Intentos de Reforma Agraria, el latifundio como héroe o mártir

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Intentos de Reforma Agraria, el latifundio como héroe o mártir.
Uruguay entre 1870 y 1915
Silvana Maubrigades (UDELAR, Uruguay)
Introducción
Con el desarrollo del capitalismo industrial que Europa vivió desde el siglo XVIII y a lo
largo del siglo XIX el sistema agrario de América Latina experimento nuevas condiciones de mercado
y nuevas posibilidades de incrementar el capital. Es en este ámbito que la misma se define
claramente como exportadora de materias primas y alimentos en general. El crucial cambio
económico fue la consecuencia del incremento en la movilidad de capitales y población, del
incremento en el conocimiento tecnológico y un desarrollo en el sistema de transportes.
Sin embargo el avance del colonialismo en América Latina trajo una evolución muy
compleja y desigual en la región, por lo que con la introducción de una nueva forma de producción
debieron coexistir relaciones de producción y sistemas productivos muy desiguales en los que
encontramos tanto relaciones capitalistas como precapitalistas. Esta dispar situación dependía mucho
de la desigual difusión en la comercialización en el período colonial.
Naturalmente fueron procesándose cambios a lo largo del siglo XIX que respondían a
una mayor expansión del sistema capitalista y una pérdida de vigencia del anterior sistema colonial.
A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, comienza a darse en América Latina
una cierta estabilidad política en los distintos países, haciéndose más fuertes los estados nacionales.
Esto favorece la actividad económica a nivel internacional ya que se abre la misma a un intercambio
comercial de carácter mundial.
Las economías avanzadas en ese entonces eran partícipes de un fuerte crecimiento de
carácter industrial que generaba una gran necesidad de insumos primarios. Es en este esquema que
las economías periféricas se ven insertas de forma activa en este mercado mundial
Respondiendo a una agrupación ya conocida para las economías latinoamericanas,
estas diferentes naciones se convirtieron en economías periféricas que debían adaptar sus propios
procesos de desarrollo a las necesidades que los países más avanzados tenían. Esto sentó las bases
para una relación que a la postre sigue permaneciendo. Es decir, esta apertura también trajo un
debilitamiento del desarrollo local en términos industriales y también tecnológicos, ya que la
transferencia de tecnología gracias a la inversión de capitales extranjeros no sentó las bases para un
desarrollo local de conocimientos sino que afianzó una dependencia aun más difícil de romper que la
del colonialismo, la dependencia en el conocimiento y la transmisión del mismo.
Pero, con inserciones diferentes, la participación de las economías latinoamericanas en
la esfera económica mundial es un hecho no menor que repercute en todas sus bases productivas.
Esto, sumado a la captación de capitales extranjeros para invertir en estas economías, ahora más
estables políticamente, sentaron las bases para una expansión considerable en las exportaciones, las
que naturalmente fueron encaradas de diferentes formas según la amplia gama de sectores
productivos locales.
En este marco la tradicional especialización productiva del Uruguay, la ganadería,
generalmente extensiva y su clase social de referencia, los terratenientes, afianzaron aun más su
peso económico pero también social y políticos dentro del país. Sin embargo su principal
preocupación, la consolidación de la propiedad privada, todavía para mediados del siglo XIX era un
tema sin resolver.
Sería a partir de un gobierno militarista, ascendido con el apoyo de las clases altas
nacionales, especialmente la rural, que se alcanzaría la seguridad suficiente para generar el
escenario propicio en el cual desarrollar plenamente la estructura económica para la que el país
parecía especialmente preparado.
Militarismo y reformas, leyes para asegurar la permanencia
“Por más desinteresada que sea la propaganda de la Asociación Rural, inútiles
han de ser los esfuerzos en defensa de los intereses de los productores, mientras
los que están obligados a prestar a los habitantes de la campaña, las garantías
que todo el país medianamente civilizado se tributan a sus moradores, no le
dediquen toda la atención en garantizar la propiedad rural, que representa entre
nosotros, la áncora de salvación, el único leño a que agarrarse en el naufragio de
1
nuestras cuestiones internas”
Este pensamiento representa lo que ha sido la lucha por la tierra en un país
esencialmente agropecuario. Desde su conformación la apropiación de las tierras persiguió fines no
solo económicos sino políticos, la tenencia de las mismas no solo les brindaba riqueza sino también
poder.
Respondiendo a una realidad internacional, ya desde la segunda mitad del siglo XIX,
que exigía a estas economías, primario exportadoras, que se insertaran en la división internacional
del trabajo como proveedoras de materias primas, consolidar y asegurar la propiedad de la tierra y su
explotación privada y exclusiva era esencial.
Quizás el ejemplo más contundente de que una nueva etapa en la vida agraria del país
comenzaba y que la toma de conciencia política del rol jugado por los propietarios era día a día más
evidente fue la fundación de la Asociación Rural del Uruguay en 1871.
1
Revista de la Asociación Rural; 1 de Setiembre de 1875, Nº 66, p. 1013-14. Citado por Barran y Nahum
(1967).
Estaba la misma integrada por un amplio número de
Legislación sobre tierras para el
grandes y medianos hacendados, angustiados por la
período 1876 - 1885
realidad que estaban viviendo y por las exigencias que
•
Decreto - Ley de Colonización
el mercado internacional les demandaba. Entre ellos
Agrícola del 5 de Setiembre de
existían grandes diferencias en la concepción de la
1876.
producción y explotación de la tierra, pero los unía algo
Habilita a los jefes Políticos
mucho más importante como era la necesidad de
establecer colonias agrícolas en las
regularizar al fin la tenencia de la tierra y lograr que la
tierras
campaña viviera en paz para poder así progresar.
impuestos y del servicio militar a
Este grupo poderoso estableció alianzas con otras
quienes las soliciten.
áreas de la vida económica nacional, como el
•
comercio, la banca, los inversionistas extranjeros, etc.,
Las tierras públicas de pastoreo o de
logrando, en forma conjunta, presionar en la actividad
labranza, y los terrenos urbanos de
política para que sus intereses fueran oídos y se
propiedad fiscal, solo podrán ser
alcanzaran soluciones. Demás está aclarar que sus
enajenados por su valor corriente al
quejas siempre llegaron donde esperaban, dado que el
precio de tasación en la época de la
peso económico que estos grupos tenían les brindaba
venta.
un poder de negociación eficiente.
•
Sin
embargo
la
permanente
disputa
política que sufría el país impedía intentos concretos
de
progreso
económico
en
el
área
rural.
fiscales,
exonerando
a
de
Ley del 17 de Octubre de 1877
Ley del 28 de Enero de 1879
Entra en vigencia el nuevo Código
Rural.
No
habiéndose consolidado aún un Estado “juez y
gendarme” de los intereses de los habitantes del país, la lucha de intereses sociales, políticos y
económicos se desarrollaba en forma paralela a la administración ineficiente del gobierno.
Vino el militarismo (1876 - 1886) a solucionar esta realidad, impartiendo un régimen
autoritario en su gobierno y austero en sus gastos, donde sanear la economía era el tema central y
respaldar a los grupos económicos era la tarea principal del gobierno si pretendía sacar el país
adelante.
El Código Rural, redactado por la propia Asociación Rural, se convirtió en una pieza
clave para el sector terrateniente, que veía en la defensa de la propiedad privada y en la tranquilidad
del campo la solución a sus problemas.
Ante la inestabilidad reinante en la sociedad toda, fue este grupo de poder el que contó
con la capacidad organizativa y con la experiencia necesaria para reunir en una ley de carácter
nacional todas las disposiciones, arcaicas e innovadoras, que abarcaban la “cuestión rural”. De esta
forma se intentaba que la nueva legislación estuviera a la altura de la realidad económica y social de
la clase alta rural de nuestro país.
Muestra de los intereses que se perseguían fue el énfasis con el que se trató el tema de
la propiedad privada como derecho inviolable para quienes la poseían. Esta prédica que mezclaba
derechos sociales y económicos de los dueños de la tierra representaba el más ferviente interés en
permanecer explotando el territorio nacional que habían logrado apropiarse.
Cuando el Coronel Lorenzo Latorre asume el gobierno (1876), tras mantener su
aprobación al Código Rural redactado por la Asociación, hace efectivo el mismo, llegando incluso a
profundizar su rigor en la prédica liberal de la propiedad privada. Cumple de esta forma con las
aspiraciones de sus mentores.
Quizás por su hondas consecuencias para la población rural, el hecho que es
necesariamente destacable dentro del contexto legal del código, es la imposición de alambramiento
de los campos. La definición de la propiedad por medio de alambrados significaba por fin establecer
los límites de la propiedad, regularizando la extensión de la misma y salvaguardando los intereses de
quien fuera propietario. Con alambrado ahora ya no podrían los gauchos y los pobres del campo
vagar por los mismos o tomar como propias las reses para faenarlas. Se pone así freno a dos
factores problemáticos en la campaña los vagabundos y el robo de ganado.
Esta exigencia si bien venía a poner punto final a una serie de problemas logró generar
otros. Al establecerse la medianería forzosa, elemento incorporado por el gobierno y no por los
hacedores del código rural, se produjo una honda brecha entre las distintas capas económicas de
propietarios. No todos los hacendados del país contaban con el dinero suficiente para compartir el
costo del alambrado, con lo cual muchos perdieron sus terrenos por incapacidad económica para
mantenerlos, y otros, aprovechando las circunstancias favorables, lograron apropiarse de más tierras.
Se destruyó al mismo tiempo una base productiva alternativa como era la cría de ganado
en campos de otros, elemento incorporado fundamentalmente por los hacendados progresistas, más
volcados a la cría de ovinos, quienes permitían a pequeños productores tener su propio rebaño,
aunque no contara con tierras, a cambio de su trabajo. Esta forma paralela de producción
desapareció en la medida que la propiedad privada adquirió una relevancia sin igual donde el que no
era propietario debía pagar por el suelo que usaba.
La ruina de pequeños y medianos productores con la consiguiente pérdida de sus tierras
logró aumentar aun más la extensión dedicada a la ganadería, concentrada en pocas manos. El
propio Código Rural en su artículo sexto disponía la libre extensión de la propiedad del terrateniente
así como el número de ganado que podía criar en ella.
Se consolida de esta forma el latifundio ganadero que venía formando parte de la economía nacional
ya desde sus orígenes. Con el alambrado de los campos, con títulos de propiedad legalmente
registrados y con la libertad de vender y comprar tierras sin importar los límites de la misma la
propiedad privada se hace ya incuestionable.
Con la sola delimitación y denuncia de las tierras los grandes hacendados se apropiaron
incluso de las tierras fiscales, dejando por ello al gobierno sin la posibilidad futura de realizar un
reparto de las mismas en beneficio de un mayor número de pobladores. De aquí en más cualquier
proyecto de reforma agraria tendrá que luchar contra los dueños de la tierra para alcanzar una
distribución diferente de la misma.
Luego de aplicado este Código no importará más la forma de apropiación original de la tierra o el nivel
de productividad por ella alcanzada, solo se plantea una regulación severa de la propiedad como tal
donde cada dueño es libre de desarrollar a su conveniencia la actividad que prefiera. Por tal motivo
no todos los que se plegaron al alambramiento de los campos alcanzaron semejantes desarrollos
productivos, los más progresistas capitalizaron el uso de estas divisiones no solo para delimitar su
propiedad sino para subdividir la misma desarrollando actividades diferentes.
Sin
embargo
tradicionales,
muchos
de
los
generalmente
los
terratenientes
Ley del 23 de Noviembre de 1880
no
Autoriza el Poder Ejecutivo a fomentar la
supieron o no quisieron ver en el alambrado otra
agricultura, sea formando, promoviendo o
cosa que no fuera la consolidación de su
ayudando empresas de Colonización, sea
propiedad y la demarcación de sus límites, con lo
favoreciendo la iniciativa individual, dentro
cual sólo alcanzaron esta primera etapa. Sin
de los términos de esta Ley, debiendo en
embargo la predica reformista y modernizadora
los últimos casos ser reembolsables al
que la Asociación Rural desarrollaba en los
Poder Ejecutivo, las sumas que anticipa.
hechos se vio cuestionada, "...nosotros creemos
Las colonias... deberán establecerse en
que la obra, tan espléndidamente realizada por
las proximidades de las vías fluviales o
aquella Asociación, no ha producido aún todos los
férreas de los pueblos o de los caminos
efectos que debiera producir. Se ha introducido el
nacionales de mayor tránsito; en buenas
orden...
sumamente
tierras de labor....podrán fundarse en los
importante, no significa que se hayan realizado
terrenos que pueda adquirir el P.E....; en
los altos fines que persigue aquella Asociación...
terrenos
Viven hoy como vivían hace 30 años, sin otra
fiscales...Consagra
diferencia que la de tener campos cercados, pero
expropiación
sin hacer más esfuerzos... y sin adoptar uno solo
pública.
de los progresos de que hace uso el estanciero de
•
pero
aunque
todo
criollos,
•
es
2
otros países.”
que
por
se
el
consideren
derecho
causa
de
de
utilidad
Decreto del 28 de Noviembre de
1882
En los planes de la Asociación Rural
Establece
que
no estaban muchas de las disposiciones que a
ocupadas
por
partir de 1879 comienzan a regir, ya que el
destinarse a la formación de colonias
gobierno militar establece cambios a las pautas
agrícolas y las que resulten inadecuadas
establecidas, consolidando la gran extensión
se subasten, aplicando el importe a la
productiva,
compra de otras áreas aptas para la
el
latifundio,
a
base
de
la
obligatoriedad del alambrado y del control de la
las
tierras
fiscales
arrendatarios
pueden
labranza. (Bernhard, 1969)
propiedad como bien inviolable; en desmedro del
pequeño productor o minifundistas.
Esta población que se quedó sin su fuente de ingresos principal e incluso sin sus tierras
podía representar un problema latente en la medida que las revoluciones históricamente se habían
alimentado de esta masa de desposeídos. Para ellas, como solución viable, proponía la Asociación el
cambio de actividad productiva debiendo orientarse hacia la agricultura.
El ganadero consideraba que en su producción estaba la salida natural para el país,
dada su inserción al mercado mundial, con lo cual el bien particular era también el bien nacional.
Pero, para quienes su incapacidad económica se convertía en una traba para dedicarse a esta
2
Revista de la Asociación Rural; 31 de Octubre de 1885, Nº 20, p. 637-38. Citado por J.P. Barran y B. Nahum
(1967).
actividad, estaba la agricultura como solución alternativa. Por lo tanto esta población desocupada
debería ocupar tierras públicas, linderas a las ciudades, aspirando a abastecer a las mismas. Así no
solo se establecía una nueva fuente de ingresos sino también un espacio para sedentarizar a la gente
en el campo y tranquilizar a gauchos y peones.
Aparece una vez más, entonces, la agricultura cono un complemento natural y necesario
para la actividad ganadera, con un fin más de control que de producción. Para ello se establecen en
este período militarista una serie de Leyes de Fomento a la agricultura, destinando la distribución de
tierras fiscales para el desarrollo de esta actividad. Conjuntamente se habilita a los Jefes Políticos a
fomentar colonias agrícolas en distintos puntos del país, exonerando de impuestos y del servicio
militar a quienes accedan a las mismas.
Sin embargo este fomento agrícola no obtuvo los fines esperados en primera instancia
porque las tierras fiscales destinadas a tal fin estaban ya en manos de los grandes hacendados,
quienes habiéndolas alambrado, desestimaban la idea de denunciarlas y perderlas. Si bien un
relevamiento de dichas tierras hubiese sido lo apropiado, los anteriores intentos no habían dado
resultado y para 1877 ya estaban todas ocupadas.
Pero existía otro inconveniente de gran peso que dificultaba este cambio de estructura
productiva; aquellos destinados, por su condición económica, para la agricultura no sólo desconocían
en gran medida esta actividad, sino que sus costumbres y sus hábitos de trabajo estaban orientados
a la ganadería, resultándoles difícil aceptar este nuevo rol y sus implicancias. Por tal motivo, lejos de
generarse una masa de productores agrícolas, se obtuvo como consecuencia la formación creciente
de rancheríos a orillas de las estancias, donde el hambre y la desocupación eran algo cotidiano,
existiendo como alternativa el ingreso al ejercito o la permanencia como peones temporales.
Cuando una crisis es capaz de cuestionar un modelo
Desde mediados de la década del ‘80 el agro nacional enfrenta primero una
sobreproducción ganadera, plétora de ganado, y una falta de mercados para su colocación;
posteriormente, por factores climáticos hay una caída abrupta del producto; todo esto conjugado con
el fin de la fiebre especulativa, “la época de Reus”, hace eclosión en la crisis del ‘90. Comienzan
entonces a escucharse quejas cada vez más fuertes sobre el sistema productivo existente, la
dependencia que genera la monoproducción y la ineficiencia del latifundio.
Las críticas provenían fundamentalmente del sector político residente en Montevideo,
con una tradición urbana muy marcada y con una profesionalización en el arte del gobierno que los
hacía ver la realidad desde una óptica muy particular. Sus críticas, aunque tienen una gran vigencia
aun en nuestros días, no contaban con un conocimiento acabado de las condiciones del campo
uruguayo que les permitiera generar soluciones concretables a los problemas evidenciados.
El principal mal identificado fue el latifundio, considerado como el causante del atraso
productivo en el que estaba inmerso el país y la gran despoblación que tenía el suelo nacional,
descuidándose así las fronteras y la seguridad nacional.
“Los dueños de grandes áreas no tienen mayor interés en el aprovechamiento de
todo su campo, puesto que consiguen pingues beneficios, cualquiera sea la salida
de sus productos en el mercado...La razón de esta intolerancia tan perjudicial
estriba en el defectuoso fraccionamiento del suelo. Regularizando la distribución...
se obtendrá, luego, la implantación del perfeccionado sistema europeo en esta
clase de industria, puesto que en virtud del mismo adelanto tendrán que
3
aprovecharse todas las calidades y fuerzas productivas de la tierra...”
Claro está que este mismo patriciado, que con tanto encono criticaba al campo, pese a
no tener con los terratenientes lazos tan estrechos como en el pasado, pertenecía a sectores políticos
que obtenían de estos el apoyo necesario para mantenerse en el gobierno por lo cual poca atención
tuvieron sus reclamos.
La
solución
desocupación,
encontrada
la
pobreza
ante
la
Legislación sobre tierras para el período
y
la
1887 - 1900
improductividad de la tierra fue el reparto de
•
la misma y el fomento de la agricultura, el
Además el P.E. destinará $1500000 al fomento
acento estuvo puesto en la recuperación del
y desenvolvimiento de la Colonización de la
concepto de enfiteusis por considerarse que
República, y del remanente que resulte del
era la forma más justa de usufructuar un bien
Empréstito dispondrá libremente el P.E.
que era de toda la población. Si el valor de la
•
tierra aumentaba gracias al esfuerzo de los
Queda autorizado el P.E. para conceder
habitantes así como del Estado en mejorar la
excención
sociedad no parecía justo que solo unos
continuación, a las empresas colonizadoras y a
pocos obtuvieran ventajas.
los
El más firme representante de esta idea fue
promulgación de la presente ley, destinen a la
Andrés
colonización tierras de pastoreo, situadas fuera
Lamas
quien consideraba a la
Ley del 29 de Julio de 1887
Ley del 4 de Octubre de 1889
de
los
propietarios
impuestos
que
indicados
después
de
a
la
enfiteusis como la mejor forma de acceder a
de los Deptos de Montevideo y Canelones...
la tierra logrando beneficios para quien la
•
cultiva y para la sociedad en su conjunto.
Desde la promulgación de la presente ley,
Cediendo el usufructo de la tierra se podía
créase un Registro de Contratos de locación de
promover un mejor uso de la misma, en
bienes raíces, enfiteusis y capellanías.
forma intensiva y diversificada al tiempo que
•
el Estado obtenía recursos que le permitían
Crease una Escuela de Agricultura y Granja
reducir la carga impositiva impuesta por otro
Experimental bajo la dependencia del Ministerio
lado.
de fomento, en la propiedad que el Estado
Ley del 19 de Diciembre de 1890
Ley del 10 de Diciembre de 1894
“Si el hombre puede crear
posee en la Estación Toledo
individualmente un valor
industrial, no puede darle
a la tierra que posee o
cultiva todo el valor que adquiere en el estado social, porque este valor, y por
consiguiente la renta, es el resultado de las condiciones, del capital y de la labor
de la colectividad en que se produce... el Estado, representante de la
sociedad...es el que tiene la potestad y los medios legales para que se establezca
en justicia lo que en ese valor corresponde, proporcionalmente, al capital y al
4
trabajo del individuo y de la comunidad, dándole a cada uno lo que es suyo.”
3
Pedro Figari, “Ley Agraria” , Montevideo, 1885. Tesis presntada para optar al grado de doctor en
jurisprudencia, p. 14-15. Citado por Barran y Nahum (1968).
4
Andrés Lamas, “Estudios sobre la legislación agraria de Rivadavia”,, p. 10-11. Citado por Barran y Nahum
(1968).
Otros políticos de la época, también críticos del latifundio, ponían el acento en las tierras
fiscales apropiadas indebidamente por los grandes terratenientes. “(Los ocupantes de la tierra fiscal)
... que ningún sacrificio han hecho para conquistar la tierra que detentan -ni para mejorarla- ni
siquiera regar su cultivo con el sudor de su frente, pues la conservan en el mismo estado en el que
estaba cuando la usurparon o heredaron de sus mayores... la mantendrán en el mismo estado ,
mientras una política sabia y previsora no cambie este deplorable estado de cosas que sustrae la
5
mitad del territorio nacional a la producción y a la renta.”
Su idea era recuperar las mismas para destinarlas entonces a la agricultura y a la
instalación de colonias agrícolas.
Esta defensa del modelo agrícola que hacían los políticos se vio plasmada en una serie
de leyes promulgadas que intentaban fortalecer la colonización del país, incluyendo exoneración de
impuestos a los colonos y a los propietarios que cedieran sus tierras para actividades agrícolas,
impulsar empresas colonizadoras e incluso establecer una Escuela de Agricultura y Granja
Experimental de propiedad estatal.
Todo este impulso reformista que nacía desde el seno político pareció pasar
desapercibido para los propietarios de las tierras. Si bien los proyectos eran muy ambiciosos no
alcanzaron a efectuarse, motivo por el cual quienes eran dueños de las tierras permanecieron ajenos
a estas críticas. Indiscutiblemente detrás de esta capa política estaban los sectores económicos que
las sustentaban, por lo que si bien mucho se criticó poco se hizo realmente para alcanzar un cambio.
Además eran estos mismos hacendados, caudillos de sus zonas, los que lograban
mantener pacifica a la campaña y también quienes lograron no solo imponer el militarismo para
tranquilizar la misma sino también sacarlo cuando este no les fue útil. El patriciado de la ciudad era
consciente de que amenazar realmente la propiedad privada podía ocasionar una pérdida de poder
en el gobierno que no estaban dispuestos a asumir, por lo menos una gran parte de ellos.
Por lo tanto este período civilista, como se lo conoce, poco logró en cuanto a cambios
substanciales en la tenencia de la tierra, como ya dijimos la propiedad privada era sagrada, así que
tuvieron que contentarse con fomentar la idea de un país diversificado con una base agrícola
importante que permitiera sobrellevar mejor las crisis que la economía externa nos imponía. A estas
propuestas supieron responder aquellos hacendados progresistas que fundaron la Asociación Rural,
quienes no sólo se propusieron explotar en forma eficiente el mestizaje del ganado y el
alambramiento de los campos, sino que además respondieron favorablemente a la incorporación de
actividades agrícolas en sus predios, con un aumento de la mano de obra y una mejora en la
producción.
Sobre esta base política y productiva surgiría el batllismo como sector político con
actitud crítica ante el latifundio, la concentración de la propiedad y el monocultivo. Su apoyo lo
encontraría en la ciudad y serían los representantes del campo sus principales detractores.
El Batllismo enfrenta al latifundio improductivo
5
Angel Floro Costa, “Solución práctica del arreglo de la propiedad fiscal” Montevideo, 1894. Citado por
Barran y Nahum (1968).
El primer gobierno de José Batlle y Ordóñez (1903 - 1907) por la realidad política que
vivía el país (última revolución caudillezca, 1904)
no pudo desarrollar o concretar las ideas y
aspiraciones que se había propuesto. Sin embargo, ya desde un primer momento Batlle, haciendo
referencia a la realidad económica del sector agropecuario planteaba la importancia del mismo en la
economía nacional.
“Ahora como antes es la campaña nuestro gran recurso, por no decir el único, ya
que nuestras industrias urbanas están todavía en embrión... Protejamos y
estimulemos a los verdaderos productores, a los que nos prestan artículos aptos
para la exportación, con los cuales traemos oro al país...; y el gobierno, por su
parte, ofrézcales todas las franquicias posibles para estimular y promover esa
6
producción...” .
Este planteo, que parece ajeno a ese concepto de política citadina que el batllismo
dejaba ver, encarna la importancia asignada al agro como la fuente primaria de recursos y la
necesidad de promover, de parte del gobierno, soluciones acorde con las exigencias de los
productores.
El gobierno de Claudio Williman (1907 - 1911), que siguió al de Batlle, no apuntó sin
embargo a una política integral para el agro, concentrando sus aspiraciones en una transformación
del país ganadero a un país agrícola, siguiendo así con la herencia civilista que predominaba a fines
del siglo XIX.
6
Cuadernos de Marcha, (1969). “El hacendado moderno.16 de Marzo de 1903;”.
Cuando nuevamente accede al poder Batlle
(1911 - 1915) la situación nacional era muy
Legislación sobre tierras para el período
diferente de la anterior, razón por la cual estaban
1903 - 1915
dadas
•
las
condiciones
para
que
pudiera
Ley del 16 de Diciembre de 1905
desarrollar en profundidad los cambios que
Declárase de utilidad pública la expropiación
consideraba
de campos de pastoreo destinados al
esenciales
para
el
país.
Con
respecto al agro, su concepción adquirió matices
ensanche
más
Paysandú, y la formación de Colonias
terminantes
que
los
planteados
con
del
ejido
de
la
ciudad
de
anterioridad. Reconociendo la importancia de la
agropecuarias
producción agropecuaria para el enriquecimiento
Departamento...El P.E...otorgará facilidades
general, veía en los grandes latifundistas un
para la constitución de hipotecas... Ningún
obstáculo
agricultor podrá comprar más de una chacra
insalvable
para
el
desarrollo
en
el
mismo
productivo.
y trabajará personalmente, y se obligará a
“Por tanto creemos que mientras no se quiebre
plantar 100 árboles por año y conservarlos.
la
•
preponderancia
terratenientes,
nuestra
económica
los
Ley del 30 de Setiembre de 1911
continuará
Autorízase al P.E. para crear en los parajes
inculta, despoblada, miserrima - a pesar de sus
de los departamentos de campaña que
ganados - y montaraz....La ganadería constituye
juzgue más apropiados, seis Estaciones
la fortuna de algunos centenares de familias. La
Agronómicas, con sus correspondientes
pequeña
trabajo,
Granjas Modelos. El P.E. podrá expropiar
de hombres
hasta 1000 hectáreas con destino a cada
agricultura
autonomía y
campaña
de
dará
vida,
paz a millones
7
laboriosos, conscientes y libres.”
estación.
“Es que ha faltado el
• Ley de Octubre de 1911
estímulo a las pequeñas
Créase la Comisión de Defensa Agrícola,
industrias agropecuarias, ese
estímulo que consiste no en
formada por propietarios y técnicos cuyo
propagandas y prédicas y
número fijará el P.E.
críticas, sino en hechos como
el de facilitar créditos a los
hombres de trabajo, liberar de derechos a las máquinas y las semillas....Esta será
la forma de ...desalojar, en término tal vez no lejano, el clásico estanciero cuya
8
industria se reduce al pastoreo natural...”
7
8
Cuadernos de Marcha (1969). “El mal del país. 20 de Junio de 1911,”
Cuadernos de Marcha (1969)., “El crédito rural. 23 de Julio de 1915”
Sin embargo lo poco que se concretó en esta
materia fueron leyes que premiaban las mejoras
•
en productividad y eficiencia como la Ley del 13
Da principio la colonización encarada
de Noviembre de 1911 que premiaba a las
como función del Estado. Se autoriza la
estancias productoras de forraje, o la del 4 de
emisión de un Empréstito de $500000
Julio de 1913 que elevaba los derechos de
para la compra y fraccionamiento de
aduana a mantecas y cremas favoreciendo así la
tierras
producción
las
agropecuaria que serán vendidas en
de
plazos hasta de 30 años. Se faculta la
perjudicar los intereses latifundistas, contribuyeron
P.E. a proceder a la expropiación de
a su mejora en la medida que no se alcanzó a
tierras, a cuyo efecto se declaran de
tocar la propiedad privada, estimulando tan solo
utilidad pública; se exime por 10 años a
una mejora en la producción tradicional de la
las chacras del pago de Contribución
estancia.
Inmobiliaria, y se establece que estarán
Con respecto a la colonización agrícola es de
libres de ejecuciones y embargos las
destacar que el planteo batllista estaba dirigido a
deudas contraídas por los colonos antes,
la mano de obra inmigrante, especialmente
y durante los 5 primeros años de
europeos, por considerar que contaban con los
posesión.
conocimientos técnicos necesarios para esta tarea
•
y una larga tradición nacional
en este rubro
Designa una Comisión Asesora, con el
productivo. Por tal motivo esta política llevada
cometido de pronunciarse respecto a la
adelante por el gobierno poco tuvo para favorecer
mejor aplicación de la ley del 22/I/1913
al “pobrerío rural”, tradicional en nuestro campo.
•
resoluciones
nacional.
que
se
De
esta
concretaron,
forma
lejos
Este no era el típico campesinado
Decreto del 22 de Enero de 1913
con
destino
a
colonización
Decreto del 9 de Agosto de 1913
Decreto del 19 de Diciembre de
1914
europeo afianzado en la producción agrícola, sino
Establece las condiciones que deben
que había surgido al amparo de las tierras fértiles
reunir las tierras que se adquieran para
y los campos despoblados. Excluido de la
colonización; su localización en zonas de
producción formal del agro, por no necesitar este
fácil acceso, y la existencia de aguadas
de mano de obra abundante, carecía de bases
permanentes para irrigación suficiente.
sólidas para reclamar su espacio en el campo y su
(Bernhard, 1969)
derecho a poseer tierras. Por tal motivo el cambio
mentado desde el Estado lo mantenía ajeno a la
producción agrícola, sufriendo así una nueva exclusión.
Continuando la idea batllista de fomento agrícola, puede decirse que aun entre sus
propios seguidores habían grandes diferencias, el ala moderada del batllismo cuidábase mucho de
tener un diálogo fluido con los dueños de la tierra, manteniendo una actitud cautelosa y prudente en
sus planes de reforma rural, por lo que sus proyectos más que afectar la propiedad privada, buscaban
incrementar la productividad en el campo.
Por su parte el ala radical del batllismo demostraba una actitud bien distinta, que muchas
veces hizo temer por la tranquilidad de las relaciones formales con los terratenientes. Proyectos como
el del diputado José Pedro Masera en 1910 o el de Mateo Magariños Viera en 1913, cuestionaban
duramente la tenencia de las tierras fiscales, desde incluso 1795 como planteaba Masera, exigiendo
que las mismas retornaran al Estado para que este las redistribuyera.
También otro proyecto, propuesto por el diputado Alfredo Vidal proponía la creación de
la Sección Tierras y Colonización en el Banco República para que esta expropiara grandes
extensiones a fin de distribuirlas luego para la producción intensiva en granjas, chacras, etc. Estos
proyectos, presentados todos al parlamento nunca tuvieron andamiento, incluso no llegaron nunca a
la Cámara de Senadores.
Sin embargo algunos de los planteos del ala radical que cuestionaba duramente la tierra
improductiva llegaron a concretarse a través de la vía impositiva. Todo el equipo ministerial de Batlle
compartía la crítica dura que se hacía desde el parlamento a los dueños de las tierras que, sin
incorporarle mejora técnica alguna y solo confiando en las buenas pasturas veían incrementado el
precio de sus tierras. Por lo tanto se proponía que se pagaría en impuestos por el valor de las mismas
si estas se trabajaran intensivamente. Según el reformismo batllista el impuesto inmobiliario debía
inducir al cambio en el sistema de explotación rural.
“La propiedad, en realidad, no debe ser de nadie, o más bien dicho, debe ser de
todos; y la entidad que representa a todos es la sociedad ...es propietario de
nuestros campos un número limitado de personas y nuestros paisanos tienen que
trabajar para ellas por una cantidad mensual ínfima, en tanto que ellas realizan
grandes fortunas...El impuesto progresivo sobre la tierra, es decir un impuesto que
va siendo cada vez mayor, a medida que el valor de la tierra va aumentando, hace
que el interés de tener grandes propiedades disminuya si no se las emplea en
9
forma que produzcan utilidades extraordinarias.”
Esta postura batllista sobre la propiedad privada refleja su concepción giorgista y su
intento de imprimir en el país estos postulados. Sin embargo, los mismos no eran nuevos en el país,
ni en el Río de la Plata; ya desde Rivadavia en la Argentina y Andrés Lamas en el Uruguay se
consideraba la propiedad de la tierra como un beneficio social que, quienes lo poseían debían
retribuir a la colectividad en virtud del derecho inmanente en todos los individuos de ser dueños del
suelo que pisan. Esta misma tradición alcanzó a participar de los proyectos civilistas de fines del siglo
XIX, permitiendo que los impulsara Batlle desde su condición reformistas para la época, sin que
implicaran un escandaloso agravio a la mentalidad burguesa del momento.
Lamentablemente este planteo reformista que el batllismo intentó transmitir al agro hizo
muy poco eco entre sus representante. Los grandes propietarios, a pesar de su visible alarma ante
los embates ideológicos del gobierno no reaccionaron como este esperaba, incluso de hecho no
debieron hacerlo ya que el mismo no contó con la fuerza política suficiente, ni el dinero necesario
para generar los cambios productivos que el país requería.
¿Qué fue del latifundio? A modo de conclusión
En casi cincuenta años de marchas y contramarchas el tema del latifundio parece haber
tenido la extraña virtud de salir invicto de las batallas a las que ha estado expuesto.
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Cuadernos de Marcha, (1969)., “Discurso de Batlle en la Convención sobre la propiedad de la tierra. 16 de
Marzo de 1903”
Debe mencionarse que, si bien resultó siempre difícil cuestionar la propiedad de la tierra
a sus ocupantes, con o sin títulos, fue recién después de instaurado el Código Rural que este tema
quedó definitivamente zanjado. Con una delimitación concreta de las mismas, plantear la necesidad
de reestructurar la tenencia de la tierra, con el fin de repartir la misma entre un mayor número de
pobladores, habría de convertirse en tema de enfrentamiento ineludible con los terratenientes, sector
económico de fundamental importancia en la economía del país.
Habiendo consolidado el país su estructura productiva, orientada esencialmente hacia el
mercado internacional como país agroexportador, coincidiendo la misma con una demanda creciente
de materias primas, resultaba incuestionable el papel jugado por la clase alta rural en el destino
económico que parecía tener el país trazado.
En este sentido la base principal de la riqueza, es decir la posesión de tierras, que permitiera
desarrollar la ganadería, especialmente extensiva dada la tradición productiva de los terratenientes
nacionales, no debería limitarse si se quería salvaguardar los intereses económicos del país en su
conjunto. Por tal motivo cuestionar al latifundio era, en cierta forma, atentar también con la fuente
principal de riquezas para el país, era dudar de la capacidad productiva de la clase alta rural que
llevaba en sus hombros el peso del desarrollo nacional.
Por tal motivo es fácil comprender que pocos se atrevieron a cuestionar la gran
propiedad de la tierra.Quienes lo hicieron, considerando que el desarrollo implicaba una producción
diversificada, plantearon la necesidad de promover la particiación de pequeños, medianos y grandes
productores. Respondiendo a esto
surgieron diversas propuestas de fomento a la producción
agrícola, que apuntaron especialmente a la formación de colonias.
Sin embargo, cuando el modelo productivo vigente, que carecía mayoritariamente de
mejoras tecnológicas (salvo el mestizaje o el alambramiento de los campos), se vió enfrentado a una
crisis ocasionada por una coyuntura internacional en los ‘90, se evidenció rápidamente que este era
incapaz de garantizar un crecimiento económico sostenido.
A partir de allí se agudizan las voces que reclaman una solución diferente para la
realidad agropecuaria del país. Tales propuestas, replantean
la necesidad de diversificar la
producción, incorporando eficientemente el componente agrícola en la estructura productiva del
momento. Esta, que había sido la solución “sugerida” por los terratenientes para aliviar la situación de
los pobres y desposeídos del campo, se erigía ahora como la alternativa más viable para alcanzar un
crecimiento sostenido del sector.
La misma, que bien podría haber estado orientada a las clases más carenciadas de la población
nacional, ya sea por falta de tradición en este tipo de tareas o por una necesidad de aumentar la
población, estuvieron siempre ligadas al fomento de la inmigración, especialmente europea.
Se creía necesario cuestionar al latifundio improductivo, ya que este era la fuente de los
males de una economía nacional muy atada a la exportación ganadera y que por tanto sufría, con los
avatares del mercado internacional, en forma aguda. Por otro lado se priorizaba la formación de
colonias agrícolas con inmigrantes europeos ya que estos contaban con los conocimientos y la
experiencia necesaria para volcarla en la producción.
En este ambiente de desconcierto, con una base productiva cuestionada, con un sector
industrial incipiente y por ende incapaz de tomar las riendas de la economía nacional, y
fundamentalmente con un Estado que cada vez más asumía el rol de organizador social, llegamos a
la presidencia de Batlle y Ordóñez.
Como ya vimos, su planteo no pareció alejarse del pensamiento clásico de la época, que
veía en el latifundio improductivo y no en la base ganadera nacional, la causa de gran parte de las
penurias económicas del país.
Este nuevo gobierno, de carácter esencialmente progresista, como suele caracterizarlo
la historiografía nacional, lucho por una concepción de país diferente a la establecida en el período
militarista de las décadas del ‘70 y ‘80. Desestimó desde el comienzo una actitud pasiva ante la forma
que era conducida la producción nacional, por tal motivo se reveló contra la improductividad de la que
eran objeto las tierras explotadas por los latifundistas, alabando en cambio a aquellos que hacían un
uso eficiente de las riquezas de los suelos.
Conjuntamente, su gobierno y en general su línea política, acompaño las ideas
reformistas surgidas con anterioridad que planteaban, desde fines del siglo XIX, que debía
diversificarse la producción agropecuaria nacional si no se quería caer en un agotamiento del sector.
Su prédica
antilatifundista, su enfrentamiento con la clase alta rural y su postura
“desarrollista”, si bien logró imprimir en la población la idea de justicia social e igualdad vigente en
nuestro imaginario social hasta el presente, no consiguió alterar sustancialmente la estructura
productiva del sector primario de nuestra economía.
Es válido reconocer que el crecimiento de la producción agrícola existió y que la
diversificación productiva que se postulaba, tuvo lugar, sin embargo, la estructura de la propiedad de
la tierra, el latifundio característico de nuestra ganadería extensiva no se logró extinguir.
Por lo tanto, ni la política fiscal de la que pretendió el batllismo obtener soluciones, ni la
prédica antilatifundista que recorrió su ideología política se vieron plasmadas en soluciones concretas
al tema de la subutilización del factor tierra dentro del sistema productivo nacional. La producción
ganadera clásica, establecida sobre la base de la propiedad de grandes extensiones de tierras y el
uso de la pradera natural continuaría siendo el puntal económico de crecimiento de nuestro país.
Bibliografía
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