Históricamente el latifundio es una propiedad unipersonal, relativamente extensa, que constituye una unidad económica y social con algún grado de racionalización de la producción y que tiende a ser excluyente respecto a la distribución productiva y al uso de los recursos agrarios. Los latifundistas, amos y señores en sus tierras, fueron recogiendo a la población libre, constituida por españoles pobres, mestizos blancos y negros; mulatos y negros libres, indios Iibres, etc. y los ubicaron dentro de sus haciendas reteniéndolos con diversos tipos de participación o usufructo de las fuentes productivas –lotes de tierras y ganado-, y distintas modalidades salariales. Podríamos decir sin exagerar, que el latifundio antiguo absorbió a toda la población rural -puertas adentro- en el espacio de un siglo, dando al Reino un particular paisaje humano, donde es evidente un dominio no sólo demográfico y económico, sino extendido a aspectos de la distribución espacial, de la estructura social y de la psicología y valores del campesino. “Latifundio y poder rural en Chile de los siglos XVII y XVIII”. Cuadernos de Historia 1, Rolando Mellafe. En una sociedad formalmente no compartamentalizada, las opciones matrimoniales tienen un alto grado de libertad. Las posibilidades de elección de cónyuge son amplias y no están determinadas por la adscripción llámese a un segmento, status o calidad; por cuanto éstos además no tienen una sanción legal o social definida. En cambio, en una sociedad compartamentalizada- explícitamente o no- se han constituido segmentos, que dan a las opciones un reducido grado de libertad. En el hecho, las posibilidades de elección se reducen a los iguales o a los similares. Bajo estas condiciones, la endogamia, homogamia o tendencia a casarse dentro del propio grupo es la norma. La sociedad chilena del siglo XVIII puede calificarse, sin lugar a dudas, como poseedora de rasgos tradicionales y, en consecuencia, con un significado grado de compartamentalización. Pág. 186 “Rasgos de la transformación social chilena en el siglo XVIII”. Cuadernos de Historia 15, Arturo Grubessich Sandoval.