Un estudio indica que hasta un 62% de las deportistas de élite

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Articulo Octubre y Noviembre
Los trastornos de la alimentación : una bomba de relojería para los
deportistas
I Parte
La muerte de Christy Henrich debe de haber sido una de las más trágicas. Era una
gimnasta de élite a finales de los 80 pero aún así no fue capaz de formar parte del
equipo Olímpico de su país en 1988 por 0,118. Un día un juez le dijo que nunca podría
llegar a formar parte del equipo si no perdía algunos Kilos. A partir de aquí su única
obsesión empezó a ser el perder peso y no se quedaría a mitad del camino, esta vez
llegaría hasta el final. Empezó a comer sólo una manzana cada día, y algunos días su
dieta consistía en tan sólo una rodaja. Para ella formaba parte del entrenamiento. En el
Campeonato del Mundo de 1989, USA quedó cuarto y Christy pudo dar su cuarto lugar
en las barras. También quedó segunda en todos los otros campeonatos que tuvieron
lugar en USA. A partir de aquí enfermó por no comer y tuvo que retirarse en 1991.
Antes su único sueño era formar parte del equipo olímpico de su país pero en 1992 su
único problema consistía en no comer. Empezó a entrar en la rutina de ingresos, altas
hospitalarias con la única obsesión de no alimentarse. Pudo ver cada minuto de las
deseadas olimpiadas mientras su madre estaba preocupadísima por su enfermedad.
Finalmente en 1994 murió de disfunción multiorgánica. Existía otra víctima de la
anorexia y una gran atleta menos.
Un estudio indica que hasta un 62% de las deportistas de élite sufren algún tipo de
trastorno. La preocupación obsesiva por mejorar con los entrenamientos o disminuir la
grasa corporal dan lugar a trastornos de la alimentación, amenorrea, pérdida de masa
ósea y osteoporosis.
Los datos de un estudio americano son bastante concluyentes, las gimnastas ocupan el
primer lugar con un 62% de personas afectadas por la anorexia o la bulimia. Un 33% es
la cifra que ocupan las esquiadores, 32% las corredoras de fondo, 20% las ciclistas y un
15% las nadadoras.
Los trastornos alimentarios son una bomba de relojería para la salud de las
deportistas.
El deporte de alta competición exige muchos esfuerzos y sacrificios, tanto para dedicar
horas al entrenamiento, como con la alimentación.
El precario estado nutricional de muchas atletas suele estar detrás de otros problemas
como el excesivo cansancio, estancamiento en los resultados, abandonos y lesiones
crónicas, según explica el estudio publicado en la revista 'Current Sports Medicine
Reports'. Uno de los estudios evaluados reveló que las corredoras de larga distancia
tenían deficiencias importantes de hierro, calcio y otros minerales.
Investigadores canadienses descubrieron, durante un seguimiento a un grupo de
bailarinas, que estas profesionales, igual que las atletas, ingerían un 30% o menos de
las calorías diarias recomendadas.
Los trastornos de la alimentación (anorexia y bulimia) eran frecuentes en estas chicas,
además de la retirada espontánea del periodo menstrual (amenorrea) y la aparición de
osteoporosis.
Por eso, la incorporación del psicólogo deportivo al cuadro técnico, puede aportar las
bases para formar a padres, entrenadores y demás técnicos que trabajan con los
deportistas para la prevención y detección precoz de los trastornos de la alimentación en
los deportistas, enseñando y formando al entorno del deportista para reconocer los
signos que pueden llevar a desencadenar un trastorno de la alimentación, y saber donde
acudir.
Entre los años 98-138, se describe la amenorrea y la anorexia en la mujer. La historia de
la bulimia nerviosa es mucho más reciente, apareciendo las primeras referencias en la
década de los años 50 y aumentando considerablemente las mismas hace 15 años.
En los últimos años tanto la anorexia como la bulimia nerviosa se han ido
incrementando en distintos sectores de la población (principalmente adolescentes y
mujeres jóvenes), aunque también se está manifestando en otros grupos de los que no se
tiene demasiado conocimiento, como es en los deportistas.
Anorexia quiere decir literalmente falta de apetito, y es un término habitual para
designar un síntoma que aparece en muchos otros trastornos y enfermedades, como la
depresión o la gripe (Perpiñá, 1995). Cuando hablamos de anorexia nerviosa nos
encontramos en un caso en el que la persona, lejos de carecer de apetito, se comporta
como un "organismo hambriento" (Bruch, 1973); no come pero no deja de pensar en
cuáles son los alimentos idóneos que debe ingerir para no estar gorda.
La etimología del vocablo bulimia proviene de las raíces griegas bous (buey) y limos
(hambre) significando hambre desmesurada. En el ámbito clínico se aplica a aquellos
episodios caracterizados por una necesidad imperiosa, irrefrenable de ingerir grandes
cantidades de comida, generalmente de elevado contenido calórico (Perpiñá, 1995).
Los deportes son con frecuencia semillero de trastornos del comportamiento alimentario
(Rosen, McKeag, Houhg y Curley, 1986). Muchos deportistas de elite, o que están en
camino de serlo, sufren irregularidades y disfunciones alimentarias de gravedad variable
(Toro, 1996).
Algunas deportistas tratan de controlar su peso mediante la práctica de un intenso
ejercicio. Los problemas nutricionales alcanzan su grado máximo en mujeres que
participan en actividades de danza (Garner, Garfinkel, Rockert y Olmsted, 1987) y en
deportes como la gimnasia, los saltos de trampolín y el patinaje artístico, donde la
imagen corporal entra a formar parte del juicio subjetivo (Teitz, 1998), además de las
corredoras de fondo o las jugadoras de voleibol (Gould, Jackson y Finch, 1992; Squire,
1994), no obstante se encuentran deportistas de sexo femenino con trastornos de la
ingesta en la práctica totalidad de las disciplinas deportivas.
Estos trastornos parecen darse con mayor frecuencia en la práctica de deportes
individuales que en deportes de equipo.
Los hábitos alimentarios correctos son fundamentales para el rendimiento deportivo y
las anomalías nutricionales pueden influir muy significativamente en el rendimiento del
deportista. La presión que sufre el deportista para mantener un peso óptimo puede ser
un factor determinante en la aparición de patología de la conducta alimentaria.
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