REV. OBSTET. GINECOL. - HOSP. SANTIAGO ORIENTE DR. LUIS TISNÉ BROUSSE. 2011; VOL 6 (3): 169-168 EDITORIAL SÓCRATES Y EL ARTE DE HACER EL BIEN Sócrates, filósofo griego, precursor de Platón y Aristóteles, nació en Atenas donde vivió a fines del siglo V a. C. Fue hijo de Sofronisco, de profesión cantero y de Fainarate comadrona o partera. Fue el verdadero iniciador de la filosofía, en cuanto le dio su objetivo primordial de ser la ciencia que busca en el interior del ser humano. La base de sus enseñanzas, fue la creencia en una comprensión objetiva de los conceptos de justicia, amor y virtud y el conocimiento de uno mismo. Su inconformismo lo impulsó a oponerse a la ignorancia popular y al conocimiento de los que se decían sabios. Comenzó así su búsqueda, preguntando y conversando con aquellas personas a quienes la gente consideraba sabias, pero se dio cuenta de que en realidad creían saber más de lo que realmente sabían. Su mérito más grande fue crear la Mayéutica, método inductivo que le permitía llevar a sus alumnos a la resolución de los problemas que se planteaban, por medio de hábiles preguntas cuya lógica iluminaba el entendimiento. Sócrates se refería a ella: “Mi arte es, en general, como el de las parteras, la única diferencia es que mis pacientes son hombres, no mujeres y que mi trato no es con el cuerpo sino con el alma, que está en trance de dar a luz”. Sócrates desarrolló un método práctico basado en la dialéctica y en la conversación, en que a través del razonamiento inductivo se espera alcanzar la definición universal de los términos objeto de investigación. Dicho método constaba de dos fases: la ironía y la mayéutica. En la primera fase el objetivo fundamental es, a través del análisis práctico de definiciones concretas, reconocer nuestra ignorancia y desconocimiento de la definición que estamos buscando. Sólo reconocida nuestra ignorancia (“solo sé que nada sé”) estamos en condiciones de buscar la verdad. La segunda fase o “arte de dar a luz”, consiste en la búsqueda de esa verdad, de esa definición universal, ese modelo de referencia para todos nuestros juicios morales, mediante preguntas de modo tal que la otra persona llegue a descubrir la verdad por sí mismo. La dialéctica socrática irá progresando desde definiciones incompletas o menos adecuadas a definiciones más completas o más adecuadas, hasta alcanzar la definición universal. Todo parece indicar que la intencionalidad de Sócrates era práctica: descubrir aquel conocimiento que sirviera para vivir, es decir, determinar los verdaderos valores a realizar. En este sentido la ética socrática es llamada “intelectualista”: el conocimiento se busca estrictamente como un medio para la acción. De tal modo que si conociéramos lo “bueno”, no podríamos dejar de actuar conforme a él; la falta de virtud en nuestras acciones será identificada con la ignorancia y la virtud con el saber. Sócrates exhorta a sus discípulos a la virtud porque ésta es el bien supremo para el ser humano, sin la cual no podemos ser felices. Para él no existe felicidad sin virtud, siendo ésta la condición necesaria y suficiente para la felicidad. Su crítica de la injusticia en la sociedad ateniense le costó su procesamiento y sentencia de muerte absolutamente injusta. La importancia de Sócrates ha sido tan grande que, después de su muerte se convirtió en símbolo de honestidad filosófica y ética, de cuya figura han querido apropiarse las más diversas corrientes de pensamiento. Sócrates murió porque no aceptó conformarse con la ignorancia humana y porque incentivó a sus semejantes a hacer lo mismo, a cuestionarse, perfeccionarse, nunca conformarse. Es incómodo un hombre que se cuestiona y lo es aún más aquel que no está satisfecho con modelos sociales y culturales vigentes y los enfrenta con hidalguía. Sin embargo es este tipo de persona, que con abnegación y sobre todo humildad conduce a un grupo humano a nuevos niveles de comprensión de sí mismo y del mundo. Junto a su célebre “solo sé que nada sé”, de profundas connotaciones científicas, también legó su “conócete a ti mismo” de marcada orientación moral y ética. La enseñanza de Sócrates no deja indiferente ni pasa inadvertida. A partir de ella, se genera un tipo de 169 Disponible en www.revistaobgin.cl REV. OBSTET. GINECOL. - HOSP. SANTIAGO ORIENTE DR. LUIS TISNÉ BROUSSE. 2011; VOL 6 (3): 169-170 educación que no consiste solo en entregar conocimientos del profesor al alumno en forma pasiva, teniendo este último la obligación de absorber todo lo que se le enseña, como si no tuviera capacidad de razonar, argumentar o contra argumentar y de ello se olvidan varias casas de estudio. Muy por el contrario, el método socrático permite mediante el diálogo y la comunicación, que el maestro guíe al discípulo de manera tal que éste descubra el conocimiento por sus propios medios. Es el arte de enseñar, de aprender, de hacer. Es como muchos hemos aprendido el arte de vivir la medicina, mediante el diálogo constructivo con nuestros maestros. Además relaciona el hacer el bien, el conocimiento y el saber con la virtud y el mal con la ignorancia, lo cual constituye un desafío extraordinario y una gran motivación que impulsa al estudio permanente, ya que mientras más se aprende es posible darse cuenta de lo mucho que falta por saber, lo que inevitablemente conduce al actuar con humildad y rechazar la soberbia no pocas veces vista en algunos que creen saber. Hacer el bien se relaciona estrechamente con actuar bien y en este caso en particular con hacer las cosas bien, correctamente, como médico, por el bien del paciente. Relaciona de manera brillante el nacimiento de un ser humano, del cual nuestra especialidad forma parte, con el nacimiento o el dar a luz el conocimiento que buscamos, el cual se encuentra en el interior de cada uno de nosotros y al cual es posible acceder mediante el proceso creado por él. Lo primero que se debe reconocer es que sé nada respecto a lo que quiero saber, que estoy dispuesto a aprender y a buscar el conocimiento dentro de mí, único lugar en que se encuentran las respuestas. Sócrates ayudaba a buscar respuesta a grandes interrogantes como virtud, justicia, amor, sin embargo su método es aplicable a preguntas e inquietudes personales tanto en lo profesional como en lo cotidiano o en todo aquello que en algún momento nos aqueja o preocupa. De acuerdo a su premisa es en el interior de cada persona donde se encuentra la respuesta a muchas interrogantes, por tanto la Mayéutica constituye una forma de crecimiento personal. El ejercicio permanente de reconocer lo poco que sé, meditar de manera reflexiva y creativa, permiten comprender lo externo, lo intangible, así como también entender a los demás. A partir de esa conexión íntima consigo mismo, pueden formarse criterios claros, ideas constructivas y bien intencionadas, que puedan compartirse con personas de igual forma de pensar y actuar. Así entonces, el conocimiento se transforma en acción, para actuar mejor y ayudar a que los demás lo hagan de igual manera. El actuar debe ser el más seguro posible, sin permitirse espacio para los errores, que puedan dañar a un paciente, más aún si estos errores son evitables. En este proceso no hay lugar para la mezquindad, se comparte lo aprendido y se ayuda del modo más sencillo a que otros descubran lo bueno que existe en su interior. Sus palabras y actitudes llegan hasta nosotros dos mil quinientos años más tarde para ayudar a las personas a ser más dignas, más virtuosas y menos ignorantes y nos enseña a vivir mejor y a seguir cuestionando. De esta manera se ha ido generando el quehacer de nuestra Revista. Mediante el diálogo, la comunicación, la discusión constructiva, hemos logrado en primer lugar reconocer lo poco o nada que sabíamos o que sabemos. Sin embargo, cada uno ha puesto lo mejor de sí, ha vivenciado el método socrático de dejar salir lo que estaba por decirlo de alguna manera dormido, esperando ver la luz, lo que se ha concretado en las numerosas publicaciones de los más diversos autores. Este número adquiere especial interés y relevancia en consideración al concepto socrático de hacer el bien, sin dejar espacio a equivocaciones, de ahí las recomendaciones en cada uno de los temas tratados. Respeto a los derechos de los pacientes, comunicación y relación médico-paciente, confección adecuada de la historia clínica, actuar médicamente de acuerdo a Lex Artis, consentimiento informado, gestión eficiente y seguridad en la atención, constituyen los pilares en los cuales se apoya la gestión de riesgo médico legal, destinada a restablecer la confianza de los pacientes en los establecimientos de salud. El proceso continúa, no se detiene. Ya son muchos los que han descubierto lo grato que resulta sacar a la luz tantas experiencias clínicas vividas junto a nuestras pacientes en nuestro hospital, la importancia de darlas a conocer, de compartirlas, de difundirlas, para que otros aprendan a partir de ellas. Y se realiza sin vanidad, sin afán de lucro, sin reconocimientos de cualquier índole y sin horario destinado expresamente para hacerlo. Lo hacemos porque cuando se consigue encontrar respuestas, generar diálogo constructivo con nuestros pares, maestros y alumnos, cuando la dialéctica genera acción como lo logrado mediante la Revista de Obstetricia de Ginecología del Hospital Dr. Luis Tisné Brousse, que permite sacar a la luz y compartir conocimientos que conduzcan a una atención en salud mas segura, más confiable, más digna, una suerte de alegría íntima nos ilumina diciéndonos que en nuestro libre albedrío, elegimos la opción y el camino correcto. 170 Disponible en www.revistaobgin.cl Dr. Jorge Varas Cortés Editor Jefe