CULTURA Teotihuacan: aquella visionaria civilización Hace aproximadamente 2.000 años ya existía una civilización, al otro lado del Atlántico, con sistemas, estructuras e ideologías similares a las que ahora guían nuestra existencia. Teotihuacan, famosa por sus pirámides del Sol y la Luna y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987, fue durante los primeros años de nuestra era una ciudad con gran poderío en todos los ámbitos: económico, social, político, ideológico y cultural. Restos arqueológicos de esa metrópoli visitan estos días Madrid y, con ellos, la historia de una civilización cuyos esquemas fueron absolutamente visionarios para la época. Carolina López Álvarez Cuenta la leyenda que los dioses eligieron Teotihuacan como lugar de reunión para crear un nuevo universo, lo que se consideraba como el Quinto Sol; de ahí su denominación cuya traducción de la lengua náhuatl corresponde al «lugar donde nacen los dioses». Ahora, la ciudad de Teotihuacan, situada a cuarenta y cinco kilómetros de Ciudad de México, vuelve a ser protagonista pero en esta ocasión por un motivo diferente: la exposición que la Obra Social “La Caixa” le dedica, hasta el 13 de noviembre, en el CaixaForum de Madrid. Tras su paso por otras ciudades europeas, la muestra que permite descubrir los aspectos más relevantes de esta metrópoli prehispánica llega a la capital dispuesta a revelar a los visitantes la grandeza de su cultura y su influencia al resto de civilizaciones de Mesoamérica. Cedida por la Obra Social “La Caixa” Colección «viva» Gracias a un acuerdo entre el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México y la Obra Social “La Caixa”, se ha conseguido reunir en un mismo espacio más de cuatrocientas piezas encontradas durante un siglo de excavaciones; obras de arte y objetos de uso cotidiano de extraordinario valor en tanto que permiten acercarnos a una cultura prácticamente desconocida. Se trata de una 44 g Profesiones colección «viva» que permite al visitante trasladarse al inicio de nuestra era y conocer cómo habitaba y se organizaba una de las civilizaciones más importantes de Centro América, como fue la teotihuacana. Considerada como una de las grandes maravillas arqueológicas, Teotihuacan desempeñó desde el siglo II a. C. y hasta el siglo VII d. C. un papel neurálgico para el comercio, el poder, la religión y la cultura de Mesoamérica. Hitos en la concepción del espacio urbano La propia configuración del espacio urbano demuestra cómo esta metrópoli desarrolló estructuras y construcciones de destacado interés teniendo en cuenta la época en la que fueron ejecutadas. Tal y como explicaba Andrés Ciudad Ruiz, catedrático del Departamento de Antropología de América de la Universidad Complutense de Madrid, durante su conferencia titulada ‘Arquitectura y urbanismo en Teotihuacan’, se observa que, desde el inicio de la conformación del núcleo urbano de Teotihuacan, «existe un plan maestro previo, visionario hacia el futuro, lo que constituye todo un hito». Aparte de los grandes edificios, espacios públicos y monumentos de los que fueron dotando a la ciudad con el ánimo de dar respuesta a los problemas sociales que iban detectando, los habitantes de Teotihuacan construyeron obras de ingeniería hidráulica de especial dificultad, como se aprecia en la canalización del río para crear el segundo eje de la ciudad. Todo un alarde de técnica y tecnología para transformar el espacio y adecuarlo a las necesidades ideológicas, llegando incluso a proyectar trabajos de asombrosa complejidad, por ejemplo, a la hora de alinear el sol con las construcciones en los cambios de estación. La multiculturalidad, valor de riqueza ¿Y cómo se organizaba la ciudad por dentro? Los hallazgos de los arqueólogos han Cedida por la Obra Social “La Caixa” permitido dar forma a muchas de las teorías que se han vertido en torno a esta civilización. Así, se han podido conocer más detalles sobre el modo en que cohabitaba la población teotihuacana que, entre el año 100 y 300 d.C., alcanzó los 120.000 habitantes. Dada la multiculturalidad existente, el diseño de la ciudad se realizó por grupos étnicos, de manera que fueran fácilmente identificables y controlables. La ciudad, según explicó el catedrático Ciudad Ruiz, se organizaba en calles, en conjuntos de apartamentos donde residían familias emparentadas entre sí, del mismo segmento social, con semejantes problemas urbanos o de la misma profesión, como los artesanos especializados. En los barrios más densos y periféricos se concentraba la mayor parte de la población, mientras que en los más amplios y céntricos vivía la élite. En relación con los inmigrantes, se ha puesto de manifiesto la flexibilidad que caracterizaba a los gobernantes, fruto del pensamiento de que la adopción de nuevas culturas ayudaba al engrandecimiento de la ciudad y a la generación de riqueza. Como destacó el profesor Ciudad Ruiz, «se trata de un pueblo mítico pues se asienta en la base de la cultura mesoamericana pero, a la vez, tiene su propia impronta». Soluciones como las formuladas en las piezas de la exposición, donde se mezcla la calidad en la ejecución y el espíritu cosmopolita, son un claro ejemplo. nº 133 g septiembre-octubre 2011