BIOGRAFIA DE DON LORENZO MILANI Lorenzo Milani nació en

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BIOGRAFIA DE DON LORENZO MILANI
Lorenzo Milani nació en Italia en 1923, pronto hará noventa años, en una familia muy rica,
pero poco religiosa. Y le dolía mucho la pobreza de la gente y sufría las injusticias. Lorenzo
quiso ser pintor y visitaba las iglesias para ver los cuadros. Se hizo sacerdote católico. En
su primera parroquia de San Donato abrió una escuela para ayudar a los niños a superarse.
Se aprendían materias como lengua o matemática, pero también se aprendía a pensar y a
reflexionar. Los viernes se organizaban conferencias o charlas en las que algunos invitados
venían a la parroquia para ofrecer una plática sobre algún tema interesante. Así los niños
aprendían cosas nuevas, perdían la vergüenza y agarraban seguridad al hablar ante los
demás.
En los sermones denunciaba a los partidos políticos que engañaban a la gente. El cardenal
se enojó con él y presionado por los políticos lo mandó castigado a un pueblito llamado
Barbiana, a lo alto de las montañas, lejos de la ciudad. Allí se dedicó por completo a la
educación de aquellos niños pastores y leñadores que por pobres no iban a la escuela,
sacaban pésimas calificaciones, estaban reprobados, repetían curso o habían sido
expulsados. Nace así la Escuela de Barbiana.
La Escuela era como una familia. Lorenzo era para
los niños padre y madre al mismo tiempo; les quería
como auténticos hijos, de hecho, los llamaba
“hijitos”. Tenía un cartel pegado en la pared que
decía en inglés I CARE, es decir, me importas, me
interesas. Estaba muy cerca de ellos, era cariño pero
al mismo tiempo muy duro y exigente con ellos.
Don Milani iba a las casas a presionar a los papás para que mandaran sus hijos a la escuela.
Cuando un padre no quiso mandar a su hijo, hizo una huelga de hambre sentado en la
puerta de su casa. “Estaré aquí hasta que no envíen a su hijo a la escuela”.
En la escuela no había calificaciones ni
reprobados para que los alumnos no pensaran
que eran tontos. Había clases todos los días
del año, doce horas diarias, sin vacaciones,
sin juegos, pues decía Don Milani, que los
pobres están en desventaja de los ricos y
tienen que aprovechar más el tiempo para
emparejarse. Además el fútbol decía, sólo
sirve para humillar al que pierde.
Los mayores enseñaban a los pequeños y no se avanzaba en una explicación hasta que
todos la entendieran, porque en la vida no se trata de llegar primero sino de llegar todos
juntos.
Decía que los pobres están pobres porque no entienden ni
saben hablar bien. Por eso le daba mucha importancia a
leer el periódico, comentarlo entre todos y saber hablar en
público. Desde los catorce años los mandaba al extranjero,
a Francia, Inglaterra y Alemania, de dos en dos, para que
crecieran como personas y aprendieran los idiomas. Les
obligaba a escribir constantemente de su experiencia. Para
eso estudiaban mucho la geografía y la historia, para
poder comprender qué pasa en el mundo y ver la manera
de arreglar las injusticias. Los padres de los alumnos
arreglaron el camino para que sus hijos pudieran llegar a
la escuela en motos y así aprovechar más el tiempo.
Don Milani escribió una carta a los sacerdotes que defienden los ejércitos y las armas.
Afirmaba que la mayoría de las guerras se hacen para defender a los ricos, con la excusa de
defender a la Patria. Entonces el gobierno le hizo un juicio, del que salió absuelto.
También con ocho de sus alumnos escribió un libro llamado CARTA A UNA
PROFESORA en donde demuestra cómo las escuelas, tanto privadas como oficiales, lo
único que hacen es dejar pobres a los pobres y favorecer a los ricos. Por eso es tan
importante meterse en la política para cambiar el mal gobierno. Inventó el escrito colectivo,
una manera de escribir respetando las aportaciones de cada uno, para poder escribir el libro.
Al mes de publicar el libro, el 26 de junio de 1967, Lorenzo Milani murió de leucemia.
Tenía 44 años. Dos días antes de morir murmuró: “Un gran milagro está ocurriendo en
esta habitación: un camello está pasando por el ojo de una aguja”. Como diciendo yo fui
de familia rica pero toda mi vida la puse al servicio de los pobres, espero que la frase de
Jesús: Es imposible que un camello entre por el ojo de una aguja no se me aplique a mí.
Decía también: «Ahora que sufro, soy al final igual a los pobres». En cumplimiento de su
voluntad, fue enterrado en el pequeño cementerio de Barbiana.
Muchos de sus alumnos, que no pasarían de pastores y leñadores, como sus padres y
abuelos, gracias a la Escuela de Barbiana son ahora profesionistas. Pero sobre todo, gracias
a Don Milani, aprendieron a servir a los demás, a cambiar el mundo. Ahora son líderes
sindicales, están comprometidos con los campesinos y trabajadores, apoyan todas las causas
a favor del tercer mundo, de África y América Latina. Don Milani demostró que es posible
otra forma de educar para que los niños encuentren un sentido en su vida, sean soberanos,
generosos y comprometidos con la paz y la justicia en el mundo.
De Milani y de los alumnos de Barbiana hemos
aprendido en las Escuelas de Tareas a ir a las casas de
los más pobres y necesitados a motivar a los papás para
que manden sus niños; a ofrecer más horas de
aprendizaje a los niños de las colonias marginadas para
recortar las distancias que tienen con los niños ricos más
preparados; a tener clases aunque llueva o sea fiesta en
las otras escuelas; a no reprobar ni correr a nadie, ni
siquiera poner tachas en las fichas; a motivar a los niños
para que hablen en público en las clausuras y cuando
explican el cuento; a escribir las bitácoras y los diarios en la escuela; animar a cualquier
persona para ser maestro; a trabajar en equipo; animar a los niños y maestros para hacer
preguntas a la gente que nos visita; ofrecerles idiomas, inglés en un tiempo, y computación
a los niños; la importancia de las juntas o asambleas para tomar acuerdos; sentir la escuela
como un hogar, como familia, sentados juntos en las mesas grandes, comiendo paletas y
festejando convivios; que los padres se involucren en mejorar la escuela pintando,
arreglando las mesas, limpiando el patio; tener claro que lo importante no son los
conocimientos sino los valores, el corazón para que sea honesto y solidario.
Nos falta mucho por aprender de Don Milani. Ojalá su vida y su obra nos sirva para
mejorar nuestra educación. Su inspiración anima hoy nuestras Escuelas de Tareas Calasanz.
Nos sentimos profundamente agradecidos. A don Milani y a los alumnos de la Escuela de
Barbiana les dedicamos el homenaje de nuestra Semana Social.
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