carta del expresidente de la corte constitucional jorge arango mejia

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CARTA DEL EXPRESIDENTE DE LA CORTE CONSTITUCIONAL JORGE ARANGO MEJIA AL EXMINISTRO ALBERTO SANTOFIMIO BOTERO. Armenia Diciembre 6 de 2011 Estimado Alberto: Aprecio tu gratitud, pero no he hecho más que escribir la verdad, la que en mi opinión muestran los hechos y el derecho. Al vincularte a un proceso penal en el cual nada tenías que hacer, se cometió una aberración. Pero esa aberración se convirtió en un crimen sin nombre, cuando a ella se le mezclaron la torpeza de unos herederos indignos, una prensa que juzga y dicta condenas inapelables y unos jueces que son sus títeres. De esa olla mefítica, calentada por el odio y por las llamas que avivan los remordimientos, resultó tu condena como chivo expiatorio. Sólo así un MEJIAos sedicentes magistrados pudieron convertir el recurso extraordinario de casación en una tercera instancia, maniobra prohibida y escandalosa de la cual se valieron para condenarte, basados en los testimonios de dos criminales convictos, que, además, son mentirosos. La felonía que cometieron, implicó el quebranto del derecho fundamental al debido proceso por partida doble: por una parte, la Sala Penal de la Corte usurpó competencia, se arrogó una no prevista en la ley procesal, al actuar como juez de instancia cuando estaba únicamente facultada para hacerlo como tribunal de casación, recurso que tiene unas causales específicas que autorizan su interposición y, a la vez, limitan la competencia del fallador, lo que puede hacer y lo que no le está permitido; por otra parte, desconocieron tu presunción de inocencia y la desbarataron al darles crédito a los dos malandrines, de uno de los cuales dijeron que ahora sí decía la verdad, porque te acusaba y repetía lo que la prensa le dictaba. Prensa que se cree la opinión pública a pesar de no ser sino la opinión publicada de sus dueños. Hace tiempo escribí que tu caso tiene un antecedente: el de la infamante e injusta pena que soportó el Coronel Dreyfus. El paso de los días y los nuevos escarnios a que te han sometido, me obligan a insistir en esa afirmación. Pero el paralelo que establezco, también refuerza mi creencia en que al final la justicia te reivindicará. Estimo que esa tarea le corresponderá a la Corte Interamericana de Derechos Humanos o a otro tribunal internacional, pues (triste es confesarlo) no confío en la nuestra, al menos en la que se ha ensañado contra ti, a sabiendas de tu inocencia. Para esa instancia, o para cualquiera otra que sea el camino adecuado, te ofrezco mis servicios, con absoluto desinterés. No sólo seré consejero cuando se crea que mi opinión es útil, sino que colaboraré en todo lo que esté a mi alcance. Así como en 1998 defendí a la señora Vivianne Morales Hoyos, hoy Fiscal General de la Nación, te defenderé a ti: sin cobrar un peso, solamente obedeciendo mi pasión por la justicia, por lealtad a mis principios, sin ningún cálculo y sin ningún interés. La conducta que con ella dio frutos buenos, también los dará contigo, porque tu inocencia es tan evidente como la suya. Y tu condición humana no es inferior. A mi regreso a Bogotá, gestionaré el permiso para visitarte. Y me será muy grato repetirte personalmente todo lo que expreso en este mensaje que, además, publicaré en EL MUNDO y en LA CRÓNICA DEL QUINDÍO, en mi columna del 11 de diciembre próximo. Me creo autorizado también para dar a conocer tu carta. Así lo haré. Recibe, con Liliana y tus hijos, el abrazo de María Lucía, mi mujer, el de mis hijos y el mío. Cordialmente, JORGE ARANGO MEJÍA 
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