8 SALUSTIO ALVARADO ble observar figuras intermedias entre ambos. En las células jóvenes, por el contrario, esas figuras existen, a pesar de lo mucho que el autor se esfuerza para negar su existencia. Baste como muestra las siguientes palabras de él al describir uno de los hechos encontrados: En hojas de Elodea de 0,5 mm. de longitud, los plástidos—dice—muestran «una cierta semejanza con los condriosomas». «La distinción entre ambos es aún más difícil en las células del mesófilo de hojas de unas 300 \i. de longitud. Las formas alargadas (de los plástidos) son frecuentes y se aproximan a veces tan fuertemente en aspecto y tamaño a los mayores condriosomas, que es a veces muy difícil distinguir una de otra ambas formaciones.» Esto precisamente es lo que conduce a muchos investigadores a afirmar el origen mitocondrial de los plastos en las fanerógamas, que en los estados jóvenes de ellos es imposible distinguirlos de los condriosomas porque hay semejanza de forma. Los resultados concordantes obtenidos en la misma Elodea por LEWITSKY, GUILLIERMOND y recientemente por FRIEDRICHS (15) (que nosotros podemos confirmar mediante el método tanoargéntico) se ajustan a la realidad seguramente mucho más que los de NOACK. Del presente resumen se deduce claramente que ni el criterio morfológico ni el químico sirven para distinguir los plastos jóvenes de los condriosomas en las plantas fanerógamas. Fuera del dominio de las plantas con flores, SAPEHIN (60, 6 1 , 62), SCHERRER (63, 64) y MOTTIER (49) aportaron a la tesis de la individualidad de los plastos hechos de observación interesantes. Estos autores, en efecto, descubrieron en diferentes briofitas la existencia de plastos, bien distinguibles de los condriosomas, en las esporas y en la célula apical de las gametofitas, de los cuales procederían, respectivamente, los del protonema y los del tallo y hojas. En estas plantas—deducen— los plastos no tendrían en ningún momento de su evolución parecido ni parentesco con los condriosomas.