Diego Rivera: El reparto de las tierras, fresco, 1924, muro norte

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― Pero, señor delegado, la tierra
está deslavada, dura. No creemos
que el arado se entierre en esa como
cantera que es la tierra del Llano.
Habría que hacer agujeros con el
azadón para sembrar la semilla y ni
aun así es positivo que nazca nada;
ni maíz ni nada nacerá.
― Eso manifiéstenlo por escrito. Y
ahora váyanse. Es al latifundio al que
tienen que atacar, no al Gobierno
que les da la tierra.
"Nos han dado la tierra", contenido en
"El llano en llamas" de Juan Rulfo, 1953
Enrique Alphard Ordóñez de la Cruz
I.1 La Revolución Mexicana
La Revolución Mexicana fue
un conflicto armado de
comienzos del siglo XX.
El objetivo de ésta era terminar
con el gobierno del presidente
Porfirio Díaz.
Éste, por medio de la
reelección, había estado en el
poder desde 1877.
Durante la Dictadura de
Díaz, la situación social en
México se agravó: la
diferencia entre ricos y
pobres aumentó.
No obstante, fue un periodo
de modernización del país.
Ejemplo de esto son el
ferrocarril y la electricidad.
El 20 de noviembre de 1910,
Francisco I. Madero inicia la
rebelión contra Porfirio Díaz.
La Revolución Mexicana no fue
una lucha de un solo hombre:
muchos personajes importantes
participaron en ella, así como
miles de mexicanos en
diferentes partes del país.
A pesar del fin del gobierno de
Díaz, la situación en México
no cambió.
Al gobierno de Madero siguió
un periodo de inestabilidad
política, caracterizado por
traiciones, asesinatos y
levantamientos armados en
diferentes zonas del país.
Porfirio Díaz renunció a la
presidencia en 1911;
Madero ocupó la
presidencia.
Es decir, México vivió una
lucha entre diferentes grupos
con intereses diferentes: una
guerra civil.
Debido a esto, no es posible
indicar con exactitud
cuándo terminó la
Revolución Mexicana.
Algunos historiadores
establecen 1917 y la firma
de la Constitución como el
final de la Revolución; para
otros, en cambio, continuó
hasta la década de los 40s.
I.2 La rebelión cristera
La Rebelión cristera o Rebelión
de los cristeros fue un
levantamiento en armas de los
grupos católicos como
respuesta del alto clero en
contra de las medidas tomadas
para controlar el poder político
de la Iglesia.
La nueva Constitución de
1917, en sus artículos 3º y
130, restringía el poder de
Iglesia.
La Rebelión ocurrió entre
1926 y 1929; Plutarco Elías
Calles era el presidente de
México.
Las protestas de la Iglesia
pasaron a la incitación a la
violencia.
Más de ocho mil campesinos,
movilizados por sacerdotes y
fanáticos, se enfrentaron al
ejército federal en el centro y
occidente del país.
Los cristeros luchaban en
pequeñas bandas, imposibles de
ser controladas en su totalidad
por el ejército.
El levantamiento estuvo lleno de
actos de crueldad y sólo terminó
con la negociación directa del
alto clero con el gobierno
federal.
I.3 La nueva cultura
"nacionalista "
Después de la Revolución, los intelectuales mexicanos buscaron
una nueva forma de expresión acorde con la nueva identidad
nacional, nacida del movimiento revolucionario.
A este movimiento se le conoce como nacionalismo artístico y se
distinguió especialmente en la pintura con grandes muralistas
como David Alfaro Siquieros, José Clemente Orozco, Diego Rivera
y Juan O’Gorman.
Los problemas sociales, así como las causas populares y la historia
de México fueron los temas más recurrentes utilizados por los
muralistas.
Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Juan O’Gorman
Rectoría de la UNAM
Juan O’Gorman
Hidalgo,
José Clemente Orozco
Palacio de Gobierno de Jalisco
El hombre de fuego,
José Clemente Orozco
bóveda del Hospicio Cabañas,
Guadalajara Jal.
Alianza obrero campesina, Diego Rivera, 1924
El reparto de tierras, Diego Rivera, 1924
II. Juan Rulfo
Juan Rulfo fue un escritor,
guionista y fotógrafo mexicano.
Nació en 1917 en el estado de
Jalisco.
Es conocido por sus dos obras: "El
llano en llamas" (1953) y
"Pedro Páramo" (1955).
Juan Rulfo antes de "El llano en llamas"
Durante la "Rebelión de los cristeros" (década de los 20s), Juan
pierde violentamente a su padre y, posteriormente, a su madre. Sin
más familia cercana que su abuela materna, termina por vivir, a los
seis años, en un orfanato en la ciudad de Guadalajara.
Catedral de Guadalajara
Hospicio Cabañas
Este hecho influyó al joven Juan en su visión de las cosas,
sumergiéndolo en una profunda tristeza.
En el año de 1935, a sus 18 años, Juan se traslada a la Ciudad de
México para cursar la universidad, cosa que jamás pudo realizar,
pues se dedicó principalmente a trabajar. Fue archivista, agente de
inmigración, fotógrafo, agente viajero de la Goodrich-Euzkadi, entre
otros.
De 1954 a 1957 fue colaborador de la Comisión del Papaloapan
(estado de Veracruz), lo que lo llevó de la gran ciudad al campo.
Es en esta época cuando, a partir del hábito de escribir de manera
solitaria, concibe sus dos obras principales.
Antes de su primera publicación, Juan Rulfo había escrito una novela,
pero una vez que la terminó, la destruyó, porque pensaba que era un
texto demasiado triste y autobiográfico.
Posteriormente, los cuentos que escribió de manera esporádica
terminaron publicados en 1953 en un tomo llamado “El llano en
llamas”, su primer libro. Éste fue muy bien recibido por la crítica por
la originalidad de su estilo y la fuerza narrativa.
“Pedro Páramo”, su segunda obra, sería el ejemplo a seguir de toda
una generación de literatura hispanoamericana, pues incorpora el
realismo mágico latinoamericano, la última tendencia literaria de la
época.
III. El Llano en llamas
"El Llano en llamas",
publicado en 1953, es una
recopilación de 17 cuentos
que, entre otras cosas,
hablan del problema de la
tierra y la vida en el
campo, reflejando la
realidad de éstos en el
estado de Jalisco durante
los años posteriores a la
Revolución.
Cuentos
Nos han dado la tierra
La Cuesta de las Comadres
Es que somos muy pobres
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El hombre
En la madrugada
Talpa
Macario
El Llano en llamas
¡Diles que no me maten!
Luvina
La noche que lo dejaron solo
Paso del Norte
Acuérdate
No oyes ladrar a los perros
El día del derrumbe
La herencia de Miguel Arcángel
Anacleto Morones
En la década de los 40s, bajo el
gobierno del presidente Lázaro
Cárdenas, la Reforma Agraria
repartió tierras, otorgó
créditos a campesinos y creó
cooperativas indígenas (ejidos
colectivos)
No obstante, cambiar la
situación de los miles de
campesinos de todo el país era
una tarea imposible.
Las condiciones de la tierra no
siempre eran buenas, lo que
generaba descontento.
Cuando se lee la obra de Rulfo
nunca hay que esperar un
final feliz.
Los cuentos, relatos cortos
sobre problemáticas de la
época, son de una naturaleza
que podría llamarse fatalista,
en los cuales los personajes
no lamentan lo que ocurre,
sino que, cargados de
angustia, lo aceptan pues así
debe ser.
Una de las características
principales de los cuentos es la
manera en que son narrados.
El narrador, casi siempre, lo hace
en primera persona, sin
interlocutores u oyentes; narra
para sí mismo.
En algunos cuentos parece que
interactúa con alguien más, pero
no hay respuesta alguna. Es
decir, las historias pueden ser
monólogos o diálogos del
narrados consigo mismo.
Los narradores reaccionan de
manera inconsciente, sin poder
justificar sus actos; narran sin
establecer distinciones en cuanto a
la importancia de los diferentes
hechos.
Además, el tiempo no es un
obstáculo para el narrador.
Éste vive en un tiempo
subjetivo: el presente es
trágico, sí, pero la nostalgia del
pasado y el recuerdo está
siempre presente.
La tragedia es intuida y aceptada
como inevitable: Destino.
El narrador no trata de imponer
ideas o sentimientos; son parte de
él mismo, su subjetividad.
Las narraciones se tornan complejas debido a la multiplicidad de
planos temporales y puntos de vista narrativos, en parte
impenetrables.
El punto céntrico del interés de Rulfo parece estar situado
menos en el acontecimiento que en la postura personal que
cada uno de los personajes adopta ante éste y la manera en que
lo interpreta. (ej. Final de La Cuesta de las Comadres)
Ya la luna se había metido […] cuando yo
regresé a la Cuesta de las Comadres con
la canasta pizcadora vacía. Antes de
volverla a guardar, le di unas cuantas
zambullidas en el arroyo para que se le
enjuagara la sangre. Yo la iba a necesitar
muy seguido y no me hubiera gustado
ver la sangre de Remigio a cada rato.
[…] Y digo que me acuerdo que fue por
esos días, porque en Zapotlán estaban
quemando cohetes, mientras que por el
rumbo donde tiré a Remigio se
levantaba una gran parvada […]
«La Cuesta de las Comadres", contenido en
"El llano en llamas" de Juan Rulfo, 1953
Enrique Alphard Ordóñez de la Cruz
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