Antes se decia que para mentir y comer pescado habia que tener mucho cuidado. Ahora al primer bocado se atraca uno con siete espinas como siete antenas detectoras. Hace poco, engafrar era el arte de jugar a la mala con el tiempo y la distancia. Esa era la misi6n delicada de las embajadas en los paises extranjeros. Los maridos engafraban a sus mujeres en diligencia o en veleros. ;Qui6n podria saberlo! Hoy 1o hacen todo apuradito o a las claras. No hay remedio. El engafro ha perdido su hondo contenido humano, rom6ntico, su gracia. A los espias ya no se les fusila; se les cambia. Todo es detectaci6n por la velocidad y el roce. Qur5 ingenuo resulta lo de Franklin cuando decia: puede engafrar a mucha gente, poco -Se puede tiempo; se engafrar mucho tiempo a poca gente, pero no se puede engaffar mucho tiempo a mucha gente. La coheteria ha acabado con esas sutilezas arcaicas de tiempo y nfmero. Con lo instantAneo de un lado y con la masa-energia de otro lado, el engafro ha perdido todo su sentido de aventura, heroico. Sin duraci6n ni escondite, el engafro se ha convertido en una verdad hueca, pero peligrosa; en la propaganda. La propaganda es tan violenta en su impacto que rompe el muro de la estupidez humana, antes que 6sta vea su infelicidad en letreros luminosos. Otras veces es tan insistente que adormece o exalta a pueblos enteros y permanece como una gran funci6n de circo hasta que se incendia la carpa. La propaganda es el engafro hecho franco que proclama y se fija en 24