El desarrollo de la percepción armónica durante la infancia - E

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El desarrollo de la percepción
armónica durante la infancia
Eugenia Costa-Giomi
McGill University, Canada
Resumen
La revisión de investigaciones de las abilidades
perceptuales armónicas de los niños indica que los
niños no demuestran un rechazo a la disonancia hasta los 6 años y tienen dificultad en percibir funciones armónicas hasta aproximadamente los 9 años.
Sin embargo, los niños pueden discriminar ciertos
elementos armónicos desde pequeños. Los estudios
que se presentan en este artículo han hecho uso de
una gran variedad de metodologías. En esta síntesis
de literatura en el tema, me propongo enfatizar los
problemas asociados con la medición de la percepción armónica en los niños y las aplicaciones que
este tipo de investigación tiene para la enseñaza de
la música.
La percepcion armónica es uno de los componente determinante
de la abilidad musical a juzgar por la inclusión de una sección
basada en este tipo de percepción en la mayoría de los test de
talento musical (Measures of Musical Ability, Bentley; Musical
Aptitude Profile, Gordon; Seashore Measures of Musical Talent, 1919;
Indiana Oregon Music Discrimination Test, Long; Wing Standarized
43
Tests of Musical Intelligencel Tests of Musicality, Gaston). En general, estos tests estan diseñados para ser usados con niños mayores
de 9 anos y son inadecuados para medir las abilidades musicales
de niños más pequeños. Por otro lado, los tests de abilidad musicales que pueden ser usados con niños menores de 9 anos, no
incluyen ninguna medición de percepcion armónica (Primary
Measures of Musical Audiation, Gordon; Intermediaet Measures of
Music Audiation, Gordon). Una de las razones por las cuales este
tipo de percepcion es excluida en estos tests para niños, es que la
medición de la percepcion armónica durante la infancia es
particularment problem·tica. Otra razón puede ser que el desarrollo armónico no es evidente hasta aproximadamente los 9 anos,
justificando su exclusión de los tests para niños menores de esa
edad. Moog ha llegado a decir que los niños pequeños son «sordos a la armonia hasta el fin de los seis años y posiblemente por
mucho tiempo más (p. 136).» ¿Es cierto que los niños pequeños
son sordos a la armonia? En este artículo me propongo contestar
esta pregunta revisando investigaciones en la percepcion armónica durante la infancia y tratando de determinar cuándo y como el
contenido armónico del curriculum musical debe ser presentado
a los niños.
Per
cepción de la consonancia y disonancia
ercepción
Investigadores en este tema han usado diversos métodos para establecer las capacidades perceptuales armónicas de los niños. Gran
cantidad de estudios se han basado en la presentación de estímulos consonantes y disonantes o de canciones populares con acompañamientos tonales y atonales. Los resultados indican
consistentemente que los niños no demuestran preferencia por
las versiones consonantes de los estímulos hasta aproximadamente los 8 años. Por ejemplo, Moog (1976) les presentó una melodía
tocada por un cuarteto de cuerdas con diferentes niveles de disonancia a niños de 6 meses a 6 años y observó sus reacciones naturales a la música. Como los niños no reaccionaron negativamente
44
a las versiones de la melodÌa con fuertes disonancias, Moog concluyó que los niños menores de 6 años no pueden percibir la
armonÌa. En forma similar, Rupp (1915, citado en Funk, 1977)
encontró que niños de 6 años no demostraron descontento cuando escucharon una melodÌa en Mi Mayor tocada con un acompañamiento en Fa Mayor y Revesz (1954) concluyó que los niños
pequeños son indiferentes a la armonÌa ya que aceptan todas las
armonizaciones sean estas consonantes o disonantes. Bridges
(1965) estudió este problema en más detalle presentandoles tres
versiones de una canción conocida y una desconocida a niños desde
jardín de infantes a 3er grado. Las versiones consistian en la armonización convencional, la armonización levemente variada y
disonante, y una versión totalmente diferente y claramente disonante de la canción y acompañamiento. En lugar de pedirles a los
niños si cada versión les gustaba, como en general hicieron los
investigadores presentados anteriormente, Bridges les pedió que
escucharan dos versiones y eligieran la que más les gustaba. Como
en los estudios mencionados, Bridges encontró que los niños más
pequeños no demostraron preferencia por las versión convencional y que esta preferencia era más evidente cuanto más grandes
eran los niños. Lo interesante de este estudio es que se encontró
que los niños no eran consistentes en sus preferencias por las versiones de los acompañamientos, resultado que cuestiona la validez de este tipo de medida de percepción armónica.
Zenatti, quien estudió extensivamente las respuestas de los
niños a la consonancia y la disonancia, también halló que los niños de 4 y 5 años no son consistentes en sus respuestas (1974). En
uno de sus estudios (1969), incluso los niños de 6 años no eran
consistentes en sus preferencias, pero en otro (1974), en el que los
estÌmulos consistían de una progresión consonante de 10 acordes
de quinta y de una progresion disonante de10 acordes basados en
segundas, cuartas y séptimas, los niños consistentemente prefirieron la progresión consonante. En otro test, Zenatti (1974) les
presentó a niños de 4 a 10 años unos fragmentos originales
disonantes de Saudades do Brazil de Milhaud y los mismos fragmentos transformados por el autor en versiones consonantes Co45
rroborando la mayoría de los resultados presentados anteriormente,
este test demonstró que sólo los niños mayores de 6 años
demonstraron una preferencia por la versión consonante. Todos
estos resultados indican claramente que los niños pequeños gustan de la consonancia tanto como de la disonancia pero no reflejan necesariamente que los niños sean incapaces de discriminar la
consonancia de la disonancia. Tal vez los niños puedan discriminar consonancia y disonancia pero simplemente, no tienen mayor
preferencia por ninguna. Zenatti (1974) estudió esta posibilidad
enseñandole a niños de 4 a 7 años a asociar la version consonante
de una progresión con un perrito y la versión disonante de la progresión con un caballito. Al escuchar pares de versiones los niños
debían identificar la correspondiente al perro y la correspondiente al caballo. Como la investigadora les decía a los niños, a medida que iban contestando, si habían adivinado correctamente, ellos
podían mejorar su desempeño durante el desarrollo del test. Fue
obvio que el test era difícil ya que los niños de 4 y 5 años no
pudieron identificar correctamente 9 estímulos consecutivamente y tan sólo la mitad de los niños de 7 años pudieron completar
este criterio. Sin embargo, durante el transcurso del test, los niños,
incluso los más pequeños, empezaron a responder en forma más consistente, sugiriendo que tal vez los niños pequeños pueden discriminar consonancia y disonancia con cierto entrenamiento.
Sloboda (1985), en base a experimentos similares a los ya
descriptos, concluyó que los niños aprenden las normas de la cultura a medida que crecen, y que el proceso de ìaculturamientoî
puede explicar la indiferencia de los niños pequeños a la disonancia y el fuerte rechazo de los m·s grandes a la disonancia. Sus conclusiones apoyan la teoria de Teplov (1966) de que la preferencia
por la consonancia no está desarrollada en los niños pequeños.
Teplov llegó a decir que la falta de sensibilidad a la armonía es
característica de cierto grado de desarrollo de la percepción musical más que de la infancia en si ya que hay adultos que parecen
tener poco sentido armónico. Teplov no estaba de acuerdo con
Seashore quien afirmaba que el sentido de la consonancia es una
aptitud natural y mantenía que no es aprendida. Todos estos estu46
dios parecen indicar que los métodos basados en preferencias por
estímulos consonantes son inapropiados para la medición de las
abilidades perceptuales armónicas de los niños. Estos métodos no
producen información de la capacidades armónicas de los niños
exclusivamente, sino también de la inmersión y absorción de la
normas establecidas por la cultura.
Per
cepción armónica
ercepción
Otros mÈtodos de investigación de las capacidades armónicas de
los niños se han basado en la discriminación de acordes y acompañamientos. Hickman (1969) estudió la percepción de intervalos y acordes con niños de 8 a 14 años y encontró que incluso los
niños de 8 años podían percibir sutiles variaciones en la entonación de un armónico en estos complejos estÌmulos. Zenati (1969)
investigó la percepción armónica de los niños pidiendoles que
identificaran el acorde que presentaba un cambio entre pares similares de pregoresiones. El cambio de acorde era substancial ya
que, por ejemplo, un acorde de tónica era remplazado por un acorde de dominante y vicecersa. Los niños de 6 años pudieron identificar el acorde en progresiones muy cortas (de dos acordes) pero
no en progresiones más largas. Costa-Giomi (1994a, 1994b, 2001)
también encontró que los niños pequeños pueden discriminar
acordes en secuencias simples. Niños de 5 y 6 años pudieron reconocer la mayoría de los 8 cambios de acordes que ocurrían a
intervalos desiguales en una progresión armónica. Sin embargo,
no pudieron detectar los mismos cambios cuando la progresión
estaba acompañada por una melodía. Cuando la melodía era tocada con un timbre o registro claramente diferente del de la progresión, los niños pudieron reconocer más cambios armónicos que
cuando los timbres y registros de la melodía y de la progresión
eran iguales. Los resultados de estos estudios indican que los niños pueden discriminar acordes. Sin embargo, también parecen
indicar que los niños usan exclusivamente información melódica
cuando tienen que discriminar acordes. En otras palabras, pare47
cen discriminar ciertos sonidos individuales de los acordes y no
las progresiones como entidades integrales. La presencia de otro
estímulo melodico, como por ejemplo una melodía,
simultaneamente con la presentación de la progresión, claramente interfiere en la discriminación del contenido armónico del estímulo.
Ciertos estudios han usado métodos que requieren una respuesta a la armonía m·s global. Por ejemplo, Petzold (1966) presentó 15 canciones a niños de escuela primaria óde 6 a 11 años) 3
veces, cada vez con un acompañamiento diferente y les pidió que
cantaran las melodÌas. Los acompañamientos se basaban en un
solo acorde, en dos (tónica y dominante o tónica y subdominante)
o en múltiples acordes con cambios de tonalidad. Los resultados
indicaron que la precisión del canto de los niños no varió entre
los diversos acompañamientos. Por otro lado, Sterlings (1984,
1985) quien hizo un estudio semejante, encontró que niños en
primer, tercero, quinto, y séptimo grado cantaron con diferentes
grados de entonación dependiendo del tipo de acompañamiento.
Los niños cantaron mejor cuando el acompañamiento consistía
simplemente de la melodía o de una progresión tonal de acordes.
Sin embargo, estas diferencias eran obvias solamente por ciertas
canciones, lo cual tal vez explique por qué Petzold (1966) halló
resultados contrarios a los de Sterlings. Costa-Giomi y dos Santos
(en preparación), quienes también les pidieron a niños de jardín
infantes a tercer grado que cantaran una canción conocida con
diferentes acompañamientos, encontraron diferencias en la precisión vocal y el sentido tonal de su canto. Estos resultados sugieren
que los niños de edad escolar parecen ser perceptivos a los acompañamientos armónicos si es cierto que esta percepción es
influenciada por otras características de la música como por ejemplo la melodía y el grado de familiarización con el estímulo.
Otras investigaciones que también se basaron en métodos
más globales de la percepción armónica requerían que niños de 6
años percibieran cadencias armónicas y melódicas (Imberty, 1969).
Los niños debían escuchar 12 fragmentos musicales con diferentes cadencias (perfecta, interrumpida, semicadencia, cadencia
48
modulatoria, o la ausencia de cadencia) y decir si los fragmentos
sonaban completos, incompletos, o si no estaban seguros. Los resultados indicaron que muchos niños no entendieron los procedimientos, y que aquellos quienes pudieron completar la prueba,
percibieron diferencias entre los fragmentos con cadencias perfectas y fragmentos sin cadencia. Cuando el estudio se repitió con
niños de 8 y 10 años, Imberty encontró que recién a los 10 años
los niños demostraron un sentido claro de la tónica y dominante.
En base a sus resultados, Imberty sugirió que el desarrollo de la
percepción de cadencias tiene 4 etapas: (1) hasta los 6 años en que
existe una indiferencia y ausencia de percepción discriminativa
de las funciones cadenciales, (2) de los 6 años y medio a los 7, en
que una frase sin cadencia es percibida como incompleta y en que
las funciones cadenciales son percibidas como formas estructurales del estímulo, (3) de los 8 a los 10 años en que la cadencia
interrumpida es diferenciada claramente, un sentido vago de la
función de la dominante aparece, y el esquema cadencial está perfectamente desarrollado pero sus elementos no son claramente
diferenciados, y (4) después de los 10 años en que melodías
cadenciales y no cadenciales son claramente diferenciadas, las
semicadencias son identificadas, las funciones de dominante y
tónica son entendiads, y una percepción más analítica de de las
cadencias se ha desarrollado. Costa-Giomi (2001) estudió como
los niños de jardín de infantes a cuarto grado identificaban los
acordes de tonica y dominante en una canción muy conocida.
Los niños escucharon la canción acompañada por acordes en el
“omnichord” (instrumento electrónico que permite tocar acordes
muy facilmente) 6 veces y escribieron los números 1 y 5 en los
espacios correspondientes a los acordes en una hoja especialmente diseñada para niños. Los niños de tercero y cuarto grado identificaron más acordes que los más pequeños; en realidad la mayoria
de los niños de los grados mayores identificaron las dos frases del
acompañamiento correctamente. En conclusión, es evidente que
a los 9 o 10 años ocurre un cambio de desarrollo con respecto a la
percepción de funciones tonales. Costa-Giomi, quien estudió el
efecto de lainstrucción armónica en el desarrollo perceptivo de la
49
armonía, concluyó que este cambio es el resultado de un desarrollo natural y no del aprendizaje.
Otros métodos de investigación de la percepción armónica de
los niños, se basan en la comparación de estímulos semejantes o diferentes. Por ejemplo, Pflederer (1964) estudió como la transformación del acompañamiento de una canción afectaba la conservación
de la melodía. Encontró que los niños de 5 y 8 años pensaban que la
melodía había cambiado, cuando en realidad lo que había cambiado
era el acompañamiento. Más tarde, Pflederer y Schrest (1968) completaron una experiencia similar usando fragmentos melódicos de
Bartok, “Música para niños.” El agregado de un acompañamiento
armónico a las melodías fue precibido por los niños como la adición
de otro instrumento o un cambio de tempo. La confusión del cambio armónico con cambios de tempo y timbre no era exclusiva de los
niños más pequeños; los niños más grandes también confundieron
estos conceptos. En otro estudio similar (Hair, 1981), niños de segundo, tercero y cuarto grado y adultos escucharon una melodía popular norteamericana tocada con y sin acompañamiento armónico.
Los términos que los niños usaron para describir la versión con acompañamiento sugieren, como los estudios recientemente presentados,
que los niños confunden elementos armónicos con elementos de
tempo y timbre. Las palabras que usaron como descripciones del estímulo incluyeroñ “fuerte, agudo, bueno, lento, medio, y rápido.”
Solamente 3% de los niños usaron la palabra “armonía” para describir este estímulo. Otras palabras que los adultos y los niños usaron y
que demuestran la percepción del acompañamiento más claramente
incluyeroñ “grave, más lleno, juntos, grupo, dos manos, doble, dos
notas, dos canciones, agudo y grave.” Es claro que los niños, e incluso los adultos no tienen el vocabulario necesario para expresar su
percepción armónica. Esto obviamente dificulta la tarea de entender,
medir, y analizar este tipo de percepción en los niños. Hair (1987),
quien continuó investigando formas en que los niños pueden expresar su percepción musical, encontró que ni siquiera los niños de sexto
grado podían describir claramente la adición de un acompañamiento
a una melodía. Sin embargo, niños de segundo a sexto grado pudieron identificar el agregado del acompañamiento a través de una re50
presentación visual. Esto sugiere que las medidas no verbales pueden
ser de gran utilidad en la medición de la percepción musical durante
la infancia.
En general, los estudios indican que los niños parecen percibir
la armonía con mayor facilidad aproximadamente a los 9 años. Aunque hay muchos estudios cuyos resultados indican que los 9 an:os es
la edad crítica, otros estudios sugieren que es más tarde que los niños
pueden empezar a percibir elementos armónicos. Hufstader (1977)
les presentó a niños de primero, tercero, quinto y séptimo grado fragmentos musicales seguidos de los mismos fragmentos con variaciones armónicas, como por ejemplo, el remplazo de acordes mayores
con acordes menores y el remplazo de acordes de tónica con acordes
de dominante. En base a sus resultados, el autor concluyó que las
abilidades perceptuales de la armonía se desarrollan a partir de séptimo grado cuando los niños tienen 12 años. O’Hearn (1984) también concluyó que el concepto de la armonía es uno de los más difíciles de percibir. En su estudio, una canción fue tocada sucesivamente con 25 cambios de timbre, dinámica, registro, textura, tempo,
modo, métrica, contorno melódico, ritmo, y armonía. Un solo de
estos cambio era presentado a la vez pero cada cambio ocurría dos
veces. De los 10 conceptos estudiados, la armonía fue el que presentó
más dificultad para los niños de primero, tercero y quinto grado. El
mayor progreso en la percepción de los cambios armónicos, ocurrió
entre primero y tercer grado, corroborando los 9 años como la edad
crítica en el desarrollo perceptual armónico. Taylor (1969) diseño
tres tests para medir las capacidades melódicas, rítmicas, y armónicas
de los niños. Uno de los tests armónicos consistía en la presentación
de una melodía con cambios armónicos. Los resultados indicaron
que una abrupta mejoría en la identificación de la melodía con cambios armónicos occurrió a los 9 años.
Los efectos de la instr
ucción
instrucción
Casi todos los estudios presentados hasta ahora, sugieren que los
niños menores de 9 años tienen gran dificultad en percibir ele51
mentos armónicos. ¿Es posible que la instrucción musical pueda
facilitar la percepción armónica? Taylor (1969) encontrEo que los
niños que recibían instrucción musical completaron su test armónico mejor que los no recibían este tipo de instrucción. Sin embargo, Costa-Giomi y dos Santos (2001) hallaron que el mejoramiento atribuido a la instrucción armónica era evidente tan sólo
en las pruebas más simples que hasta los niños de jardín de infantes podían completar, como por ejemplo, la identificación de cambios de acordes en una progresión en que los acordes cambiaban
de posición permanentemente. Los efectos de la instrucción no
eran evidentes en pruebas más difíciles como la identificación
auditiva de acordes de tónica y dominante en una canción conocida o el descubrimiento y ejecución de un simple acompañamiento basado en acordes de tónica y dominante de la misma canción
(Costa-Giomi, 2001). Rowtree (1970) estudió como una semana
de instrucción musical, especificamente armónica y melódica,
influenció el rendimiento de niños de 7 y de 10 años en el test
Measures of Musical Abilities [Medidas de Abilidad Musical]. Los
resultados del estudio y de su replicación con un periodo de instrucción de 11 semanas, indicaron que la instrucción mejoró el
rendimiento de los niños en la sección armónica del test. Aparentemente, la instrucción musical puede mejorar la percepción musical de los niños en las pruebas más sencillas, pero su efectividad
en pruebas armónicas más complicadas es limitada.
Aplicaciones a la enseñanza
En la base a estos estudios, yo sugiero que los maestros de música
comiencen a enseñar las funciones armónicas formalmente a partir de tercer grado. La enseñanza de conceptos formales relacionados con elementos armónicos no parecen ser efectivos antes de
esa edad. Sin embargo, mucho antes de tercer grado, los niños
pueden usar estos elementos en actividades imitativas y experimentales. Los niños pequeños pueden, y gustan de, tocar acompañamientos armónicos en instrumentos simples como el
52
“omnichord” siempre y cuando el maestro les enseñe las
progresiones por imitación. Los niños pequeños pueden ejercitar
su discriminación de cambios armónicos con la ayuda de materiales apropiados. Por ejemplo, es enriquecedor pedirles a los niños
que describan la adición de un acompañamiento a una melodía
con la finalidad de enseñarles el vocabulario musical que obviamente no poseen. Pedirles que identifiquen los cambios de acordes en una progresión simple tocada sin melodía o cambios armónicos en estímulos semejantes los acostumbrará a discriminar estímulos auditivamente y a expresar su percepción musical más
precisamente. Cuando los niños tengan aproximadamente 9 años
las actividades experimentales pueden ser usadas para reinforzar
conceptos armónicos formales. Por ejemplo, los niños a esta edad
pueden encontrar acompañamientos simples a melodías conocidas con poca intervención del maestro. El encauzamiento de las
abilidades perceptuales armónicas en estos niños a través de actividades interesantes y variadas y que al mismo tiempo posibiliten
la instrucción formal de las funciones armónicas, es uno de las
desafíos que los maestros tendrán que enfrentar.
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