Armas de doble filo en Psicología (II) Hoy trataremos como hilo principal a las expectativas en psicología. Podríamos definir brevemente a expectativa como aquello que un sujeto espera que ocurra. El nexo que tiene esto con la psicología me parece fácilmente entendible, aquello que el sujeto espere que ocurra modificará su comportamiento en consecuencia. Así bien quiero que pensemos en la utilidad positiva que éstas nos reportan, por ejemplo si en una empresa tenemos puestas unas expectativas de ventas, podremos ajustar previamente al personal necesario a la demanda, y cubriendo así las necesidades que en ese momento se requieran, evitando sorpresas desagradables o sobrecostes. La expectativa de logro de una meta es muy importante, nos puede enfocar a una actitud necesaria que nos lleve a nuestra meta u objetivo. Expectativas de recompensa y/o gratificación puede hacer que aumente nuestro rendimiento para alcanzarlas, o simplemente la expectativa que tenemos de que un examen que queramos aprobar sea difícil hará que seamos más cautos y lo preparemos a conciencia. Como toda arma de doble filo, esta puede sernos de gran utilidad, pero mal usada se puede volver en nuestra contra. Imaginemos que esas expectativas se nos convierten en una ilusión, imaginemos que son desmedidas, ¿quién no ha tenido las expectativas al salir de un examen de tenerlo excelente y al recibir la nota esta fue lo contrario?, nos genera un momento de frustración, en algunos casos he visto como algún compañero en esa situación a incluso evitado hablar de dicho examen con vergüenza por haberse jactado del resultado esperado. Pensemos ahora en aquella persona que tiene unas expectativas sobre otra con la que desea estar, si las éstas fueron poco realistas y desmesuradas, el tener que enfrentarse a la realidad hará que se compare la imagen idealizada con la que realmente tiene (que no tiene que ser ni mejor ni peor, solo diferente), creando más de un problema de pareja o incluso ruptura. En el ejemplo sobre las buenas expectativas, pensemos que esperan vender el doble que el mes anterior, contratan al doble de personal, y sucede el caso contrario, las ventas caen, no solo tendrán menor entrada en caja, sino que se verán con el problema añadido del sobrecoste en personal. En este punto el lector tiene que tener claro los dos filos de esta arma. Momento en el que le recomiendo que eche un vistazo a la teoría de la profecía autocumplida o efecto Pigmalión, del que ya hablamos en anteriores post. Bien, ante esta situación, ¿cómo debemos actuar? Ciertamente no hay una forma más o menos acertada de abordar las expectativas, pero es cierto que si hay unos puntos que son los mínimos recomendados que debiéramos tener en cuenta, para que fueran al menos adaptativos. Son los siguientes: ¿La expectativa se ajusta a la realidad o más bien es idílica? ¿Cómo afectaría el que no se cumpliera? ¿Hay puntos intermedios o es de todo o nada? ¿Podría modificarla con el tiempo para ajustarla a la realidad? ¿Qué pruebas tengo a favor de que se cumpla? ¿Qué estoy dispuesto a arriesgar para que se cumpla? Tras hacernos esas preguntas mínimas aconsejo un último momento de reflexión para reconceptualizar la haciéndola lo más adaptable y realista posible, y siempre teniendo en cuenta que es una expectativa, y que en ella podemos equivocarnos, sin que esto deba repercutir en un sentimiento de frustración desadaptativo. No obstante le animo a tener expectativas de éxito, expectativas que le lleven hacia la excelencia, expectativas que le conduzcan a ser feliz, acordes con sus valores, pues estas expectativas darán ilusión a su vida, recordando que en caso de que no se cumplan... concederles el valor oportuno que en realidad siempre tuvieron. Un cordial saludo a todos Salvador Carrasco Artiaga www.salvadorcarrasco.es