La metafísica de Parménides

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L a m et af ís ica de P ar m én i des
P or Man u el Gar cía Mor en t e
Del libr o " Lecciones Pr eliminar es de Filos ofía"
Nº 164 (Págs . 59- 68).
Ed. Por r úa, Méx ico 1985.
Í n di ce:
• I ntr oducción.
• Polémica contr a Her áclito.
• El s er y s us cualidades .
• T eor ía de los dos mundos .
• La filos ofía de Z enón de E lea.
• I mpor tancia de la filos ofía de Par ménides .
• I n t r odu cción .
Es tamos metidos de lleno en el pr oblema de la metafís ica. E n la lección anter ior nos hemos
planteado es e pr oblema. Nos hemos pr eguntado: ¿quién ex is te? De todas cuantas cos as s e ofr ecen
con la pr etens ión de s er lo que ex is te, lo que ver dader amente ex is te, ¿cuál de ellas es la
legítimamente llamada a r ecibir el nombr e de s er en s í? Múltiples cos as me par ecen ex is tir . Per o
pr onto advier to que muchas de ellas tienen una ex is tencia der ivada. Ex is ten por que s e componen
de otr as , o por que r es ultan de otr as . L os componentes , los antecedentes , s on, pues , anter ior es ,
pr evios ; s on los s upues tos , los fundamentos .
Por cons iguiente, par a contes tar a la pr egunta de ¿quién ex is te?, ¿qué es lo que ex is te?, debo
dej ar a un lado es as ex is tencias der ivadas , apar entes , s ecundar ias , par a bus car qué cos a s ea la
que ex is te en s í y por s í mis ma.
Queda as í planteado el pr oblema de la metafís ica; y nos otr os entr amos por la s elva de las
s oluciones que es e pr oblema ha r ecibido en la his tor ia del pens amiento humano.
El pens amiento filos ófico, decíamos , s e inicia como tal pens amiento filos ófico, metódico, en Gr ecia.
S eis s iglos antes de Jes ucr is to, unos hombr es cene habitaban las is las de la Jonia, las cos tas del
s ur de I talia y el continente gr iego, comienz an a r eflex ionar s obr e es e pr oblema: ¿cuál es el
auténtico y ver dader o s er ?; ¿cuál el pr incipio de todas las cos as ?; ¿cuál aquella cos a que ex plica la
ex is tencia de las demás , per o cuya ex is tencia y r ealidad es ella mis ma inex plicable, por s er
pr imar ia y fundamental? A es tas pr eguntas , es os pr imer os filós ofos gr iegos dan diver s as
contes taciones , tor pes , ingenuas , puer iles . No tienen ( ¡cómo habían de tener ! ) for j adas todavía las
ar mas del, pens amiento metódico. S us contes taciones s on, pues , inocentes . E l uno decía: todas las
cos as pr oceden de lo líquido, del agua; otr o decía: todas las cos as pr oceden del air e; el otr o decía:
todas las cos as pr oceden de una mas a mater ial, infor me e infinita.
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Empiez a a complicar s e un poco el pr oblema en s u s olución, cuando a uno de ellos , Pitágor as , s e le
ocur r e pens ar que la cos a pr imer a y el or igen de las demás no es una cos a que s e vea con los oj os
y s e toque con las manos ; no es una cos a que s e per ciba por medio de los s entidos , s ino que s on
los númer os , un obj eto ideal, algo que no tiene una r ealidad s ens ible. Pitágor as as ienta ya una
r es pues ta algo más complicada más envuelta, más difícil par a el vulgo, que cons is te en atr ibuir el
ver dader o s er a las pr opor ciones numér icas , a los númer os .
La cos a s e complica todavía más con la apar ición del filós ofo Her áclito de E fes o; el cual, por vez
pr imer a no s e contenta con dar una s olución al pr oblema metafís ico, s ino que tiende la mir ada
s obr e las s oluciones que los anter ior es le han dado. Por vez pr imer a, Her áclito adopta una doble
pos tur a, que a par tir de él. va a s er par adigmática, ej emplar , par a todos los filós ofos ; una pos tur a
que cons is te en cr iticar las s oluciones de s us pr edeces or es , al mis mo tiempo que en bus car una
s olución pr opia.
Her áclito, pas eando la mir ada s obr e las s oluciones que al pr oblema metafís ico dier on s us
anteces or es en la filos ofía, encuentr a que todas y ninguna s on ver dader as . Por que el s er auténtico,
el s er en s í, es todo cuanto cae baj o nues tr a per cepción en cualquier momento. Por que el s er en s í
es , s egún Her áclito, s uces ivamente, en una continuidad de fluencia, en un continuo cambio (no
dis continuo s ino continuo, en el pleno s entido de la palabr a " continuo" ) es s uces ivamente es o: air e,
fuego, agua; lo dur o, lo blando; lo alto, lo baj o. T odas las cos as , tal como s e nos ofr ecen a la
contemplación s ens ible, s on el ver dader o s er y es tán dej ando de s er , par a volver a s er , par a
devenir . " E l devenir , el cambio, el fluir , el modificar s e continuamente de las cos as es , par a
Her áclito, la r ealidad fundamental.
Aquí habíamos dej ado en la lección anter ior nues tr a ex plicación. Y como es os her aldos que en los
dr amas de S hakes pear e tocan tr ompetas en la es cena par a anunciar la llegada de un gr an
per s onaj e, de un pr íncipe, de un r ey o de un emper ador , yo les anunciaba a us tedes con gr an
tr ompeter ía, la llegada de un pr íncipe, de un emper ador de la filos ofía, que s e acer ca ahor a a pas os
acompas ados y que s e llama Par ménides .
Par ménides de E lea intr oduce la mayor r evolución que s e conoce en la his tor ia del pens amiento
humano, Par ménides de E lea lleva a cabo la haz aña más gr ande que el pens amiento occidental,
eur opeo, ha cumplido des de hace veinticinco s iglos ; tanto, que s eguimos viviendo hoy en los
mis mos car r iles y cauces filos óficos que fuer on abier tos por Par ménides de É lea, y por donde és te
empuj ó, con un empuj ón gigantes co, el pens amiento filos ófico humano.
Elea es una pequeña ciudad del s ur de I talia, que dio s u nombr e a la es cuela de filós ofos
influenciados por Par ménides , que en las his tor ias de la filos ofía s e llama " es cuela eleática" , por que
todos ellos fuer on de es a mis ma ciudad de E lea.
• P olém ica con t r a H er ácli t o.
La filos ofía de Par ménides no s e puede entender bien, s i no s e pone en r elación polémica con la
filos ofía de Her áclito. Los manuales de his tor ia de la filos ofía, que es tán al alcance de us tedes , no
entienden por lo gener al la filos ofía de Par ménides , por que la des ligan, por que no per ciben la
r elación entr e ella y la filos ofía de Her áclito. El pens amiento de Par ménides madur a, cr ece, s e
multiplica en vigor y en es plendor , confor me va acometiendo la cr ítica de Her áclito. S e des ar r olla
en la polémica contr a Her áclito. ,
Par ménides s e enfr enta con la s olución que Her áclito da al pr oblema metafís ico. Analiz a es ta
s olución y encuentr a que, s egún Her áclito, r es ulta que una cos a es y no es al mis mo tiempo,
pues to que el s er cons is te en es tar s iendo, en fluir , en devenir . Par ménides , analiz ando la idea
mis ma de devenir , de fluir , de cambiar , encuentr a en es a idea el elemento de que el s er dej a de
s er lo que es , par a entr ar a s er otr a cos a; y al mis mo tiempo que entr a a s er otr a cos a, dej a de s er
lo que es , par a entr ar a s er otr a cos a. E ncuentr a, pues , que dentr o de la idea del devenir hay una
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contr adicción lógica; hay es ta contr adicción: que el s er no es ; que el que es , no es ; pues to que lo
que es en es te momento, ya no es en es te momento, s ino que pas a a s er otr a cos a. Cualquier vis ta
que tomemos s obr e la r ealidad, nos pone fr ente a una contr adicción lógica; nos pone fr ente a un
s er que s e car acter iz a por no s er . Y dice Par ménides : es to es abs ur do; la filos ofía de Her áclito es
abs ur da, es ininteligible, no hay quien la entienda. Por que, ¿cómo puede nadie entender que lo que
es no s ea, y lo que no es s ea? ¡No puede s er ! ¡Es to es impos ible! T enemos , pues , que oponer a las
contr adicciones , a los abs ur dos , a las ininteligibilidades de la filos ofía de Her áclito, un pr incipio de
r az ón, un pr incipio de pens amiento, que no pueda fallar nunca. ¿Cuál s er á es e pr incipio? E s te: E l
s er , es ; el no s er , no es . Y todo lo que s ea s alir s e de es o es des cabellado, es lanz ar s e, pr ecipitar s e
en la s ima del er r or . ¿Cómo puede decir s e, como dice Her áclito, que las cos as s on y no s on?
Por que la idea del devenir implica neces ar iamente, como s u pr opio ner vio inter ior , el que lo que
ahor a es , ya no es , pues to que todo momento que. tomamos en el tr ans cur s o del s er , s egún
Her áclito, es un tr áns ito hacia el no s er , de lo que antes er a, y es to es incompr ens ible, es to es
ininteligible. Las cos as tienen un s er , y es e s er , es . Y s i no tienen s er , el no s er no es .
S i Par ménides s e hubies e contentado con hacer la cr ítica de Her áclito, hubies e hecho ya una obr a
de impor tancia filos ófica cons ider able. Per o no s e contenta con ello, s ino que añade a la cr ítica de
Her áclito una cons tr ucción metafís ica pr opia. Y ¿cómo lleva a cabo es a cons tr ucción metafís ica
pr opia? Pues la lleva a cabo par tiendo de es e pr incipio de r az ón que él acaba de des cubr ir .
Par ménides acaba de des cubr ir el pr incipio lógico del pens amiento, que for mula en es tos tér minos
categór icos y es tr ictos : E l s er , es ; el no s er , no es . Y todo lo que s ea apar tar s e de es o es cor r er
hacia el er r or .
• E l s er y s u s cu ali dades .
Es te pr incipio que des cubr e Par ménides y que los lógicos actuales llaman " pr incipio de identidad" le
s ir vió de bas e par a s u cons tr ucción metafís ica. Par ménides dice: en vir tud de es e pr incipio de
identidad (clar o es tá que él no lo llamó as í; as í lo han denominado mucho des pués los lógicos ), en
vir tud del pr incipio de que el s er es , y el no s er , no es , pr incipio que nadie puede negar s in
declar ar s e loco, podemos afir mar acer ca del s er una por ción de cos as . Podemos afir mar , lo
pr imer o, que el s er es único. No puede haber dos s er es ; no puede haber más que un s olo s er .
Por que s upongamos que hay dos s er es pues entonces , lo que dis tingue al uno del otr o " es " en el
uno, per o " no es " en el otr o. Mas s i en el otr o no lo es lo que en el uno es , entonces llegamos al
abs ur do lógico de que el s er del uno no es en el otr o. Abs olutamente tomado, llegamos al abs ur do
contr adictor io de afir mar el no s er del s er . Dicho de otr o modo: s i hay dos s er es ¿qué hay entr e
ellos ? El no s er . Per o decir que hay el no s er , es decir que el no s er , es . Y es to es contr adictor io;
es to es abs ur do, no cabe en la cabeza; es a pr opos ición es contr ar ia al pr incipio de identidad.
Por tanto, podemos afir mar que el s er es único, uno. Per o además , podemos afir mar que es
eter no. S i no lo fuer a, tendr ía pr incipio y tendr ía fin. S i tiene pr incipio es que antes de pr incipiar el
s er , había el no s er . Per o ¿cómo podemos admitir que haya el no s er ? Admitir que hay no s er , es
admitir que el no s er , es . Y admitir que el no s er , es , es tan abs ur do como admitir que es te cr is tal
es ver de y no ver de. E l s er , es , y el no s er , no es . Por cons iguiente, antes de que el s er fues e,
había también el s er ; es decir , que el s er no tiene pr incipio. Por la mis ma r az ón no tiene fin;
por que s i tiene fin, es que llega un momento en que el s er dej a de s er . Y des pués de haber dej ado
de s er el s er ¿qué hay? E 1 no s er . Per o entonces tenemos que afir mar el s er del no s er , y es to es
abs ur do. Por cons iguiente, el s er es , además de único, eter no.
Per o no queda ahí. Además de eter no, el s er es inmutable. E l s er no puede cambiar , por que todo
cambio del s er implica el s er del no s er , pues to que todo cambio es dej ar de s er lo que er a, par a
s er lo que no er a; y tanto en el dej ar de s er como en el llegar a s er , va implícito el s er del no s er ,
el cual es contr adictor io.
Per o además de inmutable, el s er es ilimitado, infinito. No tiene límites , o dicho de otr o modo, no
es tá en ninguna par te. E s tar en una par te es encontr ar s e en algo más ex tens o, y por cons iguiente,
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tener límites . Per o el s er no puede tener límites , por que s i tiene límites , lleguemos has ta es os
límites y s upongámonos en es os límites . ¿Qué hay allende el límite? El no s er . Per o entonces
tenemos que s uponer el s er del no s er , allende el s er . Por cons iguiente, el s er no puede tener
límites ; y s i no puede tener límites , no es tá en ninguna par te y es ilimitado.
Per o hay más , y ya llegamos a lo último. E l s er es inmóvil; no puede mover s e, por que mover s e es
dej ar de es tar en un lugar par a es tar en otr o. Per o ¿cómo puede pr edicar s e del s er - el cual, como
acabamos de ver , es ilimitado e inmutable- el es tar en un lugar ? Es tar en un lugar s upone que el
lugar en donde es tá es más amplio, más ex tens o, que aquello que es tá en el lugar . Por
cons iguiente, el s er , que es lo más ex tens o, lo más amplio que hay, no puede es tar en ningún
lugar ; y s i no puede es tar en ningún lugar , no puede dej ar de es tar en el lugar ; ahor a bien, el
movimiento cons is te en es tar es tando, en dej ar de es tar en un lugar , par a es tar en otr o lugar .
Luego el s er es inmóvil.
S i r es umimos todos es tos pr edicados que Par ménides pone al s er , nos encontr amos con que el s er
es único, eter no, inmutable, ilimitado e inmóvil. Ya ha encontr ado bas tantes cos as Par ménides .
Per o todavía llega a más .
• T eor í a de los dos m u n dos .
Evidentemente no podía ocultár s ele a Par ménides que el es pectáculo del univer s o, del mundo de
las cos as , tal como s e ofr ece a nues tr os s entidos , es completamente dis tinto de es te s er único,
inmóvil, ilimitado, inmutable y eter no. L as cos as s on, por el contr ar io, movimientos , s er es
múltiples , que van y vienen, que s e mueven, que cambian, que nacen y que per ecen. No podía
ocultár s ele, pues , a Par ménides , la opos ición en que s u metafís ica s e hallaba fr ente al es pectáculo
del univer s o. Entonces Par ménides no vacila un ins tante. Con es e s entido de la coher encia lógica,
que tienen los niños (en es te cas o Par ménides es el niño de la filos ofía), s aca valientemente 1a
conclus ión: es te mundo abigar r ado de color es , de s abor es , de olor es , de movimientos , de s ubidas
y baj adas , de las cos as que van y vienen, de la multiplicidad de los s er es , de s u var iedad, de s u
movimiento, de s u abigar r amiento, todo es te mundo s ens ible, es una apar iencia, es una ilus ión de
nues tr os s entidos , una ilus ión de nues tr a facultad de per cibir . As í como un hombr e que vies e
for z os amente el mundo a tr avés de unos cr is tales r oj os dir ía: las cos as s on r oj as , y es tar ía
equivocado; del mis mo modo nos otr os decimos : el s er es múltiple, el s er es movediz o, el s er es
cambiante, el s er es var iadís imo. Y es tamos equivocados : En r ealidad, el s er es único, inmutable,
eter no, ilimitado, inmóvil.
Declar a entonces Par ménides , r es ueltamente, que la per cepción s ens ible es ilus or ia. E
inmediatamente, con la mayor valentía, s aca otr a conclus ión: la de que hay un mundo s ens ible y
un mundo inteligible. Y por pr imer a vez en la his tor ia de la" filos ofía, apar ece es ta tes is de la
dis tinción entr e el mundo s ens ible y el mundo inteligible, que dur a has ta hoy.
¿A qué llama Par ménides mundo s ens ible? Al que conocemos por los s entidos . Per o es e mundo
s ens ible que conocemos por los s entidos es ininteligible, abs ur do; por que s i lo analiz amos bien,
tr opiez a a cada ins tante con la r ígida afir mación r acional de la lógica, que es : el s er es , y el no s er ,
no es .
Habr án us tedes vis to que todas es as pr opiedades del s er , que hemos enumer ado antes , han s ido
as entadas como pilar es fundamentales de la metafís ica, por que s us contr ar ias (la plur alidad, la
tempor alidad, la mutabilidad, la limitación y el movimiento) r es ultan incompr ens ibles ante la r az ón.
Cuando la r az ón las analiz a, tr opiez a s iempr e con la hipótes is inadmis ible de que el no s er es , o de
que el s er no es . Y como es to es contr adictor io, todo es o es ilus or io y fals o.
El mundo s ens ible es ininteligible. Por es o, fr ente al mundo s ens ible que ver nos , que tocamos , per o
que no podemos compr ender , coloca Par ménides un mundo que no vemos , no tocamos , del que no
tener nos imaginación ninguna, per o que podemos compr ender , que es tá s uj eto y s ometido a la ley
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lógica de la no contr adicción, a la ley lógica de la identidad; y por es o lo llama, por vez pr imer a en
la his tor ia, mundo inteligible, mundo del pens amiento. E s te es el único auténtico; el otr o es
pur amente fals o u obj etivo.
S i s acamos el balance de los r es ultados obtenidos por Par ménides , nos encontr ar emos
mar avillados ver dader amente ante la cos echa filos ófica de es te hombr e gigantes co. E s te hombr e
des cubr e el pr incipio de la identidad, uno de los pilar es fundamentales de la lógica. Y no s ólo
des cubr e el pr incipio de identidad, s ino que además afir ma inmediatamente la tes is de que par a
des cubr ir qué es lo que es en r ealidad, no tenemos más guía que el pr incipio de identidad; no
tenemos más guía que nues tr o pens amiento lógico y r acional. E s decir , as ienta la tes is
fundamental de que las cos as fuer a de mí, el s er fuer a de mí, es ex actamente idéntico a mi
pens amiento del s er . L o que yo no pueda pens ar , por que s ea abs ur do pens ar lo, no podr á s er en la
r ealidad; y por cons iguiente, no neces itar é par a conocer la auténtica r ealidad del s er , s alir de mí.
mis mo; s ino que con s ólo s acar la ley fundamental de mi pens amiento lógico, cer r ando los oj os a
todo, con s ólo pens ar un poco coher entemente, des cubr ir é las pr opiedades es enciales del s er .
Es decir , que par a Par ménides las pr opiedades es enciales del s er s on las mis mas que las
pr opiedades es enciales del pens ar . Y no cr ean us tedes que invento. E ntr e los fr agmentos que s e
cons er van, br illa es ta fr as e es culpida en már mol imbor r able: " Una y la mis ma cos a es s er y
pens ar " . A par tir de es te momento quedaban ahí, por veinticinco s iglos , pues tas las bas es de la
filos ofía occidental.
Les he dado a us tedes , con es te ex amen r ápido de la filos ofía de Par ménides una idea es tr uctur al,
gener al, de conj unto, de la impor tancia colos al que es te metafís ico eleático tiene en la his tor ia de
la filos ofía. Per o no quis ier a abandonar la es cuela eleática s in dar les a us tedes , por decir lo as í, un
poco de detalle de es ta filos ofía.
Has ta ahor a les he hablado a us tedes de la filos ofía eleática, de Par ménides , en líneas un poco
gener ales . B as tar ía con lo que les he dicho par a car acter izar la. Per o quier o agr egar unas cuantas
cons ider aciones más , par a que tengan us tedes una vivencia del detalle mis mo, de la técnica mis ma
con que los eleáticos hacían s u filos ofía.
• L a f il os of í a de Z en ón de E l ea.
S i quier en us tedes , vamos a pr es enciar el es pectáculo de un filós ofo eleático, dis cípulo de
Par ménides , haciendo s u filos ofía en detalle. E s te dis cípulo a que nos vamos a r efer ir es muy
famos o. E s Z enón, también de la ciudad de E lea. Es muy famos o en la his tor ia de la filos ofía
gr iega. Compar te en abs oluto los pr incipios fundamentales del eleatis mo, de es a filos ofía que
acabamos de des cr ibir a us tedes en pocas palabr as . L os compar te; per o vamos a s or pr ender lo en
el detalle de s us afir maciones .
Z enón s e ha pr eocupado dur ante toda s u vida, muy es pecialmente, de mos tr ar al detalle que el
movimiento que ex is te en efecto en el mundo de los s entidos , en es e mundo s ens ible, en es e
mundo apar iencial, ilus or io, es ininteligible; y pues to que es ininteligible, no es . E n vir tud del
pr incipio eleático de la identidad del s er y del pens ar , aquello que no s e puede pens ar no puede
s er . No puede s er más que aquello que s e puede pens ar coher entemente, s in contr adicciones . S i
pues , el anális is del movimiento nos conduce a la conclus ión de que el movimiento es impens able,
de que al pens ar nos otr os el movimiento llegamos a contr adicciones ins olubles , la conclus ión s er á
evidente: s i el movimiento es impens able, el movimiento no es . E l - movimiento es una mer a
ilus ión de nues tr os s entidos .
Z enón de E lea s e pr opone pulir , como quien afila un cuchillo, una s er ie de ar gumentos
incontr over tibles que demues tr an que el movimiento es impens able; que no podemos lógicamente,
r acionalmente, pens ar lo, por que llegamos a abs ur dos .
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Con es e método de par adigma cons tante, de ej emplificación cons tante que us an los gr iegos , como
Platón, y que us ar á Ar is tóteles más tar de, Z enón ej emplifica también s us r az onamientos . Y
además , con es te gus to que tienen los gr iegos - entr e ar tis tas y s ofis tas - de " epatar " , de llamar la
atención y de llenar de admir ación a los oyentes , Z enón s e plantaba delante de s us amigos , de s us
oyentes , y les decía: Os voy a demos tr ar una cos a. S i vos otr os ponéis a dis putar en una car r er a a
Aquiles y a una tor tuga, Aquiles no alcanz ar á j amás a la tor tuga s i le da ventaj a en la s alida.
Aquiles , r ecor dadlo, es el hér oe a quien Homer o llama s iempr e " ocus podas " , o s ea veloz por los
pies , el mej or cor r edor que había en Gr ecia; y la tor tuga es el animal que s e mueve con la mayor
lentitud. Aquiles da una ventaj a a la tor tuga y s e queda unos cuantos metr os atr ás . Decidme:
¿quién ganar á la car r er a? T odos contes tan: Aquiles en dos s altos pas a por encima de la tor tuga y
la vence. Y Z enón dice: Es táis completamente equivocados . Lo vais a ver . Aquiles le ha dado una
ventaj a a la tor tuga; luego, entr e Aquiles y la tor tuga, en el momento de par tir , hay una dis tancia.
Empiez a la car r er a. Cuando Aquiles llega al punto en donde es taba la tor tuga, és ta habr á andado
algo, es tar á más adelante y Aquiles no la habr á alcanzado todavía. Cuando Aquiles llegar e a es te
nuevo s itio en donde es tá ahor a la tor tuga, és ta habr á andado algo, y Aquiles no la habr á
alcanzado, por que par a que la alcance, s er á menes ter que la tor tuga no avance nada en el tiempo
que neces ita Aquiles par a llegar a donde ella es taba. Y como el es pacio s e puede dividir s iempr e en
un númer o infinito de puntos , Aquiles no podr á j amas alcanz ar a la tor tuga, aunque él es , como
dice Homer o, " ocus podas " , liger o por los pies , y en cambio la tor tuga es lenta y tr anquila.
Los gr iegos s e r eían oyendo es tas cos as , por que les gus taban enor memente es tas br omas . S e
r eían muchís imo y quiz á decían: es tá loco. Per o no entendían el s entido del ar gumento. E n las
filos ofías gr iegas pos ter ior es , s egún nos cuenta S ex to E mpír ico, Diógenes demos tr ó el movimiento
andando; s e echó a andar , y con ello cr eyó haber r efutado a Z enón. ¡ I lus iones ! E s que no entendió
el s entido del ar gumento de Z enón. Z enón no dice que en el mundo s ens ible de nues tr os s entidos ,
Aquiles no alcance a la tor tuga; lo que quier e decir es que s i aplicamos las leyes del pens amiento
r acional al pr oblema del movimiento, s imboliz ado aquí por es ta car r er a pedes tr e, encontr amos que
las leyes del movimiento r acional s on incapaces de hacer inteligible el movimiento. Por que, ¿qué es
el movimiento? El movimiento es la tr as lación de un punto en el es pacio, punto que pas a de un
lugar a otr o. Ahor a bien, el es pacio es infinitamente divis ible. Un tr oz o de es pacio, por pequeño
que s ea, o es es pacio, o no lo es . S i no lo es , no hablemos de ello; es tamos hablando del es pacio.
S i es es pacio entonces es ex tens o, por poca que s ea s u ex tens ión; algo ex tens o es , por que s i no
fuer a ex tens o, no s er ía es pacio. Y s i es ex tens o es divis ible en dos . E l es pacio es , pues , divis ible en
un númer o infinito de puntos . Es as í que el movimiento cons is te en el tr áns ito de un punto del
es pacio a otr o punto del es pacio; y es as í que entr e dos puntos del es pacio, por pr óx imos que
es tén, hay una infinidad de puntos ; luego es e tr áns ito no puede ver ificar s e s ino en un infinito de
tiempo, y s e hace ininteligible.
Lo que quer ía demos tr ar Z enón es que el movimiento, pens ado s egún el pr incipio de identidad - el
s er , es , y el no s er , no es - r es ulta ininteligible. Y como es ininteligible, hay que declar ar que al
ver dader o s er , como dicen los gr iegos , al " ontos on" , a lo que es ver dader o, no per tenece, el
movimiento.
A Platón lo convence el ar gumento de Z enón; tanto, que, cor no ver emos más adelante, en la
s olución que da al pr oblema de la metafís ica, Platón elimina el movimiento del mundo inteligible, y
lo dej a r ecluido, como los eleáticos , en el mundo s ens ible, en el mundo de la apar iencia.
En las his tor ias de la filos ofía que s on un poco amplias , que no s on s imples manuales , pueden
us tedes encontr ar otr os dos famos os ar gumentos por el es tilo de és te de Aquiles y la tor tuga. S on
el ar gumento de la flecha y el ar gumento de los car r os que cor r en en el es tadio. No voy a
des envolver los por que es inútil. El ar gumento de la flecha es que una flecha, volando por el air e,
no es tá en movimiento, s ino en r epos o. Compr enden us tedes muy fácilmente cómo s e puede
demos tr ar es o: es par tiendo de la tes is de Z enón. E l otr o es que dos car r os que s e per s iguen en el
es tadio no s e alcanz an nunca. Es ex actamente el ar gumento de Aquiles y la tor tuga, tr as ladado a
otr os dos obj etos , de modo que no vale la pena ins is tir s obr e es to.
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• I m por t an ci a de la f il os of ía de P ar m én ides .
En cambio, par a ter minar , per mítanme us tedes que ins is ta una vez más en la impor tancia que la
filos ofía de Par ménides tiene par a la filos ofía en gener al del occidente eur opeo y ahor a voy a
añadir : par a la filos ofía actual, nues tr a, de hoy. S u impor tancia his tór ica es innegable. Par ménides
es el des cubr idor de la identidad del s er ; el des cubr idor de la identificación entr e el s er y el pens ar .
Los eleáticos s on los pr imer os en pr acticar la dialéctica, o s ea la dis cus ión por medio de
ar gumentos . Par ménides cons tituye toda una metafís ica bas ada en s us des cubr imientos del
pr incipio de identidad y la identificación entr e el pens ar y el s er . De modo que la impor tancia
his tór ica es for midable.
S i us tedes r ecapacitan que en cualquier libr o de lógica de los que hoy s e ens eñan en cualquier
es cuela, en las pr imer as páginas habla ya del pr incipio de identidad des cubier to por Par ménides ; s i
us tedes r ecapacitan, por otr a par te, en que a par tir de Par ménides r ige la idea, en una u otr a
for ma, de que la guía par a des cubr ir la ver dad del s er es tá en la r az ón, adver tir án que es a idea s e
podr á aplicar con el ex ces ivo r igor con que la ha aplicado Par ménides , olvidándos e de que el
pr incipio de identidad es pur amente for mal, o podr á aplicar s e de una maner a u otr a; per o es lo
cier to que des de Par ménides es tá anclada en la mente de los filós ofos la convicción de que el guía
par a des cubr ir , par a r es olver los pr oblemas del s er , es nues tr a r az ón, nues tr a intuición intelectual,
nues tr a intuición volitiva, en s uma; algo que par a dar le un nombr e de conj unto, es nues tr o
es pír itu. E s ta es una idea fundamentalmente par menídica, fundamentalmente eleática.
Per o hay más . La impor tancia que Par ménides tiene par a la filos ofía actual, nues tr a, es que el
obs táculo fundamental que s e opone en nues tr os días a que el pens amiento filos ófico penetr e en
r egiones mas pr ofundas que las r egiones del s er , cons is te pr ecis amente en que des de Par ménides ,
y por culpa de Par ménides , tenemos del s er una concepción es tática en vez de tener una
concepción dinámica; tenemos del s er una concepción es tática, quieta. E s tas cos as que les he
enumer ado a us tedes como las cualidades del s er : único, eter no, inmutable, ilimitado e inmóvil,
que Par ménides der iva del pr incipio de identidad, nos otr os las aplicamos todos los días , per o en
vez de aplicar las al s er las aplicamos a la s ubs tancia y a la es encia. Hemos fr accionado el s er de
Par ménides en multitud de s er es , que llamamos las cos as ; per o cada una de las cos as , las ciencias
fis icomatemáticas las cons ider an como una es encia, la cual individualmente cons ider ada, tiene los
mis mos car acter es que tiene el s er de Par ménides ; es única, eter na, inmutable, ilimitada, inmóvil.
Y pr ecis amente por que le hemos dado a cada cos a los atr ibutos o pr edicados que Par ménides daba
a la totalidad del s er , por es o tenemos del s er una concepción eleática y par menídica, o s ea una
concepción es tática.
Ya la ciencia fís ica de la natur alez a, ya la ciencia mis ma de la fís ica comienz a a s entir s e es tr echa
dentr o de los moldes de la concepción par menídica de la r ealidad. Ya la ciencia fís ica de la
natur alez a, la teor ía intr aatómica, la teor ía de las es tr uctur as atómicas , la teor ía de los quanta de
ener gía, que s er ía lar go des ar r ollar aquí, es una teor ía que pugna un poco con la concepción
es tática del s er a la maner a de Par ménides ; y ha tenido la ciencia contempor ánea que apelar a
conceptos tan ex tr avagantes y ex tr años como el concepto de ver dad es tadís tica, que de habér s elo
contado a Newton, le hubier a hecho botar ; a conceptos de ver dad es tadís tica que es lo más
contr ar io que puede dar s e a la concepción es tática del s er , ha tenido que apelar la fís ica par a poder
mantener s e dentr o de los moldes del s er es tático, par menídico.
Per o no ya la fís ica, s ino lo que ya no entr a de ninguna maner a dentr o del concepto del s er , es la
ciencia de 1a vida y la ciencia del hombr e. La concepción del hombr e como una es encia quieta,
inmóvil, eter na y que s e tr ata de des cubr ir y de conocer , es o es lo que nos ha per dido en la
filos ofía contempor ánea, y hay que r eemplaz ar la por otr a concepción de la vida, en que lo es tático,
lo quieto, lo inmóvil, lo eter no de la definición par menídica, no nos impida penetr ar por debaj o y
llegar a una r egión vital, a una r egión viviente, donde el s er no tenga es as pr opiedades
par menídicas , s ino que s ea pr ecis amente lo contr ar io: un s er ocas ional, un s er cir cuns tancial, un
s er que no s e dej e pinchar en un car tón como la mar ipos a por el natur alis ta. Par ménides tomó el
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s er , lo pinchó en el car tón hace veinticinco s iglos y allí s igue todavía, pinchado en el car tón; y
ahor a los filós ofos actuales no ven el modo de s acar le el pinche y dej ar lo que vuele libr emente.
Es te vuelo, es te movimiento, es ta funcionalidad, es ta concepción de la vida como cir cuns tancia,
como ocas ión, como r es is tencia que me r evela la ex is tencia, de algo anter ior a la pos es ión del s er ,
algo de lo cual Par ménides no podía tener idea, es to es lo que el hombr e tiene que r econquis tar .
Per o antes de r econquis tar lo, r econoz camos que un hombr e que ha influido dur ante veinticinco
s iglos de uña maner a tan tr emenda y tan pos itiva en el cur s o del pens amiento filos ófico, mer ece
algo mas que las cuatr o o cinco páginas que s uelen dedicar le los manuales de filos ofía.
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