El Universo La Fuerza Creadora de su Soplo y las

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El Universo
La Fuerza Creadora de su Soplo
y las Plantas
A un espacio inconmensurable en
donde la soledad se llamaba caos
y tinieblas,
El aleteo de una presencia
misteriosa generadora y dadora
proyecto su vitalidad,
Y aquella inhóspita estancia sin
ánimo, ánima recibió, LA LUZ.
Con ella el REINO de lo superior
tomo el lugar,
Y la expresión de su gesto de luz
se hizo BONDAD,
Los propios ojos del REY
proyectaron en él, el color,
Como estirpe y casta de la
intención de cortejo y de
seducción
Que su vitalidad cálida y
totalizadora iba a hacer de aquel
oscuro abismo
Un acto creador, en donde, El
“eterno”, así le llaman algunos,
iba a instalar, l camino de su
reino. Camino constituido en
el sonido que le dio nombre,
infinito, y en el que puso una
alfombra sobre la que pisar, de
magnificencia y providencial
causalidad, que haría de cada
paso él, un peregrinar hacia
la esperanza, que tomaría su
dimensión en lo incomprensible,
como ETERNO.
Y así dos colores hicieron de
la nada, un universo vivo, lo
blanco y lo negro, como sustrato
y simiente de un nuevo proyecto
que surgía del más allá del
principio y por lo tanto sin fin.
Evidentemente esos dos colores,
iban a constituir el sentido de
la pluralidad como huella del
principio, que mantenido por
la permanencia de ambos, iba a
ser eterno, como su gestador, he
iban a caminar hacia el cómo
infinito, constituyéndose en una
fuerza impulsora, “la esperanza”,
preámbulo del despertar a la
ETERNIDAD.
Y con esos dos colores, blanco –
negro, lo de arriba y lo de abajo,
lo anterior y lo posterior, quedaría
definido con sentido creador, para
referencial que aunque tangible
seguiría siendo inabordable, de
todas aquellas chispas que irían
surgiendo de tal contraste.
Era todo como un mar vivo, y
sigue siendo un océano que se
mueve con aguas visibles, a partir
de la fuerza de las invisibles, son
las de arriba y las de abajo, así
quedarían repartidas, para en ese
equilibrio de creación ser matraz
de la vida.
Y la vida se prolongaría hacia
lo etéreo con la luz, llamándose
día, y hacia el misterio con la
oscuridad llamándose noche,
aspectos que como expresión
del arte de ESA FUERZA en
ese nuevo reino, necesitarían
un asiento en donde instalar
la culminación de sus
SENTISIENTOS. Y entre las
aguas de abajo, hizo aparecer lo
seco, y lo llamó tierra.
Todo quedaba en armonía pero la
vitalidad de esa expresión debía
quedar en clave puesta en tal
dimensión, entonces hizo surgir
de la tierra, las hierbas y las
plantas, que con el verde, se hizo
así transcendente legado de la
DECISIÓN DE LO SUPERIOR,
sobre lo INFERIOR, de lo de
arriba hacia lo de abajo, pero una
decisión tan hermosa, de color,
aroma y sabor solo podía tener un
sentido, su sonido fue AMOR.
Y el amor en lo DIVINO,
tiene como acción, un proceso
generado en la insignificancia
de lo pequeño hacia la grandeza
absoluta, en expansión, a través
del ascenso. Y así en las plantas
quedó, el sentido del retorno
de abajo hacia arriba, hacia lo
superior, y recogió cada tallo,
cada hoja, cada pétalo y cáliz,
cada flor, con su color y su aroma,
su forma, y su sabor, a sumisión,
una oración eterna hacia la fuerza
creadora, hacia la providencia de
amor, que con la luz, y el rocío,
descienden desde el vacío a la
tierra, para hacerse plenitud y
abundancia en ella, servicio y
ofrenda de PARAISO.
Y como intuición y clarividencia
la presencia del principio que
aleteaba sobre el caos, supo
conceder antes de que se le
fuera demandado, la opción,
en la posible consecuencia de
la LIBERTAD infinita, LA
DESOBEDIENCIA, la opción de
redimirla y volver a ella.
La evidencia llegó cuando el
tiempo se instaló como limite
entre los hombres, como
interrupción de la fusión, como
olvido de la pleomorfización
y la simultaneidad, cuando
la causalidad fue arrebatada
por la impetuosa presencia de
la orgullosa casualidad, y el
hombre tuvo que abandonar el
paraíso terrenal, para vivir en la
impronta creativa y milagrosa
de un paraíso humano que no
ha sabido entender, al que trata
de conquistar, vencer, dominar
y poseer, como consecuencia de
ello, su verticalidad, su retorno y
su humildad se han desvanecido,
y ahora como legado del
principio:
LAS PLANTAS
Las Plantas conservan las claves
de este vestigio, prestigio divino
que como semilla de bondad
espera al hombre “enfermo”:
dolorido, consumido, para hacerle
renacer en ella a la experiencia
de retorno en el universo que
vivo esta por el amor, merced al
cortejo que entre luz y oscuridad,
roce entre aguas fecundas, que
permiten proliferar el milagro, ya
olvidado por los hombres.
Con la presencia de tu callada
existencia, la evidencia de la
sencillez, la justeza, la humildad,
y la ofrenda, regresan.
Y se hacen recuerdo con tu aroma,
Y se hacen ilusión, fantasía, idea,
ideal de vida, con tu color,
Y toma sentido en la reflexión con
tu sabor,
Que permite discernir, y cernir
sin distinguir lo bueno ni lo
malo, sino vivir solo lo adecuado
para cada momento,
Y la textura y tu temperatura,
permiten despertar a la sutilidad,
que traspasa con videncia
clarificadora la apariencia de
las cosas, y posibilita que la
aceptación de la naturaleza
de las partes confluya en la
individualidad aun por lo
distintas que sean.
Que más puede pedir un ser, que
como tal es llamado hombre,
Si no es contemplarte, verte nacer,
arrancar de la profunda oscuridad
de una tierra humedecida por
el aliento viajero de un espacio
infinito, agua de amores eternos.
Quien detenga sus pies ante tu
silencio,
Quien su deferencia dedique a tu
invisible esfuerzo,
Hará de su vida un peregrinar
apasionado de liberación,
al encuentro del regazo de amor
providencial,
De la fuerza del universo.
Gracias por permanecer solidaria
a la existencia del hombre
conservando en tus entrañas
las claves del principio, como
vía en el tiempo de enfermar, al
reencuentro con el espíritu, a
través del corazón, pensasiento
y acción del templo que es cada
hombre.
Tu, planta, eres un grito de
LIBERTAD, que solo los que
saben del silencio pueden
escuchar.
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