TÍTULO XI. DELITOS CONTRA EL HONOR CAPÍTULO SEGUNDO. DE LA INJURIA Artículo 208 “Es injuria la acción o expresión que lesionan la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación. Solamente serán constitutivas de delito las injurias que, por su naturaleza, efectos y circunstancias, sean tenidas en el concepto público por graves. Las injurias que consistan en la imputación de hechos no se considerarán graves, salvo cuando se hayan llevado a cabo con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad.” COMENTARIO Al igual que ocurre con las calumnias, este delito ha tenido retoques respecto a su redacción de 1973. Fundamentalmente la reforma restringió el delito a las injurias graves, pasando las leves a ser constitutivas de falta, se exige que con las mismas se produzca lesión (antes bastaba la intención) y se modifican los elementos normativos indeterminados, refiriéndose ahora a la fama, dignidad y propia estimación . Se trata de un delito intencional, que exige un especial “ánimus injuriandi”, que no puede quedar limitado al hecho de emitir expresiones o ejecutar acciones que puedan ser con- 469 Comentarios al Código Penal sideradas injuriosas, sino que lo serán en función del comportamiento y manifestaciones concretas hechas por el autor. Dicho de otro modo, habrá de estarse al caso concreto para determinar el carácter injurioso de expresiones que en determinados ámbitos no pueden ser tenidas como tales. A pesar de esta interpretación restrictiva, no puede negarse que determinados insultos provocan por si mismos este ánimo, y su mera expresión es ya de por si constitutiva de injuria . Ya se ha adelantado que el carácter delictivo se restringe a las injurias graves, limitándose aún más en el caso la imputación de hechos, puesto que en este caso se exige el mismo conocimiento de la falsedad o temerario desprecio a la verdad de las calumnias. Todo esto hace que nos encontremos ante un delito de marcado carácter doloso . Respecto al sujeto pasivo es exigible la concreción de la persona a la que van referidas las expresiones injuriosas, puesto que las que se hagan de forma genérica carecen de entidad suficiente para afectar a la dignidad. En este sentido debe decirse que el derecho al honor únicamente queda afectado cuando las injurias tienen alcance exterior, es decir si llegan a conocimiento de terceros. Nada impide que las personas jurídicas puedan ser ofendidas por este delito en cuanto que titulares del derecho al honor que trata de protegerse. En este punto dos cuestiones merecen cierta matización. Las personas públicas, que ejercen funciones públicas han de soportar como inherente al cargo que ocupan, la posible afectación de sus derechos como consecuencia de informaciones de interés general, dentro de los debidos límites, es decir, sin alcanzar a su esfera eminentemente personal. Por otro lado los personajes de notoriedad pública, famosos, también ven debilitada su protección, excepto en lo espacios reservados para su intimidad. Un tema delicado es el de la compatibilidad entre el derecho al honor y el derecho a la información, ambos consagrados constitucionalmente y catalogados como fundamentales. Los Tribunales Constitucional y Supremo han venido declarando que el derecho a la información hace que deba reconsiderarse el análisis de las conductas hechas al amparo de tal derecho, de tal manera que únicamente en los supuestos en que realmente exista una aparente utilización del derecho, y un verdadero ánimo de injuriar, pueda considerarse penalmente ilícita la conducta, de forma que se excedan del contenido estricto de la información. Lo que tampoco puede darse es una equiparación de la veracidad de la información con la realidad. La veracidad exige el uso de una diligencia debida, que se desprende de los datos y fuentes empleados, sin que se precise una total exactitud, pero si verosimilitud, 470 Fernando Bermejo Monje siendo contrarios al derecho la simulación de informaciones basadas en simples rumores, conjeturas o la expresión de opiniones como si de informaciones se tratasen. en este sentido se entiende compatible el ejercicio del derecho a la rectificación con la acción penal, siendo indiferente a estos efectos que la rectificación se produzca más allá de que pueda entenderse como una forma de reparar el daño que atenúe la pena. El problema más importante que se plantea es el de la delimitación de la injuria grave y de la leve, dado que para saber si estamos ante las primeras el código se remite a un elemento indeterminado, el concepto público. En este orden de cosas, este delito ha de ser permanentemente actualizado, en sintonía con las costumbres y usos sociales, de forma que conductas que antaño claramente podían afectar al honor, hoy sin embargo carecen de la entidad suficiente para ello. Por último debemos hacer una pequeña referencia a la responsabilidad civil dimanante del delito, que abarcará al daño moral, que deberá fijarse en atención al medio empleado y al alcance de la difusión. Concordancias: 504, 505 y 620.2 CP. Artículo 209 “Las injurias graves hechas con publicidad se castigarán con la pena de multa de seis a catorce meses y, en otro caso, con la de tres a siete meses.” COMENTARIO Se limita a establecer las penas de las injurias graves, distinguiendo entre las que se cometen con publicidad y las restantes. Artículo 210 “El acusado de injuria quedará exento de responsabilidad probando la verdad de las imputaciones cuando éstas se dirijan contra funcionarios públicos sobre hechos concernientes al ejercicio de sus cargos o referidos a la comisión de faltas penales o de infracciones administrativas.” 471 Comentarios al Código Penal COMENTARIO Desde un punto de vista estrictamente legal se acepta la “exceptio veritatis” únicamente cuando los hechos imputados y ciertos hacen referencia a hechos cometidos por los funcionarios en el ejercicio de sus cargos, lo que “a sensu contrario”, significa que en el resto de los supuestos carece de eficacia la certeza de las imputaciones. No obstante debe tenerse en cuenta la doctrina constitucional acerca del derecho fundamental a la información, en los supuestos en los que entre en contradicción con los derechos al honor y a la intimidad, que impide interpretar de forma literal este precepto, admitiéndose en consecuencia la exención de responsabilidad a otros supuestos siempre y cuando se entienda ejercido correctamente el mencionado derecho a la información . Concordancias: 207, 504 y 505 CP. 472