Participación activa, ciudadanía plena: Dos

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Eje Temático: Construcción de Ciudadanía en la CABA.
Participación activa, ciudadanía plena:
Dos caras de una misma moneda
Siddhartha Yogananda
Resumen: Este ensayo plantea que la construcción de una ciudadanía plena, se
logra a partir de una identificación del individuo con la ciudad, la cual solo puede
realizarse de manera continua a través de la participación activa en el poder
colectivo. Asimismo, sostenemos que el ideal que sostiene esta reivindicación de
la participación activa de la ciudadanía es una vertiente del republicanismo, que
entiende la libertad como no-dominación. Finalmente, proponemos que el modo de
instrumentar una participación ciudadana activa, es a través de las distintas
Comunas de la CABA.
Palabras Clave: Ciudadanía, Participación, Republicanismo, Comunas
Abstract: This essay states that the construction of a full- citizenship is possible
only if, a sense of community arises among the individuals, which is more likely as
long as the citizens have an active participation in the collective power. In addition,
we sustain that the ideal behind an active political participation is a republican one
that understands freedom as no-domination. Finally, we propose using the
Communes of CABA, as mechanism to trigger active political participation amongst
the citizenship.
Key Words: Citizenship, Participation, Republicanism, Communes
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Índice
Introducción…………………………………………………………………3
Participación política: Pilar de la Ciudadanía……………………………4
Conclusión…………………………………………………………………..6
Bibliografía…………………………………………………………………..8
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Introducción
Antes de examinar posibles caminos para la construcción de la ciudadanía,
es necesario indagar qué es lo que entendemos cuando hablamos de ella. De ahí
que en un sentido estricto, ciudadano hace referencia a aquel sujeto que goza de
derechos y obligaciones políticas. Mientras que, en un sentido amplio, la idea de
ciudadanía incluye la existencia de lazos de identidad entre el individuo y la
comunidad, que se refuerzan por medio de la participación activa en la toma de
decisiones colectivas. Vemos, entonces, que el reconocimiento jurídico de
derechos y obligaciones políticas es necesario pero no suficiente para la
constitución de una ciudadanía. Por ello, entendemos que la identificación de los
sujetos de derecho con la ciudad en donde se desarrollan sus vidas, es un
requisito fundamental para el establecimiento de una ciudadanía plena. Es más, si
pensamos que la construcción de la ciudadanía es un proceso histórico (Landau:
2006) de movimiento continuo- es decir, que no tiene un punto de llegada
definitivo-, la participación activa de los ciudadanos en la toma de decisiones de la
agenda publica, se muestra como el único mecanismo capaz de construir una
ciudadanía comprometida con el bienestar de su ciudad de manera continua.
Ahora bien, desde la aristocracia ateniense hasta la burguesía londinense, la
esfera pública- ya sea en forma de ágora o de Parlamento-, fue un ámbito que
estuvo circunscripto a una pequeña elite y vedada a la mayoría de la población.
Durante el transcurso del siglo XX, con la aparición de los grandes partidos de
masas y posteriormente con los medios masivos de comunicación, los ámbitos de
toma de decisión se abrieron a sectores antes excluidos. Si bien, al compas de
estas transformaciones, la noción de ciudadano avanzó hacia la inclusión, esto
quedó relegado a un formalismo jurídico. Aun hoy, luego de dos siglos de avances
tecnológicos y económicos sin precedentes en la historia de la humanidad, éstos
no han sido acompañados por una apertura de los ámbitos de discusión y de toma
de decisiones. Entonces, aparecen cuestiones como: ¿Cómo construir una
ciudadanía comprometida a través de la participación activa en la toma de
decisiones, si esos espacios de discusión y debate se encuentran bloqueados al
conjunto de la población? De ser así, ¿Existen mecanismos o dispositivos para
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lograr una apertura democrática de estos espacios? Si los hay, ¿Cuál es el ideario
que legitima esta necesidad de apertura?
Participación política: Pilar en la construcción ciudadana
La participación política como método de ejercicio de la ciudadanía es una
idea que se encuentra fuertemente asociada a la idea de libertad en el
pensamiento griego. Esto se debe a que para los griegos, el fin último de cualquier
acción era el bienestar de la polis, ya que como, explica Sartori: “El vivir “político”en y para la polis- era al mismo tiempo el vivir colectivo, el vivir asociado, y más
intensamente, el vivir en koinonia, en comunión y en comunidad” (2002: 203). Es
por esta razón, que la libertad para los griegos solo era concebible a través la
participación activa del conjunto de los ciudadanos en el poder colectivo. Por lo
tanto, la participación activa en la vida política, constituía el cimiento sobre el cual
se asentaba la identidad ciudadana con la polis, ya que como sostiene Arendt: “La
polis, propiamente hablando, no es la ciudad-estado en su situación física; es la
organización de la gente tal como surge de actuar y hablar juntos, y su verdadero
espacio se extiende para entre las personas que viven juntas para este propósito”
(1974:221)
Sin embargo, con el advenimiento de la modernidad, los lazos de identidad
entre la ciudadanía y la polis se debilitaron drásticamente. Es que, al diluirse la
polis en la megalópolis, se activan las tendencias a la despersonalización y la
atomización. La magnitud de las ciudades modernas, comparadas al reducido
tamaño de las polis, complejiza la articulación de intereses en común. Asimismo,
tanto la aceleración del paso de la historia, como el aumento de la movilidad
horizontal, plasmada en diversos procesos migratorios, suponen el desarraigo de
la comunidad (Sartori: 1995). Sumado a estos cambios sistémicos que inhiben la
posibilidad de una democracia directa, la aparición del “homo faber” llevó a una
concepción de la esfera pública, que atentaba contra el ideario griego. En este
sentido, Arendt nos explica “El impulso que lleva al fabricante al mercado publico
es la apetencia de productos, no de personas, y la fuerza que mantiene unido y en
existencia a este mercado no es la potenciabilidad que surge entre la gente
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cuando se unen en la acción y en el discurso, sino un combinado “poder de
cambio” que cada uno de los participantes adquirió en aislamiento.” (1974:232).
De este modo, la dimensión política de la ciudadanía, se vio relegada a un
segundo plano, y en su lugar, cobró preeminencia la dimensión civil. Lo cual, a su
vez, conllevó a concebir a la libertad no en términos positivos y colectivos, de
participación política, sino en términos negativos e individuales, es decir, pensar la
libertad como ausencia de interferencia de las acciones individuales.
Así, a partir de esta idea de libertad, los Estado-nación modernos se
presentaron, primariamente, como garantes de un esfera de libertad privada, y al
mismo tiempo, contrajeron- aunque de manera irregular- los limites de la esfera
pública de participación política. De este modo, es como en la actualidad se
terminó por configurar un modelo de democracia al cual Macpherson denomina
de mercado, el cual se caracteriza por: “ (ser) un mecanismo para elegir y
autorizar gobiernos, no un tipo de sociedad ni un conjunto de objetivos morales; y,
en segundo lugar […] el papel de los votantes no es el de decidir cuestiones
políticas, y después elegir representantes que pongan en práctica esas
decisiones; es, más bien, el de elegir a los hombres que adoptaran las decisiones”
(2003:96). En un escenario de esta naturaleza, de atomización creciente y de
predominio del mercado, la construcción de la ciudadanía, no puede pensarse
como un retorno idílico a la democracia directa de Grecia. Más bien, la
participación de la ciudadanía en la vida política debe procesarse a través de otros
mecanismos y, sobre todo, a partir de otro ideario.
En este sentido, planteamos que la participación política de la ciudadanía en
los asuntos públicos debe plantearse desde una perspectiva republicana que
entienda la libertad en términos negativos, pero no bajo la forma de nointerferencia, sino de no-dominación. Esta diferenciación, acuñada por Pettit,
plantea que la libertad como no interferencia concibe que: “una persona se ve
privada de su libertad en la medida en que haya una interferencia real” (2004:46),
lo cual implica que cualquier ley provocará un recorte a la libertad de los
individuos. La libertad como no-dominación, por el contrario, entiende que aunque
no haya interferencia real sobre las acciones de un individuo, la existencia de una
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esfera de dominación, conlleva a la negación misma de la libertad. En palabras de
Pettit: “el propio hecho de la dependencia y la vulnerabilidad, de la posibilidad para
ese dominus de ejercer una interferencia arbitraria, significa que la persona no es
libre” (2004: 44). Por esta razón, en la medida que los instrumentos empleados por
el Estado para ordenar a la sociedad, no sean manipulables, “(los ciudadanos)
Pueden verse limitados por las acciones del Estado, al igual que se ven
restringidos por limitaciones naturales. Pero esas acciones, como las limitaciones
naturales, no representaran una forma de dominación en sus vidas”. (2004:45)
¿Cómo lograr, pues, que los instrumentos del Estado no sean manipulables?
¿Cómo identificar los intereses comunes de los ciudadanos? A través de la
multiplicación de los ámbitos de discusión y toma de decisión, es decir,
descentralizar el poder abriendo canales mediante los cuales los ciudadanos
puedan realizar propuestas y controlar la labor de los funcionarios. Así,
disponiendo “el establecimiento de entidades consultivas de base comunitaria a
las que los organismos administrativos tengan que consultar, de audiencias y
preguntas publicas relacionadas con esta o aquella propuesta del gobierno, la
publicación de propuestas […] y la obtención de respuestas por parte de los
ciudadanos” (2004:60) la ciudadanía no solo tendrá el poder de autor de las
acciones de los gobiernos, sino también el poder de editar los actos de los
funcionarios. De este modo, avanzaremos hacia lo que Pettit denomina una
“democracia disputatoria”, en donde la ciudadanía, no solo delegue su poder de
decisión en unos cuantos políticos, sino que participe activamente en la
producción y regulación de las políticas.
Conclusión
Al entender la construcción de la ciudadanía como un proceso continuo,
sostuvimos que la participación política activa es el método más eficiente para
lograr una identidad sustancial entre el individuo y la ciudad en donde vive. Vimos,
también, que en un contexto de creciente atomización y despersonalización, el
ideario sobre el cual debe asentarse la participación política de la ciudadanía, no
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puede ser el de la tradición griega (humanista cívico), sino que debe sostenerse
sobre el ideal de libertad republicano como no-dominación.
En relación a su aplicación concreta, consideramos que la participación
activa de la ciudadanía se vuelve más viable si se hace a pequeña escala. Por
ello, creemos que la construcción de la ciudadanía en la CABA, pasa por
aumentar los ámbitos de debate y de toma de decisiones políticas. De ahí que, la
elección de jefes comunales puede ser vista como un primer paso en esta
dirección, la cual debe ser profundizada. Para ello, en primer lugar, proponemos
que se descentralicen recursos desde el gobierno central, así como poder
decisión, hacia los distintos centros comunales, de modo que las distintas
seccionales cuenten, tanto con jurisdicción presupuestaria como con cierta
capacidad decisoria para hacer frente a las demandas vecinales. En segundo
lugar, señalamos la necesidad de abrir instancias de presupuesto participativo,
para que los vecinos tengan una incidencia activa en la distribución y control de
los fondos comunales. En tercer lugar, planteamos la apertura de foros de debate
en las distintas sedes comunales y, que las propuestas que salgan de esos
espacios, sean elevadas a las distintas comisiones en la Legislatura para su
posible tratamiento como proyectos de ley. En cuarto lugar, creemos que los
mandatos de los comuneros deberían estar expuestos a una posible revocatoria,
en caso de que una parte significativa de los vecinos pidan su salida. En quinto
lugar, sostenemos que las distintas instancias de debate, sean objeto de una
difusión intensiva, tanto en formato digital, como en la vía publica.
En síntesis, la construcción de la ciudadanía porteña pasa por el
establecimiento de una identidad de pertenencia y de involucramiento entre los
individuos y la situación particular de las distintas comunas. Entendemos que la
mejor vía para lograr esta identificación es convirtiendo a las sedes comunales en
espacios de debate y, sobre todo, en espacios, en donde se tomen decisiones
que, luego, puedan ser traducidas en cambios concretos para el beneficio de los
vecinos en su conjunto. De esta manera, a la par que se fortalezca la conciencia
cívica de los porteños, también aumentará su confianza y credibilidad en las
instituciones públicas.
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Bibliografía

ARENDT, Hannah, “La condición humana” Seix Barral, 1974

LANDAU, Matías, “Ciudadanía y ciudadanía juvenil”, Conferencia dictada
en el marco del Programa de Transformaciones Curriculares, Materia
Construcción de Ciudadanía. La Plata. DGCyE, 2006

MACPHERSON, Crawford Brough, “La Democracia liberal y su época”,
Alianza Editorial, 2003

PETTIT, Philip, “La libertad republicana y su trascendencia constitucional”
en AAVV, Republicanismo y democracia, (compiladores Miño y Dávila),
2004

SARTORI, Giovanni, “La Política”, Editorial Fondo de Cultura Económica,
2002

SARTORI, Giovanni “Teoria de la democracia” Tomo 1 “El debate
contemporáneo”, Alianza Editorial, 1995
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