Fiestas en honor a Nuestra Señora de Exipto. La Romería de Exipto

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Fiestas en honor a Nuestra Señora de Exipto.
La Romería de Exipto
Las fiestas en honor de la Virgen de Egipto son las más famosas de la parroquia de
Abanqueiro. En los tiempos en que yo era un chaval, estas fiestas eran distintas. En aquel tiempo no
había orquestas, sólo había bandas de música, que estaban formadas por unas sesenta o setenta
personas, y también había “gaiteiros”.
Las bandas ya empezaban a tocar por la mañana, a las nueve ya estaban sonando por todos
los lugares de la parroquia. A este acto lo llamaban la alborada, así anunciaban la fiesta. Un señor
iba delante de la música, indicándole el camino y, al mismo tiempo, llevaba unos diez o doce
cohetes, que hacía estallar al pasar por cada lugar. Y al terminar la alborada se juntaban todos en la
explanada de la Capilla, lugar en el que se celebraba la fiesta. La explanada estaba llena de todos
los cachivaches que suelen ir a las fiestas, con los que sus propietarios se ganaban la vida, al tiempo
que hacían disfrutar a los niños. Además de estos cachivaches, nos encontramos con las
rosquilleras, con su variedad de rosquillas y productos varios. También había montones de sandías
y melones, que cada familia compraba para llevarlos a casa, o para comer en el campo de la fiesta,
donde ya estaban las señoras con las cestas bien repletas de fiambres variados. Y el que no llevaba
la comida de casa, la compraba en la misma romería, pues había “pulpeiras”, con sus grandes
cacharros de cobre, cociendo constantemente el pulpo para que no faltase.
También había panaderas con grandes cestas de pan, de la calidad que quisieras, tanto
moreno como blanco, y gran variedad de empanadas. Y si hablamos del vino, también lo había de
la cosecha del país. El vino lo traían los propios cosecheros del lugar que sacaban lo mejor que
tenían de la bodega. La estampa que presentaban estos cosecheros era de lo más clásico, pues el
mostrador era el mismo carro en el que transportaban os barriles de vino, y desde donde lo servían.
Esto es lo que era Romería, la propia fiesta campestre.
Dicho esto, pasamos ahora a lo que los actos religiosos. Cada hora hay una misa y la última
es a la una de la tarde, y es a la que, antiguamente, llamábamos misa grande, debía ser porque
llevaba más tiempo por esto del sermón. De aquella venía un fraile expresamente para echar el
sermón, y en el transcurso del cual yo veía llorar a muchas mujeres dependiendo, también, del
fraile que fuese y del tema que tratara. También en el momento de la consagración sonaba el himno
nacional, tocado por la banda de música, y que sonaba muy alto, tampoco era de extrañar pues
setenta instrumentos tocando todos a la vez, y enfocados hacia el interior de la iglesia, dejaban todo
a temblar. Luego, al terminar la misa, se sacaban los santos en procesión alrededor de la Capilla,
con la banda de música detrás marcando el paso que debían llevar los hombres que portaban los
santos, para que estos no fueran bailando al descompás de los pies y todo fuera correcto.
Durante la guerra española estas fiestas dejaron de existir. Seguía habiendo misas, pero
faltaba la fiesta campestre. No había humor para fiestas. En la parroquia, al que más y al que
menos, le faltaba un hijo, y los mozos que tenían que organizar la fiesta estaban en el frente de
batalla, unos, ya muertos, otros, mal heridos, y de esta forma, los viejos no tenían humor para
organizar las fiestas. Al llegar las nuevas generaciones, no sabían nada de estas fiestas, y las fueron
haciendo a su manera, apareciendo ya las orquestas, teniendo que hacer una pista de baile y un
palco, para que ellas tocasen. Pero esto estaba bastante distanciado de la capilla y la gente que
venía a la fiesta, no le encontraba el valor de la romería y, de esta manera, se fue perdiendo el
renombre de la fiesta de Egipto.
Últimamente un grupo de vecinos, constituidos en Cabildo parroquial, restauramos la
Capilla, que estaba totalmente deshecha, lloviendo tanto por dentro como por fuera. Al mismo
tiempo, también acondicionamos todo el terreno que la circundaba, alisándolo, sembrándole césped
y plantándole árboles, que en su tiempo darán la sombra correspondiente.También se le pusieron
ocho mesas de piedra, con sus correspondientes bancos, y unas barbacoas para poder asar unos
buenos “chuletones” y unas buenas sardinas. En una palabra, todo lo que se quisiera hacer. Todo
esto lo hicimos con la intención de volver a lo de antes, a la Romería campestre tal como se
celebraba antes de la Guerra Civil, cosa que en parte ya lo estamos consiguiendo, pues llevamos
cuatro años celebrando la romería alrededor de la Capilla, con sus “gaiteiros”, que también tocan
durante la comida, alrededor de los grupos familiares, que ya llenan la mayor parte del campo que
hemos preparado, y van creando un ambiente de fiesta con su alegría, la música de sus acordeones
y de sus gaitas.
Juan Bautista Suárez Torrado
Extraído de un libro inédito "Pensamientos"
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