368 • FERDINANDO CASADIEGOS CÁCERES Una a favor del pignoratario contra el pignorante llamada actio pignoraticia contraria. Por su naturaleza, este contrato era de buena fe, sinalagmático imperfecto; hacía nacer dos obligaciones, la una se deriva inmediatamente del contrato, a cargo del acreedor prendario, la segunda era accidental, a cargo del constituyente. Obligaciones del acreedor prendario: • No servirse de la cosa, so pena de hacerse responsable de un furtum usus; • Los gastos hechos por el acreedor prendario para la conservación de la cosa, y bajo este aspecto su responsabilidad se extendía hasta la culpa leve in abstracto, pero no del caso fortuito, porque era deudor de cuerpo cierto; • A restituir la cosa con sus frutos después del pago de la deuda, o la diferencia entre el crédito y el precio, si había sido vendido legalmente al vencimiento por un valor superior al monto del crédito. Además, podía guardar los frutos de la cosa si el contrato de prenda se acompañaba con una constitución de anticresis. En tanto que el deudor no pagara al acreedor, éste conservaba su derecho de retención, y el emperador Gordiano decidió que el acreedor prendario, aún después de haberse pagado una deuda, podía ejercer su derecho de retención por otras deudas, las cuales no habían afectado la prenda, y hasta que no hubiera sido satisfecho a este respecto. Esta prenda tácita no se concedía sino contra el deudor o sus herederos, y no contra un deudor hipotecario. La obligación del acreedor prendario estaba sancionada por la acción pignoratitia directa. Obligaciones del constituyente. Estas no eran sino accidentales, resultaban: • De culpas aun leves consideradas, in abstracto, que no hubiera podido cometer. • De los gastos hechos por el acreedor prendario para la conservación de la cosa y aún los que se referían a uso ordinario de la misma. Estas obligaciones estaban sancionadas por la acción pignoratitia contraria y el acreedor gozaba del derecho de retención hasta su completa ejecución.