Así, las partes directamente comprometidas en el conflicto podían

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ella, como tal, ha sido tomada por el sistema232.
En ese sentido, el delito se entendió como una vulneración a un bien –de naturaleza
eminentemente abstracta– protegido por el Estado233. La pena adquirió una función
esencialmente retributiva e intimidatoria, y el proceso se desarrolla conforme una
profesionalización de los roles procesales, particularmente en cuestiones jurídicas y hasta
oratorias –acusador, defensor, juez técnico–234.
7DOFRQ¿JXUDFLyQGHOVLVWHPDSURFHVDOVLJQL¿FySDUDODYtFWLPDXQDSpUGLGDSRUSDUWLGDGREOH
Primero, frente al delincuente, y segundo –y a menudo de una manera más brutal– frente al
Estado, al serle denegada a participar en lo que podría haber sido uno de los encuentros rituales
más importantes de su vida235.
Posteriormente, se da la instauración de la reforma liberal, y se efectúa la construcción de un
PRGHORGHHQMXLFLDPLHQWRGHFRUWHPL[WR±LQTXLVLWLYRHQHOiPELWRLQVWUXFWRULRDFXVDWRULRHQHO
ámbito del juicio–236. Sin embargo, en el aspecto referido a la satisfacción de los intereses de la
víctima, no se avanzó grandemente, pues, la preocupación en el ámbito de la legislación y la
doctrina, se encaminó en revestir de mayores garantías al encartado durante la persecución y
juzgamiento de los delitos. Basta advertirlo de una lectura rápida de la Declaración de los
'HUHFKRVGHO+RPEUH\GHO&LXGDGDQRGH\OD&RQVWLWXFLyQGHORV(VWDGRV8QLGRVGH
1776237.
Hilvanando un sentido positivo a lo anterior, estos cambios históricos trajeron al menos –y es
GHUHFRQRFHUVH±XQGHVDSDVLRQDPLHQWRGHOWHPDGHOFRQÀLFWRHQWHQGLHQGRHOSUREOHPDGHOD
232 &IU / +XOVPDQ ³(O GHUHFKR GH OD YtFWLPD D QR VHU VXERUGLQDGD D OD GLQiPLFD GH OD MXVWLFLD SHQDO´ HQ &XDGHUQRV GH
Criminología número 7, 100.
233 ³(OLPSXWDGRHVXQVXMHWRGHGHUHFKRVFX\DSRVLFLyQMXUtGLFDGXUDQWHHOSURFHGLPLHQWRVHFRUUHVSRQGHFRQODGHXQLQRFHQWH
±KDVWDWDQWRVHDGHFODUDGRFXOSDEOH\FRQGHQDGRSRUVHQWHQFLD¿UPH±UD]yQSRUODFXDOHVHO(VWDGR±DFXVDGRU±TXLHQGHEH
GHPRVWUDUFRQFHUWH]DVXFXOSDELOLGDGLQGXELRSURUHRGHVWUX\HQGRHVHHVWDGR\QRTXLHQGHEHFRQVWUXLUVXLQRFHQFLD´-
Maier. Derecho Procesal Penal Argentino, I, 216.
234 Cfr. M. Herrera Moreno. La Hora de la Víctima. Compendio de victimología, 55 y ss.
235 1&ULVWKLH³/RVFRQÀLFWRVFRPRSHUWHQHQFLDV´HQ'HORV'HOLWRV\GHODVYtFWLPDV
236 “En la legislación derivativa de la reforma liberal solamente se encuentra vagamente la mención de la víctima en dos
DVSHFWRVHOSULPHURGHHOORVHQUHIHUHQFLDDO'HUHFKRSHQDOVXVWDQFLDOFRQVLVWHQWHHQTXHHOFRPSRUWDPLHQWRGHODYtFWLPD
HUDFRQVLGHUDGRSDUD HO HVWDEOHFLPLHQWR GH DWHQXDQWHV R H[LPHQWHVGHODSHQDVLQTXHHOOROOHYDVHDODFUHDFLyQGHXQ
derecho penal sustantivo desde o a partir de la víctima. En el segundo aspecto, la posibilidad de reparación del daño dentro
GHOSURFHVRSHQDOTXHGyHQFODXVWUDGRHQORVHVWUHFKRVOtPLWHVGHQWURGHOHMHUFLFLRGHODDFFLyQFLYLOUHVDUFLWRULDHQVHGHSHQDO
ORTXHGLVWDPXFKRGHVHUFRQVLGHUDGRXQPHFDQLVPRDGHFXDGRSDUDODVDWLVIDFFLyQDORVOHJtWLPRVLQWHUHVHVUHVDUFLWRULRVGH
las víctimas”. E. Righi, “Dogmatica y política criminal en la víctima” en Teorías actuales en el Derecho Penal, 334 y ss.
237 1RSXHGHGHMDUGHGHVWDFDUVHODLQÀXHQFLDTXHKDWHQLGRSDUDODGRFWULQDSHQDOGHVGHDQWLJXRGH&%(&&$5,$\VXFpOHEUH
obra De los delitos y las penas.
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