el chile que “sigue siendo”

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LATERCERA Domingo 2 de octubre de 2016
INDICE DE INVENTARIOS DEL COMERCIO
Julio 2016
Comercio automotriz
0,227
Comercio mayorista
Comercio minorista
-0,2
Variación
mensual
1,3%
0,003
0,0%
-0,048
-0,1
0,0
0,1
0,2
PUNTOS PORCENTUALES
FUENTE: INE.
SOBRE... MANEJO DE INVENTARIOS
-0,2%
0,3
LA TERCERA
Un alza de 1,3% anotó en julio pasado el índice de inventarios del
comercio automotriz, reveló el Instituto Nacional de Estadísticas en
su último boletín. Esto se debió, principalmente, a mayores stocks de
vehículos nuevos, “en el contexto de la preparación de empresas del
rubro para el cambio de años de estos bienes”, dijo la entidad.
COLUMNA
EL CHILE QUE
“SIGUE SIENDO”
POR LEONIDAS MONTES
M
ientras escuchaba
una reciente entrevista a David
Gallagher en radio
Duna, recordé una
anécdota cantabrigense. Cuenta
la historia que durante un viaje en
tren, posiblemente entre Cambridge y Londres, el filósofo Wittgenstein le explicaba algunas complejas cuestiones filosóficas sobre
el lenguaje a su gran amigo, el economista
Piero Sraffa. El economista, después de escuchar atenta y pacientemente las peliagudas disquisiciones del filósofo, finalmente
habría reaccionado. Sraffa lo miró, levantó
su cabeza y pasando los dedos de su mano
por el cuello le habría preguntado a
Wittgenstein: “Y esto, ¿qué significa?”. De
seguro Wittgenstein quedó desconcertado
ante el provocativo gesto y el significado de
su pregunta, pero en el prefacio de sus Investigaciones Filosóficas confesaría su deuda a Sraffa escribiendo: “A este aguijón le
debo las ideas más ricas de esta investigación”. Hay varias incógnitas y reflexiones detrás de este episodio, que abarcan desde los
motivos de la reacción de Sraffa y las razones del reconocimiento de Wittgenstein,
hasta lo que ha sido la relación entre la filosofía y la economía. No obstante, esta anécdota se me vino a la mente por una razón más
atingente a nuestra realidad local.
En la entrevista, Gallagher, un liberal cosmopolita que se mueve como un pez en las
aguas del mundo financiero internacional,
fue consultado por la percepción de que en
Chile “se estaban haciendo leseras”. Su respuesta fue afirmativa, pero prosiguió con
una aguda y simple reflexión lingüística que
inmediatamente me recordó la notable historia del gran filósofo del lenguaje junto al
economista de Cambridge.
Gallagher reflexionó sobre el uso del verbo “sigue” en el discurso de ministros y personeros de gobierno que salen a atraer inversionistas extranjeros. Recordó cómo en los
últimos Chile Days, u otros eventos internacionales de esta naturaleza, se promocionaba a nuestro país, argumentando que Chile
“sigue siendo un país confiable”, que Chile
“sigue siendo un país seguro para invertir”
o que Chile “sigue teniendo seguridad jurí-
dica”. A primera vista este sería un simple
detalle lingüístico, pero hay causas que explican el uso del “sigue siendo”.
Por de pronto, veamos algunas cifras. En
el gobierno de Piñera vivimos un excepcional crecimiento económico promedio del
5,3%. Durante el gobierno de Bachelet, el crecimiento raspa el 2%, habiéndose corregido
todos los pronósticos a la baja. Basta mirar
los Informes de Política Monetaria del Banco Central (IPoM), los informes del FMI e incluso los de la Cepal. Por ejemplo, la predicción del IPoM de septiembre 2013 para el
2014 fue 4,5% y la de septiembre 2014 para
el año 2015, de 3,5%. La Cepal, por su parte, en octubre 2013 pronosticó un 4% para
2014 y en octubre 2014 un 3% para 2015. Y
el FMI fue aún más optimista: en abril del
2013 proyectó un 4,6% para 2014 y en abril
de 2014, un 4,1% para 2015. La realidad fue
mucho peor de lo esperado: Chile creció en
2014 a un 1,9% y en 2015, un 2,1%.
Más aún, el IPoM de septiembre del 2015
proyectó un 3,0% de crecimiento para el
año 2016, pero el último IPoM de septiembre de 2016, registrando una nueva caída del
PIB tendencial, ya bajó el crecimiento para
este año al rango 1,75%-2%. Como se puede
ver, durante este gobierno la dura y porfiada realidad ha sido mucho peor que todas las
predicciones. Y aunque es claro que existen
razones externas, también hay causas internas que explican estas cifras y el uso del “sigue siendo”.
En el gobierno de Piñera
vivimos un excepcional
crecimiento económico
promedio del 5,3%. Durante el
gobierno de Bachelet, el
crecimiento raspa el 2%.
El “sigue siendo” es una
consecuencia de ese “realismo
sin renuncia” que sigue
aferrado a reformas mal
hechas, con serios problemas
de implementación.
En efecto, el gerundio condicional “sigue
siendo” es sintomático de algo más profundo. Es análogo al famoso “realismo sin renuncia”. Es el espejo lingüístico que va de los
hechos a las palabras. Dicho de otra forma,
el “sigue siendo” es una consecuencia de ese
“realismo sin renuncia” que sigue aferrado
a reformas mal hechas con serios problemas
de implementación. Por eso, en un compás
de espera y de incertidumbre, crecemos bastante menos de lo esperado. En fin, tal como
lo sostiene Wittgenstein en sus Investigaciones Filosóficas, las palabras también son
hechos y la relación entre “sigue siendo” y
“realismo sin renuncia” es un buen ejemplo.
Los filósofos del lenguaje de La Moneda,
ese grupo de leales colaboradores que deambulan en el hermético círculo que apaña a
Bachelet, necesitan a algunos Sraffa que les
hagan el famoso gesto y los bajen a tierra. Los
ideólogos del “realismo sin renuncia” entienden su significado, pero soslayan e ignoran
la realidad. Parecieran estar parapetados en
aquel dictum de Wittgenstein que afirma que
“los límites de mi lenguaje son los límites de
mi mundo”. El único problema es que el
mundo, como nos recordó Gallagher, ya no
ve a Chile como antes, sino con cierta cautela e incluso desconcierto.
Andrés Allamand, que no tiene pelos en
la lengua para decir lo que piensa, en La Salida sindica al sociólogo Pedro Güell como
“el gran testarudo de La Moneda”. Quién
sabe si Güell algún día escribirá una investigación académica que bien podría titularse “El sigue siendo del realismo sin renuncia del gobierno de Bachelet”. Quién sabe si
las y los economistas que avalaron el programa y avivaron la cueca de las grandes reformas siguen el ejemplo de esos pocos valientes -hay notables excepciones- que nos recuerdan a Sraffa. Y quién sabe si finalmente
el economista de Cambridge no pretendía
demasiado con su provocativo gesto y esas
pocas palabras. Quizá Sraffa, aburrido y
cansado de escuchar el discurso de Wittgenstein, sólo quería conversar y volver a la realidad del mundo. Esto último -conversar la
realidad- es lo que nos ha faltado. Pero todo
indica que ya llegó el momento para que Chile vuelva a “ser” y no “siga siendo”.
Profesor titular Escuela de Gobierno, UAI.
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