La presión que ejercen los seres humanos sobre el planeta

Anuncio
© Andrey Prokhorov/iStockphoto
Johann Rockström
Director,
Instituto del Medio Ambiente
de Estocolmo
Límites
comunes
La presión que ejercen los seres
humanos sobre el planeta está
llegando a un punto de saturación y,
si se lo supera, se puede socavar el
desarrollo social y económico. Este
fenómeno es nuevo, al igual que sus
efectos en nuestros bienes comunes
–la capa de ozono estratosférica,
el sistema climático, la biosfera, la
hidrosfera y la criosfera– que se han
verificado mediante observaciones
empíricas realizadas durante los
últimos 20 años. Entre esas manifestaciones cabe mencionar el rápido
agotamiento de la capa de ozono; la
pérdida de diversidad biológica a un
ritmo exponencial continuo; la degradación de la tierra, el agua dulce y la
calidad del aire; la carga de aerosoles
y contaminación química a escala
regional; el cambio climático, y la
apropiación no sostenible de recursos
naturales finitos como el petróleo y el
fósforo. Los efectos empiezan a manifestarse de maneras que afectan a las
economías de todo el mundo.
La escala de la influencia humana
es tal que es posible que hayamos
entrado en una nueva época
geológica, el Antropoceno, en la que
20
PNUMA
NUESTRO PLANETA El planeta que compartimos
la humanidad constituye una fuerza
geológica planetaria. Por lo tanto,
es posible que estemos saliendo de
nuestra época actual, el Holoceno,
los últimos 10.000 años del período
interglaciar, que ha ofrecido condiciones
ambientales
sumamente
estables y favorecido el desarrollo del
mundo tal como lo conocemos.
Las fuerzas que impulsaron esta
globalización de los problemas
ambientales comenzaron a mediados
del decenio de 1950. Hasta ese
momento, el impacto relativo de la
humanidad en los bienes comunes era
reducido: los impactos ambientales
de casi 200 años de industrialización
se limitaban en gran medida a
impactos locales y regionales en
el agua, la tierra, el aire. Después
de mediados de siglo cambia el
ritmo de los emprendimientos
humanos. El metabolismo industrial
aumenta la escala y empezamos a
ver un incremento exponencial en el
bienestar social, el crecimiento del
PIB, la cantidad de población, las
mejoras sanitarias y el impacto de los
seres humanos en el medio ambiente.
Por lo tanto, este es el punto en que el
cambio en el medio ambiente mundial
se manifiesta en prácticamente todos
los parámetros que son importantes
para el bienestar de humano:
desde la pérdida de hábitats hasta
el cambio climático.
Hay otros tres factores que
interactúan y acentúan el problema.
El primero es el crecimiento de la
población y la riqueza: estamos en
gran medida destinados a crecer de
los 7 mil millones de personas que
somos actualmente a 9 mil millones
para 2050, en un mundo que se
urbaniza y enriquece rápidamente
(la mayoría de la población mundial,
que sigue siendo pobre, solo ha
reclamado una fracción limitada de
los bienes comunes, si bien tiene
derecho a una parte de ellos). El
segundo es que la ciencia hace cada
vez más hincapié en el riesgo de que
se produzcan cambios abruptos e
irreversibles cuando se fuerza a los
sistemas –desde los ecosistemas
locales al clima– a cruzar los
puntos de inflexión. Esto puede
provocar cambios catastróficos en
las condiciones de las naciones y
regiones, posiblemente impulsados
por cambios en los bienes comunes,
como el aumento de los gases de
efecto invernadero en la atmósfera,
que desestabiliza el manto de hielo
de Groenlandia. El tercero está
constituido por las pruebas cada vez
más numerosas de nuestra dependencia
social y económica de los servicios
de los ecosistemas para alcanzar
el bienestar de los seres humanos,
desde funciones locales tales como
los suelos fértiles, hasta mundiales
como la estabilidad del Ártico.
Tenemos que repensar en el desarrollo
humano en esta nueva época, el
“Se necesita gobernanza de
los bienes comunes
para alcanzar
el desarrollo sostenible y,
en consecuencia, el bienestar
de los seres humanos.
Ya no podemos centrarnos
exclusivamente en las
prioridades nacionales
de desarrollo económico y
protección ambiental”
Antropoceno. Necesitamos invertir
con urgencia la tendencia del cambio
ambiental negativo a nivel mundial
para movernos dentro de un espacio
de seguridad en el sistema terrestre.
Es necesaria la gobernanza de los
bienes comunes de la humanidad
como parte integrante del desarrollo
nacional y regional.
© Karen Kasmauski/Getty Images
En este contexto, sirve de marco
el concepto de límites planetarios.
Este concepto identifica los procesos
ambientales que determinan la
estabilidad de los componentes del
sistema terrestre. También propone
límites sostenibles para las variables
principales que determinan el cambio
en cada proceso, establecidas para
tratar de evitar puntos de inflexión
que podrían provocar perturbaciones
regionales y mundiales abruptas y
nocivas. Se han propuesto nueve
procesos de límites planetarios.
Entre ellos se incluyen los tres
bienes comunes para los cuales hay
pruebas de la existencia de umbrales
de gran escala –el cambio climático,
el agotamiento de la capa de ozono
y la acidificación de los océanos–
y los procesos cuyas funciones
reguladoras determinan la capacidad
de recuperación de los biomas más
importantes y, en última instancia,
del sistema terrestre: el cambio en el
uso de la tierra, el uso del agua dulce,
el ritmo de pérdida de la diversidad
biológica y la interferencia del ser
humano en los ciclos del nitrógeno
y el fósforo a nivel mundial. Los
dos últimos son la contaminación
química y la carga de aerosoles. Se
han cuantificado límites de seguridad
para los primeros siete y se eligieron
los extremos inferiores –los de riesgo
menor– del margen de incertidumbre
definido por la ciencia, de modo de
aplicar un principio de precaución:
por ejemplo, para el cambio climático,
el límite se fijó en 350 ppm (partes
por millón) de CO2, mientras que la
ciencia indica que el riesgo de cruzar
un punto de inflexión está dentro
del margen de 350 a 550 ppm de CO2.
En conjunto, esos nueve límites planetarios proporcionan a la humanidad
un espacio de seguridad. En el primer
análisis se indica que hemos transgredido el espacio de seguridad de tres de
los límites: el cambio climático, el ritmo
de pérdida de la diversidad biológica y la
extracción de nitrógeno de la atmósfera.
Eso nos ubica en una zona de peligro
riesgosa que no nos permite descartar
la posibilidad de alcanzar los puntos de
inflexión: es posible que la fusión acelerada del hielo del Ártico constituya una
advertencia anticipada de esa dinámica
no lineal.
Se necesita gobernanza de los bienes
comunes para alcanzar el desarrollo
sostenible y, en consecuencia, el
bienestar de los seres humanos. Ya no
podemos centrarnos exclusivamente en
las prioridades nacionales de desarrollo
económico y protección ambiental.
La influencia de todas las naciones en
los bienes comunes –en un momento
de creciente saturación ambiental–
genera una retroalimentación a nivel
mundial que incide en las economías
locales. Tampoco podemos centrar
nuestra atención en el cambio climático
exclusivamente.
Ahora
debemos
ocuparnos, al mismo tiempo, de la
sostenibilidad a escala planetaria de
todos los procesos ambientales claves
asociados con la estabilidad de los
sistemas biofísicos terrestres.
Es posible que el concepto de límites
planetarios resulte útil para respaldar la
gobernanza de nuestros bienes comunes.
Debemos reconocer las implicancias
sociales de vivir dentro de los límites de
seguridad, y todos los límites tienen que
cuadrar, dentro de niveles de seguridad,
a escala mundial. Así, ninguna nación ni
región podrá apropiarse de una porción
mayor de los bienes comunes sin
presentar informes transparentes a las
demás naciones ni acordar mecanismos
para garantizar que la utilización total
del espacio planetario se mantenga
dentro de los límites de seguridad.
Para mantenernos dentro del espacio
de seguridad durante el Antropoceno,
en un mundo cuya población y riqueza
están en franco crecimiento, será preciso
distribuir el espacio planetario entre las
naciones. Esta es, como mínimo, una
tarea difícil pero necesaria que, cuando
dé sus frutos, beneficiará a toda la
humanidad durante generaciones.
PNUMA
NUESTRO PLANETA El planeta que compartimos
21
Descargar