Memorial requisa al TSJ AGOSTO 2011

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Neuquén, de agosto de 2011.-
Tribunal Superior de
Justicia de la Provincia del Neuquén
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Ref. Pedido de audiencia requisas a visitas en unidades de detención
En nuestro carácter de integrantes de la asociación Zainuco nos presentamos ante ustedes a
efectos de ponerlos en conocimiento de los gravísimos abusos que son cometidos por parte del personal
policial de la Unidad N° 11 durante las requisas a las personas que concurren como visitas a tal
establecimiento.
En tal sentido, cabe mencionar que para el ingreso a la unidad las visitas son obligadas a desnudarse
completamente frente a los guardias, en tal estado, a realizar maniobras corporales tales como flexiones,
toser, y colocarse en posiciones tales que sus partes íntimas queden absolutamente expuestas. A su vez, les
son realizados tocamientos en sus partes íntimas.
Este procedimiento no conoce de excepciones, ya que es realizado tanto a las personas adultas, como a
los/las ancianas y a los/las menores que concurren a la Unidad.
Además, debe tenerse en cuenta que estos tratos deben ser pasivamente aceptados por las visitas,
ya que es la única forma que tienen de mantener contacto con sus seres queridos detenidos.
Ante esta situación es que desde Zainuco afirmamos que la requisa a los familiares de detenidos, en las
condiciones en que se desarolla en la actualidad, no constitye otra cosa que actos de abuso sexual, los
cuales deben ser pasivamente aceptados por sus vćtimas, dada la situación de abuso de poder en la que se
produce.
No existe hoy en día modo de justificar formas de control tan intrusivas y atentatorias de la dignidad
de las personas.
En principio porque semejante avance sobre los derechos no puede ser justificado por ninguna
finalidad de control, y en segundo lugar porque existen numerosos avances tecnológicos por medio de los
cuales puede realizarse una vigilancia suficiente, sin menoscabar derechos esenciales.
También cabe mencionar la absurdidad del hecho de que se requise a absolutamente todas las
personas que concurren a la visitan, sin utilizar un protocolo de sospecha, por medio del cual se pueda
intensificar los controles con respecto a determinados individuos que hayan violado anteriormente las
regulaciones, y flexibilizarlo con respecto a las personas que no hayan tenido inconvenientes. Una forma de
intensificación del control podría estar dada por el monitoreo de aquellas visitas consideradas sospechosas.
Además, debe tenerse en cuenta que la requisa a las visitas resultaría superflua en el caso en que se
optara por requisar a los propios internos luego de terminada la visita, momento en el cual podría verificarse
que no tuvieran consigo algún elemento prohibido.
La Convención Americana Sobre Derecho Humanos – Pacto de San José de Costa Rica – ley n* 23.054 de la
Nación Argentina (Adla. B.O. 27/03/1994), texto constitucionalizado por el Artículo 75 inciso 22 de la Carta
Magna, dice que “Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física(...). (Artículo 5.1). Nadie
debe ser sometido a tratos (...). degradantes (...). (Artículo 5.2.). Toda persona tiene derecho al respeto ….y al
reconocimiento de su dignidad (Artículo 11.1)”.Y el enfrentamiento entre “los derechos individuales y normas de organización y operación del Servicio
Penitenciario Federal” en punto a “requisas vaginales”, fue laudado con resolución adversa al Estado
Argentino, por la Comisión Interamericana de Derecho Humanos (informe n* 38/96, caso n* 10.506,
“ARGENTINA” del 15/10/1996).-
En efecto, el 29/12/1989 la Comisión recibió una denuncia en contra del Gobierno de la República
Argentina en relación a la situación de la Sra. “X” y su hija “Y” de 13 años. La denuncia decía que el Estado
argentino, y especialmente las autoridades penitenciarias del Gobierno Federal, en forma rutinaria han hecho
revisiones vaginales de las mujeres que visitan la Unidad No. 1 del Servicio Penitenciario Federal, violando
derechos protegidos por la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En todas las ocasiones que la
Sra. X visitó a su esposo preso en la Capital Federal acompañada por la hija de ambos (de trece años de
edad), fueron sometidas a revisiones vaginales.En abril de 1989 la Sra. X presentó un recurso de amparo solicitando el fin a esas revisiones. Alegó
que la práctica del Servicio Penitenciario Federal comporta violación a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos por cuanto lesiona la dignidad de las personas sometidas a tal procedimiento (artículo
11), constituyendo una medida de carácter penal degradante que transciende la persona del penado o
procesado (artículo 5.3); y es, además, discriminatoria en perjuicio de las mujeres (artículo 24).Ese amparo fue resuelto favorablemente por la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional (expediente n* 35972-X y otra; s/acción de amparo-17/151- Int. II, 25 de abril de
1989), ordenando al SPF el cese de las inspecciones corporales intrusivas respecto de la presentante y su
hija. A posteriori, la Excma. Corte Suprema de Justicia de la Nación, (Fallos 207:105, sentencia 21/11/89, por
mayoría) dejó sin efecto la sentencia.Llegado el caso ante la CIDH, en lo que aquí interesa, dijo:
1) Según el artículo 1.1. de la Convención los Estados deben respetar y garantizar el pleno y libre ejercicio de
todos los derechos reconocidos por la Convención. Esas obligaciones limitan la autoridad del Estado para
imponer restricciones sobre los derechos protegidos por la Convención. 2) El ejercicio de la autoridad pública
tiene límites que derivan de que los derechos humanos, inherentes a la dignidad humana y, en consecuencia,
superiores al poder del Estado. 3) Los Estados tienen el deber de organizar el aparato gubernamental y, en
general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal
que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. 4) Hay
aspectos de la vida de una persona, y especialmente "ciertos atributos inviolables de la persona humana" que
están más allá de la esfera de acción del Estado y "que no pueden ser legítimamente menoscabados por el
ejercicio del poder público". 5) El artículo 32.2 indica que los derechos de cada persona están limitados por
los derechos de los demás, por la seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común, en una
sociedad democrática. 6) Al examinar ese artículo la CIDH ha dicho que la imposición de limitaciones se debe
emplear siempre de manera estricta. De ninguna manera podría invocarse el "orden público" o el "bien
común" como medios para suprimir un derecho garantizado por la Convención o para desnaturalizarlo o
privarlo de contenido real (ver el artículo 29.a) de la Convención). 7) Para establecer si las medidas cumplen
con lo dispuesto en la Convención deben cumplirse con tres condiciones específicas. Una medida que de
alguna manera afecte los derechos protegidos por la Convención debe necesariamente: a. ser prescrita por la
ley; b. ser necesaria para la seguridad de todos y guardar relación con las demandas justas de una sociedad
democrática; y c. su aplicación se debe ceñir estrictamente a las circunstancias específicas enunciadas en el
artículo 32.2, y ser proporcional y razonable a fin de lograr esos objetivos. 8) La Comisión no cuestionó la
necesidad de requisas generales antes de permitir el ingreso a una penitenciaría. Sin embargo, las revisiones
o inspecciones vaginales son un tipo de requisa excepcional y muy intrusiva. La Comisión quisiera subrayar
que el visitante o miembro de la familia que procure ejercer su derecho a una vida familiar no debe convertirse
automáticamente en sospechoso de un acto ilícito y no puede considerarse, en principio, que represente una
amenaza grave para la seguridad. Aunque la medida en cuestión puede adoptarse excepcionalmente para
garantizar la seguridad en ciertos casos específicos, no puede sostenerse que su aplicación sistemática a
todos los visitantes sea una medida necesaria para garantizar la seguridad pública. 9) La restricción a los
derechos humanos debe ser proporcional al interés que la justifica y ajustarse estrechamente al logro de ese
legítimo objetivo. No basta invocar razones de seguridad.
Después de todo, se trata de buscar un balance entre el interés legítimo de los familiares y de los presos de
realizar visitas sin restricciones arbitrarias o abusivas, y el interés público de garantizar la seguridad en las
penitenciarías. 10) Para establecer la legitimidad excepcional de una revisión o inspección vaginal, en un
caso en particular, es necesario que se cumplan cuatro condiciones: a.) tiene que ser absolutamente
necesaria para lograr el objetivo de seguridad en el caso específico; b) no debe existir alternativa alguna; c)
debería, en principio, ser autorizada por orden judicial; y d) debe ser realizada únicamente por profesionales
de la salud. 11) La realización de inspecciones vaginales en ciertas circunstancias puede ser aceptable,
siempre y cuando la aplicación de la medida se rija por los principios de debido proceso y salvaguardia de los
derechos protegidos por la Convención. Sin embargo, si no se observan ciertas condiciones tales como
legalidad, necesidad y proporcionalidad, y el procedimiento no se lleva a cabo sin el debido respeto por
ciertos estándares mínimos que protegen la legitimidad de la acción y la integridad física de las personas que
se someten a él, no puede considerarse que se respetan los derechos y las garantías consagrados en la
Convención. 12) En conclusión, la Comisión opina que cuando las autoridades del Estado argentino
realizaron, en forma sistemática, inspecciones vaginales de X y Y, violaron sus derechos a la integridad física
y moral, con lo cual incurrieron en una contravención del artículo 5 de la Convención. 13) Este caso
representa un aspecto íntimo especial de la vida privada de una mujer y que el procedimiento en cuestión,
sea justificable o no su aplicación, puede provocar sentimientos profundos de angustia y vergüenza en casi
todas las personas que se ven sometidas a él.Cabe aclarar que los hechos que motivaron el INFORME Nº 38/96, CASO 10.506 Argentina de fecha
15 de octubre de 1996 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos JUSTAMENTE FUERON LAS
REQUISAS O INSPECCIONES VAGINALES OCULARES.
La decisión de la CIDH fue receptada el Procurador Penitenciario Federal. El 28 de junio de 2000,
este organismo dictó la resolución n* 22/PP/00. Allí “recomendó” al Sr. Director Nacional del Servicio
Penitenciario el cese inmediato de las revisiones vaginales en ocasión en que se efectúan los registros a
visitantes, debiendo en caso de existir razones excepcionales que aconsejen la medida, ajustarse
estrictamente a las recomendaciones expuestas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el
informe N° 38/96, caso N° 10.506 – Argentina del 15/10/96.
Posteriormente con motivo de la denuncia efectuada por la concubina de un interno respecto de la
requisa a la que fuera sometida en el Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz, el Procurador
Penitenciario señaló, mediante RECOMENDACION Nº 88 /PP/01, del 24 de abril de 2001 -Ref. Expte.7177
/PP-: “Que el suscripto ya se expidió en relación a la manera en que han de desarrollarse las requisas a los
visitantes mediante la Recomendación N° 26/PP/00. En la misma recomendé "el cese de inmediato de las
revisiones vaginales en ocasión de que se efectúan registros a visitantes, debiendo en caso de existir razones
excepcionales que aconsejen la medida, ajustarse estrictamente a las recomendaciones expuestas por la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el In forme N° 38/96, Caso 10.506 – Argentina – del 1510-96. ... Que ni de la Ley ni del Reglamento se desprende la facultad del SPF para realizar este tipo de
requisa. En efecto, no puede afirmarse que haya “respeto a la dignidad humana” si a una persona se la
obliga a desvestirse, agacharse y abrir sus labios vaginales.” (Publicado en el Informe Anual de la
Procuración Penitenciaria, subrayado en el original).
Fue así que la Dirección del Complejo Penitenciario Federal II ordenó el cese inmediato de requisas a
mujeres visitantes en las que se las obligaba a desnudarse en forma total, ajustando el procedimiento a lo
recomendado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el Informe N° 38/96, y a lo dispuesto
en el Memorando N° 84 DGCP.
Pero es más, debe tenerse bien presente que ningún texto legal vigente, sea administrativo,
sustantivo, procesal, y menos aún decisiones de organismos internacionales, autorizan, en condiciones de
“rutina”, la acción cuestionada.
La nueva impronta establecida por Ley 24.660 tiene antecedente el fallo “A. M. y otra, s/ recurso de
amparo”, (Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, Sala II, reg.
17/151), donde ya se indicaba que si bien las reglamentaciones permitían la requisas corporales, “... no es
menos cierto que en el Boletín Público N° 1625 destacaba que “... el trato humanitario deberá ser prioritario
en las requisas, evitando todo procedimiento que pueda implicar vejación al interno...”. Y agrega, en lo que
importa, que “... igual proceder se deberá adoptar en las que se realicen a los visitantes de los internos...”.
Es más, el Comité Contra la Tortura (ONU) se expidió acerca del carácter degradante de las
requisas íntimas en Argentina, en reproche a la política penitenciaria nacional. Concretamente, en
respuesta al “Cuarto informe brindado por la Nación Argentina” manifestó su preocupación por “las
vejaciones y tratos degradantes que tienen lugar durante las requisas personales que se practican a
las personas que visitan los centros de detención” (Comité Contra la Tortura, 33° período de sesiones,
15-26 de noviembre de 2004).
Estas razones despejan cualquier duda sobre los límites de las funciones administrativas, de frente a
la problemática “seguridad interna”. BIDART CAMPOS el comentar el fallo “DESSY” (CSJN 306:126, ya
citado) dijo: “... no basta que entre el reglamento carcelario y los propósitos que persigue exista una relación
en términos puramente lógicos, porque esa relación también se daría entre la disciplina en la prisión y el uso
del látigo con los prisioneros... los valores no son entes lógicos, sino objetos culturales, que exigen ser
usados, interpretados y comprendidos con y desde la valoración. Y valorar no es un acto de la lógica, sino del
sentimiento racional de justicia... ” (ED, t. 165, p. 460/1).
Es por lo expuesto que vemos con gran preocupación la situación padecida por todas
las personas que visitan las unidades de detención de la provincia, y consecuente inacción que sobre el
particular se vislumbra, por lo que respetuosamente requerimos vuestra urgente intervención, en su carácter
de cabeza del Poder Judicial de la provincia de Neuquén, a efectos de que tome debida razón de lo aquí
expuesto y se arbitren las medidas que considere adecuadas, a fin de bregar por la tutela inmediata de los
derechos humanos que se encuentran vulnerados, acogidos por la Constitución Nacional y Tratados
Internacionales de Derechos Humanos.Saluda a Ud. Atte,
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