¿Por qué olvidamos ciertas cosas?

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Excusas
para no
pensar
los lectores preguntan
a eduardo punset
¿Por qué olvidamos
ciertas cosas?
Y
a no hay remedio. No
puede hacerse nada.
El tiempo pasado estos
últimos días es el que
marca las tonalidades y los
recuerdos más recientes. La
gente ha postergado al pasado,
definitivamente, lo que se vivió en
verano. De los detalles, es cierto,
recordamos algo; de las grandes
tendencias o pautas apenas
sabemos ya nada. ¿Detalles?
Nunca he olvidado la noche que
cené con una persona que estaba
en la mesa de al lado y que,
aunque nunca lo pude imaginar,
acabaría conociendo como al ser
más querido. Se me ha ido de la
memoria, en cambio, el momento
en que decidí aposentarme en
aquel restaurante o el motivo
por el que lo hice. Me quedaron
grabados para siempre, por
el contrario, el color violeta
oscuro de las servilletas y,
sobre todo, sus ojos grises.
¿Por qué una cosa y no otra?
Hoy en día –gracias a haberlo
experimentado– sabemos
que la memoria hace lo
que quiere con las grandes
tendencias o acontecimientos
que han rodeado el evento
que nos interesa recordar.
En cambio, tendemos a no
olvidar el detalle con una
intensidad inesperada. Pero
xlSemanal 6 de octubre de 2013
son recuerdos entrecortados
en los que se mezcla la
obcecación con el detalle,
con los hechos inventados.
No se trata solamente de que
no recordemos el antes y el
después, sino que nuestros
circuitos cerebrales son capaces
de reinventar el pasado como
si hubiera sido alguna vez
realidad. Hasta tal punto que no
podemos fiarnos de la memoria
del pasado en absoluto; solo
de los detalles más ínfimos.
Es estremecedor recapitular lo
poco que sabemos del cerebro.
¿Cómo se ha podido vivir tantos
años sin saber nada de nada
de lo que nos estaba pasando
por dentro? Para descubrir
algo del futuro, para encontrar
trabajo, por ejemplo, se estaba
convencido de que el llamado
'coeficiente intelectual' tenía
el secreto de lo que se nos
venía encima. El denominado,
erróneamente, 'coeficiente
intelectual' nos servía para
determinar nuestro trabajo ideal.
Han tenido que pasar décadas
antes de que nos diéramos
cuenta de que un porcentaje
elevadísimo del paro juvenil
se debía a nuestro empeño en
identificar el trabajo que mejor
nos convenía. Tendíamos a basar
nuestras vidas y nuestro trabajo
en las competencias que habían
servido durante la revolución
industrial, no en las que precisan
en la sociedad del conocimiento.
marina cano
magdalena fernández puerto. Manzanares (Ciudad real)
"No podemos
fiarnos de la
memoria del
pasado en
absoluto; solo
de los detalles
más ínfimos"
Para encontrar trabajo hoy en
día, es imprescindible dominar
algunas de las disciplinas
necesarias para moverse en el
mundo digital, saber gestionar
las emociones que mueven a
la gente, conocer el entramado
inicial que permita explotar a
fondo la intuición en lugar de la
razón y, por supuesto, descubrir
cómo innovar mediante el
uso de las redes sociales.
Desconocíamos totalmente el
papel de las ideas y no solo de
los dogmas. ¿Alguien se ha fijado
en el papel sobredimensionado
que han representado los
dogmas en lugar de los
sentimientos? La mayoría de
las parejas con hijos, de las
escuelas, de los empresarios
estaban convencidos de que
lo importante era profundizar
en lo que uno supuestamente
ya sabía. Ni se atisbaba la
posibilidad de que competencias
afines fueran más importantes
que la propia especialidad.
Hoy empezamos a
descubrir que la capacidad de
comunicación y de empatizar
con los demás tiene tanta o
mayor importancia que la propia
especialidad. Es totalmente
necesario conciliar hoy la empatía,
el afecto, con el conocimiento.
Resulta que tenían toda la razón
del mundo aquellos que se
dieron cuenta de que los ratones
que eran lamidos de forma
repetida por sus madres tenían
una esperanza de vida mayor
que la de los ratones que no
fueron lamidos por sus madres.
Es cierto que tienen su
importancia la educación y salud
física para el entramado mental,
sanguíneo y el funcionamiento
de los órganos. Pero no puede
olvidarse que hay distintos
modos de percibir lo que
está ocurriendo; el afecto o
el rechazo pueden violentar,
sin que lo sospecháramos, la
percepción del proceso. n
Si quiere participar en la sección, envíe sus preguntas a
[email protected] o a XLSemanal. Excusas para no pensar.
Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 7. 1.ª. 28027 Madrid.
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