Principales criticas a la empresa capitalista decimonónica

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Principales criticas a la empresa
capitalista decimonónica
WILLIAM THAYER A.
Abogado, profesor Universidad
Católica de Chile y representante del Gobierno de Chile
en la UNESCO
CARACTERISTICAS ECONOMICAS,
JURIDICAS Y ETICAS
El punto desde el cual se quiere partir es
el
modelo típico de la empresa capitalista liberal
del siglo XIX. Como todo modelo, tal vez
no se
dio históricamente en la plenitud de sus
características, pero lo que cuenta es el ideal que
servía de impulso a un sistema de relaciones empresariales que iba a predominar en todo el
siglo.
Sus características nos parecen ser:
a)
En lo económico
-Se produce "para otros"; no para el propio
productor: economía de mercado, no doméstica
o feudal;
-Se busca la ganancia del productor antes
que
el servicio del consumidor. Este interesa como
comprador más que como consumidor;
-El "productor" es el dueño de los capitales
productivos. El trabajo es obra de mano
que
se arrienda o adquiere en el mercado al
más
bajo precio, según su calidad y rendimiento.
El contrato es individual y no se conoce
la
convención colectiva;
- El libre juego de la oferta y la
demanda regula precios con los consumidores y salarios con
los trabajadores;
-Los
capitalistas se baten con todas las armas
de la libre competencia -y a veces algunas
más-, entre las que se cuenta la asociación
o
entendimiento de personas o grupos en vista
a
la derrota del adversario, buscándose el
monopolio como premio del triunfo en la libre
concurrencia;
-El Estado es gendarme; la coalición y asocia-
ción sindical no existen; la organización de los
consumidores no se concibe.
b)
En lo jurídico
-No hay leyes jurídicas", sino "económicas"
que regulan las relaciones entre capitalistas,
asalariados y consumidores. Entre ellos y el
Estado hay sólo leyes policiales; el Estado no
interviene en la actividad económica;
-Consiguientemente:
no hay obligaciones legales en materia de salarios mínimos, precios
máximos, controles de calidad, acaparamiento,
leyes antimonopólicas, etc. Mucho menos
se
hablará de "salarios máximos", "precios
mínimos", "poder comprador del Estado", etc.;
- La autoridad de la empresa reside
en el dueño
de la cosa producida. Si son muchos
los dueños (accionistas), ellos designan la autoridad
ejecutiva, conservando responsabilidad
superior directiva, por sí o por directorio
de su
confianza, según esquema de la sociedad anónima, que hace explosión en la segunda mitad del
siglo;
-Los trabajadores son subordinados de la autoridad que, a su vez, es subordinada a los capitalistas;
- No hay regulación jurídica de protección
del
"ambiente". El agua, el
aire, la tierra, los minerales, los recursos renovables, son tratados
como si fueran inagotables, no obstante la
advertencia del Malthus.
c)
-
En lo ético
La moral no debe interferir la economía;
El trabajo humano es mercancía sujeta a las
leyes de la oferta y la demanda;
REVISTA
TRABAJO
-La ganancia del capitalista es la base de la
prosperidad económica. La degradación del
trabajo y la destrucción del ambiente no se
consideran. La producción de bienes o servicios es un medio de ganancia o lucro.
PRINCIPALES ENJUICIAMIENTOS CRíTICOS QUE HAN
CONTRIBUIDO A LA EVOLUCIóN DEL CONCEPTO
CLÁSICO DE LA EMPRESA DECIMONÓNICA
a)
Marx y la plusvalía
Para Marx, el sistema de producción capitalista está basado en la explotación del hombre por
el hombre. El capitalista paga al trabajador
el "valor de cambio" de su fuerza de trabajo,
vale decir, lo necesario para su subsistencia y
reproducción, según los hábitos sociales; y se
queda con su "valor de uso", o sea, con el equivalente de la riqueza producida por el trabajador durante toda la jornada de trabajo, que es
mucho mayor que la riqueza que necesita producir para generar bienes por valor equivalente
al costo de sus necesidades de subsistencia y reproducción. La diferencia entre el valor de camio que se paga y el valor de uso que se adquiere, es Plus Valía, que enriquece al propietario y se roba al trabajador. La empresa capitalista es, así, el centro de la explotación del trabajador. Estos deben unirse ("proletarios de todos los países, uníos") para poner término al régimen capitalista con la dictadura del proletariado y la abolición de la propiedad privada de
los medios productivos.
La imagen de la producción capitalista como
fuente de explotación laboral ha trascendido a la
estricta explicación marxista de la plusvalía, que
es más atrayente que científica.
b)
La Iglesia y el orden moral
La Iglesia jamás aceptó que la moral no debiera regir las relaciones económicas y ésa fue
la razón principal de sus condenas al liberalismo económico. Interesada siempre por las relaciones de caridad, respeto, fraternidad cristiana
y justicia, la Iglesia aparece históricamente como demasiado lenta o cautelosa en denunciar
los abusos del capitalismo. En rigor, ella no consideraba, ni jamás ha considerado, como de su
competencia organizar la vida económica, sino enjuiciar moralmente las iniciativas y experiencias
humanas. Tal fue haciendo con el capitalismo a
medida que se perfilaban sus características. Los
precursores de la Rerum Novanum se destacan a
mediados del siglo y León xii culmina el pro-
SOCIAL
ceso de denuncias con su famosa Encíclica, ampliada y renovada por Pío xi en Quadragesimo
Anno (1931); Juan xxii en Mater ct Magistra
(1961), y Paulo vi en su Carta sobre Igualdad
y Participación (1971). La Iglesia ha insistido
en el salario justo y familiar; la dignidad del
trabajador; el carácter moral y humano y no de
mercancía del tabajo; la conveniencia de asociar de alguna manera-el trabajo y el capital en
la empresa; el carácter de comunidad humana
que ésta debe investir y la conveniencia de una
participación laboral en todos los niveles de la
actividad económica, todo ello por razones morales y de dignidad humana.
c)
Los sindicatos y la protesta obrera
El trato injusto y aun ignominioso que recibieron los trabajadores, junto a la solidaridad natural que emerge de una circunstancia común, los
llevó a coligarse; más tarde, a asociarse sindicalmente, desafiando la prohibición que emanaba
del edicto de Turgot, la ley de Le Chapellier y
sus equivalentes europeas difundidas a través de
las guerras napoleónicas principalmente. Los sindicatos nacieron así inspirados en un espíritu de
resistencia, lucha y revolución, que los llevó
principalmente al anarquismo y al marxismo.
León xm y Pío xi impulsaron el sindicalismo
cristiano, que revistió diversas tendencias. En definitiva, la protesta obrera adoptó tendencias
revolucionarias y reformistas y, a su vez, éstas
se proyectaron hacia un sindicalismo de Estado
o hacia un humanismo cristiano. En medio del
debate, permanecía la concordia de que la empresa era fuente de explotación y había que estatizarla o reformarla.
d)
El derecho del trabajo y la OIT
El derecho del trabajo como norma tutelar de
"la parte más débil" en el proceso económico, es
asunto moderno que sólo alcanzó dimensiones
universales con el Tratado de Versalles (1919),
el cual en su parte xiii creó la Organización Internacional del Trabajo. La inspiración de ésta
y las subsecuentes legislaciones laborales fue reformista, buscando un trato de equidad, justicia,
dignidad y progreso del trabajador. La propia
estructura de la OIT -Estado, empleadores y
trabajadores- es expresiva de una acepción de la
"propiedad privada de los medios productivos",
aunque todo su sentido, desde el nombre mismo,
revela el interés por la suerte del trabajador y la
corrección de todo cuanto en la empresa pueda
lesionarlo física, síquica, económica o moralmente.
W. THAYER / PRINCIPALES CRITICAS A LA EMPRESA
e) La intervención del Estado y la
planificación
La intervención del Estado en la actividad económica fue extremada por las tendencias marxistas; reclamada como imperativo regulador por
la Iglesia; exigida como amparo por los sindicatos, aunque frecuentemente denunciada como
represiva y parcial. El Derecho del Trabajo y la
OIT procuraron que la legislación y aun las constituciones consagraran el deber del Estado de
proteger al trabajador directamente, por ser muy
débil en su condición de aislamiento y deficiencia
educacional y económica e indirectamente fomentando la asociación, capacitación, educación,
vivienda, salud y desarrollo económico de los
trabajadores.
Bismarck aparece en la historia como el gran
campeón del intervencionismo estatal en defensa
de las condiciones del trabajador. No obstante,
su legislación fue preferentemente previsional,
dando origen a los principales sistemas de seguros sociales aún vigentes en muchas partes.
Ya en pleno siglo xx, el desarrollo de las ciencias económicas se complicó con el desenvolvimiento de la estadística, la mecanización, la electrónica y la computación, todo lo cual ha permitido evaluar y cuantificar con mayor precisión
los recursos y necesidades a niveles micro y macroeconómicos en la actualidad y a corto, mediano y largo plazo. Todo ello ha dado a la planificación, como metodología del desarrollo económico y social, una importancia que va mucho
más allá de los sectores propiamente socialistas
y ha llevado a transformar la planificación en un
elemento consustancial -en diversos grados- a
cualquier responsabilidad económica de nivel
empresarial, sectorial, regional, nacional e internacional.
f) La doctrina de algunos autores:
Rippert, Galbraithy Bloch-Lainé
Como se comprenderá, todo este abigarrado
proceso histórico fue exigiendo precisiones conceptuales y jurídicas que cambiaban progresivamente el modelo histórico tras el cual caminaba
la empresa decimonónica. Sería presuntuoso hurgar en la abundantísima bibliografía existente,
para presentar una síntesis de cómo han abordado autores y tratadistas este acontecer histórico, más o menos comprometidos o influidos por
las corrientes que muy generalmente vimos en
los puntos anteriores. Personalmente, nos ha llamado la atención Rippert, que en una obra monumental: "Aspectos jurídicos del capitalismo
moderno", hace ya medio siglo, reclamaba un estatuto jurídico para la empresa, diferenciando ésta
de la sociedad o compañía llamada a reglar el
régimen de los capitalistas, pero que asumía
confusamente la representación total del ente
productivo; Galbraith, que en su crítica tan seria
y sugerente a la "Economía" de Samuelson, desarrolla una nueva conceptualización de la empresa, como ente cuyo corazón lo constituye la tecnoestructura, el factor escaso, en la economía moderna, y que con preferencia al trabajo, al capital
o al Estado, dirige realmente el proceso productivo; y Bloch-Lainé, que encuentra similitudes
entre el gobierno de la empresa y el de la sociedad política; sitúa la autoridad de aquélla sobre
capitalistas y trabajadores, para los cuales reclama un estatuto propio, precisando que el jefe
de empresa se encuentra necesariamente limitado por la fuerza del sindicato, la aspiración a
cogestión de los cuadros administrativos y las
exigencias del Dlan económico. El nuevo gobierno de Francia parece tentado a inspirarse fuertemente en las proposiciones de Bloch-Lainé, segun comentarios de la prensa adicta a Giscard
Estaigne.
g)
Las exigencias de participación representación, cogestión, autogestión; otras formas
participativas
La participación es como la revancha legítima de la exclusión que el capitalismo liberal hizo
de los trabajadores, siendo el odio de clases y su
consiguiente violencia la revancha ilegítima. La
empresa capitalista se enfrenta a perspectivas de
tener que aceptar en el seno de sus cuerpos directivos, representación asalariada (para fines de
información, control y opinión); cogestión (para
fines decisorios, en estatutos de minoría o paridad para el trabajo); para terminar en la autogestión de los problemas sociales u otras actividades especificas, de las que quedarían excluidos
los propietarios, o en la autogestión total, que implica rechazar la participación de los capitalistas,
socios o propietarios en el manejo o gestión de
la empresa, teniendo sólo derecho a reclamar un
interés fijo, como respuesta histórica al salario fijo,
determinado en el mercado laboral del siglo XIX.
h)
La conciencia ecológica y los problemas
del medio, ambiente
A fines del decenio del 60 (1967) puede decirse que estalló la preocupación ecológica. La
sombra de Malthus se extendió sobre el futuro de
la humanidad, con la agravante de que no se trataba de discutibles predicciones para un futuro le-
REVISTA
TRABAJO
jano, sino de cálculos y apreciaciones con serio
fundamento científico y que señalaban un problema inmediato de escasez o agotamiento de recursos no renovables y de necesidad de construir un equilibrio ecológico que armonizara las
variables de crecimiento de la población, destrucción del ambiente, consumo de recursos renovables y no renovables, y readecuación de los ideales de civilización y cultura para no conducir a la
humanidad a un despeñadero: más de 1.000 siglos
para llegar a 1.000.000.000 de habitantes; 2 siglos para llegar a 7.000.000.000; un siglo para
llegar a 50.000.000.000.
La empresa ha empezado así a emerger como
la gran destructora o modificadora del ambiente;
SOCIAL
el principal factor en que la humanidad apoyará
su destino en la presente encrucijada. Si sigue
"consumiendo
ambiente" para dar "confort"
como
lo ha estado haciendo, el mundo se encamina al
abismo inmediato. Esto replantea el problema de
la función social de la empresa y traslada el asunto económico, jurídico y moral del eje "capital-trabajo" al eje 'empresa-sociedad" y, por consiguiente, de la primacía de las aspiraciones de lucro del capital, o de mejoramiento de salarios de
los trabajadores, a la primacía de la magnitud de
la alteración ambiental provocada, en relación con
la jerarquía de la necesidad satisfecha con el producto o servicio que la empresa genera.
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