DICTAMEN nº 44 / 2010 Materia sometida a dictamen: Reclamación en materia de responsabilidad patrimonial de la Administración derivada de daños en bienes como consecuencia de un deslizamiento de rocas y tierra procedentes de un monte público en el término municipal de Ballobar (Huesca). ANTECEDENTES Primero.- En escrito de fecha 8 de mayo de 2007, registrado de entrada en la misma fecha en el Registro General del Ayuntamiento de Ballobar (Huesca), al que estuvo dirigido, M.S. efectuó una reclamación por responsabilidad patrimonial de la Administración municipal, titular del monte público próximo a edificios pertenecientes al reclamante, con la siguiente exposición de hechos: “En fecha de 3 de enero de 2007, siendo las 17’30 horas, se hallaba el dicente en el almacén de frutas de su propiedad, ubicado en esta localidad, C/ …s/n, y más concretamente en el exterior del mismo, cuando oyó un gran ruido, y al levantar la vista observó un gran deslizamiento de rocas de gran peso y tierra, procedente del talud del monte público contiguo al almacén, sobre el cual cayó, produciendo destrozos en los dos edificios que constituyen dicho almacén y en vehículos y maquinaria existentes en el lugar, todo ello conforme se recoge en las Diligencias 12/07 levantadas por el Equipo de Atestados de Candasnos de la Guardia Civil, que se une por copia, unido a las Diligencias Previas 73/07 del Juzgado de Instrucción de Fraga”. La indemnización solicitada por daños directos asciende a 318.514,70 €, por los cinco conceptos que se relacionan en el escrito [a)-Edificios: 167.878,70; b)-Vehículos: 91.000,00; c)-: Maquinaria y palots: 7.900,00; d)-Cámara de frío: 8.000,00; y d)-Solar urbano: 1 43.736,00], mas las pérdidas por “cese temporal de actividad mercantil, en principio estimada en 8.145,00 € como beneficio neto (se entiende que hasta la fecha de la reclamación dada la indicación de la cuantía de este beneficio durante el ejercicio de 2006 que ascendió, según señala el reclamante, a 19.548,01 €), sin perjuicio, se dice, “de indicar que se elevaría dicho importe si se demorare el pago”. Como fundamentos de derecho se hace cita en el escrito de reclamación de los artículos 139, 141.1 y 142 de la Ley 30/1992 y el R.D. 429/93, explicitando que concurren en este caso todos los requisitos legalmente exigidos para que proceda la indemnización por responsabilidad patrimonial de la Administración, con especial referencia a la inexistencia de “fuerza mayor”, mencionando a tal efecto lo dispuesto en el artículo 1.105 del Código Civil y lo sustentado en un ”fundamento de derecho”, parcialmente reproducido, de la Sentencia de 27 de marzo de 2007, de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo. Sobre este último requisito, puede leerse en el escrito de reclamación: “El hecho que nos ocupa resulta previsible, por cuanto no es la primera vez en que las “ripas” de Ballobar, dadas sus características, han originado desprendimientos y/o deslizamientos, aunque hasta la fecha habían afectado únicamente a la carretera A131, en punto próximos a aquél en que se produjeron en enero pasado, habiéndose adoptado medidas que permitían aseguramiento de la zona, medidas que no se adoptaron respecto del lugar que en esta ocasión ha sufrido los desprendimientos. En el peor de los casos, habría que convenir que lo acaecido no era inevitable, ya que con la adopción de la medidas pertinentes –como las que ya se han adoptado y las que al parecer tiene previstas la Administración- se hubiera con toda seguridad (sic) la afección de bienes particulares, con riesgo de personas, o al menos se hubiera minorado los efectos”. Al escrito de reclamación se unió un “Informe valoración de daños en almacenes de “Frutas M. S.” de Ballobar, fechado el día 27 de marzo de 2007, suscrito por el Ingeniero Técnico Industrial A.R., en el que se cuantificaron los daños en edificios, maquinaria, vehículos y palots, incluido un 20% por “afección”, en 275.778,70 €. El mismo técnico efectuó otra valoración, también adjuntada, de la “finca urbana”, estimada en 43.736,00 €. Segundo.- La Alcaldía de Ballobar, con escrito fechado el día 8 de mayo de 2007, remitió al Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, la documentación correspondiente a la reclamación dirigida al Ayuntamiento de Ballobar por daños derivados del deslizamiento de rocas, hecho acaecido, según se indica, el día 3 de febrero de 2007 (no el día 3 de enero de 2007 señalado en el escrito de reclamación), por tratarse del “Talud del Monte de Utilidad Pública 148 TER, cuya gestión y conservación son competencia del Gobierno de Aragón”. El escrito de la Alcaldía tuvo entrada en el Registro de la Secretaría general Técnica de la Presidencia el día 9 de mayo de 2007. Al mismo escrito se adjuntó un informe valoración del Arquitecto Técnico J.F., por encargo del Ayuntamiento de Ballobar, fechado el día 30 de abril de 2007, en el que, en relación con las edificaciones, se hicieron las siguientes valoraciones: Coste reposición neto: 143.000,00 €; Coste reposición bruto: 147.609,00 €; y Valor mercado: 173.609,00 €. 2 También aparecen unidos a la documentación enviada por la Alcaldía de Ballobar fotocopia simple del Atestado de la Guardia Civil, Puesto de Candasnos, remitido al Juzgado de Instrucción de Fraga, en el que se efectuaron las descripciones del inmueble y de los daños del mismo, recogiendo las manifestaciones del Sr. S. (de nuevo con error en la fecha, no así en el Atestado), referidas, entre otros extremos, a los vehículos y maquinaria dañados, y a una estimación inicial de los daños (300.000,00 €, más los perjuicios por suspensión de la actividad en el almacén), y un escrito del reclamante, de 17 de abril de 2007, justificando la inclusión en la valoración del concepto “solar urbano”, “para el supuesto de que por el Ayuntamiento se considere que no se debe reconstruir los almacenes dañados”. Por último, a requerimiento del Secretario General Técnico del Departamento de Medio Ambiente, la Alcaldía, con su escrito de 13 de noviembre de 2007, envió fotocopias de las facturas presentadas por el Sr. S., correspondientes a “la inversión realizada para la construcción de la nueva Central hortofrutícola en las parcelas 320, 321, 329 y 330 del polígono 3 de este término municipal por la destrucción total, de la que ya poseía, por los desprendimientos de la ladera ocurridos en el mes de febrero de este año”. Tercero.- Cumplimentado lo solicitado por el Director del Servicio Provincial de Huesca del Departamento de Medio Ambiente, el Ingeniero de Montes, Jefe del Equipo de Incendios, con fecha 23 de julio de 2008 emitió el siguiente informe: 1º.- Los hechos ocurrieron el día 3 de febrero de 2007, por el cual en las cercanías del núcleo de población de Ballobar se produjo el desprendimiento de parte de una pared recosa vertical de las ripas existentes en la zona de Los Pilares, lo que ocasionó la caída de una gran cantidad de rocas, las cuales en gran parte rodaron y quedaron depositadas en la ladera rompiendo la vegetación arbórea y arbustiva existente en la misma, pero otras de gran tamaño cayeron en dos naves de la Central Hortofrutícola destrozando las naves y la maquinaria y materiales allí existentes, y otras quedaron depositadas en la entrada sur del acceso de vehículos al pueblo de Ballobar, desde la carretera A-131 (Huesca-Fraga). Se estima que el material rocoso desprendido fue de un volumen de 2.000 m3 que se fragmentó en su caída y que produjo bolos de piedra hasta de 5 metros cúbicos (12 toneladas métricas). 2º.- El punto donde se produjo el desprendimiento se localiza en las coordenadas U.T.M. x=266441 y=4611405. Huso 31, y está dentro del monte de utilidad pública nº 427 (antes 148 ter) denominado La Sierra y Ademprio, perteneciente al Ayuntamiento de Ballobar y sito en este término municipal. 3º.- El monte mencionado es gestionado por su carácter de Utilidad Pública por el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón. En este monte con el objeto de estabilizar las laderas se realizó en los años 60 y 70 su repoblación forestal, la cual estaba totalmente lograda y consolidada. De hecho se estima que dado que la ladera estaba poblada por un pinar de entidad y en una ladera 3 de gran pendiente (45% de media) el material rocoso desprendido de la ripa fue sujetado en su mayor parte en la ladera y no fueron mayores los daños producidos, dado que existía una vivienda muy cercana a las naves. 4º.- Hay que señalar que no hay antecedentes de que en este punto concreto se hubieran producido estos acontecimientos, a diferencia de más al sur de estas ripas en que la carretera A-131 se veía periódicamente afectada por desprendimientos de piedras que debían ser retirados de la calzada y que en el nuevo trazado de que se le dio a la misma fue separada lo más que se pudo de las laderas y los servicios de carreteras construyeron un muro perimetral de hormigón para retener las que en el futuro se pudieran desprender. En el punto concreto donde se produjo el desprendimiento del 3 de febrero de 2008 no existen notificaciones ni peticiones ni avisos de ningún tipo por parte de la propiedad o por los afectados de que se hubieran producido con anterioridad. De hecho las naves afectadas según el expediente anejo de reclamación patrimonial llevaban construidas 21 años, y en la parte contigua de la ripa desprendida hay construido un repetidor de Telefonía. 5º.- Como consecuencia de este desprendimiento el estado de la ladera quedó en una situación de grave peligro para personas y bienes como quedó reflejado en el informe emitido por técnicos del Departamento de Medio Ambiente el día 7 de febrero de 2007 que se concretó en lo siguiente: 5.1.- Desestabilización del pedraplén resultante tras el derrumbe del día 3, riesgo altamente probable de rodamiento de piedras y escollos si se producen lluvias, que en caso de ser éstas de moderadas a fuertes, la probabilidad se aproximaría a 100% o certeza total. En el primer caso la probabilidad de que los materiales pétreos lleguen a las edificaciones del casco urbano y a la carretera A-131 es elevado, en el segundo caso es prácticamente seguro. 5.2.- Riesgo de repetición de un derrumbamiento de características similares al producido el día 3, en la zona inmediatamente contigua a la que se produjo dicho día. La probabilidad de que ocurra en un plazo corto de tiempo no es fácilmente determinable sin un exhaustivo estudio geotécnico y estratigráfico, a largo plazo la probabilidad es del 100%. Concluyendo, los técnicos que suscriben proponen el desalojo de las edificaciones del casco urbano de Ballobar, en la zona del cono de deyección producido tras el derrumbe y la zona contigua, y que se adopten las medidas precautorias necesarias para evitar el alto riesgo de accidentes en la carretera A-131. 6º.- De inmediato mediante Acuerdo de febrero de 2007, del Gobierno de Aragón, se tomó conocimiento de la contratación, por el procedimiento de emergencia de las actuaciones preparatorias que permitan proteger el núcleo urbano de Ballobar y la carreta A-131 (Huesca-Fraga) y evitar futuros desprendimientos. 4 Dichas obras comenzaron el 19 de febrero de 2007 y consistieron esencialmente en la colocación de barreras dinámicas metálicas de gran capacidad de absorción de energía con el objeto de parar y retener las rocas depositadas en la ladera que por deslizamiento se pueden movilizar; colocación de una malla metálica romboidal de alambres de acero que envuelve a la parte de la ripa agrietada y la ancla mediante barras de acero corrugado a la parte de la ripa no agrietada fijándola e impidiendo su ruptura y caída; y recalzado de la ripa agrietada en su base mediante hormigón armado con el fin de crear un soporte que impida su movilización por la parte inferior. Los trabajos finalizaron el 28 de junio de 2007 y el costo total fue de 412.599,37 €. 7º.- Por último se transcribe en sus últimos párrafos, lo comunicado por el Director General de Gestión Forestal del Departamento de Medio Ambiente al Ayuntamiento de Ballobar en oficio nº (...) de 2 de abril de 2008, en contestación a éste sobre la situación de la ladera después de ejecutadas las obras de emergencia: “Todos estos trabajos permiten asegurar que la piedras desprendidas sueltas existentes en la ladera y la ripa agrietada no afecte a las edificaciones y al acceso del pueblo, lo cual no quiere decir que este suceso no pueda producirse en otras zonas contiguas a la parte asegurada, más sabiendo que en este punto no había habido antecedentes de rupturas en las rocas y de su desprendimiento”. “Es evidente que dada la naturaleza de las ripas de Ballobar, éstas son disgregables y agrietables, lo que conlleva un riesgo para las infraestructuras y edificaciones situadas debajo de ellas que no se puede olvidar y que invita a ser muy prudentes en el tipo de instalaciones, infraestructuras y edificaciones que se puedan autorizar”. “Como consecuencia de todo lo anteriormente explicado, y debido a la ubicación del núcleo urbano de Ballobar se recomienda que el Ayuntamiento de dicho municipio encargue a una empresa o consulting especializado en estos temas, un estudio de riesgos con objeto de identificar las zonas donde se debe o no permitir que se asiente la población”. Cuarto.- Por Providencia del Consejero de Medio Ambiente, de 8 de septiembre de 2008, se designó Instructora del procedimiento relacionado con el ejercicio por el Sr. S. de su derecho a reclamar por responsabilidad patrimonial de la Administración por lo daños producidos en sus bienes por la causa señalada: desprendimiento de rocas y tierra en la ladera del monte de utilidad pública nº 427. Quinto.- Elaborada por la Instructora la propuesta de resolución, fechada el día 14 de enero de 2009, en el subsiguiente trámite de audiencia el reclamante formuló alegaciones en su escrito de 16 de febrero de 2009, que fue registrado de entrada en el Registro General del Gobierno de Aragón el día siguiente. Las alegaciones están referidas a: 5 1. Inobservancia del procedimiento establecido, sin más concreciones que las referidas a la “audiencia al interesado” y la “duración del expediente” (sic), sin especificaciones, con “perjuicios para el perjudicado”. 2. Conformidad con los hechos relacionados en la propuesta de resolución, con matizaciones acerca de la indemnización por interrupción de la actividad comercial, “a la que no se renuncia, y que se concretará en el periodo de prueba que por otrosí se interesa”. 3. Procedencia de aplicar la legislación de montes, tratándose de un monte de utilidad pública, con cita del artículo 92 de la Ley 15/2006, de 28 de diciembre, de Montes de Aragón, en el que se determinan las dos acciones a desarrollar para garantizar la estabilidad del suelo, resultando “obvio que la Administración ha fallado en las dos fases”: no se ha identificado previamente el riesgo, “pese a los antecedentes existentes”, cuya “detección previa hubiera sido perfectamente posible por el personal especializado del departamento responsable”, y como consecuencia de ello, la consolidación de la ladera se ha llevado a cabo “después del deslizamiento causante de los daños reclamados”. 4. Crítica negativa de la “analogía que pretende aplicar la propuesta de resolución al citar unas sentencias que recogen dos supuestos de hecho, similares entre sí, pero muy distintos al caso que nos ocupa, ya que no es posible aducir la imposible predecibilidad de la causa de <<fuerza mayor>>”. 5. Acreditación de “la existencia de un defecto en el ejercicio de sus competencias por parte del Gobierno de Aragón”: omisión en el ejercicio de las funciones de identificar y prever los peligros derivados de la erosión de un monte en el que el mantenimiento de su estabilidad correspondía al INAGA. 6. Existencia de relación de causalidad entre el funcionamiento del servicio público y los daños producidos, evaluables económica y antijurídicos. 7. Similitud con las obligaciones de la Administración sobre el correcto mantenimiento de las carreteras y la seguridad del tráfico. Por medio de un otrosí el reclamante propuso prueba documental “acreditativa de reinicio de la actividad comercial de M.S. en su nueva ubicación en el municipio” (se ha aportado al expediente certificación de la Secretaría del Ayuntamiento de Ballobar acreditativa de la concesión de licencia ambiental de actividades clasificadas para la instalación de una Central Hortofrutícola en las parcelas catastrales 320, 321, 329 y 330 del polígono 3, por Decreto (sic) de la Alcaldía nº 21/2008, de 23 de junio). Las precedentes alegaciones no han sido objeto de informe por parte de los servicios de la Administración competente. 6 Sexto.- La mencionada propuesta de resolución contiene una relación de “antecedentes de hecho”, sin contradicciones con los antecedentes que preceden de este Dictamen. Los fundamentos de derecho de la propuesta están estructurados en nueve apartados. El primero referido a la competencia del Consejero de Medio Ambiente para adoptar la resolución que finalice el procedimiento instruido; el segundo al marco jurídico regulador de la responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas; el tercero a la procedencia de efectuar la propuesta de resolución por aplicación de la normativa citada; y en el cuarto a los requisitos legalmente exigidos para que pueda prosperar una reclamación de responsabilidad patrimonial y su reflejo en la propuesta de resolución. En el “fundamento de derecho” quinto se recogen del informe emitido por el Jefe del Equipo de Incendios del Servicio Provincial de Huesca, del Departamento de Medio Ambiente, reproducido en el antecedente tercero de este Dictamen, los puntos 2º a 4º, el sexto es coincidente con el apartado 6º del informe mencionado, y lo mismo sucede entre el “fundamento de derecho” séptimo y el punto 7º de mismo informe. En el “fundamento de derecho” octavo se hace cita de parte de la Sentencia de 16 de abril de 2008 de la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional, que a su vez se remite a la Sentencia de la misma Sala de 20 de octubre de 2004 (recurso 309/2001) referida a un supuesto, que la Sala consideró “muy semejante al que nos ocupa”, de reconocimiento de la concurrencia de fuerza mayor al desprenderse “la bóveda de un nevero o túnel de hielo”, y con base en esta cita y “por todo lo anterior”, se afirma en el último “fundamento de derecho”, el noveno de la propuesta, “que no concurre responsabilidad patrimonial de la Administración, proponiendo desestimar la pretensión del reclamante al concurrir fuerza mayor dado que la Administración no puede convertirse en aseguradora universal de todos los riesgos máxime cuando la caída de piedras es un fenómeno natural que no es controlable por la Administración a la que se le imputa el daño”. Séptimo.- La propuesta de resolución y la documentación que constituye el expediente, fueron remitidas a la Comisión Jurídica Asesora del Gobierno de Aragón por el Consejero de Medio Ambiente para emisión de Dictamen con su escrito de 27 de mayo de 2009, que tuvo entrada en el Registro de la citada Comisión el día 10 de junio de 2009. CONSIDERACIONES JURÍDICAS I En primer lugar, hemos de indicar que en fecha 8 de abril de 2009 se ha publicado en el Boletín Oficial de Aragón la Ley 1/2009, de 30 de marzo, del Consejo Consultivo de Aragón, en cuya disposición transitoria primera, bajo la rúbrica de “Constitución del Consejo Consultivo” se señala que “El Presidente y los miembros del Consejo Consultivo deberán 7 ser nombrados y tomar posesión de su cargo en el plazo de tres meses a partir de la entrada en vigor de la presente Ley, momento en el que se entenderá constituido el Consejo Consultivo y la Comisión Jurídica Asesora dejará de ejercer sus funciones”. Dado que todavía el Consejo Consultivo de Aragón no se ha constituido, esta Comisión sigue ejerciendo sus funciones, entre las que se encontraba, en la anterior regulación legal –artículo 56.1.c) del Texto Refundido de la Ley del Presidente y del Gobierno de Aragón)- la de emitir dictamen sobre las reclamaciones de indemnización por daños y perjuicios en las que la Comunidad Autónoma sea competente para adoptar la resolución final –como es el caso- precepto derogado en virtud de la Disposición Derogatoria única de la Ley 1/2009. Sin embargo, no hay en la nueva regulación legal precepto transitorio alguno aplicable a los supuestos, como el que se ha de examinar en este Dictamen, de procedimientos iniciados antes de su entrada en vigor pero que van a concluir tras la entrada en vigor de la misma (que se produjo, ex disposición final segunda de la Ley 1/2009, el mismo día de su publicación), por lo que para determinar la competencia de este órgano consultivo –en funciones- hay que estar a lo dispuesto en los artículos 15 y 16 de la precitada Ley. Así, el artículo 15 de la Ley 1/2009 limita, por lo que ahora hace al caso, la intervención del todavía no constituido Consejo Consultivo –apartado 10- al dictamen de las reclamaciones administrativas de indemnización de daños y perjuicios de cuantía superior a 6.000 euros, como sucede en el caso que se dictamina. En relación a la competencia del Pleno o de la Comisión Permanente, no cabe sino referirse –aunque parezca un contrasentido aparente- a la regulación ya derogada, puesto que mal cabe hablar de competencia de órganos del Consejo Consultivo de Aragón cuando éste no se ha constituido todavía. Por tanto hemos tenido que referir la competencia en anteriores Dictámenes, posteriores a la entrada en vigor de la Ley 1/2009, a la Comisión Permanente en función de lo que indicaba el art. 64 en relación con el 63, del Texto Refundido de la Ley del Presidente y del Gobierno de Aragón, actualmente derogada en lo que permanecía vigente, salvo el Capítulo III del Título V, por la Ley 2/2009, de 11 de mayo, del Presidente y del Gobierno de Aragón, sin que la Disposición Transitoria segunda de esta Ley tenga referencia alguna a procedimientos que no sean los de elaboración de anteproyectos de ley y de disposiciones generales ya iniciados a su entrada en vigor, por lo que esta situación normativa ha de ponerse en relación con el artículo 12.1 del Reglamento de los Procedimientos de las Administraciones Públicas en materia de Responsabilidad Patrimonial, aprobado por el R.D. 429/1993, de 26 de marzo (RPRPAP) y, especialmente, con los artículos 12.2.a) y 21.1 del Reglamento de Organización y Funcionamiento de la Comisión Jurídica, aprobado por el Decreto 132/1996, de 11 de julio (en adelante ROFCJA) cuya vigencia se mantendrá hasta la aprobación del Reglamento Orgánico del Consejo Consultivo (Disposición Transitoria segunda de la Ley 1/2009), por lo que atribución de competencia ha de entenderse que se mantiene con regulación a nivel reglamentario. II La Comisión, a la vista del expediente remitido, ha de pronunciarse acerca de si procede estimar o, por lo contrario, desestimar la reclamación de indemnización económica 8 presentada en relación con daños producidos en los edificios, vehículos y maquinaria pertenecientes al Sr. S., e interrupción de la actividad comercial desarrollada en aquéllos por el reclamante, por el deslizamiento de rocas y tierras en el monte de utilidad pública 427, en el término municipal de Ballobar, produciendo desprendimientos de las rocas que causaron los daños. Por mandato del artículo 12.2 del RPRAP, se ha de concretar la existencia o no de relación de causalidad entre el funcionamiento del servicio público y los daños producidos, con valoración, en su caso, de los de los mismos, considerando los criterios legales de aplicación. III Desde el punto de vista procedimental, se ha instruido el procedimiento de un modo conforme al Ordenamiento jurídico, con cumplimiento de todos los trámites esenciales que son la primera garantía del ciudadano en su relación con las Administraciones Públicas, incluido el de audiencia establecido en el artículo 11 del RPRPAP, en relación con el artículo 84 de la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común (en lo sucesivo LPAC), sin que se hayan observado deficiencias en este trámite, posterior a la propuesta de resolución, que incluso no ha sido alterada con posterioridad, a pesar de la genérica alusión realizada por el reclamante precisamente con ocasión de este trámite, que le permitió la formulación de las alegaciones recogidas en síntesis en el antecedente quinto de este Dictamen, muestra de ello es el orden cronológico entre la mencionada propuesta ( 14 de enero de 2009) y el escrito de alegaciones (16 de febrero de 2009). Por otra parte, hubiera podido contribuir al análisis técnico y jurídico de la reclamación formulada, un informe del “servicio cuyo funcionamiento hubiera ocasionado la presunta lesión indemnizable”, con posterioridad a las alegaciones vertidas por el reclamante en el trámite de audiencia, conforme a lo previsto en el artículo 10 del RPRPA, alegaciones que, por cierto, no han tenido reflejo en la propuesta final de resolución. Al mismo tiempo, se observa que la documentación remitida contiene el índice numerado que exige el artículo 11.3 del ROFCJA, con numeración de sus hojas (del 1 al 84, careciendo de numeración las del documento 13) y de los documentos que las integran (13), todos ellos originales, salvo los aportados con el escrito de reclamación que son fotocopias simples, y el propio escrito de reclamación, remitido por el Ayuntamiento de Ballobar en fotocopia compulsada. IV Reiteradamente viene significando en sus Dictámenes esta Comisión Jurídica que en el Derecho español vigente y en relación con la institución de la responsabilidad patrimonial de la Administración, podemos encontrar su base en el artículo 106.2 de la Constitución al atribuir a los particulares el derecho a ser indemnizados de toda lesión que sufran en 9 cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos (Vid. SS.T.S. de 10 de febrero de 2005 y 24 de enero y 26 de octubre de 2006. 24 de enero y 20 de diciembre de 2007, y las más recientes de 15 de enero 29 de abril y 26 de junio de 2008 y dos 10 de febrero de 2009 –RR. CC. 6997 y 7787/2004-), y se cumplan los demás requisitos dispuestos en el Ordenamiento Jurídico, constituido a estos efectos por los artículos 139 y ss. de la LPAC, así como las que los desarrollen, lo que constituye una garantía fundamental de la seguridad jurídica. No obstante, antes de iniciar el análisis de la concurrencia de los requisitos legales para que proceda la asunción por parte de la Administración autonómica de la pretensión indemnizatoria por responsabilidad patrimonial de la misma aducida por el reclamante, se estima conveniente, como síntesis de la doctrina jurisprudencial en esta materia, incluir en esta Consideración Jurídica parte de lo indicado por el Tribunal Supremo en el fundamento de derecho tercero de su reciente Sentencia de 2 de diciembre de 2009 (recurso de casación 3391/2005). Estos son los textos de los seis primeros párrafos de este fundamento de derecho: El motivo así planteado no puede prosperar, pues, en primer lugar, ejercitándose la acción de responsabilidad patrimonial de la Administración, ha de estarse a la normativa de carácter público que la regula y la interpretación que de la misma hace la jurisprudencia en el orden Contencioso Administrativo, sin que pueda fundarse pretensiones de tal naturaleza en la invocación de las normas que regulan la responsabilidad extracontractual y contractual en el Código Civil y la jurisprudencia de dicho orden jurisdiccional que la interpreta, pues no se puede invocar la infracción de preceptos y jurisprudencia que no regulan tal responsabilidad de la Administración sino aquellas relaciones de carácter extracontractual que entran en el ámbito de la regulación del Código Civil (Ss. 16-3-2005 , 7-9-2005, 16-11-2005, 13-7-2007). Por otra parte, en cuanto al planteamiento que la recurrente sostiene de la responsabilidad patrimonial, conviene señalar, aunque sea brevemente, que la jurisprudencia viene exigiendo para que resulte viable la reclamación de responsabilidad patrimonial de las Administraciones públicas, que el particular sufra una lesión en sus bienes o derechos que no tenga obligación de soportar y que sea real, concreta y susceptible de evaluación económica; que la lesión sea imputable a la Administración y consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos y que, por tanto, exista una relación de causa a efecto entre el funcionamiento del servicio y la lesión, sin que ésta sea producida por fuerza mayor (SS 3-10-2000, 9-11-2004 y 9-5-2005). Se configura así como presupuesto básico del nacimiento de tal responsabilidad la existencia de una lesión o detrimento en el patrimonio del particular o, como dice la sentencia de 25 de noviembre de 1995 , "la existencia de un daño real y efectivo, no traducible en meras especulaciones o expectativas, constituye el núcleo esencial de la responsabilidad patrimonial traducible en una indemnización económica individualizada, de tal manera que resulte lesionado el ámbito patrimonial del interesado que es quién a su vez ha de soportar la carga de la prueba de la realidad del daño efectivamente causado". En todo caso se ha de tratar de un daño real y efectivo (Ss. 16-2-1998, 16-10-1995). Así lo exige con carácter general el art. 139.2 de 10 la Ley 30/1992, disponiendo que el daño alegado habrá de ser efectivo, evaluable económicamente e individualizado. Por otro lado, el carácter objetivo de la responsabilidad patrimonial no impide que para su exigencia, como señala la sentencia de 7 de febrero de 2006, sea imprescindible que exista nexo causal entre el funcionamiento normal o anormal del servicio público y el resultado lesivo o dañoso producido. A tal efecto, la jurisprudencia viene modulando el carácter objetivo de la responsabilidad patrimonial, rechazando que la mera titularidad del servicio determine la responsabilidad de la Administración respecto de cualquier consecuencia lesiva relacionada con el mismo que se pueda producir, lo que supondría convertir a la Administración en aseguradora universal de todos los riesgos, con el fin de prevenir cualquier eventualidad desfavorable o dañosa para los administrados que pueda producirse con independencia del actuar administrativo, siendo necesario, por el contrario, que esos daños sean consecuencia del funcionamiento normal o anormal de la Administración (SS.14-10-2003, 13-11-2007). A ello ha de añadirse, que constituye jurisprudencia consolidada que la prueba de la relación de causalidad corresponde a quien formula la reclamación, o como dice la sentencia de 18 de octubre de 2005, la carga de la prueba del nexo causal corresponde al que reclama la indemnización consecuencia de la responsabilidad de la Administración por lo que no habiéndose producido esa prueba no existe responsabilidad administrativa; en el mismo sentido la sentencia de 7 de septiembre de 2005, entre otras muchas. Ello es distinto de los supuestos en que se invoca la existencia de fuerza mayor o en general la ruptura del nexo causal como causa de exoneración de la responsabilidad de la Administración, que esta debe acreditar para que tal causa de exoneración resulte operativa (SS. 24-2-2003, 18-2-1998, 15-31999). A la vista de esta jurisprudencia necesariamente ha de rechazarse el planteamiento de la parte recurrente, con una concepción del carácter objetivo de la responsabilidad patrimonial que no se corresponde con la misma, y una atribución de la carga de la prueba en relación con la realidad del daño y la existencia del nexo causal que tampoco se acomoda a los criterios jurisprudenciales que se han indicado, debiéndose señalar que la Sala de instancia no aprecia una quiebra de la relación de causalidad por la concurrencia de fuerza mayor o intervención de tercero, en cuyo caso podría invocarse la inversión de la carga de la prueba que correspondería a la Administración, sino que procede a valorar la prueba practicada para concluir que no se acredita por la recurrente la realidad del daño y el nexo causal, como le corresponde de acuerdo con la jurisprudencia que acabamos de citar. Y sobre el citado carácter objetivo de la responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas, cabe recordar lo ya dicho por el Tribunal Supremo desde la aplicación del Ley de Expropiación forzosa de 1954, entre otras muchas, en las Sentencias de 15 de marzo de 1999 (recurso de casación 8170/1994 – f.d. tercero); 24 de febrero de 2003 (recuso de casación 9283/1998 – f.d. primero) y 30 de septiembre de 2009 (recurso de casación 2278/2005 – f.d. segundo al reproducir parte de la Sentencia de instancia). Al final del texto de este fundamento de este último fundamento de derecho se dice: Y es que, como ha declarado la Jurisprudencia, la prestación por la Administración de un determinado servicio público y la titularidad por parte de aquélla de la titularidad de la infraestructura 11 materia para su prestación no implica que el vigente sistema de <<responsabilidad patrimonial objetiva de las Administraciones Pública convierta a éstas en aseguradoras universales de todos los riesgos con el fin de prevenir cualquier eventualidad desfavorable o dañosa para los administrados que pueda producirse con independencia del actuar de la administrativo, porque de lo contrario se transformaría aquél en un sistema providencialista no contemplado en nuestro Ordenamiento Jurídico (SSTS de 30-9-03 y las que cita), sino que es necesario que el riesgo inherente a su utilización haya rebasado los límites impuestos por los estándares de seguridad exigibles conforme a la conciencia social (SSTS 15-12-97)>>. V A la vista de los hechos descritos en los antecedentes, resulta que la reclamación ha sido formulada dentro del plazo legal, dada fecha en la que se produjeron los hechos -3 de febrero de 2007- y la de presentación de la reclamación en el Ayuntamiento de Ballobar -8 de mayo de 2007- y dirigida a éste, y también resulta que por la causa indicada se han producido daños efectivos, individualizados, y económicamente cuantificables. En cuanto a la legitimación para reclamar, indudablemente la tiene el reclamante. La formulación de la reclamación ante el Ayuntamiento de Ballobar, cuya Alcaldía la remitió al Departamento de Medio Ambiente el mismo día de su presentación, con entrada en el Registro del mencionado Departamento -Secretaría General Técnica-, no ha dado lugar a conflicto alguno de competencias, ni ha afectado a la prescripción del derecho a reclamar, respondiendo al principio de economía procedimental (arts. 74 y 75 de la LPAC), y al de respeto de competencias [art. 4.1 a) de la LPAC], habida cuenta que, además, el artículo 1.g) de la Ley 15/2006, de Montes de Aragón, limita a los Municipios la gestión de los montes de su titularidad al excluir los incluidos en el Catálogo de Montes de Utilidad Pública. Pues bien, por lo que respecta al fondo de la reclamación planteada, a la vista de los antecedentes recogidos en este Dictamen, y partiendo de la existencia de unos daños efectivos e individualizados, como se desprende de las actuaciones de la Guardia Civil del Puesto de Candasnos, del informe del Ingeniero de Montes, Jefe del Equipo de Incendios del Servicio Provincial de Huesca del Departamento de Medio Ambiente, y de los informes de valoración aportados por el reclamante o realizado por encargo del Ayuntamiento de Ballobar, habrá de analizarse si concurre una relación de causalidad entre los daños producidos y la actuación u omisión de la Administración autonómica como gestora del Monte de Utilidad Pública nº 427, en el término municipal de Ballobar, del que es titular el Municipio. Es sabido, y así lo ha puesto de relieve la jurisprudencia del Tribunal Supremo (Vid., por todas, la Sentencia de 4 de mayo de 1999, f. d. cuarto –recurso de casación 839/1995-, citada en precedentes dictámenes de esta Comisión Jurídica) que el concepto de relación causal se resiste a ser definido apriorísticamente con carácter general, y se reduce a fijar qué hecho o condición puede ser considerado como relevante por sí mismo para producir el resultado final como presupuesto o coinditio sine qua non, esto es, como acto o hecho sin el cual es inconcebible que otro hecho o evento se considere consecuencia o efecto del 12 precedente, aunque es necesario además que resulte normalmente idóneo para determinar el concreto evento o resultado teniendo en consideración todas las circunstancia del caso, pero en el supuesto que dictamina, al admitirse la relación entre los daños alegados y el deslizamiento de rocas y tierra del monte de utilidad pública nº 427, la cuestión queda centrada en determinar si concurrió o no causa de “fuerza mayor”, causa que ha estado muy presente desde el inicio del procedimiento puesto que a la no concurrencia de fuerza mayor se refirió quien reclama en su escrito de reclamación, con expresa referencia a tal efecto del artículo 1105 del Código Civil y a la previsibilidad y a la no inevitabilidad del hecho causante [apartado d) del fundamento de derecho II del escrito de reclamación], y efectuó una cita de la Sentencia del Tribunal Supremo de 27 de marzo de 2007. En correspondencia con la tesis de la reclamación, la propuesta de resolución significa en el octavo de sus fundamentos de derecho que “de todos los elementos constitutivos de la responsabilidad de las Administraciones Públicas, debemos detenernos en que no concurra fuerza mayor”, pero llega a una conclusión muy distinta a la del reclamante al proponer “desestimar la pretensión del reclamante al concurrir fuerza mayor dado que la Administración no puede convertirse en aseguradora universal de todos los riesgos máxime cuando la caída de piedras es un fenómeno natural que no es controlable por la Administración a la que se le imputa el daño”, sin perjuicio de señalar por nuestra parte que hubiera sido deseable utilizar términos más precisos para indicar el hecho causante de los daños, como los del informe del Ingeniero de Montes que los relaciona con un “deslizamiento de tierras” y un “desprendimiento de rocas”. En apoyo de la propuesta se ha incluido en el mencionado fundamento de derecho octavo de la propuesta de resolución una cita de la Sentencia de la Sala de lo ContenciosoAdministrativo de la Audiencia Nacional de 16 de abril de 2008, a la que se hará referencia más adelante Consideración Jurídica VI de este Dictamen. Finalmente, al no haberse modificado la propuesta de resolución, como ya se ha indicado, después de las alegaciones vertidas por el reclamante en el trámite de audiencia, el planteamiento jurídico contradictorio se complementa con lo expresado en tales alegaciones acerca de la procedencia de aplicar la legislación de montes y, de forma especial, el artículo 92 de la Ley 15/2006, de Montes de Aragón, ya que se aduce el incumplimiento de lo dispuesto en este artículo al omitir la Administración autonómica las dos fases establecidas, según el reclamante: identificación previa del riesgo, cuya detección la considera “perfectamente posible”, y la consolidación de la ladera, como actuación subsiguiente. VI Como se acaba de indicar, es necesaria la concurrencia o cumplimiento de los requisitos legalmente exigidos para que pueda prosperar una pretensión de responsabilidad patrimonial de la Administración, y resulta conveniente destacar por su importancia, ante los fundamentos de la reclamación, la señalada salvedad, pues cuando concurra “fuerza mayor” será improcedente toda pretensión indemnizatoria por responsabilidad patrimonial de la Administración a la que se dirija la acción, porque maior casus est, cui humana infirmitas resistere non potest. 13 Se ha puesto de relieve en múltiples ocasiones que la conceptuación de la “fuerza mayor” ha sido una construcción doctrinal y jurisprudencial, partiendo de lo establecido en el artículo 1105 del Código Civil, insuficiente a tal efecto, en lo que parece no coincidir el reclamante en su escrito inicial al tomar este artículo como punto de referencia para estructurar y fundar su tesis de no concurrencia de fuerza mayor en el caso que se considera. La falta de precisión de esta norma [cuestión también existente en los artículos 1625, primer párrafo, 1626 al referirse a este párrafo, y 1602 del Código Civil, en tanto que el artículo 1575 diferencia entre casos fortuitos ordinarios y extraordinarios, y otros únicamente al caso fortuito (1096, 1129.3º, 1183, 1744, 1745, 1891 o 1896) o a la fuerza mayor (457, 1777, 1784, 1905 y 1908.3º)] ha dado lugar a que por las vías señaladas se haya efectuado la conceptuación diferenciada de la “fuerza mayor” y del “caso fortuito”, claro ejemplo de ello fue la Sentencia del Tribunal Supremo, Sala de lo Social, de 22 de diciembre de 1997 (f.d. cuarto – recurso de casación 1969/1997) al señalar: Ante todo hay que poner de manifiesto que no existe en nuestro derecho una definición de la fuerza mayor distinguiéndola del caso fortuito, puesto que en el artículo 1105 del Código Civil se establece una regulación omnicomprensiva de ambos supuestos, en la que se exige, como señala el precepto, que estemos en presencia de sucesos que no hubieran podido preverse o que previstos fueran inevitables. La distinción es de origen doctrinal y jurisprudencial poniendo su acento bien en la imprevisión e inevitabilidad -fuerza mayor-, o en la previsión y evitabilidad -caso fortuito- o por el contrario en que el acaecimiento se origine fuera de la empresa o círculo del deudor -fuerza mayor-, o en el ámbito interno -caso fortuito-. Se menciona así en esta doctrina, como expresiones del segundo, las averías, accidentes profesionales y como ejemplo de la primera causa de exclusión, los supuestos de guerra, rayo, etc., pero indudablemente estos ejemplos son simplemente orientativos (Vid. el considerando segundo de Sentencia del Tribunal Supremo, Sala de lo Civil, de 19 de enero de 1972). Así, en la Sentencia del Tribunal Supremo de 13 de marzo de 2003 (recurso de casación 10509/1998 – f.d. tercero), reproduciendo lo dicho en la de 31 de mayo de 1999 (recurso de casación 2132/1995 – f.d. quinto B) puede leerse: En cuanto a la alegación de fuerza mayor tampoco puede prosperar pues no puede apreciarse que concurra aquella conforme tiene declarado esta Sala, por todas, sentencia de 1 de noviembre de 2001 , al declarar que importa recordar, y en esto se muestran hoy coincidentes la doctrina científica y la jurisprudencia, que fuerza mayor y caso fortuito son unidades jurídicas diferentes: a) En el caso fortuito hay indeterminación e interioridad; indeterminación porque la causa productora del daño es desconocida (o por decirlo con palabras de la doctrina francesa: «falta de servicio que se ignora»); interioridad, además, del evento en relación con la organización en cuyo seno se produjo el daño, y ello porque está directamente conectado al funcionamiento mismo de la organización. En este sentido, entre otras, la STS de 11 de diciembre de 1974: «evento interno intrínseco, inscrito en el funcionamiento de los servicios públicos, producido por la misma naturaleza, por la misma consistencia de sus elementos, con causa desconocida». b) En la fuerza mayor, en cambio, hay determinación irresistible y exterioridad; indeterminación absolutamente irresistible, en primer lugar, es decir aun en el supuesto de que hubiera podido ser prevista; exterioridad, en segundo lugar, lo que es tanto como decir que la causa productora de la lesión ha de ser ajena al servicio y al riesgo que le es propio. En este sentido, por ejemplo, la STS de 23 de mayo de 1986: «Aquellos hechos que, aun siendo 14 previsibles, sean, sin embargo, inevitables, insuperables e irresistibles, siempre que la causa que los motive sea extraña e independiente del sujeto obligado». En análogo sentido: STS de 19 de abril de 1997 (apelación 1075/1992). Al mismo tiempo, no se considera ajena la observancia de los estándares de seguridad exigibles conforme a la conciencia social como límite del riesgo, pues rebasado éste los daños no serán imputables a la actuación de la Administración (sirva de ejemplo, además de la que se reproduce a continuación, lo dicho en la Sentencia del Tribunal Supremo de 30 de septiembre de 2009 - f.d. tercero- recurso de casación 2278/2005- de la que se ya se ha reproducido parcialmente el f.d. segundo en la Consideración Jurídica IV de este Dictamen). A este respecto, la Sentencia del mismo Tribunal de 19 de septiembre de 2008 (f.d. cuarto – recurso de casación 2118/2003) puso de relieve: Sobre esa cuestión esta Sala y Sección declaró ya en la Sentencia de 3 de octubre de 2000 que la responsabilidad patrimonial de las Administraciones públicas exige también, en efecto, un título de atribución, que no ha de consistir necesariamente en la existencia de dolo, culpa o negligencia por parte de la propia Administración o de sus funcionarios o agentes, ni siquiera en la denominada falta objetiva del servicio, es decir, el funcionamiento defectuoso no imputable a sujeto concreto alguno, y tampoco en la prestación de aquél de forma inadecuada o no ajustada a los estándares exigibles con arreglo a la conciencia y sensibilidad social del tiempo en que los acontecimientos tienen lugar. Aquellos títulos pueden, ciertamente, ser suficientes para la atribución de responsabilidad a la Administración, pero su concurrencia no es necesaria. Añadiendo seguidamente: El ordenamiento, en efecto, establece una responsabilidad de carácter objetivo, puesto que, admitiéndose como presupuesto tanto el funcionamiento anormal como el normal de la actividad administrativa de servicio público, en la expresión empleada por la norma no es menester que concurran factores subjetivos de culpabilidad. El título de atribución concurre, así, cuando se aprecia que el sujeto perjudicado no tenía el deber jurídico de soportar el daño (hoy la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del procedimiento administrativo común plasma normativamente este requisito al establecer en su artículo 141.1 que "sólo serán indemnizables las lesiones producidas al particular provenientes de daños que éste no tenga el deber jurídico de soportar de acuerdo con la Ley [...]"). Así puede ocurrir, entre otros supuestos, cuando se aprecia que la actividad administrativa genera un riesgo o un sacrificio especial para una persona o un grupo de personas cuyas consecuencias dañosas no deben ser soportadas por los perjudicados, o cuando del ordenamiento se infiere la existencia de un mandato que impone la asunción de las consecuencias perjudiciales o negativas de la actividad realizada por parte de quien la lleva a cabo. El Consejo de Estado también ha contribuido a conceptuar y señalar las notas que configuran la fuerza mayor, ejemplo de ello es su Dictamen nº 55.472, de 14 de marzo de 1991, en el que se dijo: La fuerza mayor es propiamente el acaecimiento extraño al campo normal de las previsiones típicas de cada servicio, según su propia naturaleza, como recordaba este Alto Cuerpo en alguna ocasión. Esta característica no puede predicarse a lo aquí acaecido, ya que la caída de lluvias, la creación consiguiente del discurso de las aguas recibidas y el obstáculo al fluir de ellas por la carretera y su variante sin desagües, es lógico y natural.- La doctrina de este Consejo de Estado y la jurisprudencia han completado el concepto de fuerza mayor, según el clásico criterio del Derecho común, agregando el supuesto irresistible, aun en el caso de que hubiera podido ser previsto. Queda ceñido el concepto de fuerza mayor <<al suceso que esté fuera del círculo de actuación obligado, que 15 no hubiera podido preverse o que previsto fuese inevitable, pero no a aquellos eventos internos intrínsecos, ínsitos en el funcionamiento de los servicios públicos>> (sentencia de la entonces Sala 4ª del Tribunal Supremo de 3 de noviembre de 1988); son pues, fuerza mayor <<aquellos hechos que, aun siendo previsibles, sean, sin embargo, inevitables, insuperables o irresistibles, siempre que la causa que los motiva sea independiente y extraña a la voluntad del sujeto obligado>>, Tampoco esta irresistibilidad o calidad invencible de la avenida está acreditada en el expediente, en el que precisamente se refieren los proyectos de realización para evitar su reproducción. El mismo órgano consultivo sustentó en su Dictamen 578/1995, de 11 de mayo: Cabría pensar que, en el presente caso, el acontecimiento generador del daño –súbita caída de un árbol sobre la carretera- pudiera ser calificado como suceso de fuerza mayor, lo cual exonera a la Administración de toda responsabilidad. Sin embargo, examinadas las circunstancia concurrentes, hay que descartar esta posibilidad, toda vez que la Demarcación reconoce en su informe el mal estado de algunos de los eucaliptos repoblados, que hubieran debido removerse a fin de evitar su caída a la calzada pública. Hay que hacer notar que la calificación de fuerza mayor (art. 1105 del Código Civil) está reservada, en la jurisprudencia y la doctrina, a acontecimientos realmente insólitos e imprevisibles, según su propia naturaleza, lo que no es el caso en el expediente que se examina, ya que el azote del viento y la lluvia no es un supuesto extraño al servicio público de carreteras, sino común al mismo, lo que obliga a cuidar extremadamente el estado de conservación de los árboles situados en las cercanías. Por último, la Sentencia del Tribunal Supremo de 24 de diciembre de 2001 (recurso de casación 1178/1006) se refirió a la fuerza mayor en la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (Vid. artículo 288 del Tratado de la Unión), y de ella se extraen los siguientes párrafos de los fundamentos de derecho sexto y noveno: El concepto de fuerza mayor recogido en nuestro Código Civil no ha sido interpretado siempre de forma unánime por la jurisprudencia, que ha requerido mayoritariamente un elemento de externalidad en la producción del suceso imprevisible o inevitable. Salvada esta circunstancia, no puede decirse que dicho concepto, que responde a una de las categorías generales de la teoría del Derecho, sea sustancialmente distinto del que aplica el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas al afirmar que consiste en las circunstancias anormales, ajenas al operador y cuyas consecuencias aparezcan como inevitables o sólo susceptibles de ser evitadas al precio de sacrificios excesivos, a pesar de toda la diligencia empleada (f.d. sexto). El concepto de fuerza mayor aplicable en relación con la normativa comunitaria cuyo incumplimiento se considera exige la concurrencia de dos requisitos: a) que el incumplimiento obedezca causalmente a una circunstancia anormal, ajena al operador y a los riesgos comerciales normalmente asumidos, cuyas consecuencias aparezcan como inevitables o sólo susceptibles de ser evitadas al precio de sacrificios excesivos; y b) que se haya procedido con la diligencia razonable para evitar las consecuencias de la fuerza mayor o para paliarlas en lo posible (f.d. noveno). La sentencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas de 12 de julio de 1984, asunto Ferriera Valsabbia SA contra Comisión de las Comunidades Europeas, declara que resulta de jurisprudencia constante del Tribunal que la noción de fuerza 16 mayor se refiere esencialmente, abstracción hecha de las particularidades de los sectores específicos en que se aplica, a circunstancias extrañas que hacen imposible la realización del hecho de que se trate. Aun cuando no supone una imposibilidad absoluta, exige sin embargo que se trate de dificultades anormales independientes de la voluntad de la persona y que aparezcan como inevitables aunque se hayan adoptado todas las prevenciones útiles (f.d. noveno). VII Reiteradamente esta Comisión Jurídica ha manifestado su criterio sobre supuestos de accidentes en carreteras producidos por desprendimientos de piedras, y muestra clara de ello es el contenido de la Consideración Jurídica III del Dictamen 135/2005, de 20 de septiembre, en la que se dijo: Tanto la jurisprudencia como la doctrina del Consejo de Estado y de esta Comisión Jurídica Asesora han señalado reiteradamente que la Administración debe responder de los daños ocasionados por el deficiente estado de conservación o mantenimiento de las carreteras, por tratarse ”de un hecho perfectamente previsible, aunque su acaecimiento no sea reiterado ni frecuente”, y evitable si no hubiera mediado “la omisión de las medidas precautorias adecuadas”, lo cual “excluye la calificación de fuerza mayor, por otra parte reservada para los acaecimientos realmente insólitos y extraños al campo normal de las previsiones típicas de cada actividad o servicio...”, siendo la fuerza mayor la única categoría excluyente de responsabilidad en nuestro Derecho Positivo. Pero no cabe aducir identidad o analogía, como ha hecho reclamante en su escrito inicial, entre estos supuestos y el que se dictamina, quien al mismo tiempo que negó en sus alegaciones en el trámite de audiencia la analogía de éste con el supuesto enjuiciado en la Sentencia de la Sala de de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional señalada en la propuesta de resolución–desprendimiento de una roca en los Picos de Europa-(si bien la parte que se reproduce en la propuesta resolución corresponde en gran parte a otra Sentencia de la misma Sala a la que se hará mención posteriormente en esta Consideración Jurídica -hundimiento de un nevero en el Parque Nacional de Ordesa-), tal analogía la adujo con respecto a la obligación de la Administración del correcto mantenimiento de las carreteras y la seguridad del tráfico. La contradicción entre la posición del reclamante y la de la Administración conduce necesariamente a un análisis de las circunstancias que concurrieron en la producción de los daños, relacionándolas con la conceptuación de la “fuerza mayor”, para determinar si, en consecuencia, se está ante un caso de fuerza mayor que excluya la responsabilidad de la Administración, como se ha indicado en la propuesta de resolución, o, por lo contrario, no se ha dado aquélla, lo que daría lugar a la estimación de la pretensión indemnizatoria por el deber que la Ley impone a las Administraciones Públicas cuando proceda su responsabilidad patrimonial como consecuencia de su actuar o de la omisión de actuaciones que den lugar a una relación de causalidad entre su actuación y los daños producidos que quien los ha sufrido no tenga el deber de soportar. Además de la cita del artículo 1105 del Código Civil, el reclamante, como ya se indicado de forma reiterada, incluyó en su escrito inicial una referencia a la Sentencia del 17 Tribunal Supremo de 22 de marzo de 2007. Esta Sentencia corresponde a un caso de infección de virus C de la hepatitis, pero de ella reprodujo el criterio con el finaliza el fundamento de derecho tercero según el cual no serán “indemnizables los daños que se deriven de hechos o circunstancias que no se hubiese podido prever o evitar según el estado de los conocimientos de la ciencia o de la técnica existentes en el momento de la producción de aquéllos, pues lo contrario convertiría a las Administraciones Públicas en aseguradoras universales de todos los riesgos sociales, lo que no resulta acorde con el significado de la responsabilidad extracontractual, aunque se asea objetiva o por el resultado”. La diferencia de supuestos ha servido al reclamante, contrarius sensus, para alegar que el deslizamiento de rocas y tierra del monte de utilidad pública nº 427, fue previsible y evitable, en los términos expresados por él y reproducidos en el antecedente primero de este Dictamen. Como se ha indicado, la propuesta de resolución se basa en lo sustentado por la Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 1ª, de la Audiencia Nacional, en su Sentencia de 16 de abril de 2008 (recurso 165/2006) que, a su vez, se remite a la de la misma Sala y Sección de 20 de octubre de 2004 (recurso 309/2001), con la que puede relacionarse otra posterior de 17 de noviembre, también de 2004 (recurso 1398/2002), y cita la Sentencia del Tribunal Supremo de 6 de febrero de 1996 (recurso de apelación 13862/1991). Pues bien este es el texto íntegro del fundamento jurídico cuarto de la mencionada Sentencia de 16 de abril de 2008: En el caso presente lo único que resulta acreditado es la existencia de un daño derivado de un desprendimiento de una roca en el Parque Nacional de los Picos de Europa pero no resulta acreditado que fuera exigible a la administración una actuación diferente hubiera evitado el accidente. Pretender obligar a la administración demandada que garantice que no se va a producir un desprendimiento de rocas en una zona como en la que se produjo el accidente parece que es obligar a la administración a una conducta excesivamente rigurosa y de imposible cumplimiento, sobre todo cuando la Ruta del Cares tiene una extensión de 14 kilómetros y no consta que se hubiera producido ningún descuido en cuanto a mantenimiento o cumplimiento de las normas de seguridad mínimas y razonables. Esta Sala, en un supuesto muy semejante al que ahora nos ocupa (recurso 309/2001) [Sentencia de la AN 20 de octubre de 2004] rechazó una pretensión indemnizatoria sobre la base del siguiente razonamiento: "esta Sala considera que no resulta acreditada la relación de causalidad entre el fallecimiento del menor y las lesiones de la recurrente derivadas del accidente y el funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos, y considerando, por el contrario, que el desprendimiento de la bóveda del nevero o túnel de hielo, según todos los informes cuyos extremos más importantes se acaban de transcribir, fue producto de la fuerza mayor al entroncar con la idea de acto extraordinario, catastrófico y desacostumbrado. Fuerza mayor que, en cuanto causa extraña a la organización y distinta del caso fortuito, entronca con la idea de lo extraordinario, o desacostumbrado mientras que el caso fortuito hace referencia a aquellos eventos internos, intrínsecos al funcionamiento de los servicios públicos, producidos por la misma naturaleza, por la misma consistencia de sus elementos, por su mismo desgaste con causa desconocida, correspondiendo en todo caso a la Administración, tal y como 18 reiteradamente señala el Tribunal Supremo, entre otras y por sintetizar, en la sentencia de 6 de febrero de 1996, probar la concurrencia de fuerza mayor, en cuanto de esa forma puede exonerarse de su responsabilidad patrimonial". El hecho de que se cambiaran los letreros de señalización tampoco resulta relevante puesto que parece acreditado (según el Informe que obra al folio 50 del expediente) es que al momento de ocurrir el accidente los letreros que advertían del peligro de desprendimientos estaban colocados, sin perjuicio de que, posteriormente se modificaran ó mejorasen. El hecho de que los testigos en su declaración manifiesten no haber visto los letreros avisadores del peligro no puede prevalecer sobre el Informe de la administración al que se acompañan fotografías de los referidos letreros. Por todo ello considera esta Sala, que puesto que la señalización existe en la zona era suficiente, y el desprendimiento de la roca un acontecimiento extraordinario y catastrófico, por lo que no ha quedado acreditada la existencia de un anormal funcionamiento de los servicios públicos, ni que éste fuera la causa del fallecimiento y las lesiones cuya indemnización se pretende en este pleito, por lo que en definitiva, y al no constar perjuicio alguno imputable a la actuación administrativa y que conforme a lo previsto en el artículo 139 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, pueda generar el derecho al resarcimiento pretendido, la demanda ha de ser desestimada. El supuesto enjuiciado en la Sentencia de 20 de octubre de 2004 está situado en una de las sendas del barranco Tormosa, la del Camino de la Cueva, dentro del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, y los daños se produjeron por el desprendimiento de la bóveda de un nevero “formada por hielo en el interior y recubierta de tierra y piedras” causando el fallecimiento de una persona y heridas graves a otra, habiendo constado en un informe pericial que “la zona de llegada del alud (sic) Tormosa y del accidente es la de mayor peligro por la presencia habitual de un nevero en condiciones inestables y la de mayor riesgo por el fácil acceso de las personas hasta el elemento singular que supone la presencia de hielo en pleno verano.- Todo ello lo demuestran los dos accidentes ocurridos en el mismo lugar y en la misma época con el balance de dos muertos y un herido”. A su vez, el supuesto de la Sentencia de 16 de abril de 2008 está localizado, como se indica en el texto reproducido, en la “ruta del Cares”, dentro del Parque Nacional de los Picos de Europa, donde el recurrente sufrió grandes daños personales como consecuencia del desprendimiento de una roca que “le alcanzó de lleno”, sobre el cual informó el Organismo Autónomo de Parques Nacionales, e hizo constar, según el texto del fundamento jurídico tercero de la Sentencia, que “la senda del Cares es un camino de montaña trazado en un barranco rodeado de paredes de marcada verticalidad, tiene la consideración de ruta de montaña y considera que la caída de piedras puede deberse a razones relacionadas con la erosión (viento, lluvia o nieve) o debido a los animales que transitan por la parte alta de los barrancos. Insiste que en el año 2001 se realizaron obras para evitar la caída de piedras y que se colocaron carteles que advertían del peligro de desprendimientos y de la existencia del barranco y de la prohibición de circular en bicicleta”. Posteriormente, al aludir al informe de la Dirección del Parque Nacional de los Picos de Europa, emitido en la fase de prueba, la Sala juzgadora estima en el mismo fundamento jurídico que “es especialmente importante este informe al describir las características y condiciones de la ruta del Cares cuando dice que se trata de unos 14 kilómetros de larga y de no más de cuatro metros de anchura aunque con mucha altura. En la descripción mencionada no se hace mención a que se exija 19 una especial preparación física para la realización de la ruta ni que el camino tenga dificultades notables aunque se habla de que se trata de una zona muy escarpada y con grandes barrancos laterales”. Ambas Sentencias tuvieron fallos desestimatorios de los recursos contenciosoadministrativos objeto de las mismas por tratarse de casos de “fuerza mayor” Por otra parte existen extremos relevantes en el informe del Ingeniero de Montes, Jefe del Equipo de Incendios, del Servicio Provincial de Huesca del Departamento de Medio Ambiente, íntegramente reproducido en el antecedente tercero de este Dictamen, que conviene destacar: Los daños se produjeron como consecuencia del desprendimiento de parte de una pared rocosa vertical de las ripas existentes en la zona de los Pilares. Este hecho ocasionó la caída de gran cantidad de rocas, parte rodaron y quedaron en la ladera, rompiendo vegetación arbórea y arbustiva, y otras de gran tamaño destrozaron las naves de la Central Hortofrutícola. En los años 60 y 70 se realizó una repoblación forestal para estabilizar las laderas, que estaba lograda y consolidada cuando se produjo el hecho causante de los daños, por lo que el pinar existente, de entidad, quedó en su mayor parte sujetado en la ladera. No había antecedentes de desprendimientos en el punto en el que se produjeron los hechos. Sí los había más al sur que afectaron a la carretera A-131. No existían notificaciones, ni peticiones, ni avisos por parte la propiedad o de los afectados sobre producción de desprendimientos en el lugar de los hechos. Las naves afectadas estaban construidas hace 21 años. Por el estado en que quedó la ladera existía peligro grave para personas y bienes, y para el tráfico por la carretera A-131, lo que motivó un informe que propuso medidas precautorias. Como consecuencia de este informe se realizaron obras de emergencia para proteger el núcleo de Ballobar y evitar futuros desprendimientos. La realización de estas obras “no quiere decir que este suceso no pueda producirse en otras zonas contiguas a la parte asegurada, más sabiendo que en este punto no había habido antecedentes de ruptura de las rocas y de su desprendimiento” (informe del Director General de Gestión Forestal transcrito en el del Ingeniero de Montes). Por la naturaleza de las ripas de Ballobar éstas son disgregables y agrietables, lo que conlleva riesgos para las edificaciones situadas debajo de ellas (Informe de la citada D.G.). 20 Ha de tenerse mucha prudencia al autorizar instalaciones, infraestructuras y edificaciones (mismo informe). Se recomienda al Ayuntamiento de Ballobar la identificación de las zonas donde no deba permitirse el asentamiento de la población (mismo informe). Todos estos extremos han de ser tenidos en consideración para fundamentar si el hecho causante de los daños es susceptible de ser calificado, o no, como de “fuerza mayor”. A estos efectos es altamente significativo que las naves estuvieran construidas aproximadamente en el año 1986, sin que existieran, por parte del reclamante o de terceros, denuncias, advertencias o avisos sobre la producción de desprendimientos, aunque fueran de menor entidad, en la zona donde se produjo el hecho que, de haber existido, hubieran contribuido a la adopción de otras medidas para asegurar la ladera, pues habrían denotado que la repoblación forestal podía ser insuficiente. Precisamente la repoblación forestal se había realizado treinta o más años antes y estaba dirigida no sólo a aumentar la masa forestal sino, también, a asegurar el suelo como medida precautoria, es decir, había existido una actuación de la Administración forestal tendente a evitar desprendimientos susceptibles de ser calificados como de ordinarios, como los que venían afectando a la carreta A-131, pero que resultó insuficiente ante un desprendimiento extraordinario, como fue el del día 3 de febrero de 2007. Lo que no cabe exigir a las Administraciones es la adopción generalizada de medias para asegurar la no producción de desprendimientos en todos los montes de utilidad pública, o incluso en los de titularidad pública, porque sería una medida desproporcionada dado que los medios de aquéllas no son ilimitados o, en palabras de la Sentencia de 16 de abril de 2008, ”pretender obligar a la Administración demandada que garantice que no se va a producir un desprendimiento de rocas en una zona como en la que se produjo el accidente parece que es obligar a la Administración a una conducta excesivamente rigurosa y de imposible cumplimiento”·y, además, como señala la misma Sentencia, no resulta acreditado que una actuación diferente hubiera evitado el accidente, y cabe añadir, que tampoco se ha acreditado cuál hubiera sido la medida adecuada para evitar un desprendimiento como el acaecido cuya entidad no podía conocerse, porque se trata de causas externas a la Administración cuya producción no fue previsible ni evitable, por tanto, se trata de un supuesto en el que la reclamación por responsabilidad patrimonial de la Administración está situada fuera de los límites señalados en la Constitución (art. 106.2) y en la LPAC (art. 139.1), pues como reiteradamente se ha dicho en este Dictamen a través de las referencias y citas jurisprudenciales, no cabe constituir a la Administración en aseguradora universal de todos los riesgos relacionados con su actividad o, como en este caso, de riesgos relacionados con hechos acaecidos por causas naturales imprevisibles e inevitables producidos en bienes de su titularidad o gestionados por ella, ni tampoco pretender una señalización masiva que indique posibilidad de peligro de desprendimientos, aunque todavía no hayan existido señales de su posibles producción y, mucho menos, de su intensidad y cuantía, para control permanente de fenómenos de la naturaleza, como ha sido el caso. Además, se insiste en la falta de indicios que pudieran alertar de la posibilidad del deslizamiento, no existiendo constancia de que quien reclama, a pesar de la proximidad de sus instalaciones comerciales, y del tiempo transcurrido desde su construcción -21 años, efectuara advertencia alguna al respecto. Esto lleva a significar lo dicho en anteriores Dictámenes sobre responsabilidad patrimonial relacionada con la asistencia sanitaria 21 prestada por el Servicio Aragonés de Salud con base la prueba pericial, y a esta prueba se refiere la Sentencia del Tribunal Supremo de 4 de noviembre de 2009 (recurso de casación 2876/2005 – f.d. primero) y en ella se precisó: “Fácil es a posteriori, una vez fallecido el paciente y realizado el estudio necroscópico, diagnosticar a qué correspondía el cuadro que presentaba, pero el enjuiciamiento ha de realizarse a la luz del conjunto de datos analíticos, síntomas, pruebas y reacciones orgánicas, que acaecían en el momento, en función de lo cual ni estaba tan claro el cuadro como lo presenta la parte actora ni se aprecia la vulneración de la lex artis ad hoc”. Por lo dicho, se estima de interés, para concluir, efectuar una alusión a la Sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Asturias de 27 de noviembre de 2008 (recurso 1802/2006) y también a la Sentencia del Tribunal Supremo de 31 de enero de 2002 (Recurso de casación 1880/1997), que desestimó el recurso de casación interpuesto contra una Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Aragón, Sala de lo Contencioso-Administrativo, por estar referido a un accidente que se produjo en la carretera A-136, por desprendimiento de piedras, y sin perjuicio de reconocer la existencia de señalización vertical de tráfico indicadora de peligro de desprendimiento de piedras y posibles obstáculos en la calzada, la Sala de instancia estimó la existencia de una relación de causalidad entre los daños y la actuación anormal, por deficiente, de la Diputación General de Aragón, lo que aceptó la Sala de casación, por no instalar otras medidas de protección adecuadas para impedir la caída de piedras procedentes de la ladera contigua a la carretera, “no habiendo acreditado la actora la imposibilidad de adoptar dichas medidas de protección”, y rechazó que se tratara de un supuesto de fuerza mayor. De su texto se reproducen los siguientes párrafos del fundamento de derecho octavo: La lectura de los hechos probados, tal y como han sido descritos por el Tribunal de instancia, no permiten hablar de fuerza mayor. Así, en el fundamento de derecho tercero se precisa que en el lugar de los hechos existía un «escarpe de una altura de varias decenas de metros, constituido por calizas y calcoesquistos intensamente fracturados en algunos puntos, y de los que se producen ocasionalmente caídas de piedras sobre la pendiente recubierta de coluvión, por lo que se deslizan fracturados hasta alcanzar a veces la carretera, llegando incluso a superarla y llegar al río que discurre por el margen izquierdo de aquélla a nivel inferior de la misma». Para atajar estos hechos, relativamente frecuentes en épocas de lluvias, la instalación durante los años 1970 y 1975 de una malla metálica, que estaba rota por muchos sitios y destinada a detener exclusivamente piedras de pequeño tamaño (8 a 10 cm), resultaba claramente insuficiente, habiéndose producido, con anterioridad, quejas por la producción de tales desprendimientos en la aludida carretera, de las que se dio oportuno traslado a la Diputación General de Aragón. De todo ello puede deducirse, como hace la sentencia de instancia, la clara relación de causalidad entre el resultado lesivo y la actividad de la Administración responsable, por no instalar otras medidas de protección adecuadas, para impedir la caída de piedras procedentes de la ladera contigua a la carretera, no habiendo acreditado la actora la imposibilidad de adoptar dichas medidas de protección. De la comparación de los hechos probados de esta Sentencia con los acreditados en el expediente del procedimiento de responsabilidad patrimonial de la Administración que se 22 instruye, y en el que se emite este Dictamen, se desprende la sustancial diferencia de circunstancias concurrentes por lo que, se estima, no existe contradicción con el criterio expuesto. Finalmente, de los hechos referidos y que resultan de la documental obrante en autos, la citada Sala del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, reseñó en fundamento de derecho primero de su Sentencia, entre otros extremos, los siguientes: En enero de 1983 se apreció por parte de la Dirección Territorial de Agricultura una destacada acentuación de grietas y fisuras apreciadas anteriormente, formando escalones y hundimientos en la parte próxima a la iniciación del talud (folio...); en junio de 1983, la empresa (....). presentó un proyecto de estabilización y remodelación de la escombrera, que incluía una escollera al pie de la misma (folio ...), paralizándose la actividad en esa área a la espera de la resolución del expediente de ocupación temporal de montes de utilidad pública que la empresa tenía en tramitación, y de la autorización para ocupación urgente de la superficie solicitada para poder extraer la piedra necesaria para continuar la construcción de la escollera al pie de la escombrera; solicitud que fue informada favorablemente por parte de la Dirección Provincial del Ministerio de Industria y Energía (folio ...), la que sin embargo no fue resuelta por parte del Ministerio de Agricultura por lo que no se llevó a cabo la misma. Unos años antes de que se produjese el deslizamiento en 2004, el lugar en el que se encontraba ubicada la escombrera aparecía como totalmente revegetada e integrada en el paisaje, sin vestigios, a simple vista, de inestabilidad (folio ...). Añadiendo en el fundamento de derecho tercero: Partiendo de las premisas fácticas y presupuestos jurídicos referidos anteriormente, resulta que cuando sucedieron los hechos en los que se fundamenta la reclamación, la competencia para ejercer las labores de control, autorización, vigilancia e inspección de las labores mineras eran competencia de la Administración Central del Estado, al igual que cuando se produjeron los primeros corrimientos de tierras, cuando se paralizaron las obras, cuando se suspendieron definitivamente los trabajos, y cuando se reclamó contra el Ayuntamiento de Quirós por la paralización de las labores extractivas; la decisión de no autorizar (tácitamente por silencio administrativo) la ocupación de montes de utilidad pública para la extracción de material para la escombrera fue decisión del Ministerio de Agricultura; y a pesar de que había un seguimiento directo por parte del Ministerio de Industria, tras la suspensión material de las obras nunca se declaró la caducidad de la concesión minera, ni se hicieron más inspecciones ni revisiones del estado de las instalaciones ni del terreno, habiéndose paralizado materialmente la explotación en el año 1984 desde cuya fecha no volvieron a reanudarse las labores extractivas, no produciéndose ninguna actuación administrativa posterior. Por otra parte, no consta desde entonces reclamación alguna en lo que se refiere al estado de la mina, ni decisión administrativa alguna en torno a la misma, ni que se haya producido ningún corrimiento del terreno o deslizamiento de materiales desde enero de 1983, estando por el contrario el terreno totalmente revegetado e integrado en el paisaje sin vestigios de inestabilidad. 23 En función de todo ello, no se aprecia la existencia de nexo causal alguno entre el deslizamiento de los materiales que se produjo en el año 2004 y la actuación de la Administración aquí demandada (....). Por último, más adelante y en el mismo fundamento de derecho, concluye la Sentencia diciendo: En consecuencia, no se aprecia la existencia de una conexión directa entre el deslizamiento de tierras producido y la actuación de la Administración del Principado de Asturias, ni por acción ni por omisión, ni tampoco puede considerarse acreditado que existiese más riesgo aparente de deslizamiento de materiales o corrimiento del terreno que el que pudiese existir en cualquier otra zona de pendiente acusada y que suelen producirse en situaciones de lluvia abundante, como la que se produjo en fechas inmediatamente anteriores a suceder los hechos; y de hecho desde que produjeron las primeras alteraciones orográficas en 1983 hasta el año 2004, transcurrieron más de veinte años sin incidencia alguna, habiéndose incluso reforestado y en consecuencia consolidado el terreno; siendo aplicable al caso de autos el criterio establecido por el Tribunal Supremo en su sentencia de 6-3-98 (....). VIII Como última consideración de este Dictamen, por no poderse omitir la alegación del reclamante en el trámite de audiencia relativa al incumplimiento por la Administración autonómica de lo dispuesto en el artículo 92 de la ley de Montes de Aragón (Ley 15/2006 ya citada), resulta necesario un análisis sobre la procedencia de su pretensión basada en tal incumplimiento. Según el reclamante, “resulta muy claro que el INAGA –Departamento de Medio Ambiente- estaba obligado, en el caso presente, a realizar las actuaciones necesarias tendentes a garantizar la estabilidad del suelo en estos ámbitos. Ello se consigue mediante dos acciones: • La identificación de las <<zonas prioritarias de actuación en materia de control de la erosión>>, mediante los estudios y controles correspondientes. • El <<mantenimiento>> de la estabilidad <<frente los procesos de degradación por erosión>>, mediante la intervención directa sobre el suelo (reforestación, obras de contención, etc.)”. “En este caso, resulta obvio que la Administración ha fallado en las dos fases de esta tarea. Por un lado, no ha sabido identificar el riesgo previamente, pese a los antecedentes existentes y reconocidos incluso en la propia propuesta de resolución para zonas próximas: <<más al sur de estas ripas en que la carretera A-131 se veía periódicamente afectada por desprendimientos de tierra (....) y los servicios de carretas construyeron un muro perimetral de hormigón para retener las que en el futuro se pudieran desprender>>. Es decir, que lo que se hizo en la carretera 24 colindante, por los servicios de la misma Administración, no se ejecutó en el Monte de Utilidad Pública causante de los daños”. “Sólo a posteriori, el Departamento de Medio Ambiente se ha visto obligado a realizar trabajos de emergencia (...) ante la evidente demostración de la falta de previsión (....)”. Esta alegación carece del adecuado sustento. En efecto, partiendo del texto del artículo 92 de la Ley de Montes de Aragón, reproducido en el escrito de alegaciones, que atribuye al Departamento competente, entre otras materias, la actuación de mantenimiento y recuperación de la estabilidad del suelo frente a los procesos de degradación por erosión, y dispone para su cumplimiento que deberán establecerse las zonas prioritarias de actuación en materia de control de la erosión y restauración hidrológico-forestal en función del riesgo que se genere a los espacios que se relacionan, entre ellos a las áreas habitadas, para lo que se incluirán en dicha zonas los terrenos forestales y las distintas áreas que se especifican, entre las que figuran “las áreas de riesgo por desprendimiento, deslizamientos o movimientos del terreno”. Tales determinaciones no tienen correspondencia con la legislación precedente sobre montes –Leyes estatales de 8 de junio de 1957 y 43/2003, de 21 de noviembre-, pero, sin embargo, la alegación no puede ser asumida aceptando el incumplimiento por la Administración autonómica de las obligaciones derivadas del mencionado artículo 92 ya que no ofrece duda que su cumplimiento no pudo ser automático, es decir, que en el mismo día de su entrada en vigor ya estuvieran determinadas las zonas, establecido el orden de prioridad, y ejecutadas las actuaciones correspondientes para conseguir en todo el territorio de la Comunidad Autónoma los efectos señalados por el legislador. Ante el contenido de la alegación del reclamante referida al monte de utilidad pública nº 427 y a lo que se acaba de exponer, basta con señalar que la Ley 15/2006, de Montes de Aragón, entró en vigor cuatro días antes del hecho que ha motivado la reclamación, ya que al haber sido publicada en el Boletín Oficial de Aragón el día 30 de diciembre de 2006, la entrada en vigor se produjo a los treinta días de su publicación en el B.O.A, según la Disposición Final novena de la Ley, y el hecho por el que se ha reclamado se produjo el día 3 de febrero de 2007. Por otra parte, la ejecución por emergencia de obras, como consecuencia de los desprendimientos y para proteger el núcleo urbano de Ballobar y la carretera A-131, se estima que en nada desvirtúa el criterio sustentado en la precedente Consideración Jurídica de este Dictamen, y se recuerda lo dicho en el informe del Director General de Gestión Forestal al advertir que los trabajos realizados para asegurar que las piedras desprendidas y la ripa agrietada no afecten a las edificaciones y acceso al pueblo, “no quiere decir que este supuesto no pueda producirse en otras zonas contiguas a la parte asegurada, más sabiendo que en este punto no había habido antecedentes de ruptura en las rocas y de su desprendimiento”. Con carácter meramente complementario se efectúa la cita del apartado 2 del artículo 20 de la Ley 5/1999, de 25 de marzo, de Urbanismo de Aragón que, por lo que respecta a los terrenos que por sus características puedan presentar graves y justificados problemas de riesgo natural para la seguridad de las personas y bienes, se reitera en el apartado b) del artículo 19 de la Ley 3/2009, de Urbanismo de Aragón. 25 Por cuanto antecede, la Comisión Jurídica Asesora del Gobierno de Aragón, emite el siguiente DICTAMEN: “Que de conformidad con la propuesta de resolución, procede desestimar la reclamación por responsabilidad patrimonial de la Administración de la Comunidad Autónoma, formulada por M.S. derivada de daños en bienes de su propiedad como consecuencia de un deslizamiento de rocas y tierra procedentes del monte de utilidad pública nº 427, próximo a edificios de su propiedad en el término municipal de Ballobar (Huesca). En Zaragoza, a nueve de febrero de dos mil diez. 26