EL LENGUAJE DE LAS NOCIONES de ESPACIO y TIEMPO

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VOCABULARIO DE LAS NOCIONES ESPACIO-TEMPORALES
Encarnación Castro Martínez
Departamento de Didáctica de la Matemática
Universidad de Granada
El lenguaje altera las circunstancias de la percepción
Wartofsky
RESUMEN
Nos ocupamos en este texto del vocabulario propio de las nociones de espacio y
tiempo. Realizamos una introducción de ideas relevantes en relación con dichas
nociones en los comienzos de su construcción por los individuos. Abordamos la
influencia del conocimiento de este vocabulario en la construcción de dichos conceptos
y el papel que pueden jugar los adultos para apoyarla.
A lo largo de la historia los conceptos de materia, espacio y tiempo han sido objeto de
una especulación metafísica que aún se sigue manteniendo. El espacio y el tiempo
aparecieron simultáneamente en la evolución del Universo (Martínez, 2006) y, según
Wartofsky (1987), ha sido la ciencia la que ha creado la imagen actual del espacio y del
tiempo. Dichas nociones en sus diferentes concepciones no han estado siempre de
acuerdo con las simples verdades espacio-temporales que tomamos como inevitables y
necesarias desde la percepción y el sentido común. Los conceptos abstractos de dichas
nociones, espacio y tiempo, formados al acomodar el lenguaje a la experiencia y a la
percepción convirtiéndola en pensamiento, quedan impregnados de la emotividad de los
propios hechos concretos.
Considerándolos de forma abstracta, ni el
espacio ni el tiempo tienen existencia por sí
mismos, ambos dependen de otros entes que le
dan sentido. El espacio adquiere sentido en
función de la existencia de los objetos que
contiene, y el tiempo no puede ser concebido
independientemente de los acontecimientos
que lo llenan. El tiempo está relacionado con
la coordinación de los movimientos, ya se trate
de movimientos físicos, movimientos en el
espacio, o de movimientos internos que son las
acciones simplemente esbozadas, anticipadas o
reconstruidas en la memoria. El tiempo
desempeña, respecto de ellos, el mismo papel que el espacio con relación a los objetos
inmóviles.
La ciencia cognitiva se ha interesado por la génesis y desarrollo de los conceptos de
espacio y tiempo ya que su construcción por los sujetos se consideran de interés. La
importancia que para las personas tiene dicha construcción se debe a que toda la actividad
de los seres vivos se desarrolla en un marco de referencia configurado por el espacio y el
tiempo. En el espacio se realizan los desplazamientos y en el tiempo las acciones, la
organización material va unida a una organización temporal. Sobre el interés de estas
nociones Muntaner (1987) asume que la incapacidad de una persona para situarse en el
espacio bloquea su desarrollo mental. Por el contrario, todo aprendizaje en el campo
espacial conlleva el aprendizaje espontáneo en otros campos. El autor justifica esta
afirmación señalando que es el propio funcionamiento de la inteligencia el que explica la
construcción del espacio. En cuanto al tiempo, Tavernier (1987) afirma que una
administración correcta del tiempo es una de las condiciones necesarias para una actividad
eficaz, establecer relaciones armoniosas con las personas que nos rodean y un modo de
vida más relajado. Se considera que los conceptos de espacio y tiempo, junto con el
número, son los pilares sobre los que se construye el edificio de las matemáticas
(Castro, Olmo y Castro, 2002).
La persistencia en cuanto a la percepción de la realidad, el poder reconocer que la forma
y tamaño de los objetos permanece a pesar de transformaciones aparentes, la posibilidad
de los sujetos para localizar sonidos desde su nacimiento, el funcionamiento del reloj
biológico, sugieren que el organismo ya viene provisto de una estructura capaz de
ordenar las primeras experiencias según un esquema (Wartofsky, 1987). Aceptada la
idea de que las personas llegan al mundo con esta especial predisposición, es aconsejable
que desde pequeños los niños reciban una buena educación que les haga descubrir, paso a
paso, sus propiedades y relaciones, tanto espaciales como temporales así como aprender el
vocabulario adecuado para ello. Las nociones de espacio y tiempo básicas en el
desarrollo de la inteligencia son lentas de construir, y mucho más la de tiempo. Es una
ingenuidad pensar que estas nociones se adquieren adecuadamente de forma intuitiva
por lo que la actuación desde el ámbito educativo se hace necesaria.
En un principio, para los individuos, dichas nociones de espacio y tiempo son indivisibles
pues sus acciones y, por tanto, su pensamiento se sitúan en el marco unificado espaciotiempo. Los objetos se sitúan en el espacio y las actuaciones sobre ellos se desarrollan en el
tiempo, ello hace que se produzca una interferencia en su percepción. Posteriormente,
conforme avanza el desarrollo evolutivo, estas nociones se van distanciando al presentarse
muy diferenciadas en la vida diaria, el lenguaje es uno de los factores que contribuyen a
dicha diferenciación.
Un individuo adolescente, de un país desarrollado, habrá adquirido ciertos conocimientos
sobre espacio y tiempo, necesarios para una buena adaptación a su medio social. Entre
ellos, la posición de su cuerpo en el espacio, la posición relativa de distintos objetos (esto
le servirá de referencia en sus desplazamientos), debe saber orientarse, apreciar distancias
y dimensiones, conocer la forma de los objetos familiares y poder agruparlos por familias.
Todo ello respecto al espacio. Respecto al tiempo, tener conciencia del carácter temporal
de los seres vivos ya sean animales o plantas. Así mismo, que tanto nuestras acciones
como los fenómenos naturales tienen un comienzo y un final. Conocer que ciertos
acontecimientos o transformaciones se repiten a intervalos regulares y adquirir las
referencias sociales del tiempo articuladas con las referencias naturales. El vocabulario que
acompaña a estas nociones es, a veces, complejo y su adquisición no se realizará
tempranamente por el individuo.
DESARROLLO DE NOCIONES DE ESPACIO Y TIEMPO
Noción de Espacio
Una de las concepciones del espacio (cercana al punto de vista newtoniano) lo considera
constituido por regiones o lugares contiguos, ordenados unitariamente e inamovibles, los
límites de estas regiones son puntos. Las regiones están realmente donde están con relación
a todas las demás (Wartofsky, 1987). Las regiones son continuas y el espacio es una
continuidad de las mismas. Esta es la concepción de espacio que vamos a contemplar.
Las primeras ideas, intuitivas, sobre espacio se forman cuando el individuo explora el
medio físico en el que se desenvuelve. Desde muy joven capta información sensorial sobre
el mundo que le rodea, mucha de esta información es de carácter espacio-temporal. Los
cambios de postura del cuerpo, el balanceo de piernas o brazos, los movimientos de la
cabeza y los primeros intentos para ponerse en pie le transmiten sensaciones que le
proporcionará información sobre el espacio. Reconocerá el espacio en la medida en que
aprende a dominarlo y llegará a adquirir sentido espacial, considerado éste como una
percepción intuitiva del entorno propio y de los objetos que hay en él (NCTM, 1991).
Autores como Baldwin y Stern1 consideran que en los niños hay que distinguir un espacio
bucal, un espacio cercano, próximo, compuesto por todo aquello que puede coger o donde
se consigue agarrar y un espacio lejano. El espacio lejano estará en principio poco
diferenciado debido a la inmadurez del individuo. Por ejemplo, un niño de un año apenas
percibe los objetos si están distantes, a medida que realice desplazamientos percibirá los
objetos y descubrirá el espacio lejano.
Se ha aceptado por parte de la comunidad educativa, desde las investigaciones de Piaget,
que la construcción de las representaciones espaciales tiene en sus orígenes las relaciones
topológicas, debido a su carácter no métrico y su limitación a las propiedades inherentes de
un objeto particular sin necesidad de situar este objeto en relación con otro. Las estructuras
topológicas provocarían la construcción de las relaciones proyectivas y euclídeas. Las
relaciones topológicas y las proyectivas, si bien las primeras preceden a las demás, se
desarrollarán independientemente y de forma paralela.
La representación interna del espacio, por los
individuos, se debe a las experiencias
individuales realizadas durante varios años, por
lo general la primera década de la vida. Estas
experiencias serán más o menos ricas
dependiendo de la capacidad que tenga el niño
de seguir instrucciones que contengan palabras
adecuadas. La dirección, orientación y
perspectiva de los objetos en el espacio, las
formas y tamaño relativos de figuras y cómo se
relaciona un cambio en la forma con un cambio
en el tamaño, examinar el resultado de
combinar dos figuras para formar una nueva,
predecir qué efecto tiene cambiar el número de
lados de una figura, dibujar una figura después
de haberla hecho rotar un cuarto de vuelta, media vuelta o explorar qué sucede cuando
se cambian las dimensiones de una figura, son actividades que estimulan el sentido
espacial y llevarán a la adquisición de estructuras conceptuales más profundas en cuanto
a figuras y sus propiedades (NCTM, 1991). En los primeros tiempos de vida, el
individuo adquiere imágenes a través de su actividad perceptiva, dándose una estrecha
relación entre la actividad desplegada para percibir formas espaciales y la capacidad que
1
Citados en Santamaría, Milazzo y Quintana (1999)
tiene para evocarlas por medio de imágenes. En principio la percepción se basará en la
exploración visual y táctil.
A los 2 años el individuo presenta un conocimiento fragmentado del mundo así como de
su esquema corporal. Hasta los 3 o 4 años no tiene noción de unidad de su propio
cuerpo y va adquiriendo paulatinamente una concepción de si mismo distinta de todo
aquello que es exterior a él. A lo largo del segundo año de su vida su diálogo con el
espacio se enriquece en una nueva dimensión pues comienza a representar internamente
las cosas, es decir, es capaz de sustituir acciones sobre objetos por imágenes las cuales
pueden ser evocadas independientemente de la propia acción. Cuando tiene capacidad
para la simbolización construye codificación espacial, lo que constituye el soporte para
un pensamiento espacial emergente.
Hacia los 3 años, es capaz de representar con trazos sus imágenes, abriéndose desde ese
momento la vía hacia la geometría. Comienzan a establecerse las referencias por las que
los objetos se localizan en el espacio. En esta etapa su cuerpo es el centro, el punto de
partida sobre el que determinará todas la direcciones como delante y detrás; derecha e
izquierda. Su mano derecha, utilizada por la mayoría para realizar sus acciones cotidianas,
la distingue pronto de la izquierda y por referencias a ellas otras partes de su cuerpo
consideradas a la derecha o a la izquierda del mismo. Estas referencias las entenderá de
forma absoluta y no comprenderá, sin embargo, el aspecto relativo de estos conceptos,
como por ejemplo, un objeto que para el sujeto está a su derecha, para otra persona puede
estarlo a su izquierda. Aprende las nociones de proximidad, lejanía, arriba, abajo,
delante y detrás. Las nociones de izquierda y derecha aparecerán algo retrasadas con
respecto a las anteriores. Al principio, todo ello estará relacionado con su propio cuerpo,
más tarde, relacionará dos objetos cualesquiera. Un momento crucial en el desarrollo
general de la comprensión del espacio es aquel en el que se produce la transición del
sistema de referencia centrado en el propio cuerpo a un sistema con puntos de referencia
libremente móviles.
Una vez que el individuo consiga orientarse en el espacio, descubrirá las relaciones entre
los objetos, la referencia de un objeto respecto a otro. Detrás de..., delante de..., a la
derecha de..., a la izquierda de...
Alrededor de los 4-5 años un niño, con desarrollo sensorial normal, si bien posee un
repertorio de patrones sobre forma y color bastante completo, algunos otros son todavía
incipientes, como es el tamaño (Castro, Olmo y Castro, 2002). La percepción del tamaño
la adquiere por la comparación y relación de los objetos entre sí. En un principio sólo será
capaz de relacionar dos objetos, grande-pequeño. Posteriormente conocerá las relaciones
dimensionales de tres, grande-mediano-pequeño, establecerá comparaciones más grande
que... más pequeño que... y comenzará a designar como grandes o pequeños algunos
objetos, aunque no aparezcan comparados con otros. Para llegar a determinar el tamaño de
un objeto aislado tendrá que reconstruir en su memoria el lugar que ocupa entre otros y
establecer comparaciones con referentes como su propio cuerpo u objetos familiares.
La madurez que alcanza alrededor de los 7 años hace que la concepción del espacio
evolucione hacia una situación más objetiva, global y homogénea. Será entonces capaz de
considerar su posición como una más entre los distintos objetos del espacio y apreciar
distancias y longitudes, tanto cuantitativa como cualitativamente haciéndosele, a partir de
entonces accesible la geometría métrica. Por lo que a las formas se refiere, el individuo
de corta edad puede distinguir las del triángulo y circulo e irá avanzando
progresivamente con las de cuadrado y rectángulo, pero habrá de pasar tiempo para que
pueda representar mentalmente dichas formas. Cuando esto suceda habrá alcanzado el
concepto de dichas formas. Durante este tiempo y fundamentado en las experiencias,
alcanzará la maduración que estos conceptos exigen. A partir de entonces podrá
comunicar a los demás su conocimiento mediante representaciones como palabras,
símbolos y dibujos.
A los 3 años la representación de figuras planas como un cuadrado y un círculo se
realiza mediante una línea recta. A partir de los 4 años comienza a dibujar el cuadrado
considerando sus cuatro lados, a los 7 años se va iniciando la distinción entre línea
horizontal y vertical como ejes de referencia y a reconocer rectángulos semejantes
aunque tengan orientación diferente. A la vez que va adquiriendo la conservación de la
cantidad, va fijando la forma de objetos espaciales que no dependerán de su posición,
esto le lleva a dibujar las cosas como sabe que son y no como las ve. Sus imágenes son
estáticas y no anticipa el movimiento. Después de terminado el proceso de lateralización
puede apreciar cómo aparecen los objetos contemplados desde puntos de vista distintos
e incluso anticipar el cambio.
A medida que tiene capacidad para representar mentalmente relaciones espaciales puede
realizar acciones particulares que se apoyan en ellas. Así, si se ha representado
mentalmente la relación delante de..., detrás de..., puede buscar un objeto que se cae y
queda detrás de otro que lo oculta.
Cuando se desarrolla la relación proyectiva los niños consideran figuras y localizaciones
en términos de “un punto de vista”. El concepto de línea recta emergerá desde
situaciones en las que es necesario “tener puntería” o “vista”. Los niños perciben la
línea recta desde sus primeros años, pero no conocen la posibilidad de colocar objetos a
lo largo de un camino recto. Consideran, basándose en la percepción, que una línea es
recta pero no pueden construir una representación conceptual adecuada de la misma.
Sobre los 7 años de edad, el sujeto espontáneamente ve una trayectoria sobre la que se
puede construir un camino recto (Clements y Sarama, 2007). Antes de los 7 u 8 años no
será capaz de entender que una línea permanece aunque cambie su posición en el
espacio.
Noción de Tiempo
El tiempo es aquello en lo que se producen acontecimientos. Una descripción del
tiempo como algo continuo, ilimitado, de una sola dirección y dimensión, homogéneo y
fluyendo siempre del mismo modo, la
proporciona Ferrater Mora (1980). De forma
similar se expresa Wartofsky (1987) cuando
señala que desde el punto de vista
newtoniano el tiempo está constituido por
una disposición invariante y única de sus
partes a las que, en el límite, se puede llamar
instantes. Estos instantes están dispuestos en
un orden unidimensional, cada instante está
comprendido entre otros dos y son contiguos
en una sucesión lineal. Aunque existen otras
concepciones del tiempo (Martínez, 2006),
esta es la que vamos a tomar en
consideración.
La estructura temporal de la conciencia humana, está en un principio estrechamente unida
a las necesidades y satisfacciones (hambre, sueño...), se enriquece y perfecciona al
establecer relaciones sobre el medio en el que se desenvuelve el sujeto y, sobre todo, con el
aprendizaje del lenguaje (Castro, Olmo y Castro 2002). El lenguaje y los conceptos a los
que sirve de vehículo revelan y sin duda refuerzan las nuevas capacidades del niño para
proyectarse en un porvenir más o menos lejano, comparar su presente con lo que esperaba
de él, organizar su actuación no sólo en función de sus tensiones internas (en particular las
fisiológicas) sino también en función de referencias sociales. En el plano del
comportamiento, se convierte en un ser capaz de esperar, de tener paciencia (Tavernier,
1987). El lenguaje proporciona al individuo capacidad para recuerdos más extenso y
organizados y de anticipaciones más precisas y lejanas.
En los primeros niveles evolutivos, el niño se orienta en el tiempo a base de signos
esencialmente cualitativos extra-temporales. En los inicios de la percepción temporal, el
sujeto concibe el tiempo solamente relacionado con el presente, no contempla
mentalmente el pasado ni el futuro. Se considera que tiene una dimensión instantánea
del tiempo. Posteriormente pasa a entender que el tiempo es un continuo, que las cosas
existen antes de ahora y que existirán después de ahora. Continúa su percepción del
concepto de tiempo reconstruyendo hechos pasados, pero no lo hace secuencial ni
cronológicamente. Usa los términos mañana y ayer, a veces no acertadamente, pero con
indicios de que comprende la existencia de un pasado y un futuro (Santamaría, Milazzo
y Quintana, 1999). Más adelante, hace una reconstrucción secuencial y cronológica del
tiempo y muestra comprensión de las unidades convencionales del mismo, como por
ejemplo, semana, mes y hora, y comienza a dar evidencias de una visión objetiva del
tiempo.
Por lo que al orden temporal se refiere, los niños de 4 años tienen pocas dificultades para
recordar historias sencillas que estén bien organizadas, realizando una ordenación lógica
temporal adecuada. El desarrollo posterior de las aptitudes para una localización más
certera y comprensión del orden de sucesos se relaciona con la toma de conciencia de la
dependencia causa-efecto y del dominio de las relaciones cuantitativas de las cantidades
de tiempo.
Hasta los 7 u 8 años, e incluso más, no está suficientemente desarrollada la idea o
noción de duración y de pasado. No será hasta después de los 10 años cuando los
individuos se formen la idea de cómo es el desarrollo del tiempo con que se mide la
historia, o de lo que significan los tiempos que están más allá de lo que conoce. Hasta
los 7 años la expresión la semana pasada no adquiere sentido para ellos.
En cuanto a las dificultades que los individuos jóvenes presentan en su comprensión del
tiempo, Piaget a partir de sus estudios puso de manifiesto la dificultad que los niños
tienen para adquirir la noción de edad, sucesión del tiempo, duración, anterioridad y
posterioridad. El concepto de un largo periodo de tiempo histórico anterior a ellos es
complicado porque no es objeto de una observación directa. Por su parte, Brown y
Desforges (1984) concluyen que el fracaso de los pequeños no se debe a una incapacidad
para reconstruir el pasado sino a una dificultad en la comunicación oral. El uso y
comprensión de palabras como ahora, hoy, ayer, mañana, antes y después en una
determinada edad, pueden indicar, cada vez, un segmento distinto del tiempo real.
VOCABULARIO ASOCIADO A LAS NOCIONES DE ESPACIO Y DE TIEMPO
La formación de las nociones de espacio y tiempo lleva asociada la creación de un
conjunto de categorías que abarca las posibles relaciones que les sustentan. Sin ánimo
de ser exhaustivos recogemos dichas categorías y el vocabulario asociado a cada una de
ellas.
Sobre el Espacio
Para el espacio son categorías que indican posición, desplazamiento y el conjunto de
relaciones espaciales topológicas, proyectivas y euclideanas.
Posición. Identificar el lugar donde está situado un objeto se puede hacer con las
expresiones en, cerca y aquí para una situación cercana; lejos y allí para una situación
más alejada; entre si el objeto se encuentra rodeado de otros. Indicar que un objeto no está
aislado requiere el uso de la palabra con.
Desplazamiento. Las palabras desde, hacia y hasta indican desplazamientos de objetos
en el espacio.
Dentro de las relaciones espaciales proyectivas se encuentran las que indican referencia
sobre la situación de objetos. Si el centro de dicha referencia es el propio individuo las
palabras precisas son: derecha, izquierda, arriba, abajo, delante y detrás. Si se trata de
situar un objeto respecto a otro, las palabras adecuadas son: ante, detrás, sobre, bajo, a
la derecha, a la izquierda, encima y debajo.
Para las relaciones espaciales euclídeas se emplean palabras que indiquen: Distancia, cerca
y lejos. Longitud, largo, corto, alto, bajo, ancho, estrecho, angosto, fino, delgado, grueso,
profundo, hondo, superficial, extendido y encogido. Superficie, amplitud, anchura,
extensión y dilatación. Volumen, grueso, grande, pequeño, mediano, cuerpo, espeso,
sólido, compacto y ligero. Amplitud, ángulo, grado, minuto, segundo y radián. Formas,
circulo, triángulo, cuadrilátero, rectángulo, cuadrado, pentágono, hexágono, heptágono,
octógono, nonágono, decágono, … , eneágono, paralelogramo, rombo, romboide,
trapecio, trapezoide, prisma, pirámide, cilindro, cono, esfera, tetraedro, octaedro, cubo,
dodecaedro e icosaedro. Elementos de las formas, lado, vértice, altura, base, diagonal,
perímetro, diámetro, radio, apotema, cuerda, segmento y sector.
Las relaciones espaciales topológicas están sustentadas por las nociones de: Continuidad,
continuo, incesante, perpetuo, perenne, eterno, imperecedero, duradero, permanente, fijo,
inmóvil, estable, continuado, inamovible, ininterrumpido, constante, persistente,
invariable y perseverante. Discontinuidad, discontinuo, separado, intermitente,
interrumpido, variable, entrecortado, detenido, alterno, espaciado, salpicado y no
seguido. Vecindad, alrededores, inmediaciones, junto, contorno, a continuación, afueras,
aledaños, cercanías, extramuros, proximidad, inmediación, linde, frontera y confín.
Apertura, abierto, arranque, comienzo, iniciación, primicia y principio. Cierre, cerrado
clausura, cese y terminación. Interior, interno, profundo, oculto, adentro, céntrico y
rodeado. Exterior, externo, extrínseco, somero, visible, manifiesto y aparente. Agujereado,
hueco, poroso, pinchado, perforado, taladrado, acribillado, abierto, picado, traspasado,
atravesado y calado.
Sobre el Tiempo
En el continuo del tiempo se distinguen el que ya ha pasado, el presente y el tiempo que
está por venir o futuro, el vocabulario hace referencia a diferentes categorías para estas
tres situaciones. La formación de las categorías de tiempo en la mente, durante los
primeros años de la vida, tiene como finalidad crear conciencia de un conjunto de
situaciones relacionadas con el desarrollo y cambio de los objetos. Categorías como
devenir, periodo, fecha, ocasión, transcurso, edad, movimiento y ritmo, están asociadas
directamente con la percepción correcta y equilibrada de los conceptos de pasado,
presente y futuro en la vida de todo aquello que existe. Estas categorías conforman un
amplio vocabulario del que forma parte el que recogemos a continuación.
Para hacer descripción del momento se utilizan las palabras: ahora, antes, después,
luego, hoy, mañana, pasado mañana, ayer, antes de ayer, hace… , cuando pase… , dar
tiempo y pasar el tiempo.
Indican devenir: devenir, suceder, acontecer, acaecer, pasar, ocurrir, sobrevenir, venir,
verificarse y producirse.
Período o espacio de tiempo: período, duración, época, era, etapa, temporada, lapso,
espacio, intervalo, ciclo, fase, momento, estación, instante, rato, actualidad, suceso,
curso, vez, proceso, instante, minuto, hora, segundo e intervalo.
Fecha: fecha, plazo, día, término, prórroga, retardo, vencimiento, dilación y demora.
Ocasión: ocasión, oportunidad, coyuntura, circunstancia, actualidad, suceso,
ocurrencia, y, caso.
Transcurso: transcurso, tregua y brevedad.
Edad: edad, existencia, siglo, reinado, longevidad, vida, años y primaveras.
Movimiento: movimiento, paso y ejercicio.
Ritmo: ritmo, proporción y compás.
Parte: parte, división y fracción.
Tanto para el espacio como para el tiempo, el vocabulario recogido contiene palabras
usuales y otras que no los son tanto, por lo que algunas de ellas es posible que no sean
utilizadas por los sujetos hasta edad avanzada.
PARA CONCLUIR
Desde la investigación se indica que los términos espaciales se adquieren en un orden
consistente, incluso en diferentes idiomas. El que la adquisición de nuevas palabras den
significado y extiendan su uso a situaciones vividas e interiorizadas, da pie para
argumentar que el lenguaje espacial se construye sobre conceptos espaciales
anteriormente construidos (Regier y Carlson, 2002)2.
Sobre los 2 años los niños tienen una considerable competencia espacial donde el
lenguaje es básico. El uso de palabras simples pronunciadas sobre los 19 meses tales
como “en” reflejan más competencia espacial que lo que en un principio parecería ya
que son empleadas en contextos que difieren ampliamente. Por ejemplo, utilizan “en” (a
veces solamente con un gesto) para indicar subir a un asiento y dicen también “en”
cuando indican un objeto que ha rodado y está detrás de otro. Nociones como derecha e
izquierda, cuya relativa comprensión requiere rotación mental, estarán adquiridas
completamente en el periodo de 6 a 8 años de edad. En estas edades los sujetos
aprenden también a analizar cómo tienen que guiar, utilizando palabras, a otras personas
para que sigan una ruta a través del espacio.
Se señalan las dificultades para comprender la evolución de los conceptos espaciales en los
niños. Así, se dice que se tiende a pensar en la geometría euclideana como la natural, se
pretende que el niño comprenda rápidamente el espacio en términos euclideanos y se tacha
a la educación tradicional de preocuparse muy poco por ayudar a construir el espacio y de
que cuando lo hace, a través de la geometría, se circunscribe casi siempre al espacio
euclideano, esto es, el espacio de las distancias y de las medidas. Se olvidan, de este modo,
2
Citado en Clements y Sarama (2007)
dos de las componentes del espacio “total” la topológica y la proyectiva en contradicción
de la situación natural y lógica de las vivencias espaciales.
En cuanto a la formación de la estructura de tiempo en la mente de los individuos, se
señala que pasado, presente y futuro no son un continuo indisoluble sino tres conceptos
con diferentes incidencias en la vida cotidiana, la cual va alterándose con el paso del
tiempo y la adquisición del lenguaje propio. Sobre los 4 años el individuo diferencia la
mañana de la tarde en función de las actividades que realiza en estos intervalos de
tiempo. La utilización de un vocabulario relacionado con el tiempo no significa que
haya adquirido estos conceptos. Por ejemplo, un niño de 4 años a punto de marchar para
el colegio pregunta a su madre mamá ¿hoy es mañana? La profesora había pedido en
clase mañana traéis una manzana. El niño de 4 años no conocía qué sucesos tenían que
pasar para que llegara a ser mañana (Castro, Olmo y Castro 2002). Las pautas
necesarias para medir el tiempo se las proporcionarán las situaciones destacables de su
vida. En principio, las más cercanas son las que puede abarcar como levantarse, comer,
acostarse; más tarde, serán sucesos más espaciados y más amplios los que le
proporcionarán percepción de duración. Fechas importantes como cumpleaños,
comienzo y final de las vacaciones, del curso y periodos de calor y de frío. A los 7 u 8
años aprenderá los días de la semana y los meses del año así como a leer el reloj.
El lenguaje actúa en la formación de conceptos espacio-temporales como un catalizador
de crecimiento de las categorías espaciales y temporales por el efecto que produce tanto
sobre las relaciones que los sujetos construyen como dentro de las ya formadas. La
influencia del lenguaje tiene efectos beneficiosos, se considera que la flexibilidad para
una buena interpretación espacial está correlacionada y parece estar causada por una
adquisición apropiada del vocabulario espacial (Wang y Spelke, 2002)3.
No se crea que los niños meramente por conocer palabras espacio-temporales,
automáticamente adquieren los conceptos de espacio y tiempo. Enseñar palabras no es
lo mismo que desarrollar la capacidad de razonamiento. Los conceptos s formarán
atendiendo a cambios y relaciones de objetos, a referencias a tales cambios, y
finalmente a las relaciones espaciales y temporales estáticas.
En el inicio del aprendizaje, las palabras que se usan codifican conceptos que no son
fáciles y que se irán desarrollando de acuerdo con las vivencias de la persona. Las
palabras actuarán como herramientas que soportarán tal desarrollo. Los adultos, a través
de la interacción con los niños, pueden ayudarles a consolidar su comprensión
emergente. El significado de este vocabulario se adquirirá al usar las palabras unidas a
acciones o situaciones adecuadas. La competencia de los niños para conocer y usar este
vocabulario depende, en gran medida, de la influencia sociocultural que posea.
Los adultos y especialmente el profesorado han de emplear con sus alumnos un
vocabulario espacio-temporal amplio y correcto. El que se ha recogido en el párrafo
anterior, debería formar parte del acerbo cultural de los profesores, exigiría conocer el
significado de estas palabras y utilizarlas de manera natural en sus conversaciones con los
alumnos.
El profesorado debe aprovechar todas las oportunidades que se le presenten para
destacar el transcurso del tiempo en las actividades de aula en que sus alumnos tomen
parte. Es de gran importancia la introducción del lenguaje en los juegos, y narraciones y
que los niños hablen y relaten sobre las acciones realizadas. Esto se puede llevar a cabo
3
Citado en Clements y Sarama (2007)
posibilitando que en cualquier actividad que se realice se les de oportunidad de hablar
entre sí y con los adultos. Se ha de procurar que los niños hablen de las tareas que
realizan y de lo que entienden sobre lo que están haciendo a través de preguntas que
promuevan la reflexión y permitan ampliar su vocabulario.
REFERENCIAS
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