Democracia federal.pmd

Anuncio
FRANCISCO CAAMAÑO
DEMOCRACIA FEDERAL
APUNTES SOBRE ESPAÑA
© 2014, Francisco Caamaño
Diseño de la colección: LA MESA DE LLEÓ MARQUÉS
Diseño gráfico de la colección y cubiertas: © GARCÍA Y CÍA
© 2014, Ediciones Turpial, S. A.
Guzmán el Bueno, 133
28003 Madrid
www.turpial.com
Reservados todos los derechos
ISBN: 978-84-95157-75-1
Depósito legal: M-25489-2014
Impreso por Advantia, S. A.
Printed in Spain
A Sabela
«Para que los Estados planetas
no se dispersen en el espacio, ni el sol
del Gobierno central los atraiga
a su fuego devorador».
James Bryce, 1888
Índice
AGRADECIMIENTOS .................................................................... 13
INTRODUCCIÓN: LA PALABRA INCOMPRENDIDA .............
Federalismo, federaciones y naciones ..............................
Federalismo y democracia .................................................
Federalismo y responsabilidad (accountability) ................
15
17
21
23
1. HABLEMOS
DE LO QUE NUNCA HABLAMOS ........................................
La España libre e infeliz ..........................................................
Un breve apunte del ayer ........................................................
Un legado y dos tradiciones ...............................................
La Constitución de 1931 .....................................................
¿Recuerdan el eslogan? .......................................................
Nosotros y ellos .........................................................................
El federalismo como alternativa ........................................
Una dirección distinta ........................................................
27
27
29
33
35
38
40
42
46
2. DESCENTRALIZACIÓN POLÍTICA
Y MOVIMIENTOS TECTÓNICOS .........................................
La deriva del que construye (tektonicós) ................................
Descentralizados pero iguales ............................................
Reforma y contrarreforma .......................................................
¿Quién debe decidir? ..........................................................
Resucitar el recurso previo no es la solución ..................
Pueden y deben serlo ..........................................................
Primeras conclusiones .........................................................
51
51
59
62
64
71
76
77
3. EL FEDERALISMO DE PROCUSTO ...................................... 81
En la unidad de urgencias ....................................................... 81
Federalismo, soberanía y democracia. La herencia
de la vieja Europa ................................................................ 86
La soberanía plural .............................................................. 88
Autonomía política .............................................................. 92
El federalismo de ejecución: Administración única
y responsabilidad difusa ...................................................... 94
La constitución informal adicional ................................. 101
España: ¿un federalismo de ejecución imperfecto? ..... 102
Un propósito para dos causas .......................................... 105
El federalismo cooperativo. De la mezcla a la disolución ... 107
La atracción del presupuesto más grande ..................... 110
¿Quién teme al centro? ..................................................... 114
Sobre el federalismo competitivo .................................... 118
¿Democracia de gran coalición? ...................................... 119
¿Reparto de culpas o cuestión de fe? .............................. 127
La cooperación no lo es todo ........................................... 131
Federalismo a secas ........................................................... 134
Federalismo asimétrico y hechos diferenciales ............. 136
Volviendo a los orígenes ................................................... 138
Quebec y Cataluña ............................................................. 141
Sobre la igualdad federal .................................................. 142
La incertidumbre de la diversidad .................................. 145
¿Estatuto particular
o «cláusula de sociedad diferente»? ....................... 149
¿Hechos diferenciales o «ausencias» constitucionales? ... 166
El riesgo del estado jurisdiccional ................................... 173
La ambigüedad no es el vacío .......................................... 175
Espacios de concurrencia ................................................. 182
¿Devolver competencias? .................................................. 184
4. UNA FINANCIACIÓN AUTONÓMICA
SIN RESPONSABLES ............................................................. 187
Juntos y revueltos .................................................................... 187
Autonomía, pero condicionada ....................................... 189
Quien no sabe, no exige ................................................... 192
La crisis económica del 2007: gasto público
y descentralización ............................................................ 195
Los gobiernos locales tampoco son culpables .................... 202
¿Internalizar en las CC AA el gobierno local? ............... 206
¿Y si Madrid fuese Detroit? Reparto de la riqueza
y reparto de responsabilidades ........................................ 212
5. EL LLAMADO DERECHO A DECIDIR ............................... 221
Ni un paso atrás ...................................................................... 221
La trampa del derecho a decidir .......................................... 222
O está decidido o no es derecho .......................................... 224
Superar la paradoja: la vía del remedio procedimental ... 227
El referéndum como mínimo común denominador ........ 228
Los referentes normativos en el debate español ............... 230
La apertura abierta ............................................................ 230
La apertura cerrada ........................................................... 232
La sentencia del Tribunal Constitucional ...................... 233
¿Apertura semiabierta? ..................................................... 236
6. ESPAÑA: ANOTACIONES
PARA UN PROGRAMA FEDERAL ....................................... 243
Federalismo plurinacional ..................................................... 243
Bases para una demoicracia ............................................. 244
Ciudadanía y territorio .......................................................... 253
Sobre la partición de la ley ............................................... 255
Integración colaborativa entre Ejecutivos ...................... 260
Nuevos espacios y nuevas tareas ........................................... 261
¿Juez natural? ..................................................................... 262
El papel de los Estatutos de autonomía ......................... 268
Por un federalismo competitivo y responsable .................. 272
Todos son lo mismo ........................................................... 272
Cambio en la Constitución y cambio en los partidos ... 279
BIBLIOGRAFÍA CITADA ............................................................ 285
Agradecimientos
L
A curiosidad intelectual necesita de guías que enseñen a doblar las esquinas del conocimiento. He tenido
el privilegio de encontrarlos: Ramón Máiz y Fancisco
Rubio Llorente, maestros y, sobre todo, amigos. El primero ha puesto a mi servicio los secretos de la idea federal que poco a poco ha ido desgranando en sus múltiples
reflexiones y trabajos. El otro primero es responsable de
mi terca preocupación por la forma del poder y de mi
convicción, acaso excesiva, en las bondades de la democracia.
Juan José Solozábal, incansable en la coherencia y el estudio, es culpable de que haya escrito el capítulo 5 de este
libro. No fue un trabajo forzado pero me hizo sufrir. Antonio López Díaz me prestó generosamente sus conocimientos en derecho financiero y Fernando Negueruela,
bibliotecario y documentalista, ha sido ese apoyo amable
que ha puesto sobre mi mesa la información que no tenía
o que no encontraba.
Pasar, durante los últimos diez años, de la teoría a la
práctica, de observador a actor, del deber ser del jurista que
habla en la universidad a la tarea de gestionar y convivir
directamente con el ser contradictorio que alimenta las diversas posiciones políticas sobre las que se ha construido
territorialmente España, me ha permitido el encuentro directo con el principio de realidad.
14
DEMOCRACIA
FEDERAL
Cajallas, mi viejo perro, me acompañó mientras escribía
estas páginas, tumbado a la puerta de mi estudio en las silenciosas noches de Bascuas.
Introducción
La palabra incomprendida
S
EIS años antes de publicar su conocidísimo Federal Government (1946), Kenneth C. Wheare escribió un breve artículo para la organización británica Federal Union titulado
«¿Qué es un gobierno federal?» («What federal government is it?»). Comenzaba del siguiente modo: «El gobierno
federal es una cosa sobre la que una gran mayoría de la
gente del Reino Unido no tiene experiencia directa y personal y, por lo tanto, le resulta difícil entender qué es. Además, también le cuesta sobremanera comprender para qué
sirve y por qué se ha de inventar algo como un sistema federal de gobierno».
Los españoles tampoco hemos tenido la experiencia
«directa y personal» de un sistema de gobierno que se reconociese a sí mismo como federal. Pero, a diferencia de los
británicos, hemos convertido esa inexperiencia en un perverso prejuicio colectivo. Sin llegar a vivirlo lo hemos maldecido y temido con reiteración, poniendo nuestras manos
ante los ojos por si involuntariamente un párpado se abriese y nos dejase ver la luz.
Es cierto que el día 8 de junio de 1873, tras la celebración de las elecciones a Cortes Constituyentes con la más
baja participación de nuestra historia (un 60 % de abstención), en la que los republicanos federales (divididos en
tres facciones: intransigentes, centristas y moderados) obtuvieron 343 escaños de un total de 374, se proclamó por 218
16
DEMOCRACIA FEDERAL
votos la República Federal. No es menos cierto, sin embargo, que nunca se alcanzó un modelo definido y aplicable de federación, y que el intento, jalonado por sucesivas
crisis de Gobierno, amenazas golpistas y levantamientos populares, más que una experiencia de gobierno fue un traumático caos de apenas siete meses al que puso fin el golpe
de Estado del general Pavía, el 3 de enero de 1874.
El impacto de aquellos meses avivó la semilla de la incomprensión. Federar significa unir por alianza, liga o pacto. En castellano esta es su única acepción. Sin embargo,
para una gran mayoría de españoles federar representa
todo lo contrario: una acción disgregativa de la unidad de
España. Por eso, desembocar en la solución federal sería
algo así como resignarse ante la historia de un fracaso colectivo y exponer en la plaza pública las debilidades —siempre negadas— que históricamente han acompañado a la
unidad de un pueblo acaso no tan unido.
Es inútil insistir en la etimología de la palabra y recordar
que la voz latina foedus, de raíz indoeuropea, hacía referencia a una clase particular de pactos o tratados celebrados
entre distintas comunidades que llegaron al Lacio —después ente romanos y pueblos vecinos— en los que no había
vencedores y vencidos (foedus aequum) porque se hermanaban en una misma sangre. De hecho, se utilizó una acepción del verbo herir para significar el valor inquebrantable
de un pacto que, en sus formas más primitivas, se sellaba
mediante un ritual religioso en el que se simbolizaba la
mezcla de sangres de la que nacía la alianza. Dos o más
pueblos en pie de igualdad se unían para hacerse más grandes y participar de una común estructura de poder en un
pacto al que prometían lealtad perpetua. Eso era federarse.
Tampoco resulta más persuasiva la invitación a un rápido viaje por la geografía del estado federal subrayando
que es una forma muy generalizada de estado que, además,
ha sido adoptada con éxito por relevantes democracias contemporáneas que encabezan los índices de progreso económico y social. La incomprensión sobre lo federal es algo
INTRODUCCIÓN
17
demasiado persistente en el subconsciente de los españoles.
Por si todo ello no fuera suficiente, los políticos y los
teóricos del estado han hecho de la federación y del federalismo un territorio complejo, lleno de equívocos y
ambivalencias (Burguess, 2006). Así, por poner un ejemplo, mientras que muchos políticos y creadores de opinión
sostienen que el Estado de las Autonomías nada tiene que
ver con un estado federal, la España nacida tras la Constitución de 1978 es mayoritariamente concebida por los estudiosos del derecho y del estado —sobre todo fuera de
nuestras fronteras— como un estado de tipo federal.
Con tales precedentes parece obligado hacer algunas
aclaraciones acerca de los presupuestos conceptuales que
inspiran este libro.
Federalismo, federaciones y naciones
El sistema federal es una forma de gobierno especialmente
complicada. Robert Dahl (1986) la caracterizó como aquella en la que «algunos asuntos están dentro de la competencia exclusiva de ciertas unidades locales —cantones,
provincias, estados— y están constitucionalmente más allá
de la autoridad del Gobierno federal, y donde otros asuntos están constitucionalmente fuera del alcance de la autoridad de las unidades menores». Tan plástica descripción
nos advierte sobre la existencia de al menos dos niveles de
gobierno, pero también nos sugiere algunas incógnitas a
las que debemos buscar respuesta. Así, cabe preguntarse
cómo han de administrarse los conflictos entre el Gobierno
federal y la minoría que es mayoría de gobierno en una de
las unidades federadas. La existencia de una constitución
escrita no parece suficiente, porque los debates sobre su interpretación serán ingrediente habitual de la vida política.
Tendrá que existir, pues, como parte muy relevante del sistema federal, un tribunal constitucional u órgano similar
que, en último término, dirima esos conflictos. Esto supone,
18
DEMOCRACIA FEDERAL
como ha señalado Juan José Linz (1997), «que, a veces, una
institución no elegida democráticamente tendrá que tomar
decisiones importantes que, aunque formuladas en términos legales, son a menudo políticas».
Pero el sistema federal no solo es la articulación de diversas esferas o niveles de gobierno y la habilitación de
modos normalizados de resolución de conflictos. A diferencia de otras uniones interestatales mucho más livianas
—estados asociados, confederaciones— en el estado federal
además de autogobierno hay ámbitos institucionales de
cogobierno o gobierno compartido (Elazar, 1979). En algunos casos, como acontece en España, la relación entre
autogobierno y cogobierno es muy intensa y se proyecta sobre múltiples niveles de decisión acrecentando su complejidad: desde el gobierno de las entidades locales hasta el
de la Unión Europea, pasando por los de las CC AA y el del
Estado.
Gobierno multinivel, áreas de gobierno compartido y
jurisdicción de conflictos serían piezas institucionales básicas de un sistema de gobierno federal. Pero ellas, por sí
solas, no son suficientes. Por esta razón los teóricos del federalismo se han esforzado por diferenciar entre federalismo y federación. Para Preston King (1981) el federalismo
es una fuerza motriz y multidimensional (política, cultural,
ideológica...) mientras que la federación es su contraparte
institucional. En consecuencia, «puede haber federalismo
sin federación, pero no una federación sin alguna variedad
de federalismo». Comparto la anterior afirmación y por
ello sostendré que la España de las autonomías es una federación sin federalismo y que esa ausencia de lo imprescindible explica en buena medida la difícil situación en la que
ahora nos encontramos.
Existen dos razones básicas para que ciertas comunidades políticas decidan federarse y así lo formalicen en una
constitución. Bien porque han decidido constituir conjuntamente un nuevo estado, pactando y trasladando a la constitución los poderes que se reservan los estados y los que se
INTRODUCCIÓN
19
atribuyen a la federación; o bien porque es imprescindible
alcanzar un nuevo pacto constitucional que asegure la unidad del estado frente a comunidades territoriales interiores, culturalmente diversas, que reclaman una esfera de
autogobierno para la gestión diferenciada de algunos asuntos propios. En el primer caso hablaríamos de un federalismo de construcción de la unidad, mientras que en el
segundo estaríamos ante un federalismo de reconstrucción
de la unidad amenazada. En palabras de Alfred Stepan (2001)
hay federaciones to bring together, producto de la descentralización generalizada de un Estado, y federaciones to hold
together, nacidas para la acomodación de la multinacionalidad en el seno de un mismo Estado.
La primera modalidad de federación suele producirse
entre comunidades políticas que comparten los fundamentos de una misma identidad cultural (federaciones monistas
o territoriales: Estados Unidos, Alemania, Argentina, Austria...). Contrariamente, la segunda modalidad es la más
utilizada bajo diversos arreglos institucionales por los Estados multinacionales (federaciones plurales: Bélgica, Canadá, España, Reino Unido, Malasia, India...). Evidentemente
esta pluralidad nacional interna no puede entenderse referida a nacionalismos excluyentes, sino como aquella que
surge en sociedades con identidades diferenciadas de base
territorial en las que una mayoría de la población es capaz
de simultanear y convivir con sentimientos nacionales distintos. De no existir esta pluralidad de pertenencias difícilmente el proyecto federal podrá ser viable. Pero allí donde
se produce mayoritariamente esa dualidad de sentimientos
identitarios, y España es, a mi juicio, uno de esos lugares, la
solución federal es más adecuada, más razonable y probablemente más democrática que la secesión o la independencia, porque no obliga a una elección única y monolítica
de la identidad y porque permite a las minorías que también existen dentro de las minorías nacionales seguir conviviendo sin sentirse excluidas.
Además de compleja, la forma federal de gobierno es
20
DEMOCRACIA FEDERAL
inestable «por diseño» (Bednar, 1999). El pacto federal
requiere una actualización constante de los incentivos institucionales y políticos que lo motivaron, lo que explica que
la viabilidad de una federación sea imposible sin el aceite
del federalismo. No basta con «pensar en federal». Para no
sucumbir, el sistema federal ha de ser sostenible (Filippov,
Ordeshook y Shvestova, 2004), lo que significa que precisa
de fórmulas constantes de autorrefuerzo institucional que
incentiven a los actores políticos para atenerse a las reglas
de juego establecidas, impidiendo el deterioro de los equilibrios entre federación y unidades federadas. Así, el veto
de los estados sobre determinadas materias es un mecanismo útil para controlar la expansión federal, pero también
puede convertirse —pensemos en Alemania— en un instrumento de paralización y bloqueo de reformas necesarias
(Wibbels, 2005).
El sistema federal necesita «respirar» para vivir. Por tanto,
su constitución —y la de los Estados miembros— no puede
ser concebida como una caja de resistencia, sino como un
contrato inacabado cuya letra pequeña se escribe todos los
días. Solo los nacionalismos interpretan políticamente sus
constituciones como muros de contención. Opuestamente,
en un gobierno federal los acuerdos políticos, las negociaciones intergubernamentales, las sentencias del tribunal
constitucional deben permitir que el sistema sea lo suficientemente flexible como para gestionar desde la normalidad
el incremento de las demandas cíclicas o coyunturales de
una mayor o menor centralización o descentralización y,
cuando fuese necesario, acometer con la misma naturalidad procesos de reforma de carácter constitucional.
En un estado federal no hay repartos definitivos del
poder político. Entre lo tuyo y lo mío hay un ajuste constante, un área obligada de intercambio permanente. El
sistema federal reclama un proceso abierto de reparto y
redistribución del poder entre distintos niveles de gobierno, hasta el extremo de afirmarse que en algunas federaciones abundan los incentivos para hacer de las reglas del
Descargar