1 Ensayo “Burrhus Frederic Skinner” Alejandra Alvarez C. 139693

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Ensayo
“Burrhus Frederic Skinner”
Alejandra Alvarez C.
139693
Universidad de las Américas Puebla
ED 112
Teorías de la Educación
José Antonio López
13/09/11
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ENSAYO
El siguiente ensayo hablará sobre el psicólogo, filósofo social y autor
norteamericano, Burrhus Frederic Skinner. El objetivo general del ensayo es
conocer un poco sobre su vida, sus aportaciones en el campo de la
investigación educativa y las características principales de su pensamiento
educativo. Se presenta una breve biografía del autor, y una explicación acerca
de su descubrimiento conocido como “condicionamiento operante”. Del mismo
modo menciono como su pensamiento educativo tiene implicaciones tanto en la
educación actual, como en la infraestructura escolar y en el diseño curricular de
los planes educativos escolares. Más adelante señalo las consecuencias que
provoca su pensamiento en el diseño instruccional. Por último el trabajo
concluye con una breve opinión acerca de como el método conductista puede
moldear el pensamiento bueno para el estudio, pero limita y obliga la posible
naturaleza del pensamiento, ya que este método es percibido como la
adquisición de nuevos comportamientos.
La importancia de este tema reside en que debemos conocer las
diferentes teorías de la educación debido a que éstas nos ofrece una serie de
perspectivas que pueden ayudar a dilucidar qué tipo de pensamiento puede ser
apoyado implícita o explícitamente dentro de las aulas. De la misma manera las
teorías de la educación pueden ayudar a comprender cómo los profesores
pueden fomentar el pensamiento en sus aulas. Finalmente los diferentes
puntos de vista sobre cómo aprendemos nos ayuda a desarrollar el
conocimiento y la comprensión sobre distintos procesos de pensamiento
(Mcgregor, 2007).
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Burrhus Frederic Skinner nació en 1904 en Susquehanna, Pennsylvenia
y estudió la licenciatura en artes en el Hamilton College de Nueva York. Al
principio trató de abrirse camino escribiendo obras de ficción, pero averiguó,
según su propio informe, que “nada tenía que decir”. En cuanto se da cuenta
de esto, su interés se volvió a la psicología y leyó la obra de John B. Watson,
pionero del movimiento conductista, que produjo fuerte impresión en él (Bowen
y Hobson, 1984).
En breve, John Broadus Watson durante toda su vida fue enemigo de las
ideas imprecisas y de las investigaciones descuidadas y según él para salir de
la psicología subjetiva debía seguirse el camino del conductismo. Watson
entendía que la finalidad de esta ciencia era poder predecir la respuesta de un
organismo frente a un estímulo determinado. Como John Watson, Skinner creía
que la psicología podía convertirse en una ciencia sólo a través del estudio del
comportamiento. Sin embargo, a diferencia de Watson, Skinner prosiguió el
estudio de un tipo diferente de comportamientos a los que no se activa
automáticamente por un estímulo en particular (Gredler, 2009).
En 1928 Skinner se matriculó para obtener el grado de maestría en artes
y especialidad en psicología, en la Universidad de Harvard. Continuó haciendo
investigaciones en psicología experimental hasta 1936 y luego pasó a la
Universidad de Minnesota para enseñar psicología, donde permaneció hasta
finales de la Segunda Guerra Mundial. Mas tarde, Skinner regresó a Harvard
en 1948, donde ha permanecido como profesor de psicología hasta ahora. Ahí
ha continuado con sus actividades experimentales escribiendo en el campo de
la educación y de la teoría social.
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El descubrimiento más importante de Skinner fue el conocido como
condicionamiento “operante”. Hasta este descubrimiento, el único tipo de
condicionamiento que se conocía era el llamado condicionamiento “clásico”. En
dicho condicionamiento se presentaba el estímulo y el sujeto respondía
automáticamente, siendo su respuesta una acción reflejada. Ejemplo de esto
es la salivación del perro cuando se le ofrece comida, o en caso de los seres
humanos el parpadeo y el reflejo de la rodilla. Skinner, viendo la obra de E.L.
Thorndick sobre aprendizaje animal centró su interés en la tercera ley del
aprendizaje de Thorndick, llamada “ley del efecto”. Esta ley determina que los
movimientos correctos del organismo tienden a quedar estampados con la
satisfacción del éxito, mientras que se eliminan los incorrectos por la
insatisfacción del fracaso. Para comprobar dicho principio, Skinner decidió
poner a una rata hambrienta en una caja donde había una palanca en uno de
sus extremos, la cual, al ser oprimida soltaba una bolita de comida. La rata
comienza con un cierto número de acciones al azar, hasta que por casualidad
oprime la palanca y recibe el alimento. Se dice que el comportamiento se
fortalece por sus consecuencias, y por esa razón a las mismas consecuencias
se les llama “reforzadores”. Así pues, cuando un organismo hambriento exhibe
un comportamiento que produce alimento, las consecuencias refuerzan el
comportamiento y, por tanto éste tiene mayor probabilidad de volver a ocurrir
(Skinner, 1987). Este es el primer paso en el condicionamiento operante. Tras
haber sido recompensada una vez, en la siguiente ocasión en que se coloque
al animal en la caja, habrá más probabilidad de que oprima la palanca que si
fuera la primera vez, porque ahora ya ha asociado dicha acción con la
repetición del alimento, y al cabo, siempre que tenga hambre irá directamente a
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la palanca.
Es decir el animal ha sido condicionado por completo. A este
condicionamiento se le llama “operante” porque el comportamiento de la rata
“opera sobre el ambiente” y de esa manera logra lo que desea. La diferencia
está en que en el condicionamiento operante, el comportamiento lo inicia la
propia rata, no hay ni un solo estímulo que produzca la respuesta de la rata
como en el condicionamiento clásico (Bowen y Hobson, 1984).
Sus trabajos con los animales y el éxito logrado en controlar su conducta
por medio del reforzamiento regular de las respuestas deseadas, han llevado a
Skinner a probar los mismos principios en sujetos humanos. Esto ha resultado
en la producción y popularización de la máquina didáctica.
La aparición de las máquinas didácticas brinda una manera de
enfrentarse a los problemas de la educación colectiva, pero preservando la
enseñanza individual. Aquí podemos determinar algunas implicaciones que
tendría en la educación actual el preservar la enseñanza individual y dejar a un
lado la enseñanza colectiva. Cuando los alumnos están siendo educados con
una perspectiva individualista, éstos no logran mantener un compromiso
correcto en las relaciones con los demás, no favorece el espíritu de grupo, la
cooperación y la unión. La ventaja consiste en que se puede explorar al
máximo las necesidades de cada educando y también el tratamiento
individualizado elimina la mayor fuente de ineficiencia de la instrucción
tradicional, esto es: la exigencia de que grandes grupos de estudiantes
avancen al mismo ritmo, el cual es casi necesariamente inadecuado para la
mayoría de ellos (Skinner, 1982). Sin embargo, si la educación preserva la
enseñanza individual estaremos provocando en el alumno esa costumbre de
pensar por si mismos y de hacer las cosas porque él las considera como
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correctas. Lo importante es que también pueda tomar en cuenta diferentes
opiniones, desarrollar habilidades como comunicarse con los demás, aprender
a organizarse y más pretenciosamente aprender a trabajar en equipo. Si no
logramos desarrollar estas habilidades desde la educación básica, será más
difícil que los alumnos puedan relacionarse con los demás conforme avanzan
en su educación.
En síntesis lo importante es que se mantenga un equilibrio entre ambos
tipos de enseñanza, tanto individual como colectiva, y no enfocarse solo en
una, ya que a lo largo de su vida, los alumnos tendrán que realizar tanto trabajo
individual como trabajo colectivo. Habrá cosas que debemos realizar de
manera individual, sin embargo constantemente nos estamos relacionando con
diferente tipo de personas y debemos de contar con las herramientas que
brinda una enseñanza colectiva para poder relacionarnos de manera adecuada
con las demás personas.
Esta teoría sobre las máquinas didácticas, que claramente se inclina
más hacia una instrucción verdaderamente individualizada, puede significar el
surgimiento de cambios bastante complejos en la arquitectura de las escuelas,
en el papel de supervisores y maestros y en las rutinas cotidianas de la
escuela, especialmente en las escuelas que llevan a cabo un sistema en el que
grandes grupos de estudiantes progresan al mismo ritmo.
Las
máquinas
didácticas
también
tienen
implicaciones
en
la
infraestructura escolar, primero que nada porque se necesita el recurso
económico para la compra de las máquinas y espacios en las escuelas (aulas)
para establecerlas y conectarlas de tal manera que funcionen correctamente;
en segundo lugar, porque se necesitarán maestros que programen y
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administren las máquinas, esto quiere decir que se deberá capacitar a los
maestros para que manejen perfectamente el programa; y en tercer lugar que
pasaría con los estudiantes super dotados que terminan más rápido el
programa. ¿Pasarían a otro nivel? Por el otro lado tenemos a los alumnos que
tienen más dificultad para completar con los niveles del programa, entonces se
crearía un desequilibrio y no sabríamos que hacer con aquellos alumnos que
concluyen con el programa más rápido.
Desde luego, la máquina puede encargarse de muchas de las funciones
rutinarias del maestro y al mismo tiempo proporcionar al alumno aquel
programa que satisfaga sus necesidades específicas. No obstante existe una
pérdida
de
contacto personal entre estudiante y maestro. Esto
no
necesariamente puede ser visto como una desventaja como menciona Skinner
(1982):
“El estudiante no necesita de alguien que le diga si ha interpretado
correctamente una oración particular o si ha resuelto un problema.
La aprobación que ofrece una maestro difiere de la confirmación
encontrada en los materiales programados; pero no es una
consecuencia natural de un comportamiento correcto y, de hecho
puede causar problemas”. (pg.144).
Desde luego, el intercambio personal entre maestro y estudiante es
importante porque el maestro permanece como figura esencial para seguir el
progreso del estudiante y aconsejarlo con respecto a diferentes cursos de
acción.
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Hablamos entonces sobre una “instrucción programada” en donde cada
niño puede trabajar a su propio ritmo, y sólo cuando sus respuestas son
correctas puede pasar al siguiente problema, mientras que si las respuestas
están equivocadas retrasa el paso siguiente hasta que da con la respuesta
atinada. Todo este proceso se basa en el condicionamiento operante, en el que
la respuesta reforzada anima a un aprendizaje ulterior en la misma dirección
(Bowen y Hobson, 1984).
Ahora bien, ¿Qué tan bueno sería aplicar la
instrucción programada en las escuelas? Quizá la instrucción programada
tenga éxito, al permitir que el estudiante avance con su propio ritmo. Tal vez, el
estudiante aprende con lentitud y se salva del castigo que surge cuando uno es
presionado para avanzar hacia otro nivel para el cual aún no está preparado.
Por otro lado, Skinner veía en la enseñanza programada una solución
económica para realizar de un modo más eficaz una parte del trabajo del
profesor, y entonces éste podría dedicarse a los aspectos de sus funciones que
son imposibles de asegurar con un instrumento técnico. Como por ejemplo
estar al pendiente de sus alumnos y poder aconsejarles en cuestiones en las
que se encuentren atorados (Richelle, 1981). Sin embargo, la instrucción
programada ha tenido sus reproches debido a que los autores de tales
programas siguen una lógica de la materia, con desprecio de la lógica del
alumno. En otras palabras, los programas estaban diseñados básicamente
para enseñar el contenido de la materia, sin tomar en cuenta las necesidades
de los alumnos al estructurar el diseño del programa. Richelle señala que:
“Sin ninguna duda, una primera condición para hacer un buen
programa es conocer bien la materia que pretende enseñar, y
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percibir muy bien en ella los encadenamientos de las nociones que
no pueden dejarse al azar. Pero en última estancia, es el alumno el
que le dictará al programador a través de los ensayos sucesivos,
las correcciones, las puntualizaciones, los complementos de
información a aportar”. (pg. 114-115).
Entramos a otro tema que es “la sociedad”. La sociedad actual, dice
Skinner, se halla en una situación de crisis y no parece que haya motivo para
dudar de la verdad de dicha afirmación; basta considerar algunos de los
problemas que más nos desconciertan: la intolerancia racial y religiosa, la
violencia, la guerra, la sobrepoblación, la contaminación, el agotamiento de los
recursos, la pobreza y la drogadicción. La propuesta de Skinner es que
debemos instaurar una sociedad totalmente planeada y con una base científica.
Para dicha sociedad planeada, Bowen y Hobson, nos dicen que necesitaremos
idear un nuevo tipo de hombre, un individuo que este condicionado a sentir y a
actuar sólo de manera social y constructiva, en otras palabras, un hombre que
sea razonable, cooperativo, amable, sensible, pacífico y trabajador.
Sin embargo en la nueva sociedad de Skinner el hombre estará
programado por aquellos que gobiernan para actuar en la forma deseada. El
hombre ya no será dueño de su propio destino, ni quedará libre para escoger
su propio estilo de vida; su autonomía quedará sacrificada por el bien de la
sociedad. La educación juega un papel fundamental en el pensamiento de
Skinner a este respecto. Lo que Skinner recomienda es una reducación total de
la sociedad, una situación de un patrón de crianza y de control del
comportamiento. Esta “reducación” que propone Skinner se refiere más bien a
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una enseñanza programada en donde los niños serán programados bajo
condiciones científicas controladas para que desarrollen los tipos apropiados
de patrones conductuales (Bowen y Hobson, 1984). Los maestros dejarán de
ser aquellas personas que ayudan al estudiante a descubrir el mundo por sí
mismos, o que estimula la curiosidad natural, o que guía el desarrollo
intelectual, emocional o moral, o que hace más significativo el proceso de
aprendizaje.
Cuando hablamos de esto, se me viene a la cabeza, igualmente que a
los autores Bowen y Hobson, la imagen de gente manipulada como títeres por
algún controlador. Ahora bien, ¿Qué consecuencias podemos encontrar, con
este tipo de pensamiento de Skinner, en la educación actual? Una de las
consecuencias es que dejamos de fomentar el pensamiento original de las
personas y desafiar ideas en un sentido cognitivo. Los alumnos se vuelven
personas
pasivas
debido
al
reforzamiento
sistemático
de
conductas
apropiadas. Los alumnos dejan de cuestionarse, discutir, debatir y no generan
ninguna crítica hacía la información que se les esta transmitiendo. El
aprendizaje se lleva a cabo por medio de la mímica y la copia de nuevas
conductas, en donde el profesor premia aquellas conductas que sean las
correctas y castiga las incorrectas (Mcgregor, 2007). Por esta razón los
alumnos se encuentran únicamente motivados extrínsecamente, dejando a un
lado la motivación intrínseca que es igual o hasta más importante. La
motivación intrínseca es un impulso que sienten las personas para buscar y
lograr objetivos por si mismos y no solo buscan las recompensas que los
acompaña.
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Finalmente, para concluir con este ensayo, los teóricos conductistas brindaron
en su época y su momento valiosos aportes a la Educación. Ellos se
preocuparon por la conducta del hombre y como influye en el aprendizaje.
Mencionamos como el conductismo tiene claro los fines (objetivos) y apunta a
los cambios de conducta, cuyos resultados se pueden medir con exactitud. Por
otra parte el conductismo señala que los conocimientos de hechos deberán
estar subordinados a una definición de los objetivos en términos de
comportamiento. Y mi pregunta es: ¿cómo podemos saber si se esta
consiguiendo enseñar a pensar, a reflexionar, a resolver problema? ¿Hasta que
punto podría considerase como bueno el método conductista? En mi opinión
personal creo que necesitamos dejar que los alumnos experimenten con los
materiales, objetos e ideas. Que desarrollen su propio aprendizaje y procesos
que implican resolver problemas, alentarlos hacer preguntas, generar
estrategias y buscar caminos originales para encontrar soluciones.
Más adelante hablamos sobre la instrucción programada. Uno de los
beneficios que podría traer la enseñanza programada en la educación actual es
que cada alumno tiene la oportunidad de trabajar a su propio ritmo, distribuye
su tiempo y su programa de trabajo a su medida, cosa que ningún alumno de
una institución escolar actual es libre de hacer. Sin embargo creo que la
instrucción programada provoca que todos los alumnos sean iguales y ya no
reflexionarán y como consecuencia ya no serán creativos. En otras palabras la
enseñanza programada ignora la reflexión, la originalidad y la creatividad. Creo
que una de las tareas principales de toda Institución es abordar la didáctica de
la originalidad pero si imponen programas y exámenes idénticos para todos,
han contribuido mucho a formar alumnos que se parezca.
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También otro factor importante es que con la aparición de las máquinas
didácticas y el desarrollo de los programas, se dejó abandonada la enseñanza
colectiva. En mi opinión, creo que si es importante preservar la enseñanza
individual, sin embargo también debemos de enfatizar en la enseñanza
colectiva ya que el profesor no solo se enfrenta con unos problemas de
transmisión de los conocimientos, de competencia o de comportamientos. Es
además la persona que esta a cargo de un pequeño grupo social (salón de
clase/alumnos), en cuyo centro surgen dificultades de toda clase que le
corresponde resolver porque tale problemas obstaculizan el estudio. Por lo
tanto le incumbe educar a sus alumnos a que cooperen, a que tomen
decisiones democráticamente, a que reconozcan el punto de vista de otro, que
se apoyen mutuamente, a que aprendan a escuchar y comunicarse.
Ahora bien, el problema de no individualizar al alumno reside en que el
profesor no atiende los casos particulares. El profesor no se preocupa por el
estado emocional, familiar del alumno y de esta forma es imposible solucionar
los casos especiales desde la raíz. Por esta razón insisto que debe haber un
equilibrio en la enseñanza, es decir, dedicarle tiempo al trabajo en equipo pero
también al individual.
Muchas escuelas buscarán algo distinto, intentarán definir nuevos
objetivos y una nueva pedagogía y los fines de la escuela serán diferentes. Se
tratará por ejemplo de hacer que el niño se desarrollo libremente, de respetar o
de despertar sus intereses, de hacer que la escuela sea activa.
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Referencias:
Bowen, J & Hobson, P. (1984). Teorías de la Educación: Innovaciones
Importantes en el Pensamiento Educativo Occidental. México, D.F.:
Editorial Limusa.
Gredler, M. (2009). Learning and Instruction: Theory and practice. Upper
Saddler River, NJ: Pearson.
McGregor, D. (2007). Developing Thinking; Developing Learning: A Guide to
Thinking Skills in Education. New York, NY 10121-2289, USA: McGraw
Hill.
Richelle, M. (1981). Skinner o El Peligro Behaviorista. Barcelona: Editorial
Herder.
Sin autor. (1998). Watson, John Broadus (1878-1958). Biografías. Recuperado
el día 09 de septiembre de 2011 desde
http://www.psicoactiva.com/bio/bio_22.htm
Skinner, B.F. (1982). Reflexiones sobre conductismo y sociedad. México, D.F.:
Editorial Trillas.
Skinner, B.F. (1987). Sobre el conductismo. Barcelona: Ediciones Martínez
Roca.
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