La etapa superior del modelo Juan Luis Bour, economista jefe, FIEL El resultado de las negociaciones en torno del salario mínimo confirma la tendencia observada en materia de ingresos laborales y de pensiones: los ingresos reales están virtualmente estancados, y en algunos casos con tendencia declinante. Por supuesto que se trata de mediciones en pesos constantes, ya que en dólares los ingresos tocan nuevos records. El gráfico muestra que a pesar del salto en términos nominales, después de ajustar por inflación el salario mínimo en términos reales dejó de crecer en los últimos tres años (apenas creció desde 2006), adoptando la serie la típica forma de serrucho de todo proceso inflacionario. Es decir, los ajustes son transitorios, pues la inflación deteriora rápidamente los ingresos. Sólo crecen los ingresos en dólares, dado que el tipo de cambio real se aprecia. Salario mínimo: nominal, real y en dólares corrientes 2000 1200 Salario mínimo en dólares (derecho) 1800 1080 Salario mínimo Nominal (izquierdo) 960 Jan-11 May-10 Sep-09 Jan-09 May-08 Sep-07 Jan-07 May-06 Sep-05 800 Jan-05 600 May-04 1000 Sep-03 720 Jan-03 1200 May-02 840 Sep-01 1400 Jan-01 Nominal Minimum Wage in $ Salario Mínimo real (eje derecho) 480 600 360 400 240 200 120 0 Minimu wage, real and in USD 1600 0 Según el CVS de INDEC, los salarios del sector privado formal tampoco crecen en términos reales desde hace 4 años. En efecto, en octubre de 2006 se tocó un máximo y desde entonces oscilan en torno de un promedio 3% por debajo de ese pico. Los salarios informales según el mismo indicador están estancados en términos reales desde el segundo trimestre de 2009. Según otra serie de INDEC basada en el sistema de pensiones (SIPA, ex SIJYP) los salarios formales del sector privado en el primer trimestre del corriente año estaban sin embargo 1.8% sobre el promedio de un año atrás, mientras que los públicos eran 2.6% más elevados. Si bien desde el segundo trimestre rigen aumentos importantes en convenios públicos y privados, no debe olvidarse que la inflación superó en julio 23%, y a partir de agosto se sobre el 23.5% anual. Los ingresos reales estables protegieron a los ocupados durante la crisis de 2008/9 de pérdidas salariales, pero el costo fue una caída del empleo privado formal (3.5% al cabo de 9 meses de recesión) que hoy todavía no se recuperó plenamente. La evidencia parece indicar que la “prudencia salarial” en términos de que los salarios reales se mantengan estables puede no ser suficiente para evitar el abrupto aumento de los costos laborales. En efecto, en un escenario en que los precios mayoristas (al productor) crecen mucho menos que la inflación minorista, en parte por la evolución del tipo de cambio, los costos laborales se expanden a pesar de que los salarios reales se estabilicen. A modo de ejemplo, desde enero de 2008 a junio del 2010, mientras los precios al productor crecieron 27%, la inflación lo hizo en casi 58%. El “modelo 2010/11” presenta notorias diferencias con el vigente a comienzos del ciclo, no sólo en términos de que se esfuman los superávit gemelos (se converge a déficit gemelos en 2011) y se agotan los márgenes de capacidad ociosa. Ahora también la tasa de inflación “de equilibrio” (la que propaga la ilusión monetaria de que todos ganan un poco más, aunque no sea así) es cada vez más alta. Con ello los ingresos laborales (y las pensiones mismas) se estancan en términos reales, y a pesar de ello como los costos laborales crecen aceleradamente en términos reales –por la brecha IPC/IPM- el empleo privado crece muy débilmente. Esta “etapa superior del modelo” puede llevar a acelerar a fondo (política monetaria y fiscal, empleo público) para sostener el consumo. Este escenario quizás obtenga durante 2010 y 2011 el financiamiento necesario –los precios externos ayudan, y mucho- pero la estrategia se parece cada vez más al equilibrio de un Ponzi-game, en el cual se requiere redoblar constantemente la apuesta para no caer.