Ciudades globales y seguridad - Bolsa de Comercio de Rosario

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Ciudades globales y seguridad
Ana Botella (*)
Botella, Ana (2013) “Ciudades globales y seguridad”, Foreign Affairs Latinoamérica, Vol. 13: Núm.2, pp.11-15
A lo largo de los últimos años, el mundo ha ido evolucionando desde un modelo en el que los países actuaban dentro de un entorno local, circunscrito a sus fronteras, hacia
un nuevo modelo en el que las economías mundiales compiten en un entrono global.
En este contexto, las ciudades del siglo XXI, que concentran
dos tercios de la población mundial y actúan como motores
de las economías nacionales, tienen un papel protagonista.
Por eso, si el siglo pasado fue el “Siglo de las Naciones”,
cada vez es más evidente que el XXI va a ser – y está siendo
– el “Siglo de las Ciudades”. Los grandes retos mundiales,
(*) Alcaldesa de Madrid
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sus soluciones y sus respuestas solidarias e inteligentes pasan por ellas. Así, la expresión “piensa globalmente, actúa
localmente” ha dejado de ser un eslogan o una abstracción
voluntarista y se ha convertido en una exigencia que debe
estar presente en el día a día de cuantos asumimos responsabilidades públicas.
El balance de nuestra actuación se debe reflejar en las clasificaciones internacionales sobre esta materia, puesto que
ahí se verá el posicionamiento en el ámbito internacional
de una ciudad, sus fortalezas y debilidades y, lo que es más
importante, la situación en la que se encuentran sus princi-
pales competidores.
Son muchas las dimensiones analizadas por estos estudios
y, en todas ellas, la seguridad tendrá una influencia fundamental en el desarrollo de toda la gran ciudad. El mejor o
peor posicionamiento en cada una de las variables analizadas dependerá, en gran medida, de la seguridad que ofrezca la ciudad analizada. Por tanto, no cabe renunciar a la
seguridad si se quiere formar parte del grupo de referencia
entre las grandes capitales mundiales, con independencia de
la dimensión que se está analizando. De ahí que los poderes públicos debamos garantizar la seguridad en nuestras
ciudades, no sólo como valor jurídico, sino también social,
pues es la base del desarrollo equitativo de toda sociedad
avanzada y de cada uno de sus miembros.
En las ciudades modernas, más allá de un concepto estricto
de seguridad, ésta pasa por la posibilidad de disponer de un
espacio público compartido, en el que derechos y libertades
de unos y de otros convivan sin conflicto. De ahí la importancia de enfocar la seguridad como una cuestión transversal e intersectorial para el desarrollo urbano sostenible y
para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
La seguridad se materializa, desde la perspectiva del desarrollo urbano, como una parte integral de la planificación
de la ciudad; es uno de los pilares del buen gobierno y está
en la base de la libertad y la igualdad de los ciudadanos. Las
instituciones públicas y la sociedad civil deben asumir los
múltiples desafíos a los que se enfrenta la seguridad en una
ciudad global, pues es una de las demandas principales de
los ciudadanos y es fundamental para su calidad de vida.
Por eso, los poderes públicos debemos trabajar para intensificarla en nuestras ciudades. Y en esta tarea, hay que tener
en cuenta que es tan importante la seguridad real como la
percepción de la misma, la sensación de que vivimos en un
entorno sin riesgos; además, es tan importante garantizar
los medios necesarios para actuar una vez que se ha producido un hecho delictivo como evitar que éste pueda llegar
a producirse. Esto supone que, para disminuir los niveles
de inseguridad, tanto objetivos como percibidos, haya que
implementar políticas preventivas para evitar los delitos.
En la actualidad, el concepto de seguridad va mucho más
allá de una mera responsabilidad policial; es ya algo inherente a todas las políticas y áreas sociales. El incremento de
la presencia policial en las calles es una parte de la solución
a la inseguridad. Gracias a ella, se conseguirá una sensación
de seguridad subjetiva y podrán solucionarse los problemas
que hayan surgido, pero ésta no es la solución más importante, puesto que la labor policial no debe entenderse como
un instrumento meramente represivo.
La respuesta para disminuir la sensación de inseguridad del
ciudadano, ya hablamos de seguridad objetiva o subjetiva,
pasa por un concepto de seguridad integral, en el que debe
irse más allá de la respuesta policial o judicial. Debe basarse
en una política preventiva, de integración de todas las políticas sociales de nuestro modelo de convivencia, de modo
que tiendan a disminuirse o a evitarse, por ejemplo, los focos de exclusión o la pérdida del entorno urbano, aspectos
que, de forma directa o indirecta, también influyen. Ya no
es suficiente con un enfoque aislado y en paralelo; hace falta
un planteamiento integral que contemple tanto los factores
individuales y colectivos como los preventivos y los asistenciales.
Por eso, la actuación policial debe dirigirse más a la preven-
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ción del delito que a la reacción frente a él. Y ésta es la finalidad esencial de la Policía Municipal de Madrid, un cuerpo
integrado por más de 7.000 personas, formado, uniformado
y armado: garantizar la normal convivencia, la seguridad
ciudadana y el libre ejercicio de los derechos fundamentales
y las libertades públicas de las personas que conviven en
Madrid, de sus ciudadanos y de quienes nos visitan. Con
este objetivo, desde el Ayuntamiento de Madrid hemos venido trabajando en el establecimiento de alianzas y acuerdos
de colaboración con otras instituciones y administraciones,
como el Ministerio del Interior o los Tribunales de Justicia,
para lograr así una mayor y mejor comunicación y colaboración entre los diferentes agentes implicados. No obstante,
no siempre es posible evitar las actuaciones delictivas y, una
vez que se han producido, la misión de la Policía Municipal es intervenir de forma rápida, ágil, coordinada y eficaz,
ofreciendo un servicio de proximidad que fomente la participación ciudadana y el uso eficiente de los recursos públicos para la prestación el servicio con la máxima calidad.
Hace ya casi 10 años, les preguntamos a los madrileños cuáles eran sus preocupaciones principales sobre la calidad de
vida en la ciudad, y la inseguridad ciudadana se reveló como
una de sus mayores inquietudes. Ante esta preocupación, les
preguntamos qué creían que podíamos hacer, y contestaron casi unánimemente (más del 80%) que debíamos incrementar la presencia policial en las calles, centrar a la Policía
Municipal en labores de seguridad ciudadana y mejorar los
tiempos de respuesta y la implicación de la policía en la resolución de los problemas reales de los ciudadanos.
Nos pusimos a trabajar inmediatamente siguiendo esas premisas y empezamos por diseñar un plan que contemplaba
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que el servicio al ciudadano y la consecución de resultados
tangibles iban a ser los principios que guiarían todas nuestras actuaciones. Comenzamos por sacar a los policías de
las oficinas y destinamos a funcionarios no policiales a esas
tareas para las que están mejor preparados. Así pudimos
incrementar la presencia policial en las calles. Se creó el
cuerpo de Agentes de Movilidad, un cuerpo no armado que
tiene como misión la ordenación del tráfico. De esta forma,
se liberó de estas tareas a policías armados, que fueron destinados a las calles de la ciudad en labores de prevención y
seguridad ciudadana. Además se contrató seguridad privada
para prestar servicio en los edificios municipales durante las
noches y los fines de semana para no detraer policías de las
calles de la ciudad en esos momentos que demandan tanta
presencia policial.
En los 4 primeros años, conseguimos pasar de tener 2.740
policías patrullando las calles a disponer de 4.670, un
70.4% más. De 2008 a 2012, manteniendo la plantilla estable, se realizó un esfuerzo para aumentar la productividad
y se introdujo una dirección por objetivos que ha permitido
incrementar las jornadas de patrullaje en la calle un 8.5%
que es el equivalente a una promoción de 350 policías.
Después de 10 años, podemos afirmar que la ciudad de Madrid es hoy mucho más segura. Así lo avala la tasa de delitos
y faltas por habitante, que ha disminuido un 20% en la
ciudad de Madrid, mientras en el resto de España, sin contar nuestra ciudad, ha aumentado cerca de un 10%. Otro
indicador que refleja el trabajo bien hecho es la reducción
en casi un 58% de las víctimas mortales en accidentes de
tráfico entre 2003 y 2012. Estos datos ponen de manifiesto
el resultado extraordinario de la implicación directa de la
Policía Municipal de Madrid en la seguridad ciudadana, y
son refrendados por otro dato: Madrid, según estudios internacionales sobra la materia, es considerada como una de
las capitales más seguras de Europa, por delante de ciudades
como París, Londres, Berlín, Bruselas o Lisboa.
Sin embargo, estas cifras objetivas no serían suficientes si
el ciudadano de Madrid no percibiera esa seguridad como
real. Por eso, lo más importante es que, cuando les preguntamos, el 73.2% dicen sentirse muy o bastante seguros,
mientas que si les preguntamos por la seguridad percibida
durante la noche, el incremento es mucho mayor. Se ha duplicado el número de ciudadanos que se sienten seguros por
la noche, hasta alcanzar un 63% de los encuestados. Esto se
debe, sin duda, al incremento de la visibilidad policial durante las noches de los fines de semana, pues hemos pasado
de las 75 patrullas nocturnas del año 2003 a más de 200 de
las noches de los fines de semana que prestan servicio en la
actualidad. Conviene destacar que los ciudadanos de Madrid valoran muy positivamente al Cuerpo de Policía Municipal y a cada uno de los funcionarios del Ayuntamiento
que trabajan para hacer de esta ciudad un lugar más seguro:
les otorgaron una nota al servicio de 7.6 sobre 10, que supera
incluso a servicios similares como el Cuerpo Nacional de
Policía o la Guardia Civil.
A pesar de estos datos, tenemos que trabajar para seguir mejorando. Por eso, nos hemos marcado unos objetivos claros:
seguir reduciendo la delincuencia en las calles de la ciudad
en un 10%, disminuir las víctimas por accidentes de tráfico
en un 20%, mejorar la seguridad ciudadana percibida por
los madrileños en un 10% e incrementar la satisfacción ciudadana con el servicio recibido en un 10%.
Para lograr estos objetivos, establecimos unas líneas de trabajo en las que debemos ir avanzando.
La primera irá dirigida a la prevención del riesgo y a la
actuación frente a la comisión de delitos. Se asegurará la
presencia policial en las calles de Madrid y, en particular,
durante la noche de los fines de semana; se atenderán las
demandas urgentes en materia de seguridad con el compromiso de acudir al lugar de los hechos en un plazo máximo
de 8 minutos desde la recepción del aviso; se prestará una
atención especial a las personas más vulnerables, como las
víctimas de violencia doméstica y de género, a quienes se
atenderá de forma individualizada y con personal especializado, poniéndolas en contacto con los servicios jurídicos,
sanitarios y sociales necesarios; se fomentará el uso de las
nuevas tecnologías para aumentar la seguridad, y se desarrollarán planes específicos de seguridad dirigidos a ciertos
sectores estratégicos, como el comercio y el turismo.
La segunda línea de trabajo buscará una mejor convivencia
e integración. Para conseguirlo, se mejorará la protección y
la seguridad de los espacios públicos, evitando y corrigiendo
aquellas acciones que impidan su uso; se velará por la protección del medio ambiente, garantizando el buen uso de
los parques y jardines de la ciudad de Madrid y mejorando
el cumplimiento de la normativa municipal en esta materia;
se promoverá la participación de las asociaciones de vecinos,
comerciantes, inmigrantes, mayores y asociaciones de padres y madres de alumnos en los Consejos de Seguridad de
Distrito; se fomentará la integración de los inmigrantes; se
establecerán acuerdos de colaboración con la Administración de Justicia para la reinserción social, y se dará respuesta
en un plazo de 30 días a los problemas de convivencia vecinal planteados en las Oficinas de Atención al Ciudadano
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de la Policía Municipal, contactando con el demandante,
visitando el lugar de la incidencia e informando de la intervención realizada.
La tercera línea tendrá como objetivo mejorar la seguridad
vial y atender los accidentes de tráfico. Entre otras actuaciones, se seguirán realizando controles preventivos de alcoholemia en nuestras calles; se impartirá formación en materia
de seguridad vial en colegios, institutos, universidades y
centros de mayores, y, en los casos de accidentes con víctimas, habrá un compromiso de acudir al lugar de los hechos
en un tiempo máximo de 8 minutos desde la recepción de
la demanda en el 80% de los casos.
Finalmente, la cuarta línea de trabajo se dirigirá a compartir con otras administraciones el uso de los recursos tecnológicos, como el convenio de colaboración suscrito con el
Ministerio del Interior para el uso compartido de bases de
datos y aplicaciones informáticas en las funciones de Policía
Judicial. Así evitaremos una inversión duplicada por parte
de Administraciones Públicas que trabajan con un objetivo
común y que pueden compartir el uso de los recursos de
tecnologías de la información y las comunicaciones.
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Los problemas de inseguridad que afronta Madrid son similares a los que se observan en otras grandes ciudades de
nuestro entorno, especialmente en ciudades de habla española, por compartir muchas señas de identidad más allá de
nuestro idioma. El verdadero reto al que se enfrentan hoy
por hoy estas ciudades es el de generar un entorno que sea
compatible con una mejora de la calidad de vida de los ciudadanos en los diferentes espacios públicos. Por eso, es necesario avanzar hacia un modelo territorialmente más equilibrado y policéntrico, más sostenible y habitable. Esto pasa
por conseguir una mayor igualdad de oportunidades, para
lo que debemos avanzar hacia la igualdad real entre hombres y mujeres en el ámbito laboral y familiar. Asimismo,
hay que conseguir la integración de los inmigrantes y un
mayor reequilibrio territorial. Debemos corregir los desequilibrios sociales a través de las políticas y coberturas de los
servicios públicos, y desarrollando planes específicos en las
áreas más desfavorecidas.
Por último, partiendo de un diseño urbano más racional,
debemos garantizar la seguridad y la convivencia ciudadana
para seguir haciendo de Madrid una ciudad cada vez más
segura, cohesionada y con la mejor calidad de vida para los
madrileños.
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