La conquista del lenguaje / habla

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Bebé y niño
SIN DUDAS SOBRE SU HABLA
La conquista del
lenguaje
Desde que nace, tu hijo se comunica contigo y con su entorno. Al principio,
llorando y riendo; más adelante, hablando. ¿Cómo es este proceso? ¿Puedes
estimularlo? ¿Hay algún signo que deba preocuparte? No te quedes con dudas.
A
prender a hablar es uno de los caminos
más fascinantes que recorrerá tu hijo
en sus primeros años de vida. ¿Lo hará
bien? ¡Seguro que sí! Y para que puedas
acompañarle y ayudarle en este proceso,
te damos respuesta a algunas de las preguntas que probablemente te plantearás sobre
su forma de comunicarse con el mundo que le
rodea y sobre la evolución de su lenguaje.
01¿Cómo se comunica antes de hablar?
Que tu hijo no hable no quiere decir
que no se comunique contigo. Lo hace a través de gestos y sonidos. El llanto es el primer
mecanismo que utiliza para indicar que tiene
hambre, sueño, dolor, miedo, frío... Pero no
solo te alerta de sus necesidades con el lloro.
También lo hace con su risa, muecas, gestos,
gorjeos o balbuceos. “Son un conjunto de signos no verbales que le ayudan a comunicarse
con el mundo exterior”, explica Mª Dolores
López, logopeda. Los dos primeros meses
realiza vocalizaciones reflejas que se caracterizan por sonidos muy agudos. Luego viene el
gorjeo, hacia el segundo mes, y el juego vocal
(la producción de sonidos producidos en distintos puntos de la boca de manera aislada),
entre el tercero y el quinto. Y a partir del sexto mes, más o menos, llega el balbuceo.
02¿Por qué balbucea?
Es su particular manera de entrenar los
músculos de la cara y los órganos fonatorios
que permitirán, más adelante, el habla. Y, por
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supuesto, es la mejor forma de comunicarse
con el mundo que le rodea. “Los padres interpretan estos balbuceos, dándoles un sentido y
haciendo partícipes a sus hijos”, dice la logopeda. Existen dos tipos de balbuceos: el reduplicativo (repite dos sílabas iguales, como mama, pa-pa, ta-ta...), entre los 6 y 9 meses de
vida, y el no reduplicativo (diferentes sílabas
unidas que constituyen una especie de jerga
“sui generis”), que se alarga hasta la aparición
de las primeras palabras, alrededor del primer
año de edad. “Las sílabas repetidas son más
divertidas para los bebés, que las asimilan antes”, añade Mª Dolores López.
Es habitual que aprenda antes a decir
“papá” que “mamá”, porque la letra P es
más fácil de pronunciar que la M.
03¿Cuáles son sus primeras palabras?
Las primeras que pronuncie el niño estarán muy unidas a la repetición e insistencia
que hagáis los padres de esas mismas palabras.
Los fonemas “ma” y “pa” son fáciles de pronunciar y además, tienen una carga semántica
importante, ya que sois vosotros los destinatarios de esos sonidos. “Para frustración de la
madre, normalmente la primera palabra que
un niño pronuncia es papá”, aclara la experta
en lenguaje infantil. Tiene una explicación
sencilla: la P es un fonema bilabial que se realiza en la cavidad de la boca al cerrar los labios.
Es más sencillo pronunciar la P que la M, que
además de bilabial, es nasal, por lo que resulta
algo más complicada su pronunciación.
+ Ideas
Estimúlalo
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¿Cuántas dirá en cada etapa?
Cuando empiece a decir sus
primeras palabras, sigue
estas pautas. Son eficaces.
PONTE A SU ALTURA: Es
importante que te vea los
labios y que observe tu cara
y tus gestos al hablar.
Depende de cada niño. Pero, en general,
alrededor de los 12 meses de edad (aún está
en la etapa prelingüística) el bebé ya es capaz
de pronunciar dos o tres palabras, de manejar
todos los músculos bucales, reclamar objetos
con gestos o mostrarlos cuando se le piden.
A los 2 años su vocabulario puede superar
las 300 palabras y a partir de este momento
comienza el famoso “¿por qué?”. Se hace entender (incluso por extraños) y entiende a los
demás. A los 3 años el registro sube de 900
a 1.200 palabras, utiliza frases compuestas,
habla sobre sus experiencias, inventa historias
y responde a dos órdenes consecutivas. Ya no
habla solo del mundo que le rodea, sino que
empieza a expresar ideas en abstracto. A los 4
años se dispara su conocimiento: realiza oraciones compuestas de hasta diez palabras.
TEN PACIENCIA: Dale un
tiempo para que responda.
USA LENGUAJE ABIERTO:
No uses preguntas cerradas,
cuya respuesta es Sí o No.
Haz que describa.
HABLA EN POSITIVO: No le
corrijas con un “no se dice
así”. Nómbrale correctamente todas las palabras.
05¿Es normal que con 2 años no hable?
No. Pero primero hay que distinguir si
no habla nada, si lo que dice no se entiende
o si ni siquiera se comunica con su entorno.
“Por eso, lo primero es distinguir entre comunicación y lenguaje oral”, cuenta la logopeda.
FELICÍTALE: Si dice algo
bien, dale un beso, un
abrazo, un gran aplauso...
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SIN DUDAS SOBRE SU HABLA
En algunas ocasiones el retraso
en el aprendizaje del lenguaje hablado
se debe a un problema de oído.
“Si un niño a los 2 años no habla nada, es
evidente que existe un problema. Alrededor
de los 2 años debería tener un vocabulario de
entre 300 y 1.000 palabras y ya tendría que
ser capaz de hacer combinaciones entre ellas.
Así que si no habla, es necesario llevarlo a un
especialista. Aunque, eso sí, una cosa es que
no hable y otra muy distinta es que no hable
correctamente”, matiza la experta.
06Si tartamudea, Àtiene soluci—n?
En edades tempranas se habla de
disfemia evolutiva, un proceso madurativo
que tiende a desaparecer con el tiempo y al
que no hay que dar demasiada importancia.
Puede aparecer entre los 3 y 5 años de edad
en ciertos niños muy movidos que quieren
comunicar tan rápido sus pensamientos que
se produce un desajuste entre lo que piensan
y lo que exteriorizan. Pero si a partir de los
6 años se mantiene, habrá que vigilar la frecuencia y valorar si hay que intervenir. “La
mejor solución es dejar al niño que acabe
las frases y darle tiempo, sin presionarle ni
meterle prisa nunca. Aunque sepamos la respuesta, hay que dejar que la diga él”, cuenta
la logopeda. Y, sobre todo, hay que evitar
darle importancia, para que no se preocupe.
07ÀY qué pasa si pronuncia mal?
La inmadurez del lenguaje provoca en
ocasiones que algunos niños no pronuncien
correctamente ciertas sílabas y que distorsionen los sonidos. La dislalia (pronunciación
defectuosa de ciertas palabras) se suele producir a partir de los 4 años. Normalmente se
debe a fallos orgánicos (disglosias) y el más
habitual es el “frenillo”, la membrana que une
la lengua con la boca. “Cuando el frenillo es
corto, impide la pronunciación de las letras R
y L”, explica la logopeda. En otras ocasiones
puede ser debido a alteraciones en la dentición, en las vías nasales o en el paladar. Y una
excepción: “Pronuciar mal la doble R no se
considera anómalo hasta los 6 años, dada su
dificultad”, añade Mª Dolores López.
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Los expertos
¿Qué profesionales intervienen en el lenguaje infantil?
LOGOPEDA: Es el “educador
de la palabra”. Detecta,
evalúa y trata las alteraciones del habla.
OTORRINO: Realiza las
pruebas de audición por si el
niño tuviera hipoacusia.
08ÀPuede ser un problema de oído?
Puede ocurrir que su retraso en el
aprendizaje del habla se deba a este motivo.
“En ocasiones en el proceso de evolución lingüística hay situaciones, como una pérdida auditiva o simplemente un tapón en el oído, que
hacen que el niño no escuche correctamente y
por lo tanto, no aprenda como debe”, cuenta
Mª Dolores López. Sin una audición correcta,
la capacidad de hablar se ve mermada. “Hay
niños que sí oyen pero no discriminan los
FONIATRA: Descarta las
patologías relacionadas con
la fonación, por las cuerdas
vocales o por los nódulos.
PSICÓLOGO: Actúa frente a
la frustración que le produce
al niño no poder hablar.
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SIN DUDAS SOBRE SU HABLA
La mayoría de las anomalías del
habla, como la tartamudez temprana
o la dislalia, tienen solución.
fonemas. Por ejemplo, la P y la B”, explica.
De ahí la importancia de derivarlos siempre
al otorrinolaringólogo para descartar posibles
anomalías en el oído. “Aprendemos el lenguaje al escucharlo. Cuanto antes se detecten
fallos de tipo orgánico, antes podremos atajar
el problema”, sentencia la experta. De hecho,
los niños con hipoacusia no son mudos. Tienen la capacidad de hablar, pero al no oír bien,
no disponen de un patrón a imitar y aprenden
mal el lenguaje, su tono y su ritmo.
09Habla muy alto (o muy bajo)...
Si su tono es alto o chilla mucho al hablar, analiza si en vuestro ambiente familiar se
habla siempre en voz muy alta; el niño aprende por imitación. Si habla bajo, puede ser
simplemente cuestión de timidez. Lo conveniente, en todo caso, es “remitirlo al foniatra
para que descarte cualquier patología. Podrían
ser nódulos, algo frecuente, sobre todo por
el esfuerzo vocal que ejerce para expresarse”,
explica la logopeda. Y en ocasiones puede ser
bueno que le evalúe un psicólogo infantil.
10¿Y si con 4 años nadie le entiende?
En este caso hay que hacer una evaluación del desarrollo del niño y ver exactamente
en qué está fallando. A esta edad ya se pueden utilizar baterías de evaluación específicas
del lenguaje, como el PLON (Prueba del
Lenguaje Oral de Navarra), que analizan su
lenguaje tanto en la forma y en el contenido
como en el uso. Es decir, puede tener dificultades en la forma de articular (dislalias, por
ejemplo), pero estar en su edad cronológica
en el contenido (vocabulario, acciones básicas,
conocimiento de los conceptos esenciales...).
Determinarlo ayudará a encontrar la solución.
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Ojo a estos
síntomas
En sus primeros 2 años estos
signos pueden alertarte:
• En el primer mes: el bebé
tiene un llanto extraño.
• De 2 a 4 meses: ausencia
de sonrisa social.
• Hacia los 6 meses: no
vocaliza ni balbucea.
• A los 9 o 10 meses: no
dice ni “ma-ma” ni “pa-pa”.
• 12 meses: pierde habilidades ya adquiridas antes.
• Con 15 meses: no señala
ni utiliza tres palabras.
• 18-24 meses: no sigue
instrucciones simples, no
pronuncia al menos 25 palabras ni reconoce su cuerpo.
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11¿Y si es algo más grave?
Aunque afortunadamente no son habituales, existen dos anomalías relacionadas
directamente con el lenguaje que hay que
vigilar: el TEL (Trastorno Específico del
Lenguaje) y el autismo. “En ambas hay un
problema de comunicación comprensiva y
expresiva, pero el autismo, además, lo es de
socialización”, cuenta Mª Dolores. Los niños
que padecen TEL juegan con su entorno,
pero no pueden comunicarse. En cuanto a
la detección del autismo, es complicada y en
ocasiones tardía: hacia los 5 años de edad.
David Ruiz
Asesora: Mª Dolores López Gimeno, logopeda,
directiva de la Asoc. de Logopedas de España (ALE)
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