Kenneth E. Boulding - Reddin Consultants

Anuncio
Kenneth E. Boulding
Por Hery Serzo
Kenneth Boulding nació en Inglaterra y se educó en Oxford. Ha tenido una variedad de
puestos de profesorado en universidades de Escocia, Canadá y los Estados Unidos. Es
autor de muchos libros sobre economía, pero su trabajo sobre “La Revolución
Organizacional” emana de su interés en la relación entre las organizaciones y los sistemas
éticos.
Boulding percibe esta “Revolución” como uno de los eventos más grandes de los últimos
100 años. Ha habido una importante alza en el número, tamaño y poder de las
organizaciones. Más y más esferas de actividad se han organizado, de tal suerte que ahora
hay empresas, uniones gremiales, federaciones de empleados, partidos políticos, grupos
agrícolas, el estado, todos altamente organizados. Esta revolución se debe, por un lado, a
cambios en los hábitos y las necesidades de la gente y, por el otro, a cambios en las
habilidades y las técnicas de organizar. Boulding ve esto último como lo más importante.
Henry Ford no produjo automóviles en serie a causa de la demanda, sino por el nuevo
conocimiento sobre cómo hacerlos y cómo organizarse. La oferta, no la demanda, era el
factor dominante.
Tal crecimiento de organizaciones ha dado nacimiento a un gran número de problemas
éticos. En la sociedad occidental hay ciertos valores básicos y suposiciones que se extraen
del Cristianismo. Los Diez Mandamientos y el Sermón en la Montaña son todavía la base
terminal para el análisis ético del comportamiento. Definen la moralidad como un asunto
de relaciones personales con un ideal cristiano de confraternidad e igualdad. Es en este
nivel de comportamiento personal que la aplicación de tales principios da pie a los
problemas éticos dentro de las organizaciones. Todas las organizaciones crean un grupo
“En” constituido por miembros en la organización y un grupo “Ex” de aquellos externos a
la misma. El dilema moral para el individuo en tal situación es aquél en que la defensa de
lo interno de la cofradía significa necesariamente el rompimiento con cofradías más
amplias. ¿A quién debe el individuo su lealtad (alianza) moral?
Conforme las organizaciones se hacen más grandes y más poderosas hay un incremento
en la presión para establecer una jerarquía que fija las relaciones y la distribución del
poder entre la gente. Pero la presencia de una jerarquía así está en conflicto directo con la
idea moral de igualdad; y esto tiende a producir una sociedad altamente estratificada y
aristocrática basada en la posición o “estatus”. La democracia política es un intento para
sobreponerse a este dilema moral, haciendo que la gente de “arriba” dependa de la
voluntad de la mayoría.
Los ideales Cristianos también son, como los llama Boulding, “familísticos”. La relación
humana ideal es una plena e íntima, de interés afectivo y amor. La mayor de las virtudes
es el amor, y donde se puede uno acercar más a esto es en la familia. Este tipo de ideal
entra constantemente en conflicto con las necesidades de la vida organizacional. Las
relaciones dentro de organizaciones de tipo económico están basadas en el contrato, que
exige tan solo una virtud menor, aquélla de la integridad. Para que puedan existir las
organizaciones de gran escala, las relaciones deben “recortarse” a la mínima expresión,
perdiendo en consecuencia algo vital. El problema moral, particular del empresario, está
en equilibrar la ecuación de amor y necesidad. El mundo empresarial es uno en el que las
relaciones están en su mayoría establecidas en la fe y la esperanza, y si parece carecer de
la más cálida virtud, que es la caridad, debe cuando menos dársele reconocimiento por las
otras dos.
Sin embargo, los problemas éticos también surgen para las organizaciones que están en
otros niveles que no son los de las relaciones personales. ¿Hasta qué punto deben los
líderes de cualquier organización sentir una responsabilidad hacia la sociedad en su
totalidad? ¿Deben abogar por políticas para toda la sociedad más que para sus propios
intereses especiales? Boulding afirma que la excusa más común para perseguir intereses
especiales es la de estar actuando como una contra-presión en contra de otros intereses.
La amenaza para la sociedad radica en el hecho de que ciertos intereses especiales
pueden convertirse en suficientemente importantes como para exigir y recibir protección
privilegiada.
El meollo de la conducta ética está en la acción enfocada al interés general. El problema
está en asegurarse de que sobrevivan las organizaciones que actúan de esta forma y que
desaparezcan aquellas que no están cumpliendo con los fines y necesidades de la
sociedad. Pero esto debe hacerse sin coerción ya que es perjudicial para la búsqueda o
persecución de los ideales Cristianos.
El desarrollo de la acción en el interés general es un ideal difícil de lograr. Lo que más bien
se necesita es un mecanismo que continuamente ajuste lo actual con lo ideal. El
mecanismo por medio del cual esto se puede lograr es que el mercado reaccione a las
leyes de la oferta y la demanda. Los resortes primarios de una economía mercantil son la
competitividad y la especialización, que son a su vez los impulsores primordiales en el
proceso de acoplar el interés general con los intereses especiales. Pero la revolución
organizacional se ha superimpuesto a monopolios y agrupaciones económicas de gran
escala en el mercado económico. Así pues, lo que se necesita es una economía mercantil
gobernada por los principios de la representatividad política, incorporando dentro de la
médula de su estructura misma, lo que dará como consecuencia que el individuo
responda a otros por sus acciones.
Ha habido un cambio, del mercado hacia la representación como mecanismo de ajuste. El
mejor adosamiento posible de lo ideal y lo actual es por medio del funcionamiento y
operación de la democracia social.
Artículo publicado en la revista Management Today en español
Sección “Clásicos de la Gerencia”, marzo de 1984, pp 37 – 38.
2
Descargar