Comercio Intraindustrial

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Comercio Intraindustrial:
Una posibilidad a largo plazo para las Pymes
Por Carolina Lalinde Molina
Miembro del CEDEX – Universidad de Palermo
A la luz de las nuevas teorías del Comercio Internacional, el intercambio comercial entre países no
esta únicamente determinado por sus factores de producción ni por sus ventajas comparativas, sino
que se debe también a una serie de aspectos microeconómicos y empresariales, que pueden hacer o
no de una empresa, una unidad competitiva para comerciar con el exterior.
La anterior afirmación esta sustentada en la academia por teorías económicas realistas que no solo
dejan de lado los supuestos de competencia perfecta para estudiar a fondo el comportamiento de los
mercados, sino que asignan a la empresa un rol individual y muy relevante dentro de la dinámica
del intercambio internacional.
Todo esto se traduce para las empresas de un país, en que producir aquello que les reporta una
ventaja comparativa (como los commodities en el caso de Argentina) por sus condiciones
geográficas o factoriales no es la única salida al mercado exterior, sino que por el contrario, es solo
una de las posibilidades competitivas con las que pueden contar las empresas de un país para entrar
a los mercados mundiales.
¿Cuáles son entonces estas posibilidades?
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En primer lugar, esta la creación de economías a escala que permiten obtener costos
decrecientes a medida que se aumenta la producción. Por lo tanto, independientemente del
producto al que se dedique, una empresa puede llevar sus cantidades producidas a un punto
máximo (dependiendo de las posibilidades económicas) que le permita disminuir los costos
y alcanzar precios internacionales que la posicionen.
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En segundo lugar están las estrategias competitivas, que según las nuevas corrientes teóricas
se pueden definir como el patrón coherente y unificador de decisiones, que resultan de la
experimentación y el aprendizaje en el corto plazo, para todos los niveles jerárquicos de una
empresa; éstas buscan mejorar constantemente tanto los procesos internos de conocimiento
como la experimentación y el aprendizaje de la compañía a nivel contextual. Su resultado en
el largo plazo es la capacidad de responder rápida y adecuadamente frente a los cambios
macroeconómicos y culturales que la sociedad va imponiendo en un mercado cíclico e
imperfecto.
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El tercer aspecto es la innovación tecnológica con la que cuentan las empresas. Este punto
no merece mayor detenimiento puesto que es obvia la importancia de la tecnología para
posicionar productos y empresas en el exterior.
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Finalmente y donde se expone la propuesta de este artículo, existe la posibilidad de generar
intercambio intraindustrial con países de similar condición, desligando a las exportaciones
de su carácter puramente agrícola, y dándoles la posibilidad de incluir mayores volúmenes
de Manufacturas de Origen Industrial.
El comercio intraindustrial es el intercambio que se da entre sectores productivos similares
de diferentes países, como por ejemplo, la exportación argentina de autopartes para autos
grandes al Brasil y la importación de autopartes para autos chicos del mismo país. Y el
comercio interindustrial es exactamente opuesto al anterior, y consiste en el intercambio
desigual de trigo por maquinarias que hacen un país en vías de desarrollo y uno
industrializado.
Los dos se practican de manera simultánea en la gran mayoría (si no son todos) de países, y
no existe una combinación perfecta de los mismos para determinar beneficios máximos. Sin
embargo, la gran diferencia entre uno y otro radica en la exclusión que hace el comercio
interindustrial de las PyMES (y sus esfuerzos de generas valor agregado) de los países en
vías de desarrollo, ya que solo se dirige a ellos en busca de productos primarios.
Para evitar esto, es necesaria la creación de las anteriormente mencionadas economías de
escala que permitan a las empresas un nivel de competitividad lo suficientemente alto como
para poder vender satisfactoriamente sus productos en países similares, es decir países con
dotaciones factoriales (especialmente de capital y trabajo) bastante cercanas.
Lo anterior es apenas lógico si se analiza el comportamiento de cualquier ente racional, en
este caso, de un país desarrollado y altamente industrializado, el cuál no se convertirá en el
importador de un proveedor con menos tecnología que la propia, sino que buscará quien le
venda a menores precios los productos que él mismo, con sus niveles de innovación podría
fabricar.
De ahí que los clientes potenciales para las PyMES argentinas y latinoamericanas (en
general) de productos manufacturados, estén en países latinoamericanos y asiáticos, y no en
Estados Unidos ni la Unión Europea.
Los flujos de comercio intraindustrial entre países desarrollados se componen básicamente de
maquinarias (eléctrica y de oficina), productos químicos (orgánicos e inorgánicos), medicinas y
quepamiento de telecomunicaciones. Por su parte los flujos intraindustriales que se dan entre países
en vía de desarrollo, estan compuestos principalmente por manufacturas de cuero, productos
fotográficos y cinematográficos, aeronaves, maquinaria de todo tipo y auto partes.
Lo positivo de comerciar como se expuso anteriormente es el no enfrentamiento de las figuras del
exportador y del importador, los cuales hacen de la dinámica comercial un intercambio equilibrado
que trae desarrollo, crecimiento y especialización para las empresas de los países involucrados.
También es de resaltar que todos los ítems sugeridos para desarrollar la competitividad
internacional mediante el comercio intraindustrial, hacen referencia a la empresa de manera
individual. Por lo tanto, cada una de ellas puede o no desarrollarlos, independientemente de su
entorno, aunque salvando los aspectos macroeconómicos como el tipo de cambio, la inflación, los
aranceles y demás determinantes globales cuya influencia no puede ser negada, pero que tampoco
es lo suficientemente fuerte como para truncar la puesta en práctica de dichos ítems por las
empresas verdaderamente interesadas.
Diciembre 2006
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