III. EL SURGIMIENTO DE LA CONSTITUCIÓN NORMATIVA: PRESUPUESTOS, GARANTÍAS Y FUNCIONES Esta lección se dedica a detallar el concepto de Constitución que se considera vigente en el actual momento histórico, y que enlaza directamente con el racional-normativo que quedó expuesto por García-Pelayo en el tema anterior. Al efecto se ofrecen, de nuevo, diversas aproximaciones. La primera, a cargo de Pedro de Vega, proporciona una perspectiva sistemática, que identifica y articula los elementos centrales que componen el concepto. En definitiva, se trata de compatibilizar el principio democrático, conforme al cual el poder, incluido el de establecer una Constitución, radica en el pueblo, con el principio liberal, que pretende para todo poder, incluido el democrático, unos límites fundamentales, en último extremo reconducibles a la preservación de la libertad. La supremacía de la Constitución, garantizada por un procedimiento específico de reforma y por un jurisdicción especial, resulta la clave de bóveda de tal sistema. La segunda, procedente de un texto escrito por A. López Pina e I. Gutiérrez, pretende una aproximación histórica; esto es, muestra el modo y el contexto en que se han ido articulando los mencionados elementos. De esa misma obra se extrae también un desarrollo específico sobre los orígenes y el sentido de la jurisdicción constitucional, una de las garantías de la supremacía constitucional; el significado de la segunda garantía, la reforma constitucional, se analiza en un artículo publicado por J. J. González Encinar. Por último, el texto de K. Hesse atribuye sentido, desde la perspectiva funcional, a todo ese sistema de principios y garantías; porque, como dijimos sobre el Derecho en la lección primera, también la Constitución se identifica por la función que cumple en la convivencia humana. Esta lección, en cierto modo, sintetiza toda la teoría de la Constitución. Para profundizar en ella pueden verse dos obras de perspectiva muy diferente: C. de Cabo Martín, Teoría histórica del Estado y del Derecho Constitucional (especialmente el Vol. II, Barcelona: PPU, 1993), que pone en primer plano la relación del Derecho constitucional con el desarrollo histórico general, e I. de Otto, Derecho Constitucional. Sistema de fuentes, Barcelona: Ariel, 1987 (especialmente los cuatro primeros capítulos), que identifica y valora la Constitución como norma que, en el marco del ordenamiento jurídico, delimita las posibilidades de acción que el poder político desarrolla a través de la ley. También resultan de particular interés dos libros escritos desde la perspectiva concreta de la reforma de la Constitución, pero que desde ella esbozan los fundamentos de una Teoría de la Constitución: P. De Vega, La reforma de la Constitución y la problemática del poder constituyente, Madrid: Tecnos, 1985, y J. Pérez Royo, La reforma de la Constitución, Madrid: Congreso de los Diputados, 1987. El debate sobre las garantías de la normatividad de la Constitución surge precisamente cuando el constitucionalismo liberal se ve conmocionado por la irrupción del principio democrático en forma de sufragio universal. Ello nos conduce a la época de entreguerras, que vio nacer las grandes construcciones teóricas que aún hoy orientan la ciencia del Derecho constitucional. Muy especialmente fructífero resultó el ambiente de la República de Weimar (1919-1933), donde cabe destacar la transcendencia de cuatro autores: Heller, Kelsen, Schmitt y Smend. Los cuatro procuran dotar de consistencia teórica a la tarea de hacer compatibles democracia de masas y régimen económico capitalista, formando unidad política conforme a Derecho. Hermann Heller acuñó el concepto del Estado social de Derecho, y su comprensión de los presupuestos materiales y culturales de la homogeneidad social como condición del proceso democrático fue pronto asumida como enseñanza de la guerra mundial y convertida en dogma por la Ley Fundamental del Bonn. Se atribuye a Hans Kelsen la paternidad del modelo europeo de la jurisdicción constitucional, y también ha tenido influencia su concepción de la apertura del orden constitucional democrático. La teoría de la integración de Rudolf Smend resultó idónea para refundar la República sobre los escombros físicos y morales dejados por la guerra: desde la jurisprudencia del Tribunal Constitucional que ve en los derechos fundamentales el sistema de valores sobre el que se asienta la nueva República Federal, hasta el patriotismo constitucional de Habermas, todos los intentos de apuntalar dogmáticamente el Estado democrático de Derecho a despecho de la reciente historia alemana encuentran en Smend referencia privilegiada. Por último, las brillantes descripciones schmittianas del principio de distribución entre Estado y sociedad, garantizado por una concepción liberal de los derechos fundamentales, o de la configuración decimonónica del régimen representativo y parlamentario, idealizan los principios del constitucionalismo liberal del siglo XIX y permiten así apelar a la referencia del pasado (aunque en realidad fueran dispuestas por Schmitt como fetiches a los que oponer, con un método polémico de indudable potencia retórica, sus propias concepciones del Estado totalitario, de la sociedad identitaria, de la democracia plebiscitaria y de la dictadura). De la obra de estos autores, ampliamente traducida al castellano, se pueden considerar de lectura imprescindible Hermann Heller, Teoría del Estado, México: Fondo de Cultura Económica, 1942, y Escritos políticos, Madrid: Alianza, 1985; Hans Kelsen, Teoría pura del Derecho, México: Universidad Nacional Autónoma, 1986, y Esencia y valor de la democracia, Barcelona: Ed. Guadarrama, 1977; Carl Schmitt, Teoría de la Constitución, Madrid: Alianza, 1992, y Sobre el parlamentarismo, Madrid: Tecnos, 1990; Rudolf Smend, Constitución y Derecho Constitucional, Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1985.