muchas familias pertenecientes a diferentes clases sociales. A cada descripción le corresponde un breve análisis de la problemática concreta que contextualiza el caso tipo. La tercera parte es, como lo anuncia su título, un intento de “recapitulación y perspectivas” en donde los autores reconside­ ran la importancia de la búsqueda del sentido de la vida cotidiana y los desafíos que implica esa empresa. Desde las primeras páginas del libro Luis Leñero y Manuel Zubillaga dejan claro que su trabajo es una aportación pionera y modesta, pero en mi opinión no improvisada ni carente de rigurosidad científica y conocimiento de las realidades empíricas que tratan. Representaciones de la vida cotidiana en México es un libro que podrá leerse y discutirse en diferentes momentos y ambientes ya que no es sólo una invitación para la reflexión académica, sino principalmente un llamado de atención para dar diferente giro al futuro inmediato desde nues­ tros saberes cotidianos. Miguel J. Hernández Madrid El Colegio de Michoacán ZEMELMAN, Hugo, De la historia a la política. La experiencia de América Latina, México, Siglo XXI/Universidad de las Nacio­ nes Unidas, 1989, 195 pp. (Biblioteca de América LatinarActualidad y perspectivas). La realidad latinoamericana nos está enseñando, día a día, que nos enfrentamos hoy a la implantación de un modelo neoconservador por parte de las burguesías del continente. Es obvio que ello responde a un movimiento a nivel mundial, pero en el caso concre­ to de América Latina esto ha implicado el repliegue de movimien­ tos populares y de izquierda ante una terrible ofensiva ideológica y política que busca mejores condiciones para el capital financiero mundial. Debido a esta situación, se torna primordial la necesidad de buscar un conocimiento que nos ayude a rescatar, ubicar y reinterpretar las diversas propuestas populares de desarrollo social que se están produciendo en el seno de nuestras naciones. Esta construc­ ción epistemológica es la preocupación central en la obra de Hugo Zemelman. Para poder construir dicho conocimiento, la propues­ ta del autor se enmarca en aprender a leer los procesos históricos desde la visión crítica de la política. En las ciencias sociales ha dominado la pretensión de estable­ cer un grado de cientificidad equiparable al conocimiento de las ciencias naturales. Por ello, el conocimiento social se ha empeña­ do en explicar y teorizar sobre los procesos que se presentan en la realidad, teniendo como propósito delimitar regularidades y de­ terminar tendencias capaces de predecir los hechos. De esta forma, nos enfrentamos ante la tarea de dar cuenta de fenómenos que ya han sucedido, desde una distancia temporal conformada por el presente (momento del investigador) y el pasado (momento en que ocurrió el fenómeno). Sin embargo, el quehacer político plantea otro tipo de exigen­ cias: nos obliga a recuperar el presente en términos de su potencia­ lidad para producir el futuro. Esto implica un cambio en la forma tradicional de construir el conocimiento histórico al replantear la necesidad de rescatar las diferentes reactuaciones del hombre sobre su realidad. Es bajo estos términos que Zemelman enriquece el concepto de lo político al definirlo no simplemente como el marco donde se dan las luchas por la apropiación y/o repartición del poder, sino } como la capacidad social de re-actuación sobre circunstancias deter­ minadas para imponer una dirección al desenvolvimiento sociohistórico. Es por esto por lo que lo político nos coloca ante la necesidad de recuperar la dimensión utópica de la realidad, constituyendo un desafío que debe afrontarse debido a que conceptualiza la realidad en términos del dándose del momento dado (p.29). Esta concepción de lo político se nos presenta como un campo problemático en el que la realidad objetiva es producto de las direcciones, articulaciones y contradicciones que provocan las prácticas de diferentes fuerzas sociales. Para abordar esta proble­ mática Zemelman propone sustituir la idea de “historia como progreso” por otra en la que se atiendan los esfuerzos que realizan dichas fuerzas sociales para transformar situaciones presentes, mediante la producción de proyectos de sociedad que sean viables. El proyecto histórico debe comprenderse como una forma par­ ticular de interpretar, condensar y articular los elementos econó­ micos, sociales y culturales de la realidad, en los distintos microtiempos y microespacios que la estructuran. El futuro se convierte entonces en un indeterminado que se lucha por determinar, en una posibilidad de recuperar las utopías que han inspirado a generaciones anteriores para mejorar el pre­ sente, y por lo tanto en un reto para objetivar esas utopías en proyectos y realidades concretas. Las tesis, propuestas metodoló­ gicas y conceptos que las avalan son expuestas rigurosamente en la primera parte del ensayo de Zemelman, titulada “Estructura y significación de lo político”. En el capítulo 1 el autor analiza la relación entre historia y racionalidad en el conocimiento social; es ahí donde fundamenta sus propuestas sobre la estructura de lo político, la importancia de la utopía, la exigencia de la práctica, y las dinámicas entre sujetos sociales y poder. Entre las ideas más interesantes de esta primera parte encon­ tramos la de “horizonte histórico” como una dimensión política de la realidad que contiene un sinnúmero de proyectos producidos por sujetos sociales; la idea de que la historia es la versión de un solo sujeto o fuerza dominante, queda superada. Pero se debe reconocer que la multiplicidad de direcciones posibles no implica que las distintas utopías de sujetos particulares carezcan de un contenido concreto. Al concebir la realidad histórica como una problemática, ésta se amplía y ramifica en diversos niveles, exigien­ do por un lado la necesidad de explicación, y por otro la necesidad de potenciar. La primera exigencia busca ser resuelta por la economía política, la segunda queda enmarcada en el ángulo propio de lo político. Es así que al trabajar con la construcción de proyectos de sociedad, lo real se constituye como el contexto en el que pueden surgir voluntades sociales. En este sentido, y a manera de ejemplo, Zemelman encuentra en las agresiones e imposicio­ nes del imperialismo y el colonialismo interno la raíz misma de las utopías nacionalistas latinoamericanas. Con este marco epistemológico, el autor busca resolver la cuestión de aprender a observar críticamente la realidad histórica desde “un concepto utópico del mundo”, donde historicidad y sub­ jetividad se constituyen como las dimensiones que configuran dicha realidad en tanto proyectos de sociedad. Ello sin preocupar­ se en juzgar la veracidad o falsedad del conocimiento social, sino bajo la preocupación de construir “la posibilidad objetiva de potenciar un contenido no realizado”. En la segunda parte de la obra: “El discurso político: su signifi­ cado para el conocimiento social”, el autor trata de mostrar una posible aplicación de su postura epistemológica. Para ello analiza el discurso político de las obras de cinco ensayistas latinoamerica­ nos.1 Con Molina Enríquez, Zemelman trabaja la construcción e in­ tento de efectivizar un proyecto de nación en México durante el periodo de la Reforma; este intento es analizado como una demos­ tración, por parte de diversos grupos sociales, de la “urgencia de futuro” para resolver los grandes problemas nacionales. En segui­ da Zemelman analiza el importante papel de las coyunturas socia­ les en la obra de Julio Cotler. Expone los momentos de inflexión descritos por Cotler, y logra exhibir ejemplos para ilustrar coyun­ turas en las que se definieron proyectos y situaciones donde ello no se logró. Con esto Zemelman resalta el importante papel de la coyuntura en el análisis histórico, basándose en una obra que se circunscribe a la realidad del Perú de fines del siglo pasado e inicios del presente. El siguiente apartado, el más extenso y rico de esta segunda parte —debido tal vez a la pasión que demuestra Zemelman por la obra de Mariátegui--, está centrado en resolver las diferencias existentes entre el poder regional de un grupo de peruanos basado en la explotación del guano y el salitre, en contra del poder central que busca la conformación de un proyecto de nación a través de la centralización burocrática. Las condiciones prevalecientes en el Perú durante la segunda mitad del siglo pasado, obligaron a Mariátegui a tratar diversos temas donde destacan el problema de las etnias y la fuerte intervención económica de países extranjeros. En estas condiciones, los grupos de poder buscan imponer sus proyectos de futuro al resto de la sociedad, ante la demostración de que cada uno está basado en el conocimiento verdadero de la realidad social del Perú. En cuanto al apartado dedicado a la obra de Almaraz, el análisis se centra en la conformación de una clase social (“los ricos del Sucre”) que busca, mediante la transformación de su ideología de grupo en la ideología nacional de Bolivia, extender su espacio de influencia al espacio de toda la nación. Para ello intenta definir un periodo histórico (la segunda mitad del siglo XIX) con base en el surgimiento de nuevas fuerzas sociales, en donde la relación clasenación se extiende de una simple confrontación económica hasta la confrontación en lo social y en lo cultural. Finalmente Zemelman analiza el discurso de dos obras de René Zavaleta en busca de sus enseñanzas sobre el pensar histó­ rico. Acá Zemelman, sin dejar de reconocer el fuerte compromiso de Zavaleta con “la historia del pueblo boliviano”, utiliza tres ejes analíticos: a) El primero es la interpretación de las coyunturas sociales según la concepción de la historia como construcción que emprenden los sujetos sociales; b) El otro reconstruye la confor­ mación de lo político, donde el papel de la clase es determinante. En este enfoque Zemelman encuentra en Zavaleta la subordina­ ción de la reflexión teórica a la necesidad de reconocer horizontes históricos; c) Finalmente el tercer criterio está enfocado en la reconstrucción del análisis que hace Zavaleta en tanto al acceso o no al poder por parte de las diveras fuerzas sociales. En este sentido, la realidad es pensada en función de una exigencia de viabilidad de proyectos sociales y :,o en función de la correspon­ dencia del poder para quien lo ejerce. La segunda parte del libro ejemplifica la utilización del esque­ ma expuesto en la primera parte de la obra. Para el lector no deja de ser atractivo el adentrarse en las obras elegidas por Zemelman, pero es un hecho que sus reflexiones quedan limitadas a las realidades sociales analizadas en ellas. Tal vez por ello el libro de Hugo Zemelman es un reto, de ninguna manera exclusivo para historiadores porque involucra a todos los estudiosos de lo social, y consiste en interrogar a la historia con este esquema crítico enfocado desde lo político; según lo apunta Néstor García Canclini en el prefacio de la obra En un tiempo en que las determinaciones casi idénticas impuestas a los países latinoamericanos por la crisis económica y financiera (recesión, deuda externa, reconversión industrial) colocan límites severos a todo proyecto de transformación, revalorar el pensamien­ to utópico junto con los desafíos del presente es una tarea cardinal. Importa más cuando no es simple tenacidad voluntarista, sino parte de un trabajo filosófico sobre las condiciones históricas de los proyec­ tos de cambio y de sus condiciones de credibilidad. Rogelio Marcial Vázquez El Colegio de Michoacán NOTAS 1. Los autores y las obras analizadas son: Andrés Molina Enríquez, Los Grandes Problemas Nacionales, México, Comisión Fede­ ral de Electricidad, 1979. Julio Cotler, Reflexiones en tomo de Clases, Estado y Nación en Peni, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1978. José Carlos Mariátegui, Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, Lima. Empresa Editora Amauta, 1979. Sergio Almaraz, El Poder y la Caída, La Paz Cocha bamba, Bolivia, Ed. Los Amigos del Libro, 1969. René Zavaleta, “Las masas en noviembre” y “Forma de clase y forma de multitud en el proletariado minero en Bolivia”, ambos en Bolivia, Hoy, México, Siglo XXI, 1983.