Educación vecinal Roberto Fermín Bertossi Investigador CIJS/UNC Experto CoNEAU/Cooperativismo Quizás aun no esté suficientemente visibilizada y reconocida la inversión pública en políticas municipales para “arrimar” educación a niños, adolescentes, jóvenes y adultos que habitan en espacios periféricos. Esta educación municipal es un dato inclusivo, caracterizado, distinguido y ennoblecido por su humanismo, vecindad, inmediatez y territorialidad. De tal manera, comunas y municipios debieran imitar y replicar lo mejor de estas experiencias, particularmente ahí donde en tal sentido, poco o nada se ha hecho todavía. En efecto, los municipios debieran implementar sin prejuicios, con hospitalidad y cercanía, educación solidaria, democrática, productiva, ecológica, tecnológica, y sexual. También una educación para el mérito, para la reflexión (sin Google) y el discernimiento responsable en una búsqueda constante del bien común y la paz vecinal, urbana y rural. Más aún, porque no repotenciar esta educación eventualmente existente redoblando la oferta educativa en orden a incrementar desde la cultura del encuentro, la vinculación de personas con oportunidades y posibilidades para acrecentar desarrollo humano, esto es, para la dignificación de la vida y la convivencia personal, familiar y civil. Indubitablemente, todo entusiasmo local, todo empeño para un claro determinado impulso en educar a la población más desfavorecida empobrecida de los ejidos periféricos, es algo que angularmente incluye distingue “desde el vamos”, la alcurnia humanista de esa sabia, sorprendente transformadora perspectiva pedagógica, única del Papa Francisco. y y y y Concomitantemente, lo expuesto/propuesto, involucra y precisa, esencialmente, de un acompañamiento activo, solidario, respetuoso y mancomunado de padres, familias, parientes y vecinos e, iterativamente, de Institutos de enseñanza agrotécnica e industriales, del Estado y de Colegios privados, de empresas, de Universidades, de mutuales, y cooperativas; de consorcios camineros, clubes, Centros de Participación Ciudadano, Centros de Integración Comunitaria, etc. Adicionalmente, nada de lo articulado ignora que la autoridad de los padres en la educación de sus hijos se ha ido desvirtuando, sobre todo en cuestiones éticas, en resaltar el valor del esfuerzo y del estudio, de la moral y las buenas costumbres para un respeto mutuo, reciproco y ejemplar. Mas que 1 peligrosamente se ha minimizado y subestimado lo concerniente a lo sexual y la precocidad e inmadura genitalidad, y, todo ello cuando hoy los niños y jóvenes están expuestos como nunca a los nefastos efectos de un mercado deshumanizado, a un consumismo tan compulsivo como irresponsable, a todo maltrato familiar, a la violencia de genero, a femicidios, a una maraña fatal del narcotráfico (empezando por el alcohol) tanto como a una obscena, inédita e impune vacuidad e influencia –liminal y subliminal- de los descontrolados medios de comunicación y/o derivados de Internet, esto último casi siempre, sin el conocimiento ni el consentimiento de los progenitores o mayores, supuestamente responsables. Preconclusivamente, cuando tantas familias implosionadas o escindidas abandonaron en general, su rol insustituible como primer responsable directo e indirecto en la educación de los hijos, las escuelas vecinales están llamadas a afrontar un servicio importantísimo, humano, social y culturalmente vital; servicio tal que entonces, no admite mezquinar empeño, paciencia ni calidad pedagógica en la formación inicial e integral educativa. Igualmente estas sedes y subsedes educativas locales pueden resultar atractivas, útiles y complementarias, incluso en la recuperación, socialización e inclusión ciudadana de los un puñado de generaciones ¿aparentemente perdidas? e individuos (Vg., jóvenes ex presidiarios, etc.) cuando los educandos asimilen los valores y las condiciones necesarias para una participación civil-ciudadana responsable que les permita disfrutar de un crecimiento personal sostenido y del bienestar de toda convivencia saludable, fraterna y pacifica. Por todo eso, la educación vecinal no debe ser postergada y mucho menos, marginada de las metas de financiamiento educativo establecidas en leyes como las números: 26.075, 23.427 (Fondo de educación y capacitación cooperativa) ni de ninguna otra, actual o futura. Esto es así si verdaderamente queremos lograr la eficacia en plenitud de los principios, derechos y garantías establecidos en la nueva legislación para la educación nacional, provincial y municipal. Finalmente, sólo así acreditaremos que “la educación y el conocimiento son un bien público”, un derecho personal y social, garantizado efectivamente por el Estado en términos de prioridad republicana nacional, provincial y municipal; resumidamente, como política pública medular para reconstruir una sociedad más ecuánime, por ende, más justa y propicia para reafirmar nuestra soberanía e identidad nacional, para profundizar el ejercicio de la ciudadanía democrática, para respetar todos los derechos/deberes humanos, las libertades fundamentales, el ambiente, el fortalecimiento y el reposicionamiento duraderos del desarrollo económico, industrial, social y cultural de todos los vecinos argentinos. 2