Alan Turing, el `geek` que venció a Hitler

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Alan Turing,
el ‘geek’ que
venció a Hitler
La historia
de un genio:
Infografía CEET
Se celebran 100 años del nacimiento del
matemático que sentó las bases de la informática
y de la inteligencia artificial. Una vida polémica.
Alan Turing creó la
teoría moderna de
la computación.
1912
1910
El 23 de junio nació
en Londres Alan
Mathison Turing, hijo
de Julius Mathison y
Ethel Sara Turing.
1915
Desde los 3 años
dio muestras de
su memoria
privilegiada.
1920
192
0
A sus 8 años ya
había montado un
laboratorio de
química en su casa.
1925
Volvió a Londres después de vivir 13
años en India por ser su padre funcionario
de la administración colonial.
Después de sentirse atraído e
intelectualmente vitalizado por un
compañero, Christopher
Morocompor, se ve drásticamente
afectado por su muerte.
1934
Se graduó con honores de la
escuela universitaria King´s
College de Cambridge como
licenciado en matemáticas.
19
1950
1936
Investigó también en el campo de
la inteligencia artificial y publicó un
artículo preguntándose: ‘¿Pueden
pensar las máquinas?’.
Publicó un artículo que sentó las
bases del algoritmo y creó un puente
entre la lógica y el
mundo de la física
con la Máquina de
Turing, que opera
gracias a una serie
de instrucciones
lógicas.gresó a la
Universidad de
Princeton.
40
1952
Al ser la homosexualidad un delito
en el Reino Unido, fue acusado de
"indecencia grave y perversión
sexual" y condenado a la
‘castración química’, tratamiento
con inyecciones de estrógenos para
reducir sus impulsos sexuales.
19
50
Ingresó al colegio público Sherborn,
donde sobresalió por sus notas sobre la
teoría de la relatividad y su capacidad
para los cálculos mentales.
1930
1930
En 1954, murió al
morder una manzana
envenenada en Wilmslow,
Reino Unido.
Ángela Posada-Swafford
Para EL TIEMPO
“Encadenaba
la taza del
café al
radiador
para que no
se la quitaran
y usaba
máscara de
gas para evitar
los ataques
de alergia
al polen”.
Andrew
Hodges
AUTOR DE ‘ALAN
TURING: THE
ENIGMA’.
Alan Mathison Turing era
aún un excéntrico estudiante
de matemáticas en Cambridge cuando concibió un aparato hipotético muy simple, capaz de leer una tira de papel
infinita, con instrucciones almacenadas en forma de números (unos y ceros).
La genialidad de su Máquina Universal es que podía pasar de ser calculadora a procesador de palabras. Ni más ni
menos: en 1935, a los 22 años,
Turing creó la base sobre la
cual están modelados todos
los computadores, no importa cuán poderosos o simples,
desde el Watson de la IBM
hasta el iPhone en su bolsillo.
Pero el brillante matemático londinense, nacido el 23 de
junio de 1912, no solo inventó
la computación, sino que también fue un héroe de la Segunda Guerra Mundial. En 1938,
tras dos años de dedicarse al
criptoanálisis en Princeton,
fue llamado a trabajar para el
Gobierno británico. Se enroló
entonces en la organización
ultrasecreta Bletchley Park,
dedicada a descifrar los códigos de las máquinas ‘encriptadoras’ Enigma, con las cuales
Adolfo Hitler ordenaba a sus
submarinos hundir convoyes
entre Europa y América. El
código Enigma se consideraba inexpugnable, porque su
mecanismo rotatorio de cifrado podía ser fijado en 186 billones de posiciones.
Turing no pasaba inadvertido. “Era abiertamente homosexual en una era posvictoriana en la que se atacaba su
condición. No le importaban
las apariencias y menos aún
la suya, siempre desaliñada,
como si se acabara de levantar –escribe Andrew Hodges,
autor de la excelente biografía Alan Turing: The
Enigma–. No le gustaba afeitarse porque la vista de la sangre en las cortaduras lo hacía
desmayarse. Tenía los dientes amarillos, aunque no fumaba, y sus uñas llamaban la
atención porque nunca estaban limpias o cortadas”.
Ejemplos de su excentricidad circulaban por los corredores de Bletchley Park: la taza del café que encadenaba al
radiador, para que no se la
quitaran; la máscara de gas
que usaba durante el verano,
para evitar los ataques de
alergia al polen; las maratones de 60 kilómetros que corrió algunas veces para llegar
al trabajo, con la pijama debajo de la ropa; su extraña forma de hablar y su falta de aptitudes sociales, que algunos
han diagnosticado como Síndrome de Asperger, una forma relativamente benigna de
autismo.
El enigma nazi
El secreto de las máquinas
Enigma radicaba en un sistema de discos rotatorios que
se movían en forma impredecible cada vez que el operador
oprimía una letra en un teclado. Al oprimir la ‘a’, por ejemplo, la que quedaba ‘encriptada’ era la ‘t’, por decir cualquiera. Y el patrón se transformaba continuamente. Además, antes de enviar cada
mensaje, el operador del Enigma ponía un código de seguridad en los discos, como la
combinación de un candado.
La respuesta de Turing fue
la Bombe, una máquina electromecánica diseñada para
deshacer la ‘encriptación’.
Funcionaba como un motor
de búsqueda a toda velocidad,
calculando posibles soluciones a fragmentos de texto codificado, de tal forma que la
corriente eléctrica se interrumpía al hallar una combinación correcta. Era un apa-
Harán película
Warner compró
el libreto ‘The
Imitation Game’,
basado en el libro
‘Alan Turing: The
Enigma’. Leonardo
DiCaprio podría
ser el protagonista.
Manzana mítica
Se dice que el
símbolo de Apple
alude a la muerte
del matemático,
con una manzana
envenenada. Según
la empresa, su logo
está inspirado en
Isaac Newton.
rato grande, con 97.000 partes, 19 kilómetros de cables y
100 cilindros numerados, réplicas de las ruedas de la Enigma.
La primera Bombe, bautizada Victory, se instaló en 1940.
La inteligencia producida fue
tan espectacular que en los
primeros 23 días de junio de
1941 los alemanes no lograron hundir un solo convoy en
el Atlántico Norte. Para 1945
había 300, decodificando más
de 80.000 mensajes mensuales
(2 por minuto). “Los rompedores de códigos de Bletchley
Park fueron el ganso que puso un huevo de oro sin dar un
solo graznido”, comentó
Winston Churchill. A la Bombe se le atribuye haber acortado la guerra en dos años.
Pero esta máquina no fue
solamente un arma, sino la
piedra angular de la inteligencia artificial. De hecho, siguiendo la línea de pensamiento de la heurística (conjunto de reglas para evaluar
la posibilidad de que una búsqueda va en la dirección correcta), después de la guerra
Turing entrevió la idea de
construir una máquina que
pudiera aprender con la experiencia, como un niño.
Comenzaría por programar
un computador para que respondiera preguntas. Después,
uno podría tener una conversación con las máquinas. Incluso, estas podrían llegar a
ser sensibles, y apagarlas
–consideraba Turing– sería como cometer un asesinato.
Uno de los test más conocidas para determinar la inteligencia de una máquina es la
Prueba Turing: un juez situado en una habitación les hace
preguntas por escrito a una
persona y a un computador,
situados en otras habitaciones; el juez debe descubrir
cuál de las respuestas proviene del ser humano y cuál, de
la máquina. Hasta ahora, ningún ordenador ha podido hacerse pasar por una persona.
Aunque Turing recibió la
Orden del Imperio Británico
por su trabajo de inteligencia, con el tiempo su homosexualismo se convirtió en una
piedra en el zapato para el Gobierno. En 1952, terminaron
sometiéndolo a la ‘castración
química’, un tratamiento con
estrógenos para “corregir” a
los gays.
“Ser homosexual es, aparentemente, una amenaza a
la seguridad nacional –dice el
personaje inspirado en este
matemático en la obra de teatro Turing, de George Zarkadakis, que se estrena este verano en varios países–. Me
pregunto cómo puede ser eso.
¿Cómo hombres que aman a
otros hombres pueden poner
en peligro a Gran Bretaña?
Apuesto a que los rusos lo hacen tanto como nosotros.
¡Hasta me salieron senos!”.
Alan Turing falleció en
1954, poco antes de cumplir 42
años, tras darle un mordisco
a una manzana con cianuro.
Las razones de su muerte no
están claras. Su madre insistió siempre en que no fue un
suicidio. ¿Un accidente, quizás? El científico había estado usando cianuro de potasio
para ciertos experimentos. Y
algunos biógrafos aluden a
una tercera posibilidad: que
se hubiera convertido en un
hombre que sabía demasiado.
Es difícil darle un solo título, pues su legado abarca mucho más de lo bosquejado en
este artículo, incluido el concepto de biología matemática. Pero si hay uno por el que
deba ser recordado es haber
inventado –al menos en el
papel– el computador más poderoso, la Máquina Universal
de Turing, bisabuela de las
que hoy rigen el mundo.
186
MILLONES DE
POSICIONES
En 1938 se
enroló en la
organización de
Bletchley Park,
dedicada a
descifrar los
códigos de las
máquinas
‘encriptadoras’
Enigma, con las
cuales Adolfo
Hitler ordenaba
a sus
submarinos
hundir
convoyes entre
Europa y
América.
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