Fondos de inversión: Para democratizar la riqueza Contrario a lo que suele pensarse, la economía estadounidense no está basada en el poder de una élite de grandes capitales, sino en una amplia base de ahorrantes que se han vuelto accionistas de las más importantes empresas de ese país. Si bien se estima que las familias comunes y corrientes poseen en forma directa cerca del 20% de las acciones transadas en bolsa, a través de fondos de inversión tienen la propiedad de un 40% adicional. En resumen, 90 millones de estadounidenses son propietarios del 60% de su mercado accionario. El público invierte más en valores patrimoniales, es decir, en acciones o participaciones de fondos colectivos, que en deuda o bonos. Significa que el ciudadano común se siente más propietario que acreedor; le es más importante el resultado de las empresas y sus dividendos, que las tasas pasivas que prometen bonos y papeles comerciales. Esto explica porque su población tiene una amplia homogeneidad socioeconómica y una alta capacidad de consumo. En Costa Rica, si bien el sector empresarial es tradicionalmente familiar, la apertura que han mostrado algunas empresas al abrir su capital en bolsa, no se ha traducido en una masificación del público a su compra y tenencia. Algunas razones por la que el costarricense se conforma con una tasa de interés pasiva y no con un activo que crea riqueza son: 1. Impaciencia . Se suele tener un horizonte de inversión de muy corto plazo. Se quieren las ganancias en efectivo en semanas o meses, y no en años. 2. Desconocimiento. La operación y hasta la jerga del tema accionario, los derechos y responsabilidades de ser socios de una empresa, no se conocen, pues ha habido ausencia del tema en programas escolares, colegiales y universitarios. 3. Ahorro insuficiente. Los montos disponibles por las familias para inversión financiera son tan pequeños que no se puede aspirar a comprar un lote mínimo de acciones, de modo que siempre se termina comprando un título de deuda o depositando en una cuenta a la vista. Curiosamente, apenas a finales de los 70´s, en Estados Unidos sólo el 4% de las familias invertían en fondos mutuos accionarios. Hoy lo hace el 50% de la población. De la misma manera, en muchos países de diferentes continentes, se comprendió que el fondo de inversión es un vehículo que facilita al ciudadano común dejar de ser acreedor para convertirse en propietario de los mejores activos económicos de su país. Si bien hay fondos de corto plazo, la revolución ha ocurrido en los de mediano y largo plazo, pues el ahorrante puede invertir montos muy pequeños en una cartera muy diversificada y administrada por un grupo de expertos, bajo regulaciones estrictas y transparentes. Al actuar en forma colectiva (“la unión hace la fuerza”) se logran economías de escala y los mejores precios de compra en los mercados de valores. Esto explica incluso que en muchos países se ha cuidado de que el fondo de inversión no sea sujeto de doble gravación tributaria, y en otros casos más bien se le ha beneficiado a fin de promover una verdadera democratización económica. A veces, este tratamiento fiscal estratégico se ha impulsado en fondos inmobiliarios (invierten en construcción de inmuebles, viviendas, obra pública), fondos de desarrollo empresarial (invierten en empresas nuevas, PYMES, o proyectos de áreas novedosas), fondos sectoriales (en empresas de determinadas actividades económicas) y en fondos accionarios en general. Una estrategia de país que reconozca en el fondo de inversión un instrumento para atomizar la riqueza del país , que le adecue un esquema tributario no desventajoso y que se acompañe de la difusión de una mayor cultura de ahorro patrimonial en vez del tradicional rol de acreedores, podría asegurarnos una sociedad que a la vuelta de dos o tres décadas, sea más vigorosa y dependiente de su propia riqueza y menos del endeudamiento internacional. Víctor Chacón Director Ejecutivo Cámara Nacional de Sociedades de Fondos de Inversión, CNSFI Publicado: 20 de febrero de 2006.