El común denominador del éxito. Por Alden Holloway, F.R.C. Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. El éxito significa un resultado favorable de una empresa específica. Puede también significar el logro de la felicidad, riqueza, eminencia, servicio a nuestro prójimo o una multitud de otros deseos o necesidades humanas. Cualquiera que sea la definición, sin embargo, a través de la historia, el hombre probablemente ha estado más interesado en su "éxito" individual en la vida que en cualquier otro asunto. Nuestras bibliotecas están llenas de libros que nos dicen cómo tener éxito en términos generales y en campos de esfuerzo específico. Se han hecho muchos intentos de aislar e identificar exactamente qué atributos personales o técnicas de vida, pueden ser igualados con el logro del éxito. Sin embargo, cuando se examina la tremenda cantidad de literatura relacionada con el "éxito", uno queda inmediatamente sorprendido por la diversidad de acercamientos y opiniones disponibles. Uno de los accesos más comúnmente usados por los investigadores ha sido entrevistar a gente afortunada y hacer una crónica de las técnicas y metodología que estos usaron para llegar a la "cima" en sus campos. La narración de la biografía publicada es entonces a menudo hecha con la intención de servir como una "guía" para aquellos que buscan alcanzar un éxito similar a través de la emulación del plan detallado proporcionado paso a paso. Aunque este concepto de emulación parece racional y lógico, existen problemas fundamentales con su aplicación. Primero, no existe norma discernible para el éxito de cualquier grupo de altos vencedores, aun dentro de la misma ocupación. Si, por ejemplo, uno aspira a convertirse en un novelista de éxito, ¿A cuál escritor trataría de emular? El intento de copiar el estilo de otro, en el mejor de los casos ha producido sólo resultados mediocres. Le falta "ese algo" que deriva del creador y la personalidad original y nunca puede ser duplicado exactamente. Ya que parecen haber tantos métodos diferentes para lograr el éxito como hay gente afortunada, debemos continuar buscando el común denominador. Características del éxito Las gentes de éxito parecen haber compartido ciertas características de conducta. Esto ha llevado a los investigadores a buscar más allá de las técnicas y los métodos para tratar de identificar actitudes, rasgos de la personalidad y factores motivadores como el eslabón común del éxito. Científicos de procedimiento han encontrado que existen ciertas características que generalmente se encuentran aplicables a la gente afortunada. Estas son: 1. 2. 3. 4. 5. Iniciativa Personal; Autodisciplina; Entusiasmo; Perseverancia; y Orientación de propósito. A la lista de arriba podríamos agregar creatividad, buena salud, personalidad agradable, buen juicio y otros usualmente concedidos como necesarios para el éxito. Se han escrito muchos libros de cómo nutrir y desarrollar estas cualidades. Estos libros de "autoayuda" gozan de gran circulación e indudablemente han ayudado a los millones que los han leído y tratado de aplicar los principios contenidos en ellos. Se podría argüir, sin embargo, que muchos que han tratado de generar iniciativa personal, entusiasmo, etc., han fracasado en lograr el éxito que buscaban. Es claro que estos principios, aunque nobles, no aseguran por sí mismos el éxito. Orientación de propósito La mayor parte de la gente está de acuerdo en que el fundamento simple más importante del éxito es un propósito bien definido y un plan de acción hacia la realización del propósito. Poner los propósitos mayores y planear su obtención es, sin embargo, una de las tareas más difíciles que enfrentamos. Mucha gente pasa por la vida, como dijo Santo Tomás de Aquino, "movida violenta mente por fuerzas impresas en ellos desde afuera". La sociedad a menudo nos dicta cuáles deben ser nuestros propósitos, una casa de tal y tal tamaño, el tipo de empleo y entradas aceptables y otras cosas "básicas" de nuestros estilos de vida. Los esfuerzos para alcanzar esos propósitos externamente motivados, que pueden muy bien ser incompatibles con el ser interno o verdadera naturaleza de uno, pueden solamente resultar en frustración. Todos estamos familiarizados con alguien que hemos conocido, quien al parecer, ha sido toda su vida motivado hacia el alcance de un propósito determinado. Puede haber sido un joven que creció con un gran deseo de convertirse en médico. Luego dedicó y canalizó toda su energía y ambición hacia el logro de ese fin, y finalmente se convirtió en un doctor afortunado y sobresaliente. Este es un ejemplo de una temprana realización de un movimiento interno del ser, realizado en el plano objetivo a través de la dedicación y el planeamiento. La habilidad para dirigir el todo de uno hacia la adquisición de un propósito específico está en primera línea para el éxito. La gran dificultad descansa en saber cuál propósito es singularmente adecuado para nuestras naturalezas individuales. En un tiempo u otro, todos hemos puesto un propósito o resolución para adquirir algo específico y, sin embargo, fracasamos en nuestro intento. Nuestra resolución por lo regular se debilita cuando. A. Encontramos la tarea tan difícil que empezamos a dudar de nuestra habilidad para lograrla. B. Nuestro progreso no es como se vislumbra; así es que dudamos de si el logro eventual es digno del esfuerzo y frustración envueltos. Cuando el propósito viene de adentro, sin embargo, nuestra resolución y fuerza no están cercanamente sujetas a la vacilación. Aristóteles dijo que "cada uno de nosotros busca su propia perfección". Si nuestro propósito es el resultado de esta "búsqueda" interna, entonces literalmente nada puede prevenir que lo realicemos. Un propósito o plan impreso externamente no puede crear el deseo ardiente que el mandato interno genera. Un propósito sin un deseo vehemente que lo siga, es inútil. Muchos propósitos y planes son olvidados o puestos a un lado, mientras que un deseo inflexible para algún estado, condición o logro generará un plan después de otro hasta que finalmente se realiza el resultado. Auto-entonamiento Uno debe "conocerse así mismo" a través del entonamiento con el "ser interno" o la voz "suave y pequeña" del Maestro Interno. Es aquí donde encontramos la guía y dirección necesarias para hallar nuestro propósito en la vida. Una vez que este propósito es claramente comprendido, el deseo irresistible hacia el logro queda de manifiesto. Una vez que este deseo está presente, las fuerzas naturales, creadoras, de nuestra mente subconsciente se ponen a trabajar para desarrollar y refinar nuestros planes para la actualización de nuestro "éxito". Casi cada gran adquisición en el continuado esfuerzo del hombre hacia arriba en dirección al éxito, es el resultado del reconocimiento de este estímulo impulsor de expresar la naturaleza interna de uno. De aquí que si uno busca el común denominador del éxito, sólo tiene que volverse hacia adentro.