¿Clonar animales en peligro de extinción? Desde la década de 1950 ya se realizan procesos de clonación animal. En 1952 los científicos King y Briggs obtienen por primera vez seres clónicos: renacuajos capaces de nadar. Se parte de una célula de un individuo adulto: se le extrae el núcleo donde está la información genética. Se coloca ese núcleo en un óvulo, al que se ha quitado el núcleo… y así se obtiene un huevo o zigoto, por manipulación... todo en el laboratorio (in vitro) La clonación es proceso por el que se consiguen, de forma asexual, copias semejantes de un organismo, partiendo de un ser vivo ya desarrollado, del que se conocen las características. El mecanismo asexual de reproducción permite copias idénticas al “progenitor”; en cambio, la reproducción sexual asegura diversidad: los hermanos, salvo en el caso de los gemelos idénticos, son genéticamente distintos. Óvulos y espermatozoides de un mismo individuo son genéticamente distintos, lo que constituye la clave de la diversidad de cualquier especie. En 1996 se logró el primer mamífero clonado a partir de células adultas: la oveja Dolly, obtenida en el Instituto Roslin de Edimburgo. A partir de entonces la clonación es una técnica de uso creciente… pero con limitaciones económicas: su alto costo. Alguien podría sugerir la clonación para reproducir animales destinados al consumo de carne, pero el costo ni siquiera permite analizar esa posibilidad. Clonar significa obtener uno o varios individuos a partir de una célula corporal, de modo que los individuos clonados son idénticos o casi idénticos al original. Para la ingeniería genética, clonar es un método de multiplicación 1 celular asexuada, in vitro (fuera del organismo), que consiste en aislar y multiplicar en un tubo de ensayo un determinado gen o, en general, un trozo de ADN. La clonación terapéutica permite obtener células madres embrionarias, destinadas a producir diferentes tejidos u órganos para fines médicos. El profesor Ian Wilmut revolucionó la tecnología de células madre y clonó - en 1996 -, la primera oveja del mundo, Dolly. En 2003, Dolly fue sacrificada debido a una enfermedad pulmonar. Un animal de la raza Finn Dorset como Dolly tiene una expectativa de vida de 11 a 12 años, pero Dolly vivió sólo seis años y medio. La necropsia demostró que Dolly tenía una forma de cáncer del pulmón. En la oveja Dolly la clonación se hizo a partir del tejido de la glándula mamaria de una oveja adulta de seis años. En el proceso, se extrae el núcleo de una célula y se introduce en un óvulo al que se ha quitado el núcleo; este óvulo se desarrolla, forma un embrión y se transforma en un nuevo individuo, genéticamente igual a su progenitor. En la práctica el procedimiento no es muy exitoso: en la oveja Dolly los investigadores trabajaron con 430 óvulos… y perdieron 429. Dolly no tiene padre y se puede considerar producto de tres madres: la donadora del óvulo que contribuye con el citoplasma (que contiene, además mitocondrias con algo de material genético); la donadora del núcleo (que es la que aporta la inmensa mayoría del ADN), y la que parió, que genéticamente no aporta nada. En las plantas, la clonación natural se conoce desde tiempos muy antiguos. La propagación vegetativa para producir copias del original se aplica desde hace cientos de años en especies como la vid, mediante técnicas de estaquillado o injerto. La begonia se multiplica a partir de esquejes, 2 retirando una hoja adulta de la planta madre; geranios y crisantemos se pueden reproducir a partir de sus tallos, etc. Quienes realizan trabajos de jardinería doméstica conocen bien estas técnicas. Cuando hoy se habla de clonación, se hace referencia a generar un individuo genéticamente igual al organismo del cual se extrajo la célula madre, que puede considerarse progenitor. El procedimiento es relativamente sencillo: se elimina el núcleo de un óvulo no fecundado y se sustituye por el núcleo de una célula asexual de un organismo adulto, masculino o femenino. Esta nueva célula con un núcleo trasplantado se desarrolla como si fuera un óvulo fecundado. La clonación puede resultar decisiva para evitar la extinción total de especies que no pueden vivir en cautiverio. En este caso, sin embargo, hay que plantearse algo más. De poco servirá clonar esos animales si no se modifican al mismo tiempo las causas que los han llevado al borde de la extinción, ya sea la caza masiva de ejemplares o la destrucción del hábitat donde viven. El éxito en la clonación de animales en cautiverio ha abierto nuevos horizontes: Brasil se propone clonar especies en peligro de extinción y que no sobreviven fuera del medio natural como el jaguar. Para ello ha creado un banco de genes en el que ya ha reunido 420 muestras celulares de ocho especies. Falta la segunda fase, la de extraer el núcleo de una de esas células, colocarlo en un óvulo y obtener un embrión de laboratorio. El éxito no está asegurado. Argentina ha recorrido ya parte de ese camino. Desde que en 2003 logró las primeras vacas clonadas, ha logrado crear embriones de chitas y de tigres en peligro de extinción, colocando el material genético de células adultas de estos animales en óvulos de gata, pero falta la parte más importante: que nazca un animal. India se plantea hacer lo mismo con una especie de oso negro y otra de tigre de la que quedan muy pocos ejemplares. (Fuentes básicas de información: El País, Madrid, 12 nov. 2012; artículo de Marcos Balfagón; El Genoma humano al alcance de todos. B. Yankovic, Ril Editores, Santiago, 2007) 3