Publicado en la ed. impresa: Empleos Diario LA Nación Domingo 14 de enero de 2007 Encuesta de la UCA Ir y volver del trabajo, horas bajo la lupa Promedio anual para los porteños: 429 horas Durante los 12 meses del año, descontando vacaciones y días feriados, los porteños deben utilizar, en promedio, 429 horas para ir y volver del trabajo, es decir, 54 jornadas laborales de ocho horas. Esto empeora en el caso de los trabajadores que residen en el conurbano, los cuales deben dedicar, en promedio, 613 horas anuales (77 jornadas de trabajo). En promedio, los trabajadores de las grandes ciudades del país ocupan 1 hora y 11 minutos al día en cada viaje, 554 horas totales por año; es decir, 68 jornadas de ocho horas no remuneradas ni productivas. Estos datos surgen de la encuesta anual sobre indicadores de desarrollo humano realizada en junio último por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina. El tiempo que una persona viaja para llegar a su trabajo dista, en general, de ser una inversión en capital humano o una oportunidad para el disfrute del ocio. En casi todos los casos, dicho transcurrir está económicamente a cargo del trabajador y es, además, un padecimiento por la mala calidad del transporte público, un tiempo muerto o, en el mejor de los casos, un tiempo de descanso forzado. En realidad, es un tiempo de vida activa o de descanso que pierde el trabajador, pero también su familia y la sociedad, en general. Comparado con otras ciudades importantes del país, los trabajadores que viven en la ciudad de Buenos Aires son los que menos tiempo de viaje tienen para llegar o volver del trabajo: un promedio, 56 minutos diarios. Por el contrario, los vecinos del conurbano bonaerense son los que más tardan: un promedio de 1 hora y 20 minutos de viaje. Para nuestra legislación, la jornada de trabajo comienza con el ingreso del trabajador en el establecimiento y finaliza con su egreso. El traslado al trabajo desde el hogar y de vuelta no integra esta jornada y es considerado como un tiempo en que el trabajador puede disponer libremente en su beneficio. Pero, los estudios indican que los lapsos de traslado laboral no sólo terminan siendo improductivos, sino que además, lejos de ser un descanso u ocio creativo, son un tiempo de forzado desgaste psicofísico que afecta la capacidad de trabajo y la calidad de vida de la mayoría de los trabajadores. Esto debería llamar la atención de legisladores, empleadores y sindicatos, en particular referencia a la necesidad de incluir el tiempo de viaje como parte de la jornada laboral; o en su defecto, considerar dichos traslados como un efectivo servicio público, sin que ello implique un costo económico adicional para el trabajador. También debería interesar a los políticos, que tendrían que impulsar acciones para lograr un desarrollo a escala humana, capaz de mejorar la eficiencia de los transportes públicos, y de proyectar cambios en el uso del espacio urbano, tendientes a achicar las distancias entre el trabajo y el hogar, además de hacer de estos viajes un espacio que permita un desarrollo humano creativo. Agustín Salvia Observatorio de la Deuda Social Argentina www.uca.edu.ar/observatorio.htm