Diagonal // Del 29 de septiembre al 12 de octubre de 2005 14 // ESPECIAL LA HORA DE LA EDUCACIÓN empresas colaboran con la Fundación Empresa-Universidad de Navarra, de las que 195 son socios de la institución de captación laboral. colegios concertados y privados conforman la red educativa privada en el Estado español. De estos centros, 1.200 agrupan todos los ciclos educativos. El Mundo publica desde hace seis años un ranking con los 100 “mejores” centros privados. 3.334 6.300 comunidades autónomas (Madrid, País Valenciano, Murcia, La Rioja y Canarias), todas gobernadas por el PP, han incrementado el número de alumnado escolarizado en la enseñanza privada y concertada. 5 ANÁLISIS // LA AUTOFORMACIÓN CONTRA LA EDUCACIÓN PARA EL MERCADO La producción autónoma de conocimiento XAVI SELLES La autora reflexiona sobre la idea de mercantilización educativa y resalta los aspectos que han permitido la transformación progresiva de la educación y del espacio público del conocimiento. Montserrat Galcerán* egún cuenta A. Davis, en 1851 Myrtilla Miner, una joven maestra blanca, abrió una escuela para maestras negras en Washington DC. La enseñanza de los negros estaba prohibida por las leyes de la esclavitud. De poco valía que pasaran largas noches aprendiendo el alfabeto gracias al tesón de algún esclavo o esclava que había recibido estas enseñanzas subrepticiamente. Si los amos llegaban a saberlo, arriesgaban los azotes y hasta la muerte. Ocho años más tarde la escuela fue incendiada y hubo que reconstruirla innumerables veces. En torno a 1903, en otro espacio y otro tiempo, María Goyri, una joven madrileña, convenció a su familia para que la dejaran estudiar Filosofía y Letras. El padre consintió, pero María no había previsto las consecuencias de su decisión. Cuando apareció en la puerta de la Facultad, el decano la esperaba para conducirla a la sala de profesores, donde debía aguardar, encerrada, entre clase y clase. Cada vez que sonaba la campanilla que daba inicio a las lecciones, la autoridad académica acudía a buscarla para llevarla al aula, donde se sentaba en primera fila, apartada de la muchedumbre masculina que abarrotaba el espacio. S JorG Son sólo dos ejemplos de perseverancia para conseguir educación, muestras de cómo el derecho al saber ha tenido que ser defendido. Ni Myrtilla Miner ni María Goyri aceptaron que la educación les estuviera vedada por razón de raza, de género o de clase, cuando esta convicción formaba parte de los consensos comunes. ¿Para qué querrá una negra esclava saber leer y escribir, se preguntaban los bienpensantes en la prensa de la época?, ¿para qué querrá una mujer ser universitaria? Pero tanto una como otra creían que la educación les abriría horizontes sólo presentidos, pensaban que les permitiría escapar a la inmovilidad y a la dependencia, que cambiaría sus vidas, como efectivamente así fue, aunque de un modo considerablemente más limitado al que habían esperado. La educación no subvierte las estructuras sociales, pero es un poderoso agente de cambio. Sin duda no puede olvidarse su papel en la reproducción pautada de las estructuras sociales: a través de la escuela las poblaciones se socializan y adquieren esos recursos culturales que son imprescindibles en la interacción social. Pero, por eso mismo, constituye algo así como un territorio común en el que situarse. Estar expulsado de la educación implica marginación y discriminación, aunque la inversa no sea verdadera: la mera educación no garantiza la movilidad ni la transformación social. Políticas neoliberales Espacio €.E.$. La Declaración de Bolonia (junio de 1999) sentó las bases para la construcción de un “Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) sustentado en la calidad, movilidad, diversidad y competitividad”, dejando en bandeja un exquisito manjar para el mundo de los negocios. The Financial Times cifra este mercado en 600 billones de euros, incluidas tasas estudiantiles y subsidios. A principios del siglo XXI asistimos a un cambio de paisaje. Desde hace unas décadas la respuesta de las elites neo-liberales a la exigencia de una educación pública y gratuita, unánimemente recogida en los programas sociales del siglo pasado, ha sido cambiar de terreno. Aunque precariamente impuesta, la educación ha dejado de considerarse como un derecho que debía ser garantizado por el Estado, para ser gestionada como un negocio, potencialmente lucrativo. Las instituciones educativas, especialmente las Universidades, han empezado a ser tratadas como empresas, ya sean de titularidad pública o privada, que ofertan servicios cognitivos. Ahora bien, ¿cuál es este servicio?, ¿qué es lo que venden las universidades? Valga co- te sus estudios pero que debe devolver al finalizar la carrera o al encontrar un trabajo; desdoblamiento de las tasas en plazos semestrales; créditos; subvenciones para programas especiales, etc. Ello aumenta la presencia de las grandes entidades bancarias, que adquieren el estatus de activos patrocinadores y agentes influyentes. El negocio del conocimiento debe rentabilizar el capital invertido, debe proporcionar plusvalías y debe gestionarse de modo empresarial, precarizando a los trabajadores –en este caso los profesores– y estableciendo mecanismos de competencia entre La formación y la cualificación de la ciudadanía exigen criterios diferentes de los meramente mercantiles mo respuesta el testimonio de una voz autorizada: “[hay] que acercar la Universidad a una concepción de empresa productora del capital humano demandado por los mercados” (UCM, Gaceta Universitaria, 2000). O sea, las universidades producen las capacidades cognitivas de los trabajadores modernos que, ubicadas en sus cerebros, son la fuerza motriz del capitalismo contemporáneo. Ahora bien, si los centros educativos deben ser considerados como empresas y es de suponer que como empresas ‘rentables’, la producción del conocimiento debe capitalizarse La educación ha dejado de considerarse como un derecho, para ser gestionada como un negocio y la venta del servicio mercantilizarse. Dicho con otras palabras, las inversiones en educación pasan a ser consideradas ‘gastos’ que rentabilizar gracias a los beneficios que generen: el estudiante no debe tardar ‘demasiado’ tiempo en hacer sus es- tudios porque entonces gasta más, por tanto, carreras más cortas; los estudios deben ‘flexibilizarse’ para atender a las demandas del mercado, por tanto, ‘flexibilización’ de los planes de estudio y aumento de títulos, semi-títulos y másters; esos títulos, dado que forman parte de una oferta especializada, dejan de ser gratuitos y empiezan a ser de pago, incluso en ocasiones altamente costosos; algunos son ‘por encargo’, es decir, responden a las necesidades de formación de empresas específicas, en consecuencia sus contenidos y sus metodologías deberán adecuarse a las exigencias del contratador; los bienes de las universidades –recursos bibliográficos, repertorios, personal, laboratorios…– son considerados activos posibles de rentabilizar a la hora de garantizarse un nicho privilegiado: universidad de calidad, doctorados de calidad, centros punteros, cuyos títulos valen más en el mercado del conocimiento... Hasta aquí los vendedores. Los compradores son los estudiantes o sus familias, a los que se ofrecen ‘productos financieros’ especialmente diseñados para este segmento de mercado: préstamos-renta, o sea becas que el estudiante disfruta duran- unas instituciones y otras. Y es en este punto, en la subordinación de la enseñanza y la investigación a los criterios de empresa y de mercado, donde las estructuras educativas empiezan a chirriar, no sólo por tratarse de un bien con caracteres específicos sino porque la formación y la cualificación de la ciudadanía exigen criterios diversos de los meramente mercantiles y contables. Con un añadido, el conocimiento es un bien de una naturaleza tal que por mucho que se use no se gasta, es decir, que mientras que los bienes materiales se desgastan con el uso y por tanto hay que volver a producirlos, los bienes inmateriales –procesos de gestión, procedimientos técnicos, música, libros, juegos de ordenador, programas informáticos, saber y conocimiento– por mucho que se usen no pierden nada de su valor originario. En consecuencia la fijación de su coste está ligada a la limitación de su difusión por medios jurídicos, ya sea sobre el producto o sobre las posibilidades de uso. Ésa es otra de las razones por las que la mercantilización capitalista de la formación y de la producción de conocimiento supone uno de los mayores peligros de este inicio del siglo. A ello sólo cabe oponer la primacía de la política, especialmente la política activa de todos aquellos que a la mercantilización oponen la creación autónoma de conocimiento desde los propios implicados y su difusión libre. La autora * Montserrat Galcerán es catedrática de Filosofía de la UCM. POR LA UNIVERSIDAD PÚBLICA (ALEMANIA) PROBLEMAS COMUNES, RESPUESTA CONJUNTA (BERGEN) La aplicación de la neoliberal agenda europea de Lisboa ha supuesto la disminución de las partidas destinadas al gasto social. En 16 ‘länder’, 12 de ellos de la CDU, se ha pasado de la gratuidad de la enseñanza superior al pago de tasas que oscilan entre los 500 y los 2.000 euros. Durante la pasada primavera, se desarrollaron en las universidades movilizaciones estudiantiles articuladas a nivel local y federal contra la introducción de las tasas y la incertidumbre de la aplicación del proceso de Bolonia. Del 20 al 22 de mayo tuvo lugar en Bergen (Noruega) la segunda edición del Foro de la Educación europeo, simultáneamente a la cumbre de ministros de Educación de los 45 países que integran el Espacio Europero de Educación Superior (EEES). 300 universitarios debatieron sobre el proceso de mercantilización de la educación superior desarrollado a través del EEES. El Foro creó un observatorio sobre la universidad pública y propuso el 17 de noviembre como fecha de movilización contra esta convergencia europea.