consiguiente, conocer la forma es conocer la esencia de cualquier realidad determinada. La forma sustancial tampoco es ella sola una cosa, sino un principio que, junto con la materia, constituye la
sustancia completa. Es el principio de las determinaciones sustanciales de los seres y de la cognoscibilidad de los mismos.
La materia y la forma se unen como la potencia y el acto. Su mutua unión no es una simple yuxtaposición por contacto o por virtud de una tercera fuerza que los mantuviera juntos, pues ese tipo de unidad cabe sólo entre entes completos, o entre las partes
cuantitativas de una substancia. La unidad existente entre la forma y la materia se entiende a la luz de la doctrina del acto y la potencia: la materia es potencia de la forma, sujeto receptivo del acto formal, y a su vez, la forma es acto de la materia, perfeccionamiento o determinación esencial de la materia. Se unen inmediatamente y por sí mismos, en cuanto cada uno de ellos es en el
otro. Con una comparación analógica, no cabe preguntarse cómo se une la forma de una estatua al mármol del que está hecha,
pues simplemente la forma está en el mármol como su acto (acto accidental en este caso), y el mármol está en la forma de la es-
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tatua como su materia potencial. La realidad completa y subsistente es la síntesis de estos coprincipios: la substancia es el compuesto (en griego, sinolon) de materia y forma, que en la comparación anterior corresponde a la estatua entera.
En síntesis, la esencia de las substancias compuestas o materiales está constituida por dos principios intrínsecos que son la materia y la forma: La materia, se caracteriza por ser lo indeterminado, lo común a todas las substancias, lo que permanece en los
cambios substanciales, potencia pura, sujeto de la forma, totalmente imperfecta, lo menos inteligible, aquello de lo que se abstraen las formas y principio de individuación. La forma, por el contrario, es lo determinante, lo propio de cada especie, lo que cambia
en el movimiento substancial, acto, sustentada y recibida por la materia, lo que da todas las propiedades del ente, es inteligible, lo
que se abstrae y el principio de especificación.
14. SOBRE LA MATERIA PRIMERA Y LA FORMA PURA
Copio la explicación de la página 52 del Libro de Texto de Edelvives:
“Para poder entender que quepan generaciones y corrupciones, o sea, cambios sustanciales, se hace entonces necesario pensar
una noción extraña y radical de „materia‟. En los cambios accidentales veíamos que la causa material o materia o sujeto era la
sustancia, que simplemente cambia de accidentes o formas accidentales. ¿Qué es, en cambio, el sujeto o materia de una transformación sustancial? No puede ser una sustancia, luego no puede tener tampoco ningún accidente. Estamos pensando en una
materia que sea únicamente eso: sujeto de cambio, pero nada más, o sea, que no tenga forma ninguna, es decir, que no sea,
como escribe Aristóteles, ni qué, ni cuánta, ni cuál, ni... Estamos pensando, para poder entender los cambios sustanciales, en algo que no está en acto respecto de nada y, por tanto, es pura potencia (de todo). Se trata de un concepto límite, apenas pensable, porque solo consta de negaciones y relaciones. No existe nada que sea sólo materia y carezca de toda forma, porque no
existe nada que sólo sea posibilidades pero ninguna realidad. Y, sin embargo, tampoco esta materia primera, o sea, materia
primordialmente materia, porque no es más que materia, es lo mismo que el no ser o la nada absoluta, debido a que necesitamos
pensar en ella para entender un cambio sustancial.
Decimos, pues, que una sustancia primera cualquiera de las que nos rodean en el mundo es -al analizada como susceptible de
cambio sustancial- un compuesto de materia primera y forma sustancial. Esta doctrina sobre la naturaleza de las sustancias
del mundo se llama hilemorfismo, Por supuesto, la sustancia no consta solo de estos dos componentes, sino que también posee
formas accidentales y está en potencia de cambios accidentales.
Además, la materia y la forma no pueden subsistir por separadas la una sin la otra. No es posible, pues, ninguna sustancia que
esté hecha únicamente de materia. En cambio, no solo es posible, sino que es necesario, que exista una sustancia (y solo una)
que esté hecha de forma y carezca de toda materia, o, lo que es lo mismo, que sea puro acto sin mezcla ninguna de potencia.
Esta sustancia inmaterial, acto puro, es el Dios de Aristóteles. Hay que admitir su existencia para explicar el mundo material. Sin
embargo, demostrar que existe un ser así ya no es tarea de la física, sino de un saber que queda más allá de ella; de un saber
que deja el mundo físico, el mundo del cambio, para remontarse a la causa última de él. Esta situación hace sospechar, por cierto, que Andrónico no llamó a los libros que tratan de la sustancia y sus causas metafísicos solo por motivos de localización en el
orden de su edición. Por otra parte, acabamos de justificar por qué Aristóteles llama a la metafísica –la indagación de la causa de
toda la naturaleza- teología: discurso acerca de Dios (además de filosofía primera).
La demostración de que, puesto que existe el mundo material, tiene que existir una causa inmaterial de él, se basa en la idea de
la prioridad del acto sobre la potencia (y, precisamente, como acto del agente y, al mismo tiempo, causa final de todo el proceso
de cambio). Un elemento muy importante de esta demostración es que la causa del movimiento no puede moverse con el mismo
tipo de movimiento del que es causa. Si, por ejemplo, mi alma es mi naturaleza, o sea, el principio de mis actos que llevo dentro
de mí, cuando el alma hace que yo cambie de lugar, ella no se traslada, sino que hace que mi cuerpo se traslade (solo accidentalmente decimos que, como el cuerpo se mueve, también el alma se mueve). Por esto es por lo que nada es, propiamente
hablando, causa de sí mismo.
El movimiento en el mundo se ha tenido, pues, que originar en un ser que mueve el mundo sin cambiar él mismo en absoluto (y,
por tanto, desde toda la eternidad). Hay Dios y hay mundo desde siempre, y el mundo se transforma porque Dios, inmutable, es
la causa de sus transformaciones. Pero, ¿cómo puede serlo, si Dios no entra en contacto „físico‟ con el mundo, puesto que decimos que no tiene materia ni está en potencia de nada? Tenemos que recurrir a que la causa final es el porqué más pleno y explicativo. No es que Dios haya dado algo así como un primer impulso o golpe a los cielos, sino que Él, que ni siquiera puede conocer directamente los cambios del mundo (porque tendría que cambiar según se van produciendo), es el fin último de todas las
realidades materiales. Dios es el objeto que aman y al que buscan parecerse, cada cual a su modo, todas las sustancias mutables. Y no se puede decir que lo amado no mueva intensísimamente al amante.”
15. MÁS SOBRE EL MISMO TEMA
“Además del cambio sustancial, Aristóteles constata que los seres de la naturaleza son susceptibles de cambios accidentales,
como los cambios cualitativos o de alteración, cuantitativos o de aumento y disminución, y locales. Esta clase de cambios suponen una sustancia permanente capaz de modificarse accidentalmente. El hilemorfismo explica también estas clases de cambios
por la materia y la forma. Pero ahora no se trata de la materia prima y forma sustancial, sino de las llamadas "materia segunda" y
"forma accidental". La materia segunda ya es un ente, es decir, es una sustancia con todas las determinaciones provenientes de
la forma sustancial, pero que aún es capaz de sufrir múltiples modificaciones accidentales. Por tanto, si bien la substancia es un
ente en acto también está en potencia de recibir formas accidentales. En este sentido Aristóteles denomina a la sustancia como
"materia segunda", pues supone ya la "actualización" de la materia primera.
Así pues, la observación de los cambios en las cosas manifiesta la distinción de substancia y accidentes. Podríamos decir que el
fenómeno del cambio es uno de los caminos más claros para diferenciar estos dos aspectos de las cosas sensibles. Los entes
Tema 3: ARISTÓTELES * Complementos
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materiales sufren ciertas modificaciones, como el traslado de lugar, la mutación de color, el aumento de peso, etc.; sin embargo,
no por esto la cosa se convierte en otra realidad distinta, sino que la cosa se conserva en su substancia, pero cambia en cuanto a
ciertas determinaciones, que son sus accidentes. Además, se advierte fácilmente que la substancia no es simplemente una "suma" o colección de accidentes, sino una realidad profunda que los mantiene armónicamente unidos, constituyendo con ellos un
único ente individual.. Como entes, tanto la substancia como el accidente, están constituidos por los principios entitativos de la
esencia y el ser. La diferencia estriba en que, mientras que la substancia posee un ser propio, el accidente, por su parte, no posee un ser propio, sino que su ser es el de la substancia a la que pertenece. Por tener un ser propio, la substancia "subsiste":
existe "por sí misma y en sí misma", es decir, de un modo autónomo e independiente. En cambio, el accidente no goza de subsistencia, sino que debe existir en otro y por otro; es decir, es "inherente" a otra realidad (la substancia) que es la que posee propiamente el ser.” (http://recursos.cnice.mec.es/filosofia/f2ruta1.php?id_ruta=17&id_etapa=103&id_autor=2 )
Copio por su interés estas dos explicaciones que pueden ayudar a comprender de qué estamos hablando:
http://www.webdianoia.com/aristoteles/aristoteles_fis.htm: “En este sistema se establece una jerarquía de seres a partir de la perfección del motor inmóvil, que Aristóteles considera como una forma pura, como un ser perfecto por lo tanto, y que causa el movimiento en el universo en tanto causa final, y de la esfera de las estrellas fijas, que se va degradando a medida que nos acercamos al mundo sublunar, que representa el nivel ínfimo de la escala, dominado por la generación y la corrupción. Para poder explicar la acción del motor inmóvil como causa final Aristóteles se ve obligado a dotar de alma a las esferas intermedias: dichas
esferas aspiran a ser perfectas como el motor inmóvil, y es esa aspiración la que mueve el universo; pero, para poder aspirar a
esa perfección, han de tener alma. Aunque en su obra "Sobre el cielo" Aristóteles considera que el movimiento circular de las esferas corresponde al éter por naturaleza y, en consecuencia, nos ofrece una explicación de los movimientos celestes puramente
mecanicista, en la "Física", en el libro VIII, que es posterior al resto de sus obras cosmológicas, nos vuelve a ofrecer la teoría del
motor inmóvil, una interpretación teleológica del universo.”
http://recursos.cnice.mec.es/filosofia/f2ruta1.php?id_ruta=17&id_etapa=103&id_autor=2: “Finalmente, la ciencia metafísica de
Aristóteles culmina en la teología, la cual se ocupa del ser que existe per se, o sea, el ente en su sentido más pleno, la forma pura sin materia. Ya hemos comentado que, por ocuparse del ente en cuanto ente e intentar ofrecer una explicación última de la
realidad, resulta comprensible que la metafísica aristotélica incluya entre sus objetos a Dios, principio causal de los entes. Como
no es posible admitir una cadena infinita de seres que se mueven moviendo a otros, es preciso llegar a un Primer Motor Inmóvil
que mueve como causa final. Si en la Física Aristóteles concluye la existencia de un Primer Motor inmóvil y eterno a partir del
hecho del movimiento; en la Metafísica parte de la sustancia y demuestra que los entes en potencia requieren como fundamento
un Acto Puro, al que llama Dios. Dios es la suprema realidad, forma sin materia, acto puro. El acto es metafísicamente anterior a
la potencia y, en último término, el movimiento exige un motor que no tenga nada en potencia y que sea, por lo tanto, Acto puro.
Además, para Aristóteles, la vida de Dios es la más perfecta y consiste en la contemplación o vida intelectual. Su objeto es lo mejor, o sea, El mismo. Por consiguiente, la inteligencia divina se entiende a sí misma como su objeto y, en ese sentido, el Dios aristotélico es concebido esencialmente como "pensamiento que se piensa a sí mismo". En síntesis, todo ser se siente atraído por la
causalidad final última del Primer motor inmóvil, plena actualidad, puro ser inmaterial y Pensamiento autosubsistente. Recordemos que Aristóteles concibe el universo como eterno y, en ese sentido, no interpreta que Dios sea Creador. De hecho, la concepción de Dios como creador no aparecerá hasta el cristianismo.”
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Tema 3: ARISTÓTELES * Complementos
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