Consecuencias de la imputación al Alcalde y un funcionario por la

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Consecuencias de la imputación al Alcalde y un funcionario por la presunta comisión de
delito de prevaricación, tráfico de influencias y malversación de caudales públicos
Fecha de la consulta: 16/9/2014
Planteamiento
El Alcalde y un funcionario de este Ayuntamiento han sido imputados por un Juzgado
de Instrucción por la presunta comisión de un delito de prevaricación, tráfico de
influencias y malversación de caudales públicos. Ambos siguen desarrollando su trabajo
con total normalidad.
La situación procesal-penal de ambos, ¿les supone algún tipo de obstáculo o traba para
el desempeño de sus funciones en el Ayuntamiento?
Respuesta
La imputación es básicamente la parte pasiva del proceso penal. En la Ley de
Enjuiciamiento Criminal -LECrim- encontramos diferentes términos referidos a los
imputados, basadas, esencialmente, en el momento procesal en que se encuentren estos
sujetos, como imputados, procesados o acusados. De este modo, ya el art. 118 LECrim
apunta el origen de una imputación al indicar que la admisión de una denuncia o una
querella y cualquier actuación procesal de la que resulte la imputación de un delito
contra persona o personas determinadas, será puesta inmediatamente en conocimiento
de los presuntamente inculpados. Pues bien, estas diligencias a que se refiere dicho
artículo son las citaciones, la detención, o la prisión provisional o preventiva, que se
contemplan entre las diligencias policiales o judiciales que se pueden dar.
Si en un procedimiento ordinario por delitos graves, durante un sumario, un imputado
"en general", se convierte en la parte pasiva de un auto de procesamiento que dicta el
instructor competente, pasa a ser un imputado de manera "formal", y tendremos un
procesado. Tiene gran importancia este acto de imputación, y ya sea en este
procedimiento o en otro, porque desde que una persona pasa al estatus de procesado, a
causa de que del sumario se ha desprendido algún indicio racional de criminalidad
contra esa persona, en el auto en que se la declara procesada, se ordena que se entiendan
con ella las diligencias en la forma y del modo dispuesto en la ley. El procesado podrá
también, aconsejarse de Letrado (mientras no esté incomunicado) y valerse de él, bien
para instar la pronta terminación del sumario, bien para solicitar la práctica de
diligencias que le interesen, y para formular pretensiones que afecten a su situación.
Pero, para entender el alcance de la figura de la imputación penal, conviene hacer
referencia a lo señalado en la Sentencia del TS de 29 de octubre de 1998 señalando
que:
"...la vigencia del derecho constitucional de defensa en el ámbito del proceso penal
abreviado conlleva una triple exigencia: a) en primer lugar, y a fin de evitar
acusaciones sorpresivas de ciudadanos en el juicio oral sin que se les haya otorgado
posibilidad de participación alguna en la fase instructora, la que de nadie puede ser
acusado sin haber sido, con anterioridad, declarado judicialmente imputado, de tal
suerte que la instrucción judicial ha de seguir asumiendo su clásica función de
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determinar la legitimación pasiva en el proceso penal (art. 299 LECrim), para lo cual
ha de regir también en este proceso ordinario una correlación exclusivamente subjetiva
entre la imputación judicial y el acto de acusación; b) en segundo lugar, y como
consecuencia de lo anterior, nadie puede ser acusado sin haber sido oído por el Juez de
Instrucción con anterioridad a la conclusión de las diligencias previas, garantía que ha
de reclamarse en este proceso penal como consecuencia de la supresión del auto de
procesamiento y que se plasma en la necesidad de que no pueda clausurarse una
instrucción (a salvo, claro está, que el Juez adopte una resolución de archivo o de
sobreseimiento), al menos sin haber puesto el Juez en conocimiento del imputado el
hecho punible objeto de las diligencias previas, haberle ilustrado de sus derechos y, de
modo especial, de la designación de Abogado defensor y, frente a la imputación contra
él existente, haberle permitido su exculpación en la «primera comparecencia»
contemplada en el art. 789.4 LECrim; y c) no se debe someter al imputado al régimen
de las declaraciones testificales cuando de las diligencias practicadas pueda fácilmente
inferirse que contra él existe la sospecha de haber participado en la comisión de un
hecho punible, bien por figurar así en la iniciación del proceso penal, por deducirse del
estado de las actuaciones o por haber sido sometido a cualquier tipo de medida
cautelar o acto de imputación formal (art. 118.1 y 2 LECrim), ya que la imputación no
ha de retrasarse más allá de lo estrictamente necesario, pues, estando ligado el
nacimiento del derecho de defensa a la existencia de la imputación (art. 118 LECrim),
se ha de ocasionar la frustración de aquel derecho fundamental si el Juez de
Instrucción retrasa arbitrariamente su puesta en conocimiento, razón por la cual dicha
actuación procesal habrá de estimarse contraria al art. 24 CE y, por ende, acreedora
de la sanción procesal de la «prueba prohibida» (art. 11.1 LOPJ).
La fase instructora exige como ineludible presupuesto la existencia de una notitia
criminis que en ella ha de ser investigada (arts. 299 y 300 LECrim), sin que pueda el
Juez de Instrucción, mediante el retraso de la puesta en conocimiento de la imputación
(esto es, del hecho punible objeto de las diligencias previas), eludir que el sujeto pasivo
asuma el status de parte procesal tan pronto como exista dicha imputación en la
instrucción, efectuando una investigación sumarial a sus espaldas, todo ello,
naturalmente, sin perjuicio de la obligación del Juez de garantizar los fines de la
instrucción mediante la adopción, en los casos que los legitiman, del secreto sumarial o
de la incomunicación del procesado".
En consecuencia, la imputación es una garantía del derecho a la defensa en la fase de
instrucción penal, por lo tanto no estamos hablando de una condena penal y dado que en
nuestro derecho penal prevalece el principio de presunción de inocencia, hasta que no se
emita la Sentencia penal, ningún derecho puede ser cercenado salvo aquellos que en el
Juez de Instrucción determine en el desarrollo del sumario. Por lo tanto, salvo que el
Juez de Instrucción determine lo contrario, la imputación no implica ninguna dificultad
para el ejercicio de sus funciones.
No obstante, sobre esta conclusión pueden realizarse varias matizaciones dado que la
imputación de un cargo público, no solo produce efectos procesales, sino que pueden
generar consecuencias de carácter extraprocesal.
Así, en primer lugar, conviene señalar que, a los efectos penales conforme al art. 24 del
Código Penal -CP-, no existe distinción entre el Alcalde y el funcionario público, dado
que se indica que se considerará funcionario público todo el que por disposición
inmediata de la Ley o por elección o por nombramiento de autoridad competente
participe en el ejercicio de funciones públicas, equiparando de tal forma tanto a los
Corporativos como a los funcionarios.
En cuanto a los efectos extraprocesales del Alcalde, los mismos se sustanciarán en el
ámbito político del Pleno, pudiendo dar lugar a su dimisión o a la exigencia de la misma
por la oposición, o cualquiera de las demás medidas previstas en la regulación de
régimen local para el control y fiscalización del gobierno municipal (moción de censura,
reprobación ante el Pleno, solicitud de comparecencia, creación de las denominadas
comisiones de investigación, etc.).
En cuanto a los efectos extraprocesales del funcionario, cabe señalar la posibilidad de
que la imputación podría dar lugar a la apertura de un expediente disciplinario y a la
adopción provisional de suspensión de funciones. En cuanto al expediente disciplinario,
debería suspenderse tras su apertura a tenor de lo dispuesto en el párrafo 2 del art. 23 del
Real Decreto 33/1986, de 10 de enero, por el que se aprueba el Reglamento de Régimen
Disciplinario de los Funcionarios de la Administración del Estado al indicar que, no
obstante, cuando se trate de hechos que pudieran ser constitutivos de algunos de los
delitos cometidos por los funcionarios públicos, contra el ejercicio de los derechos de la
persona reconocidos por las Leyes y de los delitos de los funcionarios públicos, en el
ejercicio de sus cargos, tipificados en los títulos II y VII del Libro Segundo del CP,
deberá suspenderse la tramitación del expediente disciplinario hasta tanto recaiga
resolución judicial.
En cuanto a la suspensión provisional de funciones, ésta viene expresamente reconocida
en el art. 90.4 de la Ley 7/2007, de 12 de abril, del Estatuto Básico del Empleado
Público -EBEP-, estableciendo que podrá acordarse la suspensión de funciones con
carácter provisional con ocasión de la tramitación de un procedimiento judicial o
expediente disciplinario, en los términos establecidos en este Estatuto. En cuanto a la
duración de la suspensión provisional, conforme al art. 98.3 EBEP, la misma es una
medida cautelar en la tramitación de un expediente disciplinario no podrá exceder de 6
meses, salvo en caso de paralización del procedimiento imputable al interesado. La
suspensión provisional podrá acordarse también durante la tramitación de un
procedimiento judicial, y se mantendrá por el tiempo a que se extienda la prisión
provisional u otras medidas decretadas por el juez que determinen la imposibilidad de
desempeñar el puesto de trabajo. En este caso, si la suspensión provisional excediera de
seis meses no supondrá pérdida del puesto de trabajo. El funcionario suspenso
provisional tendrá derecho a percibir durante la suspensión las retribuciones básicas y,
en su caso, las prestaciones familiares por hijo a cargo.
En este sentido, tomamos de la Sentencia del TSJ Canarias de 14 de octubre de
2013 las siguientes consideraciones:
"La resolución en cuestión contiene dos pronunciamientos, el de la incoación del
expediente disciplinario y el de la suspensión provisional de funciones. El primero de
ellos, pese al tiempo transcurrido desde la entrada y registro que se llevó a efecto en
mayo de 2007, ha de referirse necesariamente a la fecha de comunicación por el
Juzgado de la existencia de una imputación concreta por unos determinados delitos, y
partiendo de dicha base se adopta una resolución que realmente es de mero trámite,
por lo que no es impugnable en esta vía contencioso-administrativa, y, en cualquier
caso, es claramente razonable en relación con la comunicación recibida, será dentro
del expediente disciplinario, cuando se alce la suspensión del mismo acordada
inevitablemente por existir un proceso penal por los mismos hechos, donde y cuando
procederá determinar los hechos a que el mismo se refiere y, en su caso, el análisis de
la existencia de prescripción, teniendo en cuenta además que la calificación actual de
las infracciones como graves puede verse modificada en el curso de la tramitación del
expediente y fijarse como muy graves.
En cuanto a la suspensión provisional de funciones, pese a que la resolución dictada
contiene muchos fundamentos jurídicos que no constituyen realmente motivación sino
simple exposición de la regulación genérica de las medidas cautelares y de los
requisitos legales para su aplicación, así como de la culpabilidad y del principio "ne
bis in idem", la misma si señala expresamente que, por la presunta gravedad de los
hechos que pudieran imputarse, la presencia del funcionario en el centro de trabajo, la
Oficina de Extranjeros, podría ocasionar perjuicio para el servicio, lo cual se estima
que cumple con los requisitos legales de motivación y de proporcionalidad que han de
observarse en el momento de adoptar una medida cautelar de tanta gravedad como la
acordada, debiendo primar en este supuesto el interés general de la administración
sobre el interés del recurrente, sin que ello de lugar ni a una vulneración del principio
de presunción de inocencia, ni del derecho a mantenerse en el cargo, ni del art. 137 de
la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones
Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, antes al contrario cumple con lo
previsto en el art. 136 de la citada ley, 15 del Real Decreto 1398/1993, de 4 de agosto,
por el que se aprueba el Reglamento del Procedimiento para el ejercicio de la Potestad
Sancionadora, 33 del Reglamento de Régimen Disciplinario de los Funcionarios de la
Administración del Estado y 90.4 y 98 de la Ley 7/2007, de 12 de abril, del Estatuto
Básico del Empleado Público.
La gravedad de los hechos, posibles delitos continuados de cohechos y falsedad en
documento público, que aunque no se diga expresamente, claramente pudieran haberse
cometido en el ejercicio de sus funciones, justifica sobradamente la medida cautelar,
siendo proporcional la suspensión de funciones a dichos posibles delitos y necesario
apartar al funcionario en cuestión del ejercicio de sus funciones, sin que estemos ante
un supuesto de aplicación de sanción, sino de medidas provisionales o cautelares".
Por último, conviene recordar que el art. 141 del Real Decreto Legislativo 781/1986, de
18 de abril, por el que se aprueba el texto refundido de las Disposiciones Legales
Vigentes en materia de Régimen Local -TRRL- establece que se asegura a los
funcionarios de carrera en las Entidades locales el derecho al cargo, sin perjuicio de su
adscripción a unos u otros puestos de trabajo, efectuada dentro de sus competencias
respectivas por los distintos órganos competentes en materia de funcionarios públicos
locales. Igualmente, se indica que las Corporaciones locales dispensarán a sus
funcionarios la protección que requiere el ejercicio de sus cargos, y les otorgarán los
tratamientos y consideraciones sociales debidos a su rango y a la dignidad de la función
pública. El ámbito de la protección alcanza a la defensa en juicio de los miembros de la
Corporación y funcionarios.
A modo de conclusión, debemos señalar que la imputación "per se", no supone ninguna
alteración para los imputados en el ejercicio de sus funciones, salvo que el Juez de
Instrucción determine lo contrario, o salvo que la Administración local atendiendo a los
hechos realice actuaciones políticas contra el Alcalde o administrativas contra el
funcionario, no obstante, atendiendo a los hechos la Administración local deberá
dispensar la oportuna protección en el ejercicio del cargo.
http://www.derecholocal.es/novedades_consultas_ampliada.php?id=CATSUYZE:7DE23136
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