Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 129 en cuenta una serie de deberes más concretos, que ha de tratar de cumplir. En efecto, el “buen Juez” no es un juez formalista (la norma positiva, ante todo) que se dedica, en gran medida, a “echar balones fuera” y a resolver, estrictamente, con la norma o normas que estima aplicables sino un juez abierto a la realidad social –art. 3.1 del Código Civil español– que trata de superar los “formalismos enervantes” para entrar en “el fondo”, recurriendo a las normas positivas pero también a los valores y principios constitucionales y del concreto sector jurídico en que opere, indagando soluciones que pueden no existir, para dar respuesta a cuestiones nuevas o que se presentan con enfoques novedosos. Es un juez que debe realizar su trabajo, de manera ardua y sacrificada –muchas veces– porque captar la ratio legis de la norma, exige comprobar si existe una jurisprudencia y derecho comparado al respecto, las posibilidades interpretativas que la doctrina científica plantea y, en definitiva, situarse en la perspectiva social aplicativa, del sentido común y la razonabilidad razonada, de la decisión que ha de adoptar. Por eso habrá de tener presente la prudencia que implica toda decisión –cuestión que trataremos, seguidamente– y que el “juicio prudente” es un “juicio reflexivo” propio de un juez culto –cultivado con una disposición dinámica y de actualización, que ha de convertir el razonamiento abstracto, propio del intelectual, en un razonamiento concreto, del caso enjuiciado, mediante un ejercicio de lucidez, en el que se incluye la imaginación e intuición necesarias, para dar la respuesta judicial idónea al caso, que habrá de ser la mejor, dentro de las varias posibles. Al tiempo, las virtudes judiciales se traducen en deberes concretos, llamando la atención la cantidad y calidad de los mismos, según ponen de manifiesto los autores: Ser de buenas costumbres, ejercer la función con dignidad profesional y probidad funcional, componen un tríptico de exigencias contra la corrupción pública y privada43 . 43 JIMENEZ ASENJO, Enrique, Derecho procesal penal. Madrid, Editorial Revista de Derecho Privado, 1952. Reflexiones sobre ética judicial En definitiva, es una tarea de “sabiduría práctica”, que se adquiere combinando estudio con experiencia, pero todo ello, desde el ejercicio de virtudes tales como laboriosidad, equidad, comprensión, moderación...equilibrio.