SAN PEDRO Y SAN PABLO, 29/6/2014 Hechos 12, 1-11; Salmo 33; 2ªTimoteo 4, 6-8.17-18; Mateo 16, 13-19. Terminamos el mes de junio, mes en el que hemos terminado la Pascua con las fiestas de la Ascensión (1 de junio) y de Pentécostes (8 de junio), para luego celebrar la fiestas de la Santísima Trinidad (15 de junio) y del Corpus Christi (22 de junio), y ahora celebramos la fiesta de nuestra Iglesia, de nuestro pastor y guía, de quién ha sido elegido por el Espíritu para orientarnos: la fiesta del Papa, al celebrar la fiesta de los apóstoles Pedro y Pablo. Esta fiesta vuelve a decirnos que Dios está con nosotros, camina con nosotros, no nos abandona, y lo esta de manera especial en la figura del sucesor de Pedro, del Papa, que es quién en nombre de todos ha expresado lo que es el núcleo de nuestra fe: que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Por esto nos representa y por eso estamos unidos a él, porque nosotros creemos que Jesús es nuestro Salvador, es quién ha muerto y resucitado por nosotros, quién nos ha enviado su Espíritu, quién es Dios y con el Padre y el Espíritu recibe un mismo culto, y está vivo, por ello sigue velando por su Iglesia, como velo cuando mandó a su ángel para liberar a Pedro, tal y como se nos cuenta en la primera lectura, él vela para que incluso en la dificultad y la persecución conservemos siempre la libertad. Ser conscientes de esta fe, profesar esta fe y vivirla coherentemente es lo que nos hace verdaderamente libres, nada ni nadie puede cohartar nuestra libertad, puede impedirnos predicar su Evangelio, y correr asi hacia la meta, que para el creyente no es la muerte, sino la vida eterna, la vida con Cristo, y en Cristo con todos a los que amamos y nos han amado, pues el amor nos une ya en esta vida a Cristo y será lo que permanezca en la vida eterna. Pidamos en este día por nuestro Papa Francisco, que siga valientemente, con libertad, guiando nuestra Iglesia, su reforma necesaria, y orientandonos en como ir viviendo en nuestra vida concreta las exigencias del Evangelio, tal y como lo esta haciendo en cada homilia en Santa Marta, y pidamos también por toda la Iglesia, pero de manera muy especial por los cristianos que viven perseguidos a causa de su fe.